Lo dice bien la simpática directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel: no se trata sólo de difundir el idioma español por el mundo, sino de algo aún más importante, que ella califica como “fundacional”, y es “transmitir la cultura en español” a los cinco continentes. Eso es lo que viene realizando la entidad desde hace diecisiete años, por ahora en cuatro de los cinco continentes, con setenta centros en cuarenta y un países, y cuando para 2009 se inaugurará otra sede en Sydney, Australia, para cerrar completamente el círculo continental.
Caffarel, gran conocedora del rol de los medios de comunicación por haber sido anteriormente directora de Radio Televisión Española (RTVE), dice que “nunca” pasó por momentos difíciles en el cargo, por el placer que siente al trabajar para el Cervantes y que en todo caso, esos pequeños malos momentos “tienen que ver con cuestiones del día a día, pero lo paso muy bien”.
Y no es para menos: el próximo martes, asistirá con los reyes a la inauguración de la sede de Tokio, en Japón (donde Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia han estado en varias oportunidades, y la primera de ellas de luna de miel). Todo un desafío para el Cervantes. “Es que debemos reconocer que para Japón, lo español aún no refleja que nuestro país es la octava potencia mundial, y hay algunos clichés que aún tienen de nosotros en su cultura, como el flamenco y los toros, pero le agregaremos elementos importantes, como la cocina, la cultura en general, porque los japoneses vienen mucho para ver obras como las de Gaudí, Miró, Dalí”. ¿El fútbol, como el Barcelona o el Real Madrid? “sabemos que hay fanáticos, pero no está especialmente contemplado”, nos dice Caffarel, ante nuestra pregunta, infaltable como argentinos.
Pero no sólo se inaugurarán estas dos sedes en los próximos meses. La apuesta del Cervantes es tan ambiciosa, que asombra, en tiempos de crisis (la funcionaria, que recalca que el Cervantes depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y que tiene relación también con ministerios como los de Cultura y Educación) ampliará sus influencias hasta el 2010 con nuevas sedes previstas para ciudades como Nueva Delhi, Cracovia, Florianópolis, Seúl, Dakar y sorprende cuando cita que el gran objetivo es Brasil, el país con más sedes en el mundo, nueve. “Tenemos que agradecer los esfuerzos del presidente Lula da Silva para difundir el español, pero tengo que aclarar que no es que nosotros hemos aprovechado eso sino que ya estaba hacerlo en nuestros planes y los dos procesos marcharon paralelos”. Caffarel se refiere a que en Brasil, ahora es obligatorio el estudio del español en la enseñanza primaria, razón por la que editoriales importantes españolas han accedido a la enseñanza pública vendiendo millones de ejemplares, algo que, por cierto, bien pudo aprovechar la Argentina.
Tampoco se dejó de lado la elección presidencial en los Estados Unidos, “el segundo país en hispanohablantes en el mundo, detrás de México, aunque se calcula que entre 2040 y 2050 pasará a ser el primero, y donde desde hace algunos días hemos introducido una enciclopedia del español. Queremos que la gente en los Estados Unidos hable un español competente, y está comprobado que quienes hablan el español correctamente, tienen mejores ingresos económicos”, recuerda, y aclara ante la evidente pregunta de la supuesta amenaza del “spanglish”, la mezcla del español y el inglés de muchos latinos, que “es apenas una transición pero no tiene futuro, y justamente con nuestros profesores y el buen español, creemos que se tenderá a hablarlo correctamente”. Caffarel es optimista con el triunfo de Barack Obama como candidato a presidente de los Estados Unidos. “Creemos que eso ayudará no en la penetración del español pero sí en los aspectos jurídicos o sociales porque las relaciones entre países, por ahora, son complejas”.
Caffarel también cree que para los próximos dos años hay acontecimientos para aprovechar para difundir aún mejor el idioma. El 6 de marzo de 2010, en Valparaíso, se realizará el quinto Congreso Internacional de la Lengua, y que en ese mismo año, España presidirá la Unión Europea, por la rotación entre los países miembros, “y es el momento para colocar al español en el segundo lugar detrás del inglés, aunque también tenemos que luchar para que la UE lo acepte como oficial, ya que por ahora no figura como tal, mientras que sí están el inglés, el francés y el alemán”.
Caffarel, que en su despacho tiene un mapamundi con las banderitas colocadas en los países en los que el Cervantes está presente, cual Alejandro Magno en femenino y en el siglo XXI, subraya que en cada una de las sedes en el mundo, el Cervantes ofrece cursar también los otros idiomas oficiales del país, como el catalán, el gallego y el euzkera, “y contamos para ello con la ayuda de las autonomías” y trata de explicar más ampliamente algunas funciones del Instituto. “Se cuida la enseñanza de un idioma que sabemos que no es el materno, y para ello, aplicamos distintas estrategias, como métodos pedagógicos, competencias en especializaciones como negocios, Internet, ciencia, y otorgamos diplomas de español como lengua extranjera desde el Ministerio de Relaciones Exteriores”. También es interesante el manejo interno. “Si alguien necesita un libro, y sabemos que está en otro centro en otro país, se puede pedirlo, porque hay una biblioteca única, y apostamos también por las nuevas tecnologías, y hasta proyectamos una radio propia en un futuro cercano, con muchas sorpresas”.
En este sentido, Caffarel explica que como llueven pedidos de aperturas de más sedes en el mundo, desde las embajadas en España, y no es posible abrir en todos lados, “una buena página web, con cien páginas interiores, puede ir ayudando en la difusión y en la comunicación”. Aún así, y en plena crisis económica, se prevé que para 2010, el Cervantes tenga setenta y siete sedes en cuarenta y cuatro países, siendo el instituto más joven en comparación a la Alianza Francesa, la Dante Alighieri o el Instituto Goethe.
“Por estudios que hemos hecho, hemos notado que el español tiene un noventa y cinco por ciento de comunicabilidad entre hispanoparlantes, y apenas el cinco por ciento restante pertenece a giros idiomáticos”.
Caffarel sonríe cuando en forma unánime, es alabado el nuevo logotipo, diseñado por el francés Henrik Satué. “La eñe como sombrero, representa la cultura española, los brazos abiertos, al mismo tiempo podrían ser posalibros separados y unidos al mismo tiempo por el océano, y la idea central fue tomada al observar la ventana de una Iglesia”, nos cuenta, antes de irse corriendo por el ascensor de servicio del palacio, a pocos metros de las Cibeles, y cerca de museos como el Prado o Reina Sofía, o la Casa de América. “Es que son más rápidos y han quitado la escalera”, se justifica al partir.
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