Acaso uno de los grandes desafíos en los próximos meses, para el presidente de la Unión Europea de Fútbol (UEFA) Michel Platini, sea reconsiderar la actual situación de las copas nacionales de cada federación integrante, porque es evidente que esta caída viene generando un creciente desinterés por un torneo que va perdiendo sentido con el paso de los años.
Días pasados, un informe difundido por un periódico deportivo de Madrid, daba cuenta de que a la Copa del Rey, asiste, en promedio por partido, un tercio de los espectadores que a la Liga, y esto tiene un lógico correlato con lo que ocurre en cuando a la oferta de calidad que proviene del césped a las tribunas.
Si bien los dirigentes, entrenadores y jugadores de los equipos con mayor tradición insisten con el latiguillo de que “para nosotros todas son prioridades”, lo cierto es que en los países centrales del fútbol europeo, las copas nacionales apenas si son torneos para probar equipos alternativos y poder utilizar a todo el plantel, cada vez más numeroso y sin chances de muchos minutos en la cancha para muchos jugadores de alta cotización, o bien para que los lesionados puedan probar su mejora física, o para algunos clubes. Redimirse allí como último consuelo ante una mala temporada en Liga o en Champions League.
Demasiado poco para lo que fuera un torneo interesantísimo y de gran tradición y de una rica historia, pero que parece tener un antes y un después en la temporada 1998/99, cuando se jugara por última vez y el anterior presidente de la UEFA, el sueco Stefan Johansson, determinara (presionado por los clubes poderosos que manejan el gran capital) el final de la disputa de la Recopa Europea, a la cual se clasificaban los campeones de estas copas nacionales.
La Recopa, o Copa de Ganadores de Copa, llegó a jugarse entre 1960 y 1998/99 y el club que más trofeos ha conseguido es el Barcelona, en cuatro ocasiones sobre treinta y dos temporadas (1979, 1982, 1989 y 1997), mientras que la última final se jugó en Birmingham en la temporada 1998/99 y el ganador fue el Lazio de Sven Goran Ericsson ante el Mallorca de Héctor Cúper (2-1).
Ningún equipo, paradójicamente, pudo repetir el título en la temporada siguiente aunque varias veces el campeón llegó a la segunda final y allí siempre fue derrotado.
La Recopa fue lo que le dio sentido mayor a las copas nacionales. La posibilidad no sólo de acceder a un torneo europeo sino incluso tener una plaza para la final de la Supercopa europea ante el ganador de la Champions League (hoy reemplazado por el campeón de la Copa UEFA), le ha quitado demasiada fuerza a las copas nacionales y salvo que haya alguna posibilidad de renovar estos estudios y darle un lugar distinto, todo indica de que la devaluación de estos campeonatos irá a más.
En España, la impactante derrota del Real Madrid ante el Real Unión de Irán, un equipo de Segunda B (Tercera división) en dieciseisavos de final, habiendo recibido de su adversario seis goles en dos partidos (perdió 3-2 y ganó 4-3), es una prueba de que la motivación no es la misma en un caso que en el otro, mientras que ya hay rumores con cierto grado de lógica por los cuales aún cuando los equipos grandes pasan de ronda ante otros pequeños, en el partido de ida (siempre como visitantes) tratan de ganar por una leve diferencia, a veces incluso no les viene mal un empate, para que al menos en la revancha haya más público en el estadio, se vendan más boletos, y haya algún interés por parte de la televisión para no perder otra fuente de ingresos.
No sólo el Real Madrid quedó eliminado (lleva diecisiete años sin ganar este torneo y un veterano como Raúl, nunca pudo levantarla), sino que las pobres performances del Barcelona, Atlético Madrid y ni hablar del Villarreal (derrotado por un sorprendente 5-0 ante el Poli Ejido, de Segunda B, en el partido de ida), que apenas empató 1-1 en la revancha como local y también quedó eliminado, cuando tanto en Liga como en Champions League se encontraba invicto en toda la temporada y en ningún momento sus dirigentes o cuerpo técnico hablaron de “remontar” el resultado ante un equipo visiblemente inferior en lo técnico. Es que la Copa del Rey “molesta” a los equipos más competitivos y los descentra para jugar lo que consideran más importante.
En Inglaterra, las cosas no parecen muy distintas en la Carling Cup, y por ejemplo, el Liverpool ya fue eliminado por el Tottenham, que marchaba último hasta que fue despedido el entrenador español Juande Ramos, pero mayor ridículo hizo el poderoso Chelsea, que perdió la clasificación por penales y en Stanford Bridge ante el modesto Burnley.
Todo indica que la UEFA deberá buscar una alternativa a la disputa de las copas nacionales para que éstas no pierdan el interés que tuvieron por años. Todo un desafío.
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