Pocos le creen ya al poderoso empresario Florentino
Pérez cuando comienza a negar rumores crecientes sobre el Real Madrid, al que
preside. Se suele decir que cuando el río suena es porque agua trae y cuando
hace pocos días desmintió rotundamente que Rafa Benítez podía ser destituido
como director técnico, rápidamente el foco se centró sobre el ex crack Zinedine
Zidane, y no hubo error.
Efectivamente, el franco-argelino que supo darle con
una extraordinaria volea un título de champions League a los blancos en 2002
ante el Bayer Leverkusen, que es considerado uno de los diez mejores jugadores
de la historia del fútbol, y que dirigía al Real Madrid Castilla, la
reserva, fue designado entrenador del
equipo tras el empate del pasado domingo de los “merengues” ante el Valencia en
Mestalla 2-2.
En verdad, el empate del domingo fue apenas la gota
que rebalsó el vaso. Todo comenzó desde el inicio de la temporada, cuando al
Real Madrid le costaba marcar goles aún con uno de los tridentes más fabulosos
del planeta, la llamada BBC (Bale,
Benzema, Cristiano) y ni siquiera algunos buenos resultados pudieron tapar el
descrédito de este director técnico madrileño más ligado a lo conservador que
al buen espectáculo.
Así fue que Benítez fue perdiendo girones porque se
le empezó a escapar el vestuario, especialmente su líder Sergio Ramos, y su
falta de convicción por un juego de ataque hizo que fueran perdiendo fuelle
tanto el talentoso Isco (ahora pretendido por el Manchester City, al perder
lugar en el primer equipo) como el colombiano James Rodríguez, considerado uno
de los mejores (si acaso el mejor) jugadores del Mundial 2014.
Benítez obtuvo el 74,6 por ciento de los puntos
disputados oficialmente en los 25 partidos que dirigió a los blancos, con 17
triunfos, 5 empates y apenas 3 derrotas, pero éstas son sólo estadísticas. En
cuanto al juego, nunca conformó y su futuro quedó pendiendo de un hilo cuando
fue destrozado por el Barcelona en el propio estadio Santiago Bernabeu, en
noviembre pasado por 4-0 y con los azulgranas dándose el lujo de hacer ingresar
a Lionel Messi en el segundo tiempo porque regresaba de una larga lesión.
Se sabía que todo debía cambiar mucho si Benítez
quería seguir hasta el final de la temporada en junio, y no pudo maquillar la
situación ni siquiera una tremenda
goleada como el 10-2 a Rayo Vallecano porque el partido era más que parejo
hasta el 2-2 en el Bernabeu, cuando los visitantes quedaron con nueve jugadores
y un penal mal cobrado.
Muchas veces en los últimos partidos, las
sensaciones fueron recurrentes: Real Madrid ganaba cómodamente los partidos
fáciles, se complicaba mucho ante rivales medianos y terminaba favorecido por
algunos arbitrajes polémicos, o directamente no podía ganar los difíciles o con
alguna dificultad mayor, como ocurrió el domingo ante Valencia, que al final
por fin parecía que se llevaba los tres puntos y casi de movida le empataron
los locales, que de casualidad no ganaron en el final.
Ante el Sevilla, en el Sánchez Pizjuán, también el
Real Madrid sufrió en el juego una humillación aún mayor que la amplia derrota
y esa imagen, en un club con tanta tradición de títulos, se paga caro.
Zidane, que estará acompañado por el argentino
Santiago Solari (también reconocido ex jugador blanco y muy querido por los
aficionados) hará así su debut como entrenador de un equipo de Primera División
en un momento clave porque comienza la segunda parte de la temporada 2015/16,
la que define los dos títulos que le quedan disputar al club, luego del
esperpento de la mala utilización del delantero ruso Denis Cheryshev ante el
Cádiz por los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, que sacó al club de la
competición.
Con los octavos de final de la Champions League por
delante y peleando la Liga española desde atrás, con el Atlético Madrid y el
Barcelona por encima cuando queda media competición, el tímido Zidane, símbolo
de la Francia campeona mundial de 1998, sólo prometió “darlo todo y trabajar”
cuando el presidente Pérez lo presentó casi como si fuera una publicidad de su
indumentaria deportiva auspiciante: “Para ti, no hay nada imposible”.
Zidane es el undécimo entrenador de Pérez como
presidente desde que asumiera por primera vez en 2000 y no respetara ni
siquiera el gran título de Liga conseguido por Vicente Del Bosque en 2002/03,
para reemplazarlo por el mucho más elegante (en el vestir) portugués Carlos
Queirós, con Jorge Valdano de director deportivo.
Del Bosque, con pronunciado abdomen, poco cabello y
bigotes clásicos, no daba con el tipo, aunque luego lo ganara todo con la
selección española y recibiera el título de marqués. Pero no era apto para el
marketing y sí su sucesor, tostado por el sol y ropa de marca, aunque no
llevara ningún título a las vitrinas de Chamartín.
Tampoco el gran volante de contención francés Claude
Makelele continuó en el plantel. No importó su gran oficio sino que por falta
de carisma no vendía las camisetas suficientes entre los aficionados. Real
Madrid necesitaría años para encontrarle un reemplazante.
Queirós sería reemplazado por una gran figura del
club, José Antonio Camacho, quien apenas duró cuatro meses, y ni siquiera
comenzó la temporada 2004/05 al citar que los jugadores no aceptaban, como el
Milan y otros equipos europeos, trabajar en doble turno y generó una crisis que
Pérez no pudo sortear en todo el ciclo anual: llegaron el ex arquero del club
mariano García Remón (4 meses), el brasileño Vanderlei Luxemburgo (un año,
hasta la mitad de la temporada 2005/606), Juan Ramón López Caro (3 meses), pero hasta el propio mandatario terminó
yéndose y dejando a la entidad al borde del caos.
Ya a su regreso a la presidencia, en la temporada
2009/10, no le tuvo paciencia al chileno Manuel Pellegrini pese a la potencia
atacante, tras la impresentable derrota ante el humilde Alcorcón (4-0) por la
Copa del Rey y así llegó la era del portugués José Mourinho, hasta el final de
2012/13, cuando el club se colocó en el rol del malo de la película del fútbol
mundial y acabó con el vestuario dividido, acusaciones de topos entre los
jugadores y polémicas por doquier.
Pérez, entonces, optó por un conciliador, el
italiano Carlo Ancelotti, con quien por fin pudo ganar la anhelada Décima
Champions League en una vibrante final en Portugal ante el Atlético Madrid en
2014 pero ya la segunda temporada no fue como la primera y una vez más, el
presidente optó por el volantazo, contratando a Benítez en un nuevo cambio de
rumbo, y con los resultados a la vista.
Zidane pone su prestigio en juego. Seguramente tendrá
al vestuario de su lado y posiblemente recuerde sus tiempos de brillantez con
Del Bosque como entrenador. Tal vez sea el momento de volver a lo sencillo, a
planteos más simples, en volver a recuperar aquel señorío perdido que
caracterizó siempre al Real Madrid y que lo llevó a ser considerado por la FIFA
como mejor equipo del siglo XX.
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