lunes, 23 de marzo de 2015

Suárez definió un clásico para el que menos lo merecía (Yahoo)



Hay jugadores que claramente son para los momentos importantes. Uno de ellos, sin dudas, es el uruguayo Luis Suárez. Tras una larga suspensión, por los conocidos hechos del Mundial de Brasil, regresó jugando para el Barcelona pero parecía que no encontraba su mejor forma, e incluso el sistema táctico del equipo sigue sin favorecerlo demasiado porque no tiene los espacios suficientes.

Sin embargo, no sólo definió el clásico ante Real Madrid, sino que hasta el cambio en el segundo tiempo de Raphael Varane por Pepe se debió a la amenaza que el delantero uruguayo constituía ante un recio defensor que estaba amonestado y corría serios riesgos de irse expulsado.

El Barcelona ganó el partido 2-1 y alargó a cuatro puntos su ventaja sobre el Real Madrid en la recta final de la Liga y todo indica que para los blancos será muy difícil acortarlo. Sin embargo, fueron éstos los que demostraron superioridad en el juego y los que estuvieron en la mayor parte del tiempo más cerca del gol y administraron mucho mejor la pelota.

Es que el Real Madrid es otro cuando todos sus jugadores salen concentrados, están en una buena noche, y cuenta con su equipo de gala, como ocurrió en el Camp Nou.
Sorprendió que tan pronto los blancos pudieran recomponerse luego de un mal mes, y con sólo un partido en ascenso, que fue el anterior por la Liga ante el Levante, pero así son los cracks y ya las presencias de Sergio Ramos atrás y de Luka Modric en el medio, cambian mucho el panorama.

Enfrente, el Barcelona no cambió y fue el mismo de siempre, con lo bueno y lo malo de serlo. Sin un andar sólido, especialmente porque Luis Enrique no cuenta ya casi con un Xavi que debe ser el estratega, el que maneja los hilos, y porque además no contaba de entrada con un Sergio Busquets lesionado y en el banco.

Este Barcelona no tiene una conducción clara porque Rakitic no está para eso sino para acompañar, mientras que este Andrés Iniesta no tiene ni el peso ni la continuidad del pasado y aunque comience bien, al poco tiempo se va desinflando, y si todo el peso ahora reside en el tridente ofensivo, tuvo éxito la estrategia de Carlo Ancelotti de aislar a Lionel Messi entre Ramos y Marcelo, mientras que Neymar sigue peleado con el gol.

Fue un partido intenso, con muchas ocasiones de gol (aunque pocas intervenciones de los porteros, en proporción a las llegadas) y con un hecho que marca un cambio de tendencia de los últimos años: la posesión estuvo a cargo del Real Madrid, y el Barcelona tuvo que correr detrás de la pelota, algo que no sucedía desde hacía años.

Y esto no sólo ocurrió porque el Real Madrid haya ganado la disputa de la pelota sino porque este Barcelona ya no se siente tan cómodo con ella, salvo lapsos en los que, para retener por un triunfo parcial, sus jugadores tocan corto para que el tiempo pase.
Real Madrid también se encontró con una defensa azulgrana que no estaba bien plantada porque en verdad en toda la temporada no lo está en la marca y sólo un muy buen momento de Gerard Piqué ayudó a mostrar cierta firmeza.

En cambio, el Barcelona sí chocó contra una sólida defensa blanca que hasta se dio el gusto de algunas exhibiciones de lujo como las del lateral brasileño Marcelo, con movimientos de auténtico crack.

Pero los goles que perdió el Real Madrid, que no concretó porque el fútbol es impredecible y los palos juegan, y a veces los remates se desvían, los hizo el Barcelona del otro lado porque tiene a Luis Suárez, un jugador acostumbrado a definir los grandes partidos y que en este clásico del Camp Nou pudo demostrar por qué fue fichado como una estrella.

Lo que vendrá es difícil de pronosticar pero parece difícil para el Real Madrid remontar la diferencia. Para conseguirlo, debe apelar más a la memoria de los muy buenos noventa minutos en el Camp Nou, o al menos el gran primer tiempo jugado ante su máximo rival, cuando muy pocos lo imaginaban.

El Barcelona sigue vivo en las tres competencias, mucho más por la genialidad de Messi y a algunos momentos puntuales de algunos de sus cracks, que por su sistema colectivo que sigue en deuda, más aún cuando muchos de sus simpatizantes insisten en que hay una filosofía de juego que no debe cambiarse por nada del mundo.
Sólo cuando ingresa Xavi, al que se le da demasiado poco tiempo, el Barcelona  tiene alguna similitud, algún atisbo, de lo que fue. 


Hoy, Real Madrid, en un buen día, es capaz de brindarnos un espectáculo  espléndido. El Barcelona tiene jugadores que también. Su desafío, más allá de los puntos y los resultados, está en lo colectivo, en tratar de retornar a aquella filosofía que hizo feliz a tanta gente que ama el fútbol en el planeta..

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