martes, 24 de febrero de 2009

La selección francesa y sus enemigos en casa (Yahoo)

Pocas veces en los últimos años, una selección de élite como la francesa ha generado tantas polémicas y tantas dudas en su rendimiento aún habiendo conseguido algunos buenos resultados y con un plantel de indudable calidad, pero su mayor problema parece residir entre su propia gente, más allá de los adversarios de turno.

La derrota del pasado miércoles 11 ante Argentina en el propio estadio del Velódromo de Marsella por 0-2 (la segunda en dos años ante el mismo rival luego del 0-1 de París en 2007) queda mucho más en la anécdota por el rendimiento y el resultado, máxime siendo un partido amistoso, pero lo preocupante, y de manera creciente, es el descontento que desde todos los sectores del país se siente hacia su extraño entrenador, Raymond Doménech, quien ya no convencía antes del Mundial de Alemania 2006 pero que luego de llegar a la final de la mano de un inspirado Zinedine Zidane, y tras haber perdido tan sólo por un penal, le fue renovado el contrato.

Otro mal paso en la reciente Eurocopa de 2008 y especialmente, que no se entiende ni a qué juega el equipo ni algunas convocatorias, como la del arquero Mandanda, sumado a ciertas cuestiones extra futbolísticas, como la versión de que a Doménech le gusta tanto consultar al zodíaco que dos jugadores han quedado afuera del Mundial por haber nacido bajo el signo de Escorpio, han colocado al entrenador en una situación entre la espada y la pared.

Lejos parece ya aquel equipo francés de 1998 que Aimée Jacques consiguió llevar al título mundial como local con la famosa mezcla de los “Black, Blanc, Beure” (negros, blancos y árabes), que liderada por Zidane, Didier Deschamps, o Lorent Blanc, cuando el ciclo terminó con un brillante 3-0 ante Brasil y a los dos años, el mismo grupo continuó la gloria con la Eurocopa de 2000.

Hoy no sólo el rendimiento no es el mismo, casi terminada aquella generación y veteranos ya los continuadores como Thierry Henry, Patrick Vieira o William Gallas, sino que éste último y algunas de sus declaraciones, ha generado un sismo entre los distintos grupos que componen el seleccionado, y no llegar al Mundial 2010 en Sudáfrica sería un cataclismo y nadie piensa en esta posibilidad, aunque el inicio de la eliminatoria no haya sido nada bueno.

Jugadores sigue habiendo y en cantidad. La mayoría, incluso, participa de ligas extranjeras y hasta los que siguen en “le championnat”, son pretendidos por los principales clubes europeos como Karin Benzema y hasta Yoann Gourcouff, señalado como sucesor de Zidane, es ahora pretendido de regreso por el Milan, que lo dejó ir a préstamo al Olympique de Marsella, después de comprobar su crecimiento y sus altísimos rendimientos.

Hasta Lasanna Diarrá forma parte ahora de la más alta élite, al ser fichado por el Real Madrid y Nicolás Anelka y Henry han regresado a su mejor nivel, el primero metiendo goles en el Chelsea, y el segundo, recuperando su juego vistoso y contundente en el Barcelona. Hasta el veterano Robert Pires funciona en el Villareal y Gregory Coupet ha cumplido como arquero en el Atlético Madrid. Pero Doménech sigue sin encontrar un funcionamiento y se expone ya a que si en el próximo compromiso de eliminatorias no obtiene un buen resultado, podría pasar por la guillotina.

No sólo medios franceses prestigiosos como “L’Equipe” o “France Football” insisten en que la selección francesa “no juega a nada” sino que ante Argentina, el equipo galo se expuso a la silbatina estruendosa durante casi todo el segundo tiempo, y a los hirientes “ole” dedicados a sus jugadores ante el toque argentino, más parecido a una protesta contra los propios que un reconocimiento al adversario.

Tampoco ésta parece la Francia unida de 1998, que entonando “La Marsellesa” a capella, hacía hervir la sangre de sus once representantes para llevarlos a la cima. Ahora jugar en Marsella, como en el último partido, significa soportar el griterío contra París, y contra todo jugador que forme parte de equipos como el PSG parisino o el Olympique de Lyon, eterno rival del Marsella y por siete veces seguidas campeón de liga.

Doménech ha perdido ese estilo “champagne” de fútbol atildado que ha tenido Francia en el último cuarto de siglo, desde aquellos equipos liderados por Michel Platini, o luego por Zidane, y paradójicamente cuando más jugadores de exportación ha tenido, peor parece que le van las cosas.

En la defensa, la dupla Mexes-Gallas no parece rendir a pleno, mientras que en el medio, Lass Diarrá no encuentra un volante central como en los tiempos de la excepcional pareja Makelele-Vieira, éste último con muchas lesiones que lo podrían alejar definitivamente del equipo nacional.

Su mayor fuerte, sin embargo, aparece en la creación y la definición, con Ribery (hoy la estrella del equipo, y figura del Bayern Munich), Henry, Benzema o Anelka.

También es cierto que el país es otro, y desde las revueltas de la periferia de París (la llamada Banlieu) en 2005, por grupos de origen árabe, el himno francés parece estar siempre expuesto a los silbidos de una parte de los espectadores en cada estadio, lo que demuestra un cambio y ya no se puede hablar de una alianza de etnias como hace una década.

Es claro que Francia no pasa por su mejor momento futbolístico y que quien más rápido puede pagar los platos rotos es su polémico entrenador, al que sólo un milagro ayudará a permanecer en su cargo hasta el próximo Mundial.

1 comentario:

Carlos Paredes Leví dijo...

Yo no consigo comprender en base a qué criterio es mantenido el detestado Domenech en su puesto. Tal vez todo se debe a una extraña conjunción planetaria, y las cosas varíen cuando Júpiter entre en la casa de Venus....

Saludos.