miércoles, 18 de marzo de 2015

La AFA, un asunto de Estado (Jornada)



“Nunca el Estado le bajará la cortina al fútbol”. No es una frase de ahora, sino de los años sesenta. Y no la pronunció ningún dirigente de los que ahora recorren los pasillos de la AFA y de la zona aledaña al viejo edificio de la calle Viamonte, en la zona tribunalicia de Buenos Aires.

La pronunció Valentín Suárez, un ex dirigente de Bánfield, ya fallecido, a quien se le atribuyen los cambios tácticos en la selección argentina que participó del Mundial 1966, dirigida por Juan Carlos Lorenzo.

Suárez fue premonitorio y si viviera ahora, seguramente tendría una sonrisa permanente cuando en los medios se insiste con el dinero estatal (y sin control) que llega a la AFA, aunque los clubes sigan endeudándose y hayan aceptado el torneo largo que con motivos electorales, se les propuso, aunque esto signifique años de esfuerzos y de temblores hasta retornar a cierta normalidad de veinte equipos, como era hasta ahora.

Es que la AFA pasó del Perón del fútbol, como sin dudas fue Julio Grondona, (no sólo por su total manejo de cada una de las relaciones sino hasta por su característica de líder y por no dejar un heredero claro), a su reemplazo por el propio Estado, por la sencilla razón de que nadie estaba en condiciones de ocupar su lugar y no sólo esto, sino que en la esfera internacional, la Argentina perdió casi todas sus posiciones desde el fallecimiento de “Don Julio”: adiós a los privilegios en la FIFA y hasta tuvo que resignarse en el programa de clasificación para el Mundial de Rusia 2018. Ahora manda (o lo intenta) el Pacífico, por primera vez.

Si en alguien pensó Grondona para el futuro no fue precisamente en sus hijos sino en el showman Marcelo Tinelli,  a quien comenzó a introducir en el mundo de la dirigencia del fútbol, porque siempre supo que era quien mejor podía gambetear al Poder político, su gran virtud. Cuando los políticos argentinos iban, Don Julio ya había vuelto no menos de cinco veces. Así es que salía indemne de interpelaciones en el Congreso, o citaciones en la Casa Rosada o en Olivos.

Pero ni bien falleció Grondona, el Gobierno entendió que era el momento soñado para intervenir de una vez por todas, y se produjo el choque entre Tinelli y La Cámpora, apartando al dirigente de San Lorenzo de cualquier sueño de llegada al Poder de Viamonte 1366.

Eso puede haber cambiado desde hace una semana, cuando antes de viajar a Europa para ver partidos del primer Mundo, Tinelli fue citado por Máximo Kirchner para hacer las paces y para retomar antiguos proyectos como AFA TV y uno de los más buscados por Grondona desde los últimos años: el llamado “Prode bancado”, el asunto del juego, que con la cercanía del conductor de TV y Cristóbal López, va camino de convertirse en uno de los ejes del futuro próximo.

Pero eso requiere de un hecho fundamental: asegurarse de que Tinelli, o alguien de su confianza (¿Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo?, ¿Juan Sebastián Verón, actual titular de Estudiantes de La Plata?) y que tenga buena llegada a Olivos, pueda quedarse con el preciado sillón, para lo cual, sería necesario posponer las elecciones de presidente de la AFA hasta los primeros meses de 2016, cuando los principales candidatos cumplan con el requisito de la antigüedad.

Claro que para conseguir esto, se necesitarán movimientos de pinzas con los clubes de ascenso, que pesan a la hora de los votos, y sortear al propio grondonismo, que ahora se quedó sin líder y con escasos argumentos (pérdida de poder internacional, y en el ámbito nacional, debe contraponer su manejo de caja con el del Estado, un asunto imposible).

Este “Grondonismo sin Grondona” (José Luis Meiszner, José Lemme, Alejandro Marrón, acaso el actual presidente de la AFA, Luis Segura) necesita dos pasos claves: que no se posponga la elección presidencial en la AFA, y luego, sentarse a contar los porotos ante los candidatos que provengan de alianzas con la política nacional, que no parecen pocos.

Mientras esto sucede, el estado sigue haciéndose cargo del vacío de poder dejado por Grondona desde su fallecimiento en el pasado 31 de julio. ¿Que los clubes están en una muy mala situación económica pese a la fortuna recibida? ¿Que la violencia del fútbol no cesa aunque desde hace años que no concurren a los partidos los hinchas visitantes?

Este Estado no pretende, en un año electoral, ponerse a controlar justo ahora el uso de los fondos, por más suculentos que sean, ni tampoco controlar a fondo a los barras bravas, al punto de desempolvar en el Congreso, hace días, aquello de los “buenos muchachos del paraavalanchas” con la excusa de la “estigmatización sciolista”, más allá de que parece puro oportunismo político pretender impulsar una ley con nuevas penalidades, cuando hasta hoy ni siquiera se utilizó casi nunca la de “Asociación Ilícita”. ¿Y si empezaran por allí?

Ya lo dijo Valentín Suárez cuando Grondona aún era un joven dirigente que no había llegado a los primeros planos: “Jamás el Estado le bajará la cortina al fútbol”.


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