Rivaldo ya había
tenido una gran temporada en el Barcelona de Van Gaal, en la que compartía
cartel con jugadores de la talla de Luis Figo, Josep Guardiola o Luis Enrique,
cuando en la Copa América de Paraguay terminó de demostrar su gran jerarquía,
consagrándose campeón y siendo elegido mejor jugador del torneo y eso lo
catapultó definitivamente al premio FIFA World Player como mejor del mundo en
1999.
La temporada
1998/99 había sido sensacional y el Barcelona había ganado la Liga española por
segundo año consecutivo, y Rivaldo venía demostrando todo su potencial y
tampoco fue casualidad que al terminar esa temporada, en Europa le dieran el
Balón de Oro como mejor jugador del continente y las expectativas por su
rendimiento en la Copa América eran máximas y Brasil llegaba como gran
candidato, con grandes estrellas como Roberto Caros, Cafú, Ronaldo Nazario o
Ronaldinho.
Pero Rivaldo
terminó siendo la gran figura del equipo dirigido por Vanderlei Luxeumburgo,
que apuntaba al Mundial 2002 luego de la traumática derrota en la final de
Francia 1998 ante los locales. La Copa América de Paraguay era el momento
propicio para dar vuelta la página y al mismo tiempo, conseguir por primera vez
en la historia un segundo título sudamericano consecutivo.
Brasil integró
el Grupo B y debutó con una esperanzadora goleada de 7-0 ante Venezuela (con un
gol suyo), otra victoria ante México 2-1 y la tercera, ante Chile por 1-0. Con
los nueve puntos cosechados, esperaba la selección argentina de Marcelo Bielsa
en los cuartos de final y aunque los albicelestes se pusieron en ventaja
enseguida por un gol de Juan Pablo Sorín (la pelota se desvió en Joao Carlos y
descolocó a Dida), a los pocos minutos empató Rivaldo con un gran tiro libre,
lejos del alcance de Germán Burgos, y en el segundo tiempo desniveló Ronaldo,
aunque sobre el final Roberto Ayala tuvo la chance del empate con un penal que
fue contenido por el arquero.
En semifinales
volvía a esperar México y otra vez, Rivaldo fue protagonista, como en cada uno
de los partidos de su equipo. Brasil se impuso 2-0. Con un gol de Amoroso, que
recogió una pelota que rebotó en el travesaño tras un cabezazo del crack del
Barcelona y otro gol suyo, con jugada enteramente personal, amplió la
diferencia.
La final ante
Uruguay significaba la posibilidad de tomarse una revancha de la derrota por
penales de cuatro años atrás en Montevideo, aunque en este caso, Brasil
aparecía como amplio favorito ante la enorme diferencia de calidad y por tener
enfrente un equipo inexperto, con muchos jóvenes que recién iniciaban su camino
dirigidos por Víctor Púa.
A los 20
minutos, ya Brasil comenzó a desequilibrar cuando Rivaldo remató de cabeza un
muy buen tiro libre de Flavio Conceiꞔao, seis minutos más tarde, otra vez
Rivaldo recibió dentro del área y resolvió magistralmente con un toque fino por
encima del arquero Fabián Carini, y ya en el segundo tiempo, Ronaldo estableció
el 3-0 final para el título.
No fue de
extrañar entonces que Rivaldo recibiera el premio como mejor jugador del
campeonato, y fuera considerado la máxima estrella en un conjunto repleto de
cracks que tres años más tarde, aunque ya dirigido por Luisz Felipe Scolari,
ganaría el Mundial de Japón y Corea del Sur.
Rivaldo se había
impuesto pese a que no había tenido sencillo su paso por la selección
brasileña. Sin carisma, proveniente de una zona portuaria muy pobre de Recife,
había sido muy resistido por buena parte de los hinchas y la prensa, aunque ya
había demostrado hacía rato que podía desempeñarse como delantero o media
punta, con una gran potencia en sus remates de zurda, hábil con la gambeta y
goleador y especialista en jugadas de pelota parada. De hecho, marcó cinco en
la Copa América, igual que Ronaldo.
Había debutado
en la selección brasileña el 16 de diciembre de 1993 ante México en Guadalajara
y el primero de sus grandes compromisos fue cuando formó parte, como uno de los
tres mayores de 23 años, del equipo
olímpico de Atlanta en 1996 junto con cracks como Dida, Ronaldo, Bebeto o
Roberto Carlos, pero allí tuvo uno de sus momentos más duros. En semifinales,
Brasil vencía a Nigeria por 3-1 a falta de diez minutos cuando él ingresó desde
el banco de suplentes, las “Águilas Verdes” consiguieron igualar 3-3 y terminaron
imponiéndose con Gol de Oro.
Brasil acabó
llevándose la medalla de bronce pero Rivaldo fue uno de los señalados por la
prensa y los hinchas y estuvo más de un año sin ser convocado y así es que se
perdió la Copa América de 1997 y recién reapareció en la Copa Confederaciones
de Arabia Saudita, que también ganó su equipo.
Si bien nunca se
confirmó oficialmente, por aquellos tiempos circulaba la versión de que desde
el cuerpo técnico de Mario Lobo Zagallo se decía fuera de los micrófonos que
Rivaldo traía mala suerte, aunque por sus rendimientos, terminaron citándolo
para el Mundial de Francia 1998, en el que marcó tres goles. “Atlanta fue el
golpe más duro de mi carrera, junto con mi ausencia del Mundial de Estados
Unidos 1994”, dijo en una entrevista, años más tarde.
“Es curioso
–señaló en la misma oportunidad- en todo el mundo se habla mejor de mí que en
Brasil”, aunque siempre fue defendido por el público del norte del país, fiel a
su juego, como sintiéndolo su representante.
Ya para el
Mundial 2002, Rivaldo llegó con toda la confianza de una gran estrella
internacional, componiendo un gran trío de ataque con Ronaldo y Ronaldinho,
llamado como “Las tres R”. Marcó un gol de penal en el debut ante Turquía pero
en ese partido participó de una jugada polémica que recorrió el planeta, cuando
recibió un pelotazo de Hakan Unsal, se arrojó al suelo se tomó su rostro con
las dos manos de manera exagerada y provocó la expulsión de su rival por doble
amarilla. Al comprobarse que fingió, la FIFA lo multó con 11.670 francos
suizos.
En ese Mundial,
Rivaldo marcó goles en los primeros cinco partidos de Brasil (ante Turquía,
China, Costa Rica, Bélgica e Inglaterra) y terminó ganando la Copa del Mundo e
incluido en el equipo ideal del torneo. Su último partido con su selección fue
ante Uruguay en 2003 pero el entrenador Carlos Alberto Parreira no lo volvió a
convocar. En total de su carrera, marcó 37 goles en 79 partidos con el equipo
nacional en todas las competencias.
Víctor Borba
Ferreira Gomes, Rivaldo, nació en Recife el 19 de abril de 1972, en el seno de
una familia muy pobre y se crió en la zona de Paulista, en las favelas del
puerto. Padeció malnutrición y por esta misma razón tuvo que lamentar la
pérdida de varios dientes. “En Paulista
es difícil soñar –confesó en una entrevista a la revista “El Gráfico”-. Hay que
vivirlo para saber lo que es trabajar todo el día para tener muy poco, pasar
hambre, sufrir”. Para colmo, su padre, Romildo, empleado de la prefectura de Recife,
murió en 1989 en un accidente de tránsito cuando él tenía 17 años, y en ese
momento pensó en dejar de jugar, pero su madre, Marlucia, ama de casa, se
sentó, lo miró a los ojos, y le dijo “nada hubiera querido más tu padre que
seas un jugador profesional, ve por eso”.
Así fue que ese
mismo año comenzó su carrera ascendente. Admirador de Zico, especialmente en su
forma de ejecutar los tiros libres, ingresó en el Paulistano, pero siempre
aparecía el mismo problema. Era dejado de lado por su físico endeble hasta que
en 1991 firmó para el Santa Cruz, de la Segunda División, y un año más tarde
por el Mogi Mirim, lo que hizo que se mudara a San Pablo. Marcó 13 goles en 31
partidos en el torneo y hasta en una oportunidad llamó la atención de los
canales de TV de todo el país que emitían permanentemente las imágenes de un
joven que había logrado marcar un gol desde antes de mitad de cancha que Pelé
no había conseguido en el Mundial de México 1970.
A partir de
allí, todo fue en permanente ascenso. Muchos clubes se anotaron para
contratarlo pero el que llegó primero fue el Corinthians, al que lo trajo a
préstamo en 1993 e hizo 11 goles en 21 partidos, pero al terminar el año, el
club prefirió pagar las opciones de Leto y Valber, y entonces apareció el
Palmeiras con el dinero de apoyo de la Parmalat italiana desde 1994 y allí tuvo
dos temporadas espectaculares pese a que el panorama no parecía nada fácil
porque venía de ganar el torneo paulista y el Brasileirao y contaba con
estrellas como Edmundo, Roberto Carlos o César Sampaio. Sin embargo, Rivaldo
pudo adaptarse y volvieron a salir campeones de los dos torneos y nuevamente el
paulista en 1996 ya con Djalminha, Muller, Amaral y Luizao. Cada partido era un
festival.
Esto ya lo puso
en otro plano, el internacional y en el verano europeo de 1996 lo contrató el
Deportivo La Coruña, que pagó por su pase 6 millones de euros, la mayor
contratación de la historia del club gallego, y en el que heredó el número once
de Bebeto, ídolo de la hinchada. Marcó 21 goles en 41 partidos en la temporada
1996/97, igualando a Raúl González del Real Madrid en la cuarta posición de la
tabla de goleadores de la Liga Española y para 1997/98 pasó al Barcelona en 24
millones de euros.
No lo tuvo fácil
para encajar en el equipo que dirigía el holandés Louis Van Gaal, con otra idea
de fútbol, pero alcanzó a ganar la Supercopa europea y después el doblete con
la Liga y la Copa del Rey y en 2001, una chilena suya sobre el final, en el
Camp Nou, ante el Valencia, le dio la clasificación a la siguiente Champions
League al club catalán.
Fue en el
Barcelona, cuando ya se transformó en un jugador global –aunque siempre dijo
que en el club en el que se sintió más cómodo y fue ídolo fue en el Deportivo
La Coruña-, donde tomó consciencia de su rol y decidió apoyar distintas causas
para ayudar a los más necesitados, como cuando encabezó una campaña para
recolectar anteojos usados en todo el territorio español para enviarlos a las
zonas más pobres de Brasil.
Tras haber
ganado el Mundial 2002, y ya muy desgastada su relación con Van Gaal, pasó al
Milan, donde ganó la Champions League 2003 y la Supercopa europea, pero con la
llegada de su compatriota Kaká, el entrenador Carlo Ancelotti le fue dejando
cada vez menos espacio y tomó entonces la decisión de regresar a Brasil en
enero de 2004 y si bien firmó para Cruzeiro, a los dos meses dejó el equipo
cuando fue echado Luxemburgo, el entrenador con el que siempre trabajó a gusto.
Desde ese entonces,
su carrera se extendió y terminó jugando para clubes de cuatro continentes. A
mediados de 2004 firmó para el Olimpiakos griego, donde ganó tres ligas y dos
copas, en 2008 fue contratado por el Bunyodkor de Uzbekistán por dos
temporadas, regresó a los 38 años al Mogi Mirim y en 2011, con 39 años, pasó al
San Pablo, luego al Kabuscorp de Angola y en 2013 jugó para el Sao Caetano en
la Segunda División y en 2014 volvió al Mogi Mirim (que terminó comprando) para
poder compartir equipo con su hijo Rivaldinho, en ese momento de 18 años hasta
que anunció su retiro en las redes sociales, pero dos años más tarde, con 43
años, regresó para volver a jugar con su hijo hasta que el 16 de agosto de 2015
oficializó su despedida del fútbol. En el total de su carrera de clubes marcó
408 goles en 947 partidos.
En 2019 volvió a
ser protagonista alrededor de una Copa América aunque fuera de los campos de
juego, cuando sorprendió manifestándose de acuerdo con la protesta de la
delegación argentina por los dos posibles penales ante Brasil en la semifinal
que no fueron chequeadas por el VAR.
“Claro que
Argentina tiene razones para quejarse. Brasil tiene mejor equipo y seguramente
habría ganado sin esos errores, pero hubo dos penales a favor de los argentinos
en los que el VAR no quiso actuar”, le dijo entonces a “Beftair”.
Más allá de su
talento, Rivaldo fue un jugador que no se quedó en eso y aún sin carisma,
decidió ayudar todo lo que pudo a su gente con distintas campañas de
solidaridad y fue uno de los pioneros en festejar mostrando por debajo de su
camiseta, en el Barcelona, otras con inscripciones alusivas, como “Feliz Día de
la Madre”, o “Feliz Día de los Enamorados”, o “Que nunca más muera nadie como
Aitor”, en referencia a Zabaleta, el hincha de la Real Sociedad asesinado por
un ultra del Atlético Madrid, y hasta en otro momento, tras otro festejo
apareció la foto de su compatriota Giovanni, que no era tenido en cuenta por
Van Gaal, por o que recibió un reproche, aunque se defendió diciendo que “fue
para motivarlo”. El DT holandés le argumentó que había varios jugadores en la
misma condición, a lo que el brasileño respondió “sí, pero sólo Giovanni es mi
amigo”.
“Si yo hubiera
nacido en Río de Janeiro, hoy sería el número uno por lejos, porque conmigo hay
preconceptos”, sintetizó en una oportunidad, en pleno auge, en tiempos de la
Copa América de Paraguay, acaso como síntesis de su carrera llena de títulos y
de técnica depurada.
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