martes, 24 de febrero de 2009

La selección argentina crece en solidez pero busca un sistema de ataque (WSD)

Desde Marsella
Dos partidos jugados con Diego Maradona como entrenador, los dos ganados. Ambos fuera de casa (ante Escocia y ante Francia) y sin goles en contra. Si se lee así, a partir de los resultados, el balance no puede ser más perfecto. Sin embargo, para el exigente público argentino, la selección recién comienza a transitar un camino en el que aparecen las primeras señales, algunas muy positivas, como la actuación de los dos volantes centrales (Mascherano y Gago) o los dos defensores centrales (Demichelis y Heinze), la indiscutible calidad de Lionel Messi, hoy apuntando ya a ser el mejor jugador del mundo, y la importante recuperación en el arco de Carrizo, después de meses irregulares en el Lazio.
Pero el equipo argentino no lo pasó muy bien ante Francia en el primer tiempo. Y no tanto porque los locales atacaran tanto o generaran muchas situaciones de peligro ante Carrizo, que cumplió cada vez que se lo necesitó (especialmente cuando tapó una llegada cara a cara con Anelka), sino porque el esquema de Maradona sigue sin terminar de definirse, en parte por su propia experimentación, y en parte porque en este partido le faltaron dos jugadores claves como Juan Román Riquelme y Sebastián Verón, y entonces optó por un esquema de 4-4-2 que no parece ser lo mejor para aprovechar a sus estrellas en el ataque. Por ejemplo, antes del partido ante Francia, Maradona había dicho con ironía que cambiar a Messi de posición con lo bien que rinde como extremo derecho en el Barcelona, sería poco inteligente y parece lógico este pensamiento. Sin embargo, en el Barcelona, Messi juega con otros dos atacantes en su misma línea (Henry y Etoo), y dos volantes con llegada (Xavi e Iniesta) y en la selección argentina esto no ocurre, y Messi sólo estuvo acompañado por Sergio Agüero (que sigue sin rendir con la camiseta blanquiceleste), mientras que atrás de ellos jugó una línea de cuatro volantes, dos centrales que lo hicieron muy bien (Mascherano y Gago), pero otros dos en las bandas (Jonás Gutiérrez por izquierda y Maxi Rodríguez por la derecha), que aportaron más trabajo físico y sacrificio que fútbol creativo y tratar de conectarse con sus dos delanteros. De esta forma, Messi y Agüero quedaron aislados en el primer tiempo, cada vez más lejos del resto del equipo, y el conjunto argentino se limitó a obstruir, defender y quitarle la pelota a Francia, que tiene jugadores con buen manejo, desde Gourcouff o Ribery en la creación, como en Anelka o Henry en la peligrosidad en el ataque.
Es cierto que muy probablemente Maradona cuente con Riquelme y Verón en los próximos partidos, que ya serán de clasificación para el Mundial, y esto hará que se modifique la táctica de un 4-4-2 a un 4-3-1-2, si es que Riquelme sea el jugador que conecte a los delanteros con los volantes (como en los exitosos Juegos Olímpicos de Pekín en 2008), y hasta a un 3-3-2-2 si opta por colocar el eje Verón-Riquelme, adelantando a Zanetti a la línea de volantes junto a Mascherano y Gago.
Las señales más positivas provienen entonces de la parte central del terreno de juego, con dos duplas alentadoras mirando hacia el futuro: Gago-Mascherano cada día se entienden mejor y en el segundo tiempo robaron la mayoría de los balones que pasaron por allí. Y atrás, la dupla Demichelis (el mejor jugador de la cancha)-Heinze (que demuestra que su verdadera posición es la de Argentina y no como juega en el Real Madrid, de lateral izquierdo), se afianza en cada partido, sumado a que Carrizo volvió al nivel que tenía antes de fichar por el Lazio.
El otro punto a favor es, en comparación con el ciclo anterior con Alfio Basile como entrenador, el de la actitud. Es notable la diferencia de esfuerzo y entrega de los mismos jugadores que antes parecían indolentes, faltos de interés, y ahora parecen todos comprometidos con el equipo y con su entrenador, Maradona, que no deja de ser un mito para cualquier amante del fútbol y aún más para cualquier jugador. Es cierto que Maradona siempre exagera por su forma de ser, y entonces luego del partido dijo que “salió todo perfecto” y que “por momentos ridiculizamos a Francia”, pero también es verdad que el partido se terminó definiendo con bastante holgura para los argentinos cuando a pocos de finalizar el primer tiempo nada lo hacía prever. El gol de Gutiérrez a los 40 minutos del primer tiempo cambió todo y destruyó la moral de los franceses, que ya no fueron los mismos, insultados por su propio público, que pedía la cabeza de Raymond Doménech y acompañaba cada toque argentino con un “ole” muy molesto para los locales. Pero los jugadores argentinos siguen sorprendiéndose con Maradona. A pocos se les escucha decir nada sobre cambios tácticos, porque verdaderamente no parece haberlos mucho desde Basile y el esquema, hasta ahora, es casi el mismo de antes, pero el compromiso ha cambiado de manera sustancial. Maradona va de habitación en habitación a preguntar si todo está en orden, habla mucho con cada jugador, y el plantel se encontró en el vestuario, antes del partido, con unas láminas con escritos motivacionales que generaron una actitud positiva muy importante. Por eso tampoco sorprende tanto cuando el propio Messi, autor de un golazo en uno de sus tradicionales “slaloms”, dijera al terminar el partido, que “hoy demostramos que tenemos actitud” para luego rescatar que “por momentos hicimos un gran fútbol”. Messi no parece querer polemizar sobre si debe o no llevar el mítico número diez, que Maradona reserva para Riquelme, pero en este partido ante Francia, para tener mayores chances de ataque, bien pudo el entrenador, bajar a Messi como enganche con la delantera (al fin de cuentas es su verdadera posición y con la que ganó el Mundial sub-20 en 2005), y colocar en el ataque la dupla Agüero-Tévez. Cuando el delantero del Manchester United ingresó al final, en pocos minutos demostró por qué debería ser titular en la selección argentina, protegiendo la pelota ante la embestida francesa para que Messi aprovechara y se fuera hasta el segundo gol. Agüero, que no apareció en ningún momento como se esperaba, atribuyó su bajo rendimiento a que “tuvimos que adaptarnos al partido con Messi”, una manera de dar a entender que el esquema táctico no favoreció su juego.
En síntesis, en este partido ante Francia vale más el resultado (ya en 2007 Argentina había vencido en París 0-1) que el juego, pero sirve como motivación para la verdadera prueba de fuego, que será ahora jugar por la clasificación para el Mundial, y con la seguridad de varias posiciones ya controladas en varios lugares de la cancha. El mayor desafío es el ataque, y si Maradona optará por hacer otras pruebas con Mauro Zárate, Gonzalo Higuaín, Lisandro López, Diego Milito y hasta, tal vez, Martín Palermo en el futuro. Parece que todo está más claro atrás que adelante, cuando se acerca el momento de la verdad.

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