Desde hace un
buen tiempo a esta parte, pero en especial desde el segundo semestre de 2020,
se hace cada vez más interesante sentarse a observar los partidos del fútbol
argentino. De cada cinco partidos, por lo menos tres resultan agradables, con
alternativas, buen ritmo, e intenciones de tratar bien la pelota por varios de
los equipos de Primera División, incluso en algunos casos, por delante de otras
ligas más poderosas en lo económico, y mejor organizadas (algo que, conociendo
a los dirigentes de la AFA, es de esperar).
Hay dos factores
que resultan fundamentales en esta buena noticia para los seguidores del fútbol
argentino que no se basan sólo en los resultados. Uno de ellos es temporal. El
hecho de que hayan pasado muchos años desde aquella división del ambiente (en
buena parte, motorizado por la prensa aunque también por algunos actores que se
beneficiaron de esto) entre los partidarios de César Luis Menotti y Carlos
salvador Bilardo, determinó que fueran apareciendo otras escuelas y se fuera
diluyendo este debate que llegó a extremos innecesarios, con nuevos
entrenadores que tienen distintas ideas y sistemas diversos, pero siempre sin
renunciar a tratar bien la pelota.
La otra causa
importante está basada en un hecho coyuntural e inesperado. El pasado 30 de
junio expiraron muchísimos contratos de jugadores que estaban a préstamo en sus
clubes, y como la AFA suspendió los descensos por dos temporadas, esto facilitó
la posibilidad de dejarlos libres para que las entidades, en eternas crisis por
sus pésimas administraciones (aunque disfrazadas siempre con la excusa de que
la Argentina se encuentra en crisis cuando la industria del fútbol exporta en
euros o dólares y vive en pesos), pudieran liberarse de uno de sus mayores
problemas presupuestarios.
De hecho, esta
suspensión de descensos y esta consecuencia de la libertad de acción de tantos
jugadores, motivó buen porcentaje de la reelección de Claudio Tapia como
presidente de la AFA por cuatro años más.
La cuestión es
que con la libertad de acción de tantos jugadores y sin la presión de pelear
por no descender, muchos clubes se volcaron hacia las divisiones inferiores o a
colocar a valores jóvenes en el equipo de Primera División y no podía ser mejor
idea (y tampoco se entiende por qué no se hizo antes, dado que es lo más sano y
económico, y hasta cuando el Barcelona lo hizo fue ejemplo mundial de
aprovechamiento de los jugadores propios, que llegaron en 2012 a ser la terna
de candidatos al Balón de Oro de la FIFA).
Tal vez el mejor
ejemplo de todos sea el de Defensa y Justicia, que acaba de consagrarse campeón
de la Copa Sudamericana por primera vez en su historia al vencer de manera
rotunda a Lanús en la final por 3-0 con una mezcla de jóvenes de sus divisiones
inferiores y otros provenientes de equipos que prestaron a los suyos para
darles fogueo. Es decir que el equipo del “Halcón” de Florencio Varela no se
gastó un dineral en el armado de su plantel, sino que siguió una línea estética
desde hace tiempo, y ya había estado a punto de ser campeón argentino en
2018/19, cuando quedó cerca de Racing, y hasta participó en la actual Copa
Libertadores, de la que quedó eliminado en la fase de grupos sobre la hora del
último partido y con una excelente actuación, ante el Santos y en Brasil (lo
que le valió pasar al torneo que terminó ganando).
Defensa y
Justicia es dirigido por Hernán Crespo, quien prefirió dejar la comodidad de su
vida en Italia luego de una larga y exitosa carrera como futbolista, para dirigir
en la Argentina comenzando desde abajo y siempre tratando de que sus equipos
practiquen buen fútbol, algo que ya se pudo observar en Bánfield, con la misma
línea.
Precisamente
Bánfield, dirigido por Javier Sanguinetti, y apelando también a los jóvenes, es
otro de los equipos a tener en cuenta. Ya fue protagonista de la Copa Diego
Maradona, en la que llegó a la final de San Juan en la que terminó siendo
derrotado por Boca en los penales, pero que dejó una gran imagen a partir de su
juego y de sus nuevos valores.
Lo mismo puede
decirse de Talleres de Córdoba, con la dirección técnica de Alexander “Cacique”
Medina. Que pudo armar un equipo aceitado, que practica un fútbol prolijo y
ofensivo, pero también de Vélez Sársfield, que se impuso en la final de la Fase
Complementación a Rosario Central (que también tiene nombres para seguir) y que
fue protagonista de la Copa Sudamericana, en la que fue derrotado por Lanús en
semifinales, con sus cuatro defensores surgidos en sus divisiones inferiores, y
muchos otros jóvenes del club, y dirigido por un ex jugador, surgido en la
casa, Mauricio Pellegrino. Hasta Independiente, que se desprendió de trece
jugadores en el último mercado de pases, y aunque no terminó realizando una
gran campaña, especialmente en la Fase Campeonato, aparece ahora con jugadores
que ilusionan, encabezados por Alan Velasco, aunque habrá que ver qué sucede
desde 2021 con la llegada como director técnico de Julio César Falcioni.
Para 2021,
entonces, el panorama es ilusionante si tomamos en cuenta la realidad de los
casi siete años de trabajo de Marcelo Gallardo en River y su probada calidad y
eficacia, el protagonismo de Defensa y Justicia, Bánfield, Lanús, Vélez y
Talleres de Córdoba, las apuestas de Independiente, Rosario Central y Arsenal,
que respeta siempre el trato de la pelota con la dirección técnica de Sergio
Rondina, y la expectativa que puede generar la llegada de Gabriel Milito a
Argentinos Juniors, que peleó su pase a la final de la Copa Maradona ante Boca
hasta el último minuto de la fecha final de la Zona Campeonato.
Como incógnita
quedan planteados los casos de tres equipos que estrenan director técnico: qué
sucederá con un Racing que fue híbrido con Sebastián Beccacese, a quien le
gustan las largas posesiones de pelota pero que no pudo mantener una
regularidad, ahora reemplazado por Juan Manuel Pizzi, o con San Lorenzo, que
pasará de Mariano Soso a Diego Dabove, de mucho éxito en Argentinos Juniors, al
punto de colocarlo en la próxima edición de la Copa Libertadores también con
muchos jugadores de la casa. Será interesante, también, el debut como
entrenador de Fernando Gago, un exquisito volante que sufrió innumerables
lesiones que acortaron su carrera y que sostiene que su referencia es el
español Luis Enrique, en su primera experiencia como DT de Aldosivi.
Después de
muchos años de partidos infumables, pelotas todo el tiempo fuera de los límites
de los campos de juego, relatores pidiendo que los defensores “revienten” la
pelota al revoleo y futbolistas haciendo tiempo cuando iban ganando, comienza a
escucharse desde el banco el consejo de “juegue, juegue” o el gesto de ir para
adelante en vez de retroceder. Cada uno con su idea pero parece que, por fin,
la tendencia es a comprender que el fútbol es un juego, y que la meta principal
es el gol en el arco contrario, no preservar el cero en el propio. Y que la
elaboración también es importante.
Hay brotes
verdes en el fútbol argentino, y es para alegrarse.
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