Fue mucho más que un triunfo para el Real Madrid, en
este Clásico. Fue la confirmación del momento particular que viven los blancos
después de varios años en los que perdieron mucho más de lo que ganaron ante el
Barcelona aunque siempre con una certeza interior, la de la inferioridad
técnica y táctica ante el máximo rival. Esta vez, pudieron irse con la
seguridad de que están, por fin, bastante mejor que su gran rival, y con un
cambio favorable en su juego que le otorga excelentes perspectivas para la
temporada.
Desde esta columna se vino sosteniendo desde hace
meses que este Barcelona de Luis Enrique ya no es lo que fue hace poco más de
un año y medio. En todo caso, cada vez se parece más a la continuidad de la
gestión del “Tata” Gerardo Martino aunque con una salvedad en contra de estos
tiempos presentes: al nuevo entrenador asturiano le ficharon mucho más que a su
predecesor argentino y aún así, no lo puede aprovechar.
El Barcelona había generado cierta confusión en
algunos que quisieron ver luces de colores en donde apenas se reflejaba una
palidez preocupante, pero habían presionado tanto para la llegada de Luis
Enrique al banquillo, en lugar del “ignoto” Martino, que ya necesitaban confiar
en que en el máximo desafío del Santiago Bernabeu, como en otras ocasiones,
resurgiría aquel equipo de esplendor, más aún con la triple motivación del
escenario, la posibilidad de que Lionel Messi llegara a su gol récord en la
historia de la Liga, y el esperado debut del uruguayo Luis Suárez.
Pero tal como ocurrió en el partido más importante
hasta el de este sábado, cuando el Barcelona debió jugar ante el PSG en París
por la Champions League, fueron momentos, algún intento de toques cortos y
control, alguna reminiscencia de pasados mejores, aunque ya no parece posible
la vuelta atrás: el equipo ya no tiene aquella seguridad en el juego, no se
siente seguro de sí mismo, Xavi-su eje-, ya no está para los noventa minutos,
Messi no es ni de cerca el genio que fue, pese a algunas pìnceladas, Andrés
Iniesta tampoco está en aquel nivel y pareció apresurado el debut de Suárez en
un partido tan complicado, y acabó aislado de sus compañeros.
Real Madrid es todo lo contrario al Barcelona. La
Champions ganada en la temporada pasada, la Décima tan buscada, reafirmó el
buen rumbo que fue tomando desde que en el verano 2012/13 asumió el italiano
Carlo Ancelotti como entrenador.
Con la salida de José Mourinho, el vestuario,
repleto de estrellas, volvió a ser amable, poco conflictivo, sin declaraciones
de guerra y dentro del campo, se notó la tendencia a olvidar el juego del error
del rival para apostar mucho más a la posesión del balón y su prolija
administración. Se fueron yendo los volantes de marca y despliegue para que llegaran
jugadores más dúctiles como Toni Kroos y James Rodríguez, mientras que
Cristiano Ronaldo aumentó su cuota goleadora gracias a un hecho elemental pero
necesario: fue alimentado con mayor frecuencia y con más colaboradores en el
ataque.
Este Real Madrid, entonces, que va para adelante,
que ya tiene 33 goles en Liga en apenas nueve partidos, ni siquiera sintió el
golpe del gol de Neymar como una catástrofe: siguió confiando en sí mismo, en
lo que ya sabe que es capaz de hacer, especialmente luego de la gran actuación
de la semana por la Champions en Anfield ante el Liverpool, y de a poco,
consiguió el empate y ya luego, fue incontenible para el Barcelona,
imponiéndose no sólo con justicia y comodidad, sino que más de una vez pudo
llegar a la goleada, hasta que cerca del final, Ancelotti optara por cerrar el
partido y mantener la ventaja.
En cambio, la sensación es que el Barcelona necesita
refundarse. Por momentos, como promediando la primera parte, parece querer
rememorar viejos tiempos asegurando el control del balón, pero se repite en
algunas circunstancias preocupantes. Daniel Alves acentuó la tendencia a no
llegar más hasta el fondo del campo rival para acompañar al extremo derecho y
lanza centros impensados en otra época y cuando no hay en el equipo una
referencia en el área. Suárez debe definirse entre ser un nueve jugando entre
dos extremos o bien, un punta dividiéndose el campo con Neymar, y necesitará un
buen recorrido.
Iniesta y Messi están lejos de aquellos tiempos
brillantes, lo que genera problemas en la movilidad y el retroceso, y en
general, falta aquella dinámica de los tiempos de esplendor.
El ciclo del Barcelona, aunque todavía con varios
jugadores de aquellos gloriosos tiempos, va llegando a su fin y deberá buscar
otras variantes que no sólo pasan por nombres sino por encontrar para los que
queden, un sistema acorde, que mantenga los principios básicos de un estilo
característico, pero que innove en cuestiones centrales que le permita seguir
siendo competitivo al más alto nivel.
Hoy, el Real Madrid, manteniendo el nivel de
inversión de siempre, pero con un criterio futbolístico más acorde a su
historia y con ejecutantes precisos para ello, está, por fin, por delante del
Barcelona en juego, en potencial, en sistema, objetivos y plantilla.
Además entonces de su triunfo 3-1, todo esto
constituye una importante novedad en el mundo del fútbol.
1 comentario:
Muy buena nota, y acertadísima visión de lo que está sucediendo con ambos equipos. Es urgente para el Barcelona intentar readaptar su esquema a los jugadores que hoy tiene disponibles, sin perder el afán por el toque, pero aceitando sobre todo la defensa y el cambio de ritmo en el mediocampo. Será un gran desafío para el DT y para los propios jugadores poder también recobrar el apetito por los triunfos y títulos, esa voracidad que en muchos futbolistas parece perdida. Un abrazo.
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