Pocas veces en el fútbol argentino ocurrió algo
igual. Tal como ocurre en España con el Real Madrid y el Barcelona, en el país
sudamericano, Boca Juniors y River Plate se reparten las preferencias entre los
seguidores del fútbol.
Según la mayoría de las encuestas, Boca (que entre
2000 y 2007 jugó cuatro veces la final en Japón para buscar el título mundial
de clubes) acapara un 44 por ciento de los hinchas argentinos y River, un 32
por ciento. Entre ambos, tres cuartas
partes del país.
Boca le había sacado a River una gran ventaja en la
primera década de este siglo porque su máximo adversario atravesó una notable
crisis económica, por varios hechos de corrupción de sus dirigentes, que lo obligaron
a malvender a muchas de sus figuras, hasta acabar descendiendo de categoría a
Segunda (torneo nacional B) en 2011 por única vez en su larga historia (fue
fundado en 1901, en tanto que Boca comenzó en 1905).
Pero al poco tiempo de regresar a la máxima
categoría en 2012, River volvió a crecer
y no sólo renovó su dirigencia, sino que en 2014 conquistó el Torneo Final a mediados de año, y con el ex jugador Marcelo Gallardo estuvo cerca de ganar el campeonato siguiente, en diciembre (lo perdió en el
final a manos de Racing Club) y se impuso en la Copa Sudamericana (una especie
de Europa League sudamericana), y la Recopa Sudamericana, al vencer a doble
partido a San Lorenzo, el campeón de la Copa Libertadores de América.
Tanto River como Boca se clasificaron para la actual
Copa Libertadores, en la que acaba de finalizar la fase de grupos, con la
participación de treinta y dos equipos sudamericanos y mexicanos, divididos en
ocho zonas de cuatro equipos cada una, de las que los dos primeros pasaban a
los octavos de final.
Boca no sólo logró tempranamente el pase a octavos,
sino que se impuso en los seis partidos jugados, con los 18 puntos en disputa,
pero River, en un grupo muy accesible (Tigres de México –líder-, San José de
Bolivia y Juan Aurich de Perú), no sólo tuvo que batallar demasiado para
conseguir un angustioso pase a octavos en la última jornada, a sólo 20 minutos
de terminar el partido y gracias a resultados ajenos.
Por el sistema de disputa de la Copa Libertadores,
que para definir las parejas de los octavos de final se toma en cuenta la tabla
general de los dieciséis equipos clasificados, Boca acabó siendo el mejor de
todos los que han jugado, pero lo extraño es que con su mediocre campaña (un
triunfo, cuatro empates y una derrota), River acabó siendo el peor de los
segundos clasificados y eso hace que deban enfrentarse ahora a doble partido
para definir el pase de uno de ellos a cuartos de final.
Serán dos partidos durísimos no sólo por el
histórico enfrentamiento entre los dos equipos, los dos más ganadores del
fútbol argentino y con una tremenda rivalidad, sino que presentará la
posibilidad de volverse a ver las caras luego de otros durísimos
enfrentamientos a fines de 2014, cuando debieron jugar por las semifinales de
la Copa Sudamericana.
En aquella ocasión, empataron 0-0 en la Bombonera
(el estadio de Boca Juniors) y River venció 1-0 en el Monumental, con un gol de
media distancia de su volante Leonardo Pisculichi, aunque Boca había tenido una
inmejorable chance de vencer (el gol de visitante vale doble) al tener un
penalti al minuto de iniciado el partido, que el portero Marcelo Barovero
contuvo al delantero Emanuel Gigliotti.
Luego, River acabaría ganando la Copa a doble final
ante Nacional de Colombia, aunque en los
dos partidos de preparación en el pasado verano de 2015, Boca venció en ambos,
y en uno de ellos, por un humillante 5-0, que se tomó con cierto aire de
revancha, aunque no fue oficial.
River mantuvo su plantel desde 2014, con algunas
figuras claves como el mencionado portero Barovero, una defensa muy firme en la
que se destaca el ex Boca Jonathan Maidana, el experimentado mediocentro
Leonardo Ponzio, el volante uruguayo Carlos Sánchez, los delanteros Rodrigo
Mora y el colombiano Teo Gutiérrez y la reciente incorporación, el talentoso
Gonzalo “Pity” Martínez.
Boca, en cambio, se ha reforzado mucho, en la
búsqueda de un título que no consigue desde 2012, cuando ganó la Copa Argentina
(similar en su formato a la Copa del Rey) y al portero Agustín Orión y al mediocentro Fernando Gago (mundialistas
en Brasil 2014), y al experimentado Daniel “Cata” Díaz (ex Alético Madrid) se
le sumaron jugadores claves como Marco Torsiglieri (llegado del fútbol
europeo), el uruguayo Nicolás Lodeiro
(desde el Corinthians) y el goleador de la selección italiana Daniel Osvaldo,
mientras hay rumores insistentes acerca de que regresaría desde el 1 de julio
nada menos que Carlos Tévez, gran figura de la Juventus, quien podría ser
incorporado para las semifinales de la Copa, si es que Boca continua en el
certamen, porque éste se parará durante la Copa América de Chile entre el 11 de
junio y el 4 de julio.
Pero no todo termina allí sino que paralelamente a
la Copa Libertadores, Boca y River pelean por el título argentino, en un nuevo
formato de torneo de treinta equipos que durará hasta fin de año, y la
casualidad hizo que deban enfrentarse en la Bombonera el 3 de mayo, mientras
que los dos partidos de Copa serán el 7 de mayo (en el Monumental) y el 14 de
mayo (Bombonera).
Es decir que los argentinos tendrán tres
“Superclásicos” en once días, que se vivirán con la tensión y la pasión con las
que los argentinos sienten el fútbol.
¿Quién tiene más chance de pasar en la Copa? Esta
vez, Boca llega con algo de ventaja, aunque mínima. Tiene un equipo más sólido
que en 2014 aunque no ha terminado de jugar a gran nivel, aunque el hecho de
que se defina el pase en su estadio, juega a su favor.
River suele tener un juego más atildado que Boca,
aunque ha tenido un mal comienzo de año, y recién ahora, que a duras penas ha
logrado pasar de grupo, se notó ante Bánfield, por el torneo local, un gran
alivio, y siendo el peor clasificado en la fase anterior, tiene poco que
perder.
Queda poco para dilucidar quién acabará más contento
o más triste, pero el fútbol argentino se paralizará dentro de pocos días.
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