Con veintidós jornadas disputadas en la Liga
Española sobre treinta y ocho totales, es decir, poco más de la mitad del
torneo ya jugado, el Barcelona no sólo le lleva tres puntos de ventaja al
Atlético Madrid (al que acaba de vencer en un muy duro partido en el Camp Nou)
y cuatro al Real Madrid, sino que en el caso de vencer al Sporting de Gijón en
el partido que había suspendido en diciembre y se jugará el próximo 17 de
febrero, la ventaja hacia sus dos principales rivales por el título de campeón,
se extenderá a seis y siete unidades.
Si hasta ese entonces todo se mantiene igual entre
los tres primeros y el Barcelona sacara esta posible ventaja, ¿podría decirse
que poco a poco esta Liga se está acabando y que teniendo en cuenta que tiene
que recibir en el Camp Nou al Real Madrid, al Sevilla y al Valencia, casi no
tiene visitas muy riesgosas en lo que resta del calendario (apenas Villarreal y
Real Sociedad)?
En verdad, si es por los números, por el potencial y
por los antecedentes, se podría decir que no será fácil que el Barcelona no
retenga el título de campeón de Liga aunque si es por el juego, se abre un poco
la posibilidad de que este Real Madrid, renovado desde la llegada de Zinedine
Zidane como entrenador hace un mes, y algo más descansado por no jugar desde
hace ya tiempo la Copa del Rey (descalificado por aquel episodio de Cheryshev),
ha cambiado su juego y ha apostado más al ataque y a sus jugadores-estrella,
mucho más cómodo con un ex súper crack que al mejor estilo Vicente Del Bosque,
los entiende y los sostiene.
Si bien es cierto que el Real Madrid con Zidane en
el banquillo ha jugado tres de los cuatro partidos de Liga en el Santiago
Bernabeu, los resultados fueron tan amplios en su favor, y resueltos todos tan
temprano (en los primeros quince minutos) que hasta se ha dado el caso de que
en los tres, el equipo se ha tomado un largo descanso, con siestas de casi
media hora.
Pero es claro que se han revitalizado tanto los tres
atacantes que componen la BBC (Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo), como los dos
ejes por excelente (James Rodríguez e Isco), mientras que los dos laterales ya
ni necesitan pensar y pasan al ataque en forma permanente como dos delanteros
más, siempre Marcelo por la izquierda y Carvajal por la derecha.
Este Real Madrid ultraofensivo, que ya lanzó a
Cristiano al liderato de la tabla del Pichichi (compartido junto a Luis Suárez)
con 19 goles y que tiene a Benzema al acecho con 18, hoy podría estar en
condiciones de pelearle la Liga al Barcelona, ya recuperado anímicamente desde
la salida de Rafa Benítez, quien nunca encontró un equipo-base.
Por su parte, si bien el Barcelona sigue su enorme
racha ganadora, con 28 partidos sin derrotas, hace ya varios partidos que no
encuentra aquella solidez que le conocimos y ya lo hemos escrito en estas
mismas columnas semanas atrás y no ha cambiado el concepto, precisamente, este
pasado fin de semana aún habiendo ganado, y con justicia, nada menos que a uno
de sus dos máximos rivales, el Atlético Madrid.
El equipo del entrenador argentino Diego Simeone
vendió cara su derrota poniéndose en ventaja al inicio del partido, y se
encontró con que todo había cambiado al irse al descanso por el enorme
potencial que tiene el Barcelona, con algunos jugadores excepcionales como
Lionel Messi o su gran goleador Luis Suárez, además de la superioridad numérica
por el insólito golpe del brasileño Filipe Luis al astro argentino.
Pero el Barcelona no debería llamarse a engaño. No
está jugando bien. Su defensa no tiene la tranquilidad suficiente para salir
jugando con el balón dominado como en otros tiempos, tiene serias
desinteligencias y saca muchas veces muy largo para desentenderse del problema,
mientras que su mediocampo no tiene la fluidez del pasado reciente, además de
que Neymar luce mucho más errático y tiende a culminar cada jugada en la
individual en vez de recostarse en lo colectivo.
Esto ya lo habíamos notado ante el Málaga en la
Rosaleda, volvió a aparecer en el partido de ida de la Copa del Rey ante el
Athletic de Bilbao, pero sorprendió más que en la vuelta en el Campo Nou
costara tanto un equipo al que apenas diez días antes por Liga había goleado
sin atenuantes 6-0. Es que todo había cambiado y hasta el Barcelona se encontró
en justa desventaja y hasta a un gol de quedar eliminado cuando supo reaccionar
a tiempo y siempre gracias a su tremendo potencial ofensivo.
El sábado pasado, ante el Atlético y en el Camp Nou,
los fantasmas volvieron a aparecer cuando volvió a quedar en desventaja con los
mismos problemas y aparecieron las mismas soluciones: los mismos quince minutos
en los que el equipo se compacta, domina terreno y pelota, da vuelta el
marcador, y luego vuelve a quedar en una extraña meseta, aún cuando la
inexplicable violencia del Atlético, ya con dos hombres menos, no representaba
un gran peligro de empate.
Aún así, el Barcelona no pudo sacar más ventaja,
tampoco se acercó mucho a la portería de Oblak, y todo quedó en un gris 2-1 que
le permitió alejarse de los rojiblancos y mantener la distancia con los
blancos, pero poco más que eso.
Queda mucha Liga aún, y quedan otros parámetros,
como las semifinales de Copa del Rey, en las que todo indica que el Barcelona
debería sortear a este Valencia de Gary Neville que deambula sin mucho sentido
por el campo.
Pero el Barcelona parece alejado mucho más en lo
numérico que en lo que ha producido en el juego en este último tiempo, justo
cuando el Real Madrid parece encontrar su nivel.
¿La Liga puede acabarse pronto? Los números indican
que puede ser. El juego abre un signo de interrogación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario