miércoles, 7 de abril de 2010

Messi y un concierto que el Arsenal no olvidará (Jornada)







Lionel Messi sigue deleitando y generando asombro al mundo futbolístico. Sus cuatro goles, todos de diferente factura, y en un partido en el que paradójicamente no se exigió demasiado, dejó sin ilusión a un muy buen equipo como el Arsenal inglés, que hizo todo lo posible por llevarse un buen resultado de un exultante Camp Nou, pero que tuvo que rendirse ante el indiscutible genio argentino que ya no admite ninguna duda entre los que gustan de este hermoso deporte.

Los hinchas del Barcelona atronaron el Camp Nou al grito de “Messi, Messi” y se fueron con la clara idea de que será imposible perder el sábado en el gran choque ante el Real Madrid, en el Santiago Bernabeu, donde los dos grandes equipos de España se jugarán más de media liga, igualados como están en puntos y en diferencia de gol, aunque la sombra del 2-6 de la temporada pasada azota al madridismo.


La enorme diferencia del resultado de 4-1 para el Barcelona tuvo un solo nombre y apellido: Lionel Messi. Porque si bien la idea del equipo catalán jamás se abandona, se encontró con un Arsenal tan duro con algunas faltas, como firme y con un juego profundo, si bien la baja de su mejor jugador (y amigo de la infancia y de la cantera del Barcelona) Cesc Fábregas, por lesión, se notó demasiado y el reemplazo por Tomás Rosicky no fue lo mismo.

Aún así, el Camp Nou navegó más de una vez en la incertidumbre, especialmente cuando el muy buen goleador danés del prolijo equipo del francés Arsène Wenger, colocó el 0-1 en el primer tiempo. Arsenal no pudo sostener más de dos minutos este resultado, porque una vez más, apareció Messi para definir magistralmente y darle el empate con el que el Barcelona se clasificaba para la semifinal de la Champions League.

Desde ese momento, si bien el partido siguió siendo de ida y vuelta, siempre pareció que el Barcelona tenía más variantes, más resto y al mejor jugador del mundo en sus filas, capaz de destrozar a los ingleses aún cuando fue claro que con el 3-1 del final del primer tiempo, ya en el segundo desapareció del juego por muchos minutos para cuidar sus piernas pensando en el clásico de Madrid del fin de semana, pero bastaron dos toques para dejar su sello con el cuarto gol, que pudo aumentar las cifras a cinco o seis si no fuera por dos tapadas del muy buen arquero español Manuel Almunia, y un par de erráticas definiciones de Pedro tras pases del genio.

Seguramente un gran técnico como Wenger, de probada calidad, habrá tenido dificultades para dormir anoche pensando lo cerca que pudo haber estado su equipo de acceder a la semifinal de la Champions, pero hoy por hoy, la lucha contra un equipo en el que juega Messi da pocas posibilidades para ilusionarse porque la diferencia que establece con cualquier rival es atroz, casi inalcanzable, requiere de muchas estrellas y todas conectadas al mismo tiempo en su máximo esplendor (como podría ser, acaso, el Real Madrid) y ni aún así hay garantías de éxito.

Pero no hay que olvidar que Messi tiene un respaldo en un equipo como el Barcelona que se sostiene desde una idea madre, juegue quien juegue, contra el rival que sea, algo que no estaría mal que Diego Maradona pudiera terminar de entender para aplicarlo a la selección argentina, porque es claro que tiene el as de espadas del fútbol mundial.

Ahora toca el Inter en semifinales, que viene de eliminar al Chelsea y al CSKA Moscú, a los que venció en ambos partidos, y al que el Barcelona conoce del grupo inicial. Lo enfrentó dos veces, empatando en Milán 0-0 y dándole una lección de fútbol en el Camp Nou, más allá del 2-0 a favor.

Sin embargo, este Inter representa como pocos el estilo de dirección del portugués José Mourinho, campeón de Europa con el Porto, y de grandes campañas con el Chelsea y que ya supo formar parte, de muy joven, del banco de suplentes del Barcelona como parte del cuerpo técnico del fallecido Bobby Robson.

Pero el Barcelona se encuentra en un momento histórico. A punto de dirimir otra Liga ante el Real Madrid, y a dos partidos de visitar el Santiago Bernabeu como finalista de la Champions por segundo año consecutivo, y con el mejor jugador del mundo en su mejor momento, convirtiendo de a tres a cuatro goles, y llevándose en cada partido la pelota a su casa, por la costumbre europea de entregarle el balón a cada jugador que convierte un hat-trick, pero también, en buen modo, como reconocimiento futbolero a quien de verdad, es el dueño indiscutible de la pelota, Lionel Messi, un supercrack que ya es el máximo goleador de la Champions y que ya igualó, a sus veintidós años, al anotador histórico de su equipo en el torneo europeo, Rivaldo.

Por eso, por todo lo que va generando Messi, nos va desafiando semana a semana a encontrar nuevos adjetivos, y nos va generando esa dulce sensación de que el Mundial se acerca, y vestirá la camiseta albiceleste. Todo pasa por saberlo utilizar.

2 comentarios:

NoTe dijo...

Me imagino que explayarse sobre Messi es quedarse corto. Hay que disfrutarlo.

Anónimo dijo...

Escuchaba por radio, desde Paris, el partido, el relator ya no sabia como adjetivar la figura de Messi, cuando anoto el tercero dijo "señores, hay un extraterrestre en la cancha" y ante el cuarto quedo en la misma catarata de elogios que ya se hacen habituales luego de oir el apellido Messi. Lo cierto es que Arsenal hacia todo lo que debia hacer, incluso el gol.... hasta que aparecio Messi en modo "Balon de Oro".
Chapeau, et merci Messi ! !

El Acrobata