lunes, 10 de noviembre de 2008

La diplomacia de la violencia II (Atlético Madrid-Olympique Marsella) (La Jornada, Mendoza)

Finalmente, la Unión Europea de Fútbol (UEFA) sigue dando vueltas con el Atlético Madrid, sobre la sanción definitiva luego de los extraños hechos ocurridos ante el Olympique de Marsella en el estadio Vicente Calderón por la Champions League, cuando la policía madrileña arrebató una bandera de los ultras que incitaba a la violencia y se produjo una gresca y la detención de un seguidor del equipo francés.

Por el momento, el Atlético tuvo que pagar 150.000 euros de multa y jugará a puertas cerradas el próximo partido de local ante el PSV holandés, cuando los españoles ya están con un pie y medio en octavos de final y luego de que en Liverpool le cobraran en el último minuto un escandaloso penal con el que los locales le arrebataron dos puntos de oro.


Pero el Atlético Madrid pudo pagarlo mucho más caro, porque en principio la UEFA había decidido hacerlo jugar de local los dos siguientes partidos (es decir, también el de octavos de final, que está en suspenso) a más de 300 kilómetros de su ciudad, pero fue tal el movimiento de sus dirigentes, de la prensa y hasta del poder político español, que el organismo europeo de fútbol tuvo que cambiar en parte su decisión y patear la pelota para adelante.

Más allá de esto, es interesante observar lo ocurrido en el partido Atlético Madrid-Olympique de Marsella, para determinar las responsabilidades en un espectáculo deportivo de esta magnitud porque hay demasiadas cosas en juego. Por un lado, el poder que va acumulando el ex jugador francés Michel Platini, hoy presidente de la UEFA y mano derecha del mandamás de la FIFA, el suizo Joseph Blatter, en un extraño movimiento de pinzas junto a sus aliados ingleses para oscurecer la chance de España de organizar el Mundial 2018, contra la que pelea nada menos que Inglaterra, y por otro, la forma en que se falla un hecho violento que marca cómo se están organizando los espectáculos futbolísticos en Europa.

Todo comenzó el pasado 1 de octubre, cuando por la segunda fecha del Grupo D de la Champions League, el Atlético Madrid venció 2-1 al Olympique de Marsella en su estadio Vicente Calderón. En un momento del partido, la Policía local cargó contra los ultras franceses porque la normativa UEFA contra la violencia impide el uso de banderas con símbolos fascistas, como se consideró que lo era un estandarte con el dibujo de una calavera.

Lo que siguió a ello fue una batalla en la tribuna, con escaramuzas al mejor estilo argentino (al punto tal que el partido estuvo a punto de suspenderse) y con el saldo de un policía con la frente sangrante, y la detención del supuesto agresor, que le arrojó una silla por la cabeza.. Lo que era difícil de imaginar era que el ultra detenido, llamado Santos Mirasierra, de origen español, y detenido en la cárcel de Soto del Real, iba a transformarse en poco menos que un héroe y presa de negociaciones y todo tipo de bravatas por parte de dirigentes del Marsella, del Atlético Madrid, la Policía y la UEFA.

Durante la presente semana, mientras el juez en lo penal 33, Tomás Martín, ratificaba la prisión de Mirasierra, su familia aparecía por todos los medios pidiendo su libertad y recordando que apenas “es un buen muchacho, que vive para el Olympique, que trabaja y que no es violento” y esgrimía un video en el que supuestamente se ve que no tiene que ver con el hecho directo de la agresión al policía, mientras que el presidente del club, el ex periodista y agente de jugadores senegalés Pape Diouf, no sólo defendió al ultra sino que llegó a sostener que para la revancha en Francia, del día 9 de diciembre, en el Stade de Velodrome, “no sé lo que puede ocurrir” y lanzó una advertencia al Atlético Madrid: “hay mala fe en los españoles y en el Atlético. Ya pueden decir los dirigentes lo que quieran, o la Policía, manipular, pero…¿cómo le decimos a la gente que sólo un aficionado del Olympique pudo provocar ese lío? Tendría que ser Tarzán”.

Diouf no se quedó con esa frase y aprovechó para criticar a los ultras del Atlético Madrid, que en el clásico de la ciudad por la liga española, ostentaron un trapo que decía “Long Haider, descanse en paz”, como homenaje al dirigente nazi austríaco, fallecido en un accidente días pasados. Y si Diouf llegó a enviar una carta al secretario de Deportes francés, Bertrand Laporte, pidiéndole ayuda en este caso, recurriendo al presidente Nicolás Sarkozy, lo propio llegó a hacer el presidente del Atlético Madrid, Enrique Cerezo, para que José Luis Rodríguez Zapatero interviniera para que no fuera sancionado el club.

Desde el Atlético se cree que nada tiene que ver el club con los hechos violentos en el Vicente Calderón. “Nosotros pagamos un operativo y el informe de la UEFA sobre la organización fue perfecto y sólo coloca como error el haber ido a buscar la bandera pero eso lo hizo la Policía”, sostienen los dirigentes, mientras que las autoridades policiales agregan que fue la UEFA la que la envió a buscar la bandera de acuerdo a la normativa.

Y mientras tanto, el pasado domingo, y por segundo partido consecutivo, los jugadores del Olympique de Marsella salieron a la cancha, esta vez para jugar nada menos que el clásico ante el Paris Saint Germain, con unos buzos que decían “Liberté pour Santos”, mientras que la Asociación de Ultras, que representa a unos cinco mil violentos de toda Francia, presentó en el periódico local La Provence (que informa cada día de la situación de Mirasierra en prisión como si fuera un mártir) un video del Canal Plus de España, asi como fotos y testimonios de dos agentes de la Brigada Urbana de Marsella, que acompañó a los fanáticos hasta Madrid (viajaron unos 1200) en el que aparentemente se demostraría la inocencia de Santos, quien, según la dirigencia del Olympique, justamente habría sido demorado porque siendo de origen español es más fácil castigarlo de acuerdo a la legislación.

Si el fallo inicial de la UEFA de suspender el estadio del Atlético por tres fechas y 150.000 euros de multa fue corregido, se debe justamente a los oficios de Rodríguez Zapatero, aunque ya Platini fue claro: “yo no tomo la medida, pero desde ya que si la considero injusta, apelaré”. Lo importante es lo que algunos creen ver por debajo del agua.

Y es que en diciembre, la FIFA dará a conocer el organizador del Mundial 2018 y éste se lo disputan Inglaterra y España. Y en la misma semana que ocurrieron estos hechos extraños en el Vicente Calderón, la Federación Inglesa emitió un comunicado por el que sostiene que el partido amistoso que jugarán ambos seleccionados, “no debería llevarse a cabo en el estadio Santiago Bernabeu” alegando que cuatro años antes, en otro amistoso, hubo gritos racistas contra el lateral izquierdo del Chelsea, Ashley Cole.

Si bien la Federación Española (RFEF) no se ha expedido, es claro que esta declaración de la dirigencia inglesa en la misma semana que se cuestiona al estadio del Atlético Madrid, genera muchas suspicacias con vistas a la decisión que la FIFA debe tomar en diciembre.

Y en cuanto al apoyo del presidente del Marsella a sus ultras, las bravatas contra sus pares del Atlético Madrid, y los apoyos a los clubes de Sarkozy y Rodríguez Zapatero, cualquier semejanza con el fútbol argentino queda bajo la exclusiva imaginación de nuestros lectores.

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