Ya no importa cómo marche el Real Madrid en las posiciones, tanto en la Liga Española, como en la Champions League como en la Copa del Rey. Lo que está muy claro es que el entrenador Bernard Schuster se encuentra en una crisis de difícil salida porque lo que se le cuestiona, más que los resultados obtenidos, es una forma de trabajar, un método y especialmente que luego de más de una temporada, no parece encontrarle la vuelta a un esquema que convenza a los simpatizantes blancos.
Los cuestionamientos de aficionados y prensa especializada son totalmente lógicos. Se preguntan si en su momento el italiano Fabio Capello fue cesado en su cargo por parte de la comisión directiva de Ramón Calderón (ni se saludan actualmente) cuando le quedaba un año de contrato y habiendo alcanzado por fin el campeonato de Liga, al no convencer su juego, ¿qué es lo que hoy distingue aquello, de esto que se ve en cada partido con Schuster? No parece ser muy diferente.
Cuando Schuster llegó, procedente del Getafe, para la temporada 2007/08, la esperanza no estaba tanto colocada en ganar la Liga (objetivo que desde ya que siempre está presente en el madridismo) o la Champions League, sino en recuperar ese juego esplendoroso que siempre lo ha caracterizado y que lo ha llevado a ser nominado como el mejor club del siglo XX por la FIFA.
Con Capello, el Real Madrid se había acostumbrado a jugar de contragolpe incluso en el propio estadio Santiago Bermabeu y se pensó, con cierta lógica, que la llegada de Schuster, en sus tiempos de los años ochenta, un excelso jugador, que había logrado un gran funcionamiento en el Getafe, adelantaría al equipo y lo soltaría hasta recuperar aquellos tiempos perdidos de fútbol de galera y bastón.
Todo indicaba que eso ocurriría con la llegada del alemán, que efectivamente consiguió lentamente un fútbol más ofensivo, más prolijo, pero tal como algunos temían, eso se fue desdibujando, primero por el estado físico del plantel (algo ya recurrente en los equipos de Schuster) que tuvo una notable recaída en la segunda rueda de la temporada pasada, aún ganando la Liga, y el comienzo de ésta, más allá de encontrarse en puestos expectantes, no alcanza a conformar en su juego.
Teniendo que remontar en la Copa del Rey ante un equipo de ascenso (el Real Irán), que le convirtió tres goles en el partido de ida para el 3-2 final (demasiado para un equipo de la historia de los “merengues”), con dos partidos perdidos de los cuatro jugados hasta ahora en su grupo inicial de la Champions League, ambos ante una Juventus de transición, que se bastó con el despliegue de Pavel Nedved y la capacidad de Alessandro Del Piero (dos veteranos), y con algún riesgo de quedarse fuera de octavos de final si es que todo se define en Madrid en la última jornada ante el poderoso Zenit de Rusia, el Real Madrid navega en la incertidumbre total, mientras va perdiendo jugadores y convicción.
Es claro que el plantel de Schuster es corto y poco balanceado. El arquero, el indiscutible Iker Casillas, no trae problemas. Pero desde la propia defensa, en la que hasta Sergio Ramos es ahora cuestionado y Gabriel Heinze juega muchas veces fuera de su posición ante las contínuas lesiones del portugués Pepe, cada línea presenta inconvenientes e irregularidades.
Schuster sigue sin decantarse, cuando ya han pasado casi tres meses de temporada, por jugar con un mediocentro, dos en la misma línea (Diarrá y Gago), o uno atrás y el otro, delante de los volantes de marca rivales (Gago o Diarrá y Guti), en tanto que queda muy claro que el traspaso final de Robinho al ManchesterCity se ha sentido mucho más que lo esperado.
Si al comenzar la temporada se esperaba la impactante llegada del acaso mejor jugador del mundo actual, Cristiano Ronaldo, que finalmente no ocurrió, que tampoco se haya quedado Robinho generó una indudable merma en el ataque, sumado a la ya clara evidente lenta decadencia de Raúl, la inestabilidad física de Robben, que Schuster no le da minutos a Saviola, ni confía del todo en Higuaín, sumado a que ahora se ha quedado fuera del equipo el máximo goleador, Ruud Van Nistelrooy, por una posible operación de una secuela meniscal del 2000.
El Real Madrid, entonces, no ofrece seguridad atrás, con una de las defensas más goleadas de la Liga (hasta la jornada pasada era el equipo que más goles recibió de los veinte de primera división), no tiene regularidad ni un patrón de juego en el medio (donde tampoco destacan del todo Snaijder ni Guti ni Van der Vaart), y se ha quedado con poco ataque, y jugadores que no están con su confianza a pleno.
Todo indica que aunque queda más de media temporada, Schuster tendrá que corregir muchas cosas, y remontar pronto la situación (especialmente hacer buenos fichajes de invierno o recurrir a los mejores valores de la cantera) porque ya han aparecido las primeras voces de protesta.
Ni pensar si además del bajo rendimiento, el Real Madrid pierde posiciones en los toneos que disputa. Por menos, Capello se tuvo que ir. Schuster conoce bien las reglas.
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