Si no hay sorpresas, tendremos unas semifinales de
Champions League con el Barcelona, el Bayern Munich (ya clasificados), Real
Madrid o Atlético Madrid, y la Juventus de Italia. Más o menos, los mismos de
siempre, exceptuando esta vez a los equipos de la Premier League inglesa,
eliminados todos demasiado pronto.
De hecho, cuando restan dos partidos de cuartos de
final que se jugarán esta noche a las 20,45 (15,45 de la Argentina), entre
Mónaco-Juventus y Real Madrid-Atlético Madrid, ya hay una certeza: los seis
posibles campeones de Europa de esta temporada ya lo han sido en cuatro casos y
los otros dos, al menos, ya han jugado alguna vez una final.
Parece demasiado lejana aquella época en la que nos
podíamos encontrar con algún equipo sorpresa entre los “Top Four”, como alguna
vez lo fueron el Brujas, el Malmoe de Suecia, el Olympique de Marsella de los
tiempos locos del socialista de los misiles y de las tres tiras, Bernard Tapie,
el Bayer Leverkusen de la primaverita de los Bernd Schneider y Michael Ballack,
o la Sampdoria de Gianluca Vialli.
Como bien dice Mario Sconcerti en su gran libro “Il
calcio dei richi” (“El fútbol de los ricos”), todo ha quedado reducido a una élite
de clubes poderosos porque la riqueza vale sólo por la posibilidad de
endeudarse. “No hay un gran club sin un gran déficit”, dice Sconcerti, antiguo
director del “Corriere dello Sport”.
Sconcerti anuncia cuatro postulados del fútbol
europeo: 1) Si se quiere vencer, lo más importante es el dinero. No alcanza con
jugar bien, ni con una buena estructura. Gana el que gasta mucho. 2) El dinero
es condición necesaria para ganar, pero no garantiza el triunfo. 3) La grandeza
de un club pasa por cómo gasta el dinero,
no por cómo evita gastarlo, 4) A menudo, quien no tiene que ganar en el fútbol,
gana igualmente (gracias al dinero de los derechos de la TV).
No es casualidad que en años bajos para el fútbol
italiano, con flojas recaudaciones y un país en crisis económica, no haya
tenido un representante en la final desde el Milan de 2007, o que gracias a la
enorme diferencia de los cobros por los derechos de TV, Real Madrid y
Barcelona, que ganan más que todos los equipos de la Premier League inglesa, se
hayan encaramado casi siempre en las definiciones europeas.
Sconcerti habla de “la dictadura de la desigualdad”
en el fútbol europeo, gracias a la televisión y a la llegada de los potentados,
ya sea árabes, rusos o asiáticos, y su pregunta central es si se podrá ganar
sin tener que gastarse un tesoro. No parece nada fácil. Hasta el Atlético
Madrid ha recibido la ayuda del chino Wang Janlin, que compró el 20 por ciento
del paquete accionario, quien es el cuarto hombre más rico de su país, dueño de
la empresa Wanda Group, con 15.600 millones de euros en sus arcas.
Ni hablar entonces de cómo llegó el Mónaco hasta los
ocho mejores de esta Champions League, de la mano del magnate ruso Dmitri
Rybolovlev, quien compró la sociedad en 2011 y fue criticado porque saca
ventaja en la Liga Francesa al no tener que pagar impuestos en su país sede.
Si bien no conservó a muchos de los cracks iniciales
como Radamel Falcao o James Rodríguez, sigue teniendo un plantel más que
aceptable y lo mejor, una apuesta por el buen trato de pelota y cierta estética
que se agradece, y con la que eliminó sorpresivamente al Arsenal de Arsene
Wenger en octavos de final y complicó muchísimo a la Juventus de Carlos Tévez,
Andrea Pirtlo y Paul Pogba en la ida en Turín (apenas perdió 1-0).
Claro que poco pudo hacer el Porto ante la bestial
maquinaria del poderosísimo Bayern Munich de Josep Guardiola, que se dio el
lujo de no contar con sus dos extremos Frank Ribéry y Arje Robben, lesionados.
Da un poco lo mismo: siguen Xabi Alonso, Mario Götze, el polaco Robert
Lewandowski, el arquero Manuel Neuer o Phillip Lahm, y aunque perdió 3-1 en la
ida ante el Porto, en la vuelta le propinó un rotundo 6-1 aunque a mediados del
primer tiempo, todo estaba concluido y se fueron al descanso con un 5-0 que lo
dice todo.
Por eso, el gran mérito del “Cholo” Diego Simeone,
el director técnico del Atlético. Porque las diferencias de presupuesto y de
plantel siguen siendo grandes y aún así, el 0-0 de la ida en el Vicente
Calderón, no da muestras claras de que los blancos, esta tarde-noche en el
Santiago Bernabeu, vayan a sacar seguras diferencias.
Ya al Real Madrid le había costado mucho aquella
final del año pasado en Oporto, cuando aquél cabezazo sensacional de Sergio
Ramos, en el descuento, permitió un empate que luego fue goleada en el alargue,
pero en esta temporada ya se enfrentaron siete veces, y los de Carlo Ancelotti
nunca pudieron ganar a los albirrojos y hasta perdieron por la Liga 4-0 en su
visita al Calderón.
Pero hasta pasando el Atlético se reafirma que más o
menos son siempre los mismos los que llegan a las finales, por aquello de
Sconcerti. En este tiempo, no hay triunfo sin dinero atrás.
Al cabo, si el francés Thomas Piketty se ha hecho
famoso y uno de los personajes más influyentes del mundo hablando del problema
de la desigualdad en “El Capital del siglo XXI”, Sconcerti lo hace con el
fútbol europeo, y acaso mundial.
Es que el fútbol no es más que un pequeño recorte,
una fotografía, de la vida misma.
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