Cuentan que una persona cae prisionera de una tribu
africana y en el momento de prenderle fuego para un rito, le dicen que la única
opción para salvarse es aceptar el “dunga-dunga”. El prisionero, antes que
morir en la hoguera, no tiene opción y resignado, acepta el “dunga-dunga”. Así,
uno y otro día, hasta que una semana después, harto de la situación y perdido
por perdido, por fin prefiere optar por la hoguera. El jefe de la tribu,
entonces, acepta pero le dice “OK, pero antes, un poco de dunga-dunga”.
Lo que sucede en la Asociación del Fútbol Argentino
(AFA) en estos meses posteriores a la muerte de su eterno presidente Julio
Grondona, es algo así como lo relatado más arriba.
La entidad madre del fútbol argentino se debate entre
el viejo grondonismo o la opción del tinellismo, un neo-grondonismo vestido con
el esmoquin para el show de cara hacia afuera pero que promete mantener el
statu quo. A lo sumo, puede colarse el
ascendente Juan Sebastián Verón, y los candidatos
que al mejor estilo de los centros de estudiantes de las universidades, dirán
que son independientes pero recibirán la bajada de línea de sus partidos
políticos.
¿Alguno de todos estos posibles presidentes que
puedan ganar una elección dentro de poco más de un año representa algún cambio
sustancial en la AFA? Desde ya que ninguno, si analizamos sus antecedentes, sus
movimientos y sus vínculos políticos. A
lo sumo una mínima parte de Verón genera cierta inquietud, por traer alguna
idea de la administración europea, y que tendrá a Estudiantes de La Plata como
punto de mira inicial, y acaso, si se anima y no deja controlarse por fuerzas
superiores que quieran guiarlo, como sus amigos de la izquierda progresista que
terminaron en el Fondo Común, Fernando Rafaini, el ex titular de Vélez
Sársfield, podría ser una alternativa válida, si bien hoy parece muy lejos una
posibilidad de llegar.
Días pasados, Luis Segura sobreactuó su emoción a
lograr, con el viejo estilo de su antecesor fallecido, la unanimidad de los 50
votos del Comité Ejecutivo, a sabiendas de que se trataba de un pacto contra
natura, sólo para arrastrar el molino hasta lo más lejos posible de 2015,
incluso con la idea de que esas elecciones que normalicen la situación, ocurran
después de las generales para Presidente de la Nación, cosa de que, para seguir
con una coherencia histórica, la AFA sepa al compás de quién deba bailar porque
siempre estableció ese tipo de relaciones.
Y cualquier cambio de color político que aparezca en
ese tiempo favorecerá sin dudas a Marcelo Tinelli, al que ahora, luego del
conflicto suscitado con la Cámpora por el episodio de “Fútbol Para Todos”, el
Gobierno no quiere para nada en un poder que ya comienza a controlar desde el
manejo de la difusión de las actividades de la Rosada de la Pelota.
Sin embargo, es el propio riñón del grondonismo el
que está dispuesto a sostener a Tinelli, conocida como es su añeja amistad con
los hijos del fallecido presidente (hasta llegó a dormir en su casa cuando
jugaban juntos al fútbol), y el ex titular de la AFA siempre lo pensó como
sucesor. Acaso otro de sus adláteres de siempre, José Luis Meiszner, aparece
como una de las posibles alternativas del movimiento desde los dirigentes
futboleros y acaso Alejandro Marón, de Lanús, un abogado de mucho predicamento
puertas adentro.
De cualquier modo y con cualquiera de todos estos
dirigentes, hay muchas cosas claras. Sigue sin haber un debate profundo sobre
cambios sustanciales en el manejo del fútbol.
Se sigue creyendo que hay que
usar riendas cortas para tener controlados a todos, hay un falso federalismo
que llevará al desquiciante torneo de 30 equipos desde 2015 cuando en el Primer
Mundo se tiende a bajar lo máximo posible la cantidad de participantes en las
ligas mayores, no hay ningún planteo sobre el derecho a controlar el uso de los
fondos, a bolsillo vacío, cuando el Estado es el principal aportante al negocio
y aumentó muchísimo el capital para ese fin desde 2009, y no hay ninguna
intención de acabar con la violencia organizada, cuando es escandalosa la cifra
de muertos y heridos año a año, y peor aún en este tiempo sin hinchas
visitantes.
Por lo pronto, nadie se atreve ni a discutir aquella
frase que poco lugar se le dio en los medios pero que representa una de las
mayores falsedades y minimizaciones de este tiempo del fútbol, como la de
Grondona acerca de que la AFA “son los clubes”, que podría generar algún debate
interesante o copiar modelos mejores, incluso el de la Real Federación Española
de Fútbol (RFEF) , manejada por el dirigente más cercano en el mundo al
fallecido titular de la entidad argentina. Allí, la RFEF no es sólo de los
clubes, sino del fútbol femenino, los árbitros, el sindicato de futbolistas, la
Liga de Fútbol profesional. Todos se sientan a una mesa y todos tienen poder de
voto para elegir cargos.
En el fútbol argentino, la AFA antepone un enorme
paredón simbólico ante la sociedad civil, todavía más preocupada por la
ausencia de hinchas visitantes que por otras cuestiones, como entender que de
lunes a sábado, los hinchas no tienen camiseta sino que deberían tener la misma
lucha por la dignidad, por imponer mejores condiciones, por conseguir que haya
mejores espectáculos y que no se les falte el respeto desde la incapacidad o
directamente, la corrupción.
Mientras esto pase y no aparezca alguien con alguna
idea que aporte algo para convertir al fútbol argentino en una actividad
seriamente organizada, todo seguirá en el dunga-dunga.
Asistimos a un tiempo en el que el presidente de
Boca Juniors, Daniel Angelici, dice abiertamente en los medios que propuso a la
AFA jugar de agosto a junio “para poder venderle jugadores a Europa porque
ellos tienen el calendario así y si jugamos de marzo a diciembre, no podremos
venderle”.
Es decir, la brutal sinceridad de Angelici nos
muestra que en un fútbol practicado por clubes que son asociaciones civiles sin
fines de lucro, lo que importa no es la calidad de los espectáculos, aún cuando
el Estado aporta todo el dinero necesario y más, sino…lucrar.
Pero poco podemos pretender sin en cantidad de
programas de radio y TV, tantos periodistas, para referirse a los convocados a
la selección argentina, diferencian entre el fútbol europeo y “el mercado local”.
Tan acostumbrado se está a que se lucra aunque no se
permite, y se lo hace a cara descubierta, que los medios están directamente
implicados, sin ambages, en el mismo nefasto discurso.
Por eso es que salvo un milagro, de fondo no importa
si es Tinelli, Verón, Meiszner o Marón. El fútbol argentino se encamina a un
inexorable dunga-dunga.
“Sabía que esto iba a ocurrir y que me iban a pedir
más plata. Es como un sino fatal” (Presidente Raúl Alfonsín, cuando subió al
escenario en la fiesta del Centro de Periodistas Acreditados en la AFA 1983,
luego de que dirigentes de clubes hablaran antes y solicitaran más fondos para
el fútbol).
“Jamás el estado le bajará la cortina al fútbol”
(Valentín Suárez, ex dirigente de Bánfield y la AFA, en los años sesenta).
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