Sin dudas, se trata de un nuevo ciclo en los dos
equipos. Tras el desastre del Mundial como local, el fútbol brasileño buscó
renovarse inmediatamente y tras la salida del ex entrenador Luiz Felipe
Scolari, se produjo el regreso de Dunga, en busca de carácter y ordenamiento, y
de una rápida renovación del plantel.
Dunga decidió cambiar a más de medio equipo. Desde
el arquero (Jefferson por Julio César), los dos laterales (Danilo por la
derecha, Filipe Luis por la izquierda), convocó a Miranda como recambio de
Thiago Silva, Elías, en la contención, Diego Tardelli ocupó el lugar del resistido
Fred, como centrodelantero, mientras que pasaron a ser considerados otra vez
tanto Robinho como Kaká, en busca de su aporte experimentado.
Si esta generación de futbolistas brasileños no es
la mejor, porque salvo Neymar, no han surgido grandes cracks, Dunga parece
haberlo entendido y fue armando un equipo utilitario, que sale a apostar al
error rival con varios jugadores acostumbrados en sus equipos, como David Luiz,
Oscar o Willian.
Así fue que contrariamente a lo que sucedió en los
últimos partidos clásicos ante Argentina, Brasil llegaba al llamado
“Superclásico de las Américas” que por primera vez se jugaba en Pekín sin ser
el favorito.
Los albicelestes, que perdieron la final del Mundial
ante Alemania por muy poco, y que se vengaron en el reciente amistoso en
tierras germanas (2-4), llegaban en el cénit de sus posibilidades, ahora
recuperados físicamente Sergio Agüero y Angel Di María, los dos de muy buen
presente en la Premier League, y sólo faltaron Ezequiel Garay en la defensa y
el lesionado Lucas Biglia en el medio, aunque al mismo tiempo se producía el
regreso de Lionel Messi, ausente en el partido debut de Gerardo Martino como
entrenador.
Los primeros veinte minutos dieron la razón a los
que suponían que el equipo argentino partía con ventaja. Los albicelestes
tuvieron la misma dinámica que ante los alemanes en el último amistoso, no
dejaban salir a Brasil y perdieron (como en la final del Mundial) varias
situaciones claras de gol, pero esa presión no podía durar todo el partido, y
lentamente el equipo de Dunga fue saliendo, ganando espacios, sacando partido
de su potencia, para terminar imponiéndose a partir de dos errores defensivos,
como que Pablo Zabaleta y Federico Fernández fueron a la misma marca, dejando
libre a Tardelli para la volea, o cuando David Luiz pudo sacar una cabeza de
ventaja en un córner, para bajarla a la línea del arco argentino para que
Tardelli mandara la pelota a la red.
Sin embargo, esta derrota del equipo argentino llega
en un momento en el que todavía hay mucho margen para trabajar, y hay algunos
elementos interesantes, así como otros más preocupantes.
Con Martino, se va acentuando la idea de que si bien
en los tres años anteriores con Alejandro Sabella una de las virtudes había
sido la contundencia, los partidos de ida y vuelta generaban algunas dudas o al
menos, no se tenía certeza de poder tener el balón el tiempo suficiente como
para asegurarse esas chances de gol, algo que por ejemplo, hizo sufrir a los
argentinos desde los octavos de final del Mundial, si bien las lesiones de
algunos de sus atacantes atentaron contra el sistema.
Ahora, Martino opta por uno o dos jugadores que se
dediquen al armado del juego, como Erik Lamela o Javier Pastore, como para
manejar el ritmo del partido, para lo cual tuvo que sacrificar a uno de los
puntas, en este caso Gonzalo Higuaín.
En cambio, el ex entrenador del Barcelona se encontró
una vez más con un Lionel Messi que como en su club, no está en el cien por
ciento de sus posibilidades (aún con la estadística que parece ser positiva en
cuanto a goles o asistencias) y desperdició, además, una clara oportunidad de
empatar cuando remató sin fuerza un penal bien parado por Jefferson.
Messi ahora tiene más acompañamiento horizontal, con
la recuperación de Di María y con el ingreso de otro armador, sumado a que por
la banda derecha, Martino parece pretender también otro volante con llegada
como Roberto Pereyra (Juventus), aunque tiene recambio en Enzo Pérez y hasta
Biglia, si quisiera colocar otro volante de marca al lado de Javier Mascherano.
El otro problema que encuentra Martino es que tanto
el arquero Sergio Romero, como la defensa central (especialmente Fernández) no
se mostraron seguros y eso podría dar lugar a algunos cambios en la estructura,
como el ingreso de un conocido del entrenador, como Nahuel Guzmán, en la
portería, o Santiago Vergini en el fondo, ambos ex jugadores suyos en Newell’s
Old Boys.
Tras los dos encuentros en Asia ante Brasil y Hong
Kong, ¿habrá alguna chance para Carlos Tévez o Mauro Icardi?
Por el lado de Brasil, la gran novedad es el gran
rendimiento de Neymar, que no había podido estar en los dos últimos partidos
del Mundial por lesión, y que parece comenzar su etapa de mayor maduración.
Indudablemente, Brasil y Argentina, que tienen a la
Copa América de Chile 2015 como primer objetivo grande, inician etapas
diferentes, con nuevos entrenadores, y otra forma de jugar.
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