lunes, 6 de abril de 2015

El final de un ciclo brillante (Yahoo)


Quedan apenas nueve jornadas para que finalice la Liga Española, que serán ocho a mitad de semana, y de a poco, nos vamos dando cuenta de que se nos escapa de las manos, como el agua, la posibilidad de contemplar, aunque ya no sea lo mismo que lo que fue, los restos de aquel fútbol espectacular que a muchos de nosotros nos marcó para siempre.

Y no sólo nos referimos al Barcelona que tuvo su germen con Frank Rikjaard y explotó desde 2008 con Josep Guardiola, sino hasta la influencia que llegó a tener en el sistema de juego en la selección española bicampeona de Europa y campeona del Mundo de manera consecutiva, porque abrevó de esta forma de entender el juego, al que se rescató después de años de ostracismo y debates estériles sobre la conveniencia de “ganar” como si eso fuera todo.

Ese Barcelona ganó todos los títulos imaginados. Fue una máquina de ganar y aún pudo llevarse mucho más si no fuera porque algunos equipos ultra conservadores pudieron sacar rédito de la honradez de su rival y sólo apelaron a defenderse y contragolpear, pero en líneas generales, se acaba un ciclo brillante,  mágico, único.

Y se acaba, aunque su genio máximo continúe en activo y en una edad como para mucho más en el fútbol, como el argentino Lionel Messi, porque la mayoría de los actores fundamentales ya no pueden desarrollar aquello, por el lógico paso de los años, y porque, lamentablemente para el fútbol español, no han aparecido sucesores que puedan ejecutar con el mismo talento.

En el Barcelona, y especialmente se puede hacer énfasis en el último partido en Vigo ante el Celta, independientemente del resultado, pudo comprobarse una vez más como a lo largo de toda la temporada, que el entrenador (y ex compañero suyo en el pasado), Luis Enrique, ya casi no cuenta con Xavi Hernández –próximo a irse a Qatar cuando acabe la temporada, con contrato ya firmado-, que en los pocos minutos que ingresa al campo demuestra que de momento es mucho más que los que puedan reemplazarlo en su puesto, como Rafinha Alcántara o Iván Rakitic.

Xavi llegó a ser utilizado por el entrenador anterior, Gerardo Martino, hasta donde pudo, pero ya antes de comenzar esta temporada, Luis Enrique había manifestado que con el veterano volante “nos tenemos que sentar a conversar”, lo que significaba un evidente cambio que luego se vio plasmado en las decisiones de dejarlo muchas veces afuera del once titular y en especial, en varios partidos decisivos.

Si la ida de uno de los mejores y más claros jugadores de la historia del fútbol español es fundamental, tampoco hay que dejar de lado un dato medular de esta misma temporada: Andrés Iniesta, que ha alternado por el Balón de oro ante el propio Xavi y el genio de Messi, no lleva convertidos goles ni tiene ninguna asistencia en las treinta jornadas de Liga.

Este dato es demasiado contundente como para agregarle comentarios al desempeño de Iniesta en los últimos tiempos, sumado a que si el Barcelona se debate sobre si renovarle o no el contrato al brasileño Daniel Alves, es sólo porque está imposibilitado de fichar hasta 2016 y debería conformarse con reemplazarlo dentro de lo que hay en casa.

Las consecuencias de estos cambios (ya salidos Víctor Valdés, actualmente en el Manchester United y Carles Puyol, retirado) pueden notarse en el juego. Este Barcelona es un equipo que ya no siente que el toque y la posesión del balón sea su filosofía, sino que por momentos apela a ellos como resabios de la memoria, como los últimos restos de lo que alguna vez supo ser un fútbol precioso.

Hoy, el fuerte del Barcelona sin dudas está en su trío atacante (con los altibajos que pueda tener) y en la solidez de los centrales con el lierazgo de Gerard Piqué y Javier Mascherano, pero ya no en el centro del campo, además, por haberse permitido traspasar al posible sucesor de Xavi, Thiago Alcántara, al Bayern Munich de Guardiola.

Pero no sólo el Barcelona va sintiendo el cambio, sino la selección española, que no sólo se basó en estos años en el sistema de juego de los blaugranas, sino que llegó a ganar el Mundial 2010 con ocho jugadores del equipo, como claro símbolo de una época.

Por estas horas, la selección española de Vicente Del Bosque recibe algunas críticas, todas válidas, debido a que su juego ya no luce, ni garantiza ese estilo precioso del pasado, pero es que esto no es fácil de conseguir cuando una generación tan importante comienza a retirarse.

Si bien La Roja conserva la idea de un estilo con muy buenos jugadores como David Silva, Cesc, el propio Sergio Busquets, Koke, o defensores de la talla de Sergio Ramos o el mismo Piqué, resulta complicado mantener aquel nivel porque para eso, no alcanza con el trabajo ni la idea, sino que se necesita del talento de aquellos y eso, no puede ser inventado cuando no aparece.

No significa esto que la selección española no pueda tener un buen funcionamiento ni que perder aspiraciones. Tampoco que el Barcelona no pueda ganar la Liga y de vez en cuando, regalarnos un muy buen espectáculo, especialmente en el Camp Nou.

Pero será difícil, en estas horas, que regresemos a los tiempos en los que esperábamos con tanta ansiedad la salida de los equipos, con una garantía casi absoluta de que disfrutaríamos con enorme placer de un gran espectáculo.


Esas garantías ya no están y si aquél sueño va terminando, será cuestión de bucear en aquel tiempo para tratar de emular todo lo bueno que se hizo para que aquello sucediera tratando de que con otros cracks, podamos volver a tener aquella picazón en el estómago antes de los partidos.

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