“Nunca el Estado le bajará la cortina al fútbol”. No
es una frase de ahora, sino de los años sesenta. Y no la pronunció ningún
dirigente de los que ahora recorren los pasillos de la AFA y de la zona aledaña
al viejo edificio de la calle Viamonte, en la zona tribunalicia de Buenos
Aires.
La pronunció Valentín Suárez, un ex dirigente de
Bánfield, ya fallecido, a quien se le atribuyen los cambios tácticos en la
selección argentina que participó del Mundial 1966, dirigida por Juan Carlos
Lorenzo.
Suárez fue premonitorio y si viviera ahora,
seguramente tendría una sonrisa permanente cuando en los medios se insiste con
el dinero estatal (y sin control) que llega a la AFA, aunque los clubes sigan
endeudándose y hayan aceptado el torneo largo que con motivos electorales, se
les propuso, aunque esto signifique años de esfuerzos y de temblores hasta
retornar a cierta normalidad de veinte equipos, como era hasta ahora.
Es que la AFA pasó del Perón del fútbol, como sin
dudas fue Julio Grondona, (no sólo por su total manejo de cada una de las
relaciones sino hasta por su característica de líder y por no dejar un heredero
claro), a su reemplazo por el propio Estado, por la sencilla razón de que nadie
estaba en condiciones de ocupar su lugar y no sólo esto, sino que en la esfera
internacional, la Argentina perdió casi todas sus posiciones desde el
fallecimiento de “Don Julio”: adiós a los privilegios en la FIFA y hasta tuvo
que resignarse en el programa de clasificación para el Mundial de Rusia 2018.
Ahora manda (o lo intenta) el Pacífico, por primera vez.
Si en alguien pensó Grondona para el futuro no fue
precisamente en sus hijos sino en el showman Marcelo Tinelli, a quien comenzó a introducir en el mundo de
la dirigencia del fútbol, porque siempre supo que era quien mejor podía
gambetear al Poder político, su gran virtud. Cuando los políticos argentinos
iban, Don Julio ya había vuelto no menos de cinco veces. Así es que salía
indemne de interpelaciones en el Congreso, o citaciones en la Casa Rosada o en
Olivos.
Pero ni bien falleció Grondona, el Gobierno entendió
que era el momento soñado para intervenir de una vez por todas, y se produjo el
choque entre Tinelli y La Cámpora, apartando al dirigente de San Lorenzo de
cualquier sueño de llegada al Poder de Viamonte 1366.
Eso puede haber cambiado desde hace una semana,
cuando antes de viajar a Europa para ver partidos del primer Mundo, Tinelli fue
citado por Máximo Kirchner para hacer las paces y para retomar antiguos
proyectos como AFA TV y uno de los más buscados por Grondona desde los últimos
años: el llamado “Prode bancado”, el asunto del juego, que con la cercanía del
conductor de TV y Cristóbal López, va camino de convertirse en uno de los ejes
del futuro próximo.
Pero eso requiere de un hecho fundamental:
asegurarse de que Tinelli, o alguien de su confianza (¿Matías Lammens, el
presidente de San Lorenzo?, ¿Juan Sebastián Verón, actual titular de
Estudiantes de La Plata?) y que tenga buena llegada a Olivos, pueda quedarse
con el preciado sillón, para lo cual, sería necesario posponer las elecciones
de presidente de la AFA hasta los primeros meses de 2016, cuando los
principales candidatos cumplan con el requisito de la antigüedad.
Claro que para conseguir esto, se necesitarán movimientos
de pinzas con los clubes de ascenso, que pesan a la hora de los votos, y
sortear al propio grondonismo, que ahora se quedó sin líder y con escasos
argumentos (pérdida de poder internacional, y en el ámbito nacional, debe
contraponer su manejo de caja con el del Estado, un asunto imposible).
Este “Grondonismo sin Grondona” (José Luis Meiszner,
José Lemme, Alejandro Marrón, acaso el actual presidente de la AFA, Luis Segura)
necesita dos pasos claves: que no se posponga la elección presidencial en la
AFA, y luego, sentarse a contar los porotos ante los candidatos que provengan
de alianzas con la política nacional, que no parecen pocos.
Mientras esto sucede, el estado sigue haciéndose
cargo del vacío de poder dejado por Grondona desde su fallecimiento en el
pasado 31 de julio. ¿Que los clubes están en una muy mala situación económica
pese a la fortuna recibida? ¿Que la violencia del fútbol no cesa aunque desde
hace años que no concurren a los partidos los hinchas visitantes?
Este Estado no pretende, en un año electoral,
ponerse a controlar justo ahora el uso de los fondos, por más suculentos que
sean, ni tampoco controlar a fondo a los barras bravas, al punto de desempolvar
en el Congreso, hace días, aquello de los “buenos muchachos del paraavalanchas”
con la excusa de la “estigmatización sciolista”, más allá de que parece puro
oportunismo político pretender impulsar una ley con nuevas penalidades, cuando
hasta hoy ni siquiera se utilizó casi nunca la de “Asociación Ilícita”. ¿Y si
empezaran por allí?
Ya lo dijo Valentín Suárez cuando Grondona aún era
un joven dirigente que no había llegado a los primeros planos: “Jamás el Estado
le bajará la cortina al fútbol”.
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