Y un día, la tabla de posiciones de la Liga Española
cambió, y lo que parecía muy difícil hacía sólo un mes, terminó siendo realidad
cuando se inicia la recta final del torneo.
Aunque no se puede decir que se esperaba, tampoco
podría afirmarse que fue una sorpresa que este Real Madrid, modelo 2015, cayera
en el Nuevo San Mamés ante un Athletic de Bilbao que llegaba fortalecido en lo
anímico luego de conseguir en Corneliá, ante el Espanyol, en la semana, el pase
a la final de la Copa del Rey.
No lo vamos a descubrir ahora pero nunca está de más
recordar que aquella frase acerca de que el fútbol “es un estado de ánimo”,
tiene mucho de verdad y especialmente en estos tiempos, porque si los vascos
llegaron con una mentalidad positiva a un partido que siempre les costó mucho
ante los blancos, éstos justamente no están en una buena etapa.
Más de un medio citó que el promedio de gol de un
Real Madrid que parecía que comenzaba la temporada para arrasar todos los
récords en ataque, disminuyó sensiblemente desde la ausencia de Luka Modric en
el medio, y ya otros se plantean que su entrenador, Carlo Ancelotti, podría,
por fin, acabar con el triplete de la llamada BBC (Bale, Benzema, Cristiano
Ronaldo), para sacar a Gareth Bale y volver a un 4-4-2 con el retorno de James
Rodríguez, acentuado si también se produce el del croata en el medio.
Bale no es el único que no está funcionando desde
hace varias jornadas. Quien más se nota que no está en su plenitud, aquejado
acaso por problemas personales que podrían afectar su andar en el césped, o tal
vez se trate de apenas una mala racha, es nada menos que Cristiano
Ronaldo, y no sólo por la pólvora mojada
para llegar al gol, sino que prácticamente no ha rematado al arco en cuatro
partidos consecutivos, algo muy extraño para su trayectoria y sus
características.
Todo esto fue aprovechado por el Barcelona, también
en un buen momento anímico, que se fue a dormir el sábado sabiendo que si
ganaba al día siguiente su partido ante Rayo vallecano en el Camp Nou, podía
retomar un liderazgo perdido casi una rueda atrás.
Y los azulgranas no sólo consiguieron la punta que
tan trabajosamente persiguieron, sino que en apenas unos días, dieron vuelta un
panorama completo, superando al Real Madrid en goles a favor (76-75), en
puntos, y hasta Lionel Messi, con otro hat trick que lo coloca como el récord
en la historia de la Liga, logró dar alcance a Cristiano Ronaldo como goleador
(30 tantos) cuando llegó a encontrarse a nueve de distancia.
Pero también para el Barcelona puede aplicarse el
concepto del estado de ánimo en el fútbol, si bien no alcanza sólo con eso.
Porque los de Luis Enrique, que vienen mejorando en algunas cuestiones de juego
aunque siguen sin terminar de redondear un funcionamiento parecido al de otros
tiempos, sí vienen empujados por buenos resultados, como el del regreso a la
final de la Copa del Rey tras dos temporadas, al eliminar al Villarreal en
semifinales en El Madrigal.
A los pocos días, este Barcelona se encontró con la
punta de la Liga en bandeja con la derrota del Real Madrid en Bilbao, y no sólo
goleó al Rayo sino que, por fin, Luis Enrique decidió salir a buscar el partido
con Xavi e Iniesta juntos, para mejorar en la posesión del balón y en la
claridad para transportarlo hacia las posiciones de ataque, aunque faltara
Neymar y su reemplazante, Pedro Rodríguez, no es ni por asomo el que fue hasta
2012 y hoy es una máquina de desperdiciar posibilidades.
En cambio, el Barcelona cuenta con un Luis Suárez
que, al fin, va explotando y comienza a mostrar su mejor cara y su genio,
Lionel Messi (del que se hicieron encuestas alrededor del Camp Nou en el que se
le preguntaba a los socios del Barcelona si lo venderían y por cuánto dinero),
no necesita demasiados minutos (como bien dijo su compatriota Javier Mascherano
tras el partido) para concretar en la red adversaria, lo cual no significa que
atraviese su mejor etapa y aparece con cierta discontinuidad, aunque sus
definiciones sean exquisitas y hasta haya tenido más oportunidades.
Nada es casual en este fútbol en el que lo anímico
juega un papel decisivo. El Barcelona sacó demasiado rédito en esta semana. No
sólo por su clasificación a la final de la Copa, o la recuperación del
liderazgo en la Liga justo a dos semanas del clásico ante Real Madrid y con
buena chance de pasar a cuartos de final en la Champions League, sino que
tampoco el Atlético Madrid pudo sacar provecho de acercarse en la tabla, y
apenas empató como local ante el Valencia.
En una larga temporada, los equipos atraviesan
distintos momentos. El que capitalice mejor las rachas es el que, al final,
tendrá mayores réditos, si los planteles son parejos. Hoy, el aspecto
psicológico es demasiado importante como para no tomarlo en cuenta como un
factor influyente en los resultados.
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