Un interesante debate se inicia a partir del nacimiento, esta semana, de Benjamín Agüero, hijo del crack argentino del Atlético Madrid, Sergio Agüero, y de Giannina, la hija menor del astro futbolístico Diego Maradona. ¿Es posible heredar el talento, por partida doble, de los antepasados del bebé?
Todo indica que no es seguro que Benjamín vaya a tener semejante talento de manera natural porque los ejemplos conocidos chocan entre sí con casos de ex jugadores que han tenido hijos que los han superado, mientras que otros no han pasado de la mediocridad.
El propio Maradona ha tenido ya dos hermanos que han llegado a ser futbolistas profesionales, con distintos rendimientos que nunca sorprendieron. Raúl “Lalo” Maradona nunca ha superado la mediocridad en tanto que Hugo, el menor de los tres, había llegado a ser convocado para el seleccionado sub-20 argentino junto a Fernando Redondo, y también proveniente de Argentinos Juniors, siendo un interesante proyecto de número diez, aunque diestro, pero su carrera quedó trunca y no pudo trascender aún habiendo jugado en equipos como el Ascoli italiano.,
Incluso Maradona llegó a tener un sobrino futbolista, Sergio López, hijo de su hermana Ana, a quien llegó a enfrentar en un Boca Juniors-Argentinos Juniors en 1997, y que también ocupó la posición de número diez aunque tampoco consiguió trascender. Y las cosas no quedan allí porque su hijo tardíamente reconocido, Diego Armando Sinagra, también ha jugado como número diez en las divisiones juveniles del Nápoli sin mucho suceso, y luego no pudo pasar la prueba para quedar como futbolista en River Plate de Argentina, al no encontrarse en él condiciones técnicas suficientes aún cuando el parecido físico con su padre es realmente notable.
Por todo esto es que ya en el caso de Benjamín Agüero, si se dedicara al fútbol en el futuro, no hay certezas de que vaya a ser un supercrack, aunque como dice irónicamente el ex futbolista argentino y ahora comentarista televisivo Jorge Valdano, aquel agente que lo fiche primero, tiene grandes chances de beneficiarse con futuras transferencias.
En verdad, el fútbol está lleno de casos de descendientes de grandes futbolistas que no han hecho nada en particular, desde Jordi Cruyff, el hijo catalán de Johan, uno de los mejores jugadores de la historia y que marcó época en el Ajax, el Barcelona y la selección holandesa, que pudo colocarse camisetas como las del Celta de Vigo o el Manchester United, pero que nunca mostró atisbos del talento de su progenitor.
Ni qué hablar del caso más paradigmático como es el de Pelé, el genio brasileño del fútbol, que tras consagrarse como el monarca de los años sesenta y para muchos sigue siendo el mejor de todos los tiempos, pudo comprobar cómo su hijo Edinho no sólo no reunía ni algunos gramos de su enorme talento, sino que siendo descendiente de un gran número diez, terminó siendo un mediocre arquero volador en el Santos en el que brillara su padre.
Hay otros casos en el que la experiencia ha salido bien, como por ejemplo la de Juan Sebastián Verón, el crack argentino que luciera en equipos como Estudiantes de La Plata, Boca Juniors, Sampdoria, Lazio, Parma, Inter o Manchester United, cuyo padre, Juan Ramón, ha sido un gran extremo izquierdo en los años sesenta en aquel Estudiantes tricampeón de la Copa Libertadores de América y una vez campeón intercontinental ante el Manchester United de Bobby Charlton. Si Juan Ramón era extremo, Juan Sebastián es un gran volante de creación, pero ambos han tenido mucho talento para jugar al fútbol.
También en el Real Madrid se espera con ansiedad la llegada a primera del que, se dice, es el mejor jugador actual de la cantera en la categoría cercana a la primera división, Andreas Laudrup, hijo de Michael, aquel crack de los años ochenta en la selección danesa, el Real Madrid o el Barcelona, y lo mismo comienza a decirse de Enzo Zidane, que no sólo es el hijo del gran Zinedine, campeón mundial con Francia y tan excelso jugador hasta hace apenas unos años, sino también lleva el nombre de pila del brillante uruguayo Francéscoli, a quien Zidane admiraba en su niñez de cuando se desempeñaba en el Olympique de Marsella.
En el Milan, Paolo Maldini, el supercrack que sigue jugando profesionalmente a los 41 años, y siendo hijo de otro campeón, Cesare, en los años sesenta, tiene ya a su hijo en la “primavera” de los juveniles, continuando con la saga familiar.
Es muy difícil poder dar certezas de la herencia de un talento y no sucede sólo en el fútbol sino en cualquier otra manifestación del ser humano y por eso siempre se dice que no hay peor peso que llevar el apellido de alguien ilustre y continuar con su misma actividad porque las comparaciones suelen ser odiosas.
Por eso, lo principal para Benjamín Agüero es que primero que todo, sea feliz y logre decidir por sí mismo y sin presiones de padres o abuelos, qué quiere ser en su vida, y que no pretenda emularlos sino ser él mismo, sin suceder a nadie en particular. Pero si logra decir como su padre en sus canciones en ritmo de cumbia que lleva “el fútbol en la sangre”, ya será un buen paso si es lo que termina gustándole más, y tampoco seria una sorpresa para nadie que en un ambiente tan futbolero, y seguramente criado con un balón en sus pies, un día quiera ser futbolista.
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1 comentario:
Esperemos que herede de su padre y abuelo la habilidad de sus extremidades inferiores (aunque también habría que señalar que ambos metieron goles con la mano) pero que la inteligencia la adquieran por generación espontánea.
Un saludo.
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