domingo, 6 de noviembre de 2016

¿Es hoy el Barcelona un gran equipo? (Yahoo)




El dato duro de este fin de semana en la Liga Española es que el Barcelona no sólo venció 1-2 al Sevilla en el estadio Sánchez Pizjuán y le quitó el invicto en la temporada, sino que quedó como único segundo en el torneo y hasta podría dar alcance o superar al Real Madrid en la próxima jornada aprovechando el derbi de la capital española en el Vicente Calderón.

Ese mismo dato agrega que el Barcelona, pese a su derrota en la semana en el estadio Etihad ante el Manchester City de Josep Guardiola, no parece tener problemas para clasificarse a los octavos de final de la Champions League tras la buena cosecha en la primera rueda de la fase de grupos y a partir de los dos compromisos que le quedan en esta etapa.

Sin embargo, cabe preguntarse si hoy el Barcelona, tan poderoso en los últimos años, ganador de cuatro Champions League desde 2006 y de seis de las últimas ocho Ligas, es realmente un equipo temible desde lo colectivo, desde la producción general, desde el ordenamiento táctico.

Su entrenador, Luis Enrique Martínez, sin dudas un ídolo de la afición por sus rendimientos como jugador y con el agregado de haberse encariñado con el catalanismo luego de haber pasado por el Real Madrid, es ovacionado y su nombre, recordado en cada partido en el Camp Nou.

Aún así, y habiendo ganado un par de Ligas, cinco de los seis torneos de su primera temporada como entrenador del equipo en 2014/15 hasta conseguir el título del Mundial de Clubes en Japón, lo cierto es que el Barcelona, hasta el momento, ha tenido algunos rendimientos soberbios en algunos casos individuales, y una delantera espectacular, más que conocida como la MSN (Messi, Suárez y Neymar).

Desde ya que no hay demasiados cuestionamientos a los jugadores clave del equipo, como los tres delanteros sudamericanos citados, o los centrales Javier Mascherano y Gerard Piqué, el lateral Jordi Alba, o los volantes Iván Rakitic y Sergio Busquets.

Pero bastó que una vez más, aunque levemente, se lesionara quien lleva el andamiaje de la creatividad en el juego del equipo, Andrés Iniesta, para que el Barcelona se viera ampliamente superado por sus rivales en el manejo de los partidos.

No sólo le ocurrió en un escenario un poco más previsible como el Etihad ante uno de los equipos de mejor manejo del balón, como el Manchester City, especialmente en la segunda parte, sino que también volvió a aparecer el mismo problema en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla en especial, en la primera parte, cuando los andaluces pudieron imprimir una presión muy alta al conjunto azulgrana y los de Luis Enrique no encontraron prácticamente ningún modo de responder, estuvieron abajo en el marcador, si bien los locales no aprovecharon del todo su momento y perdieron varios goles más, hasta que como tantas otras veces, y como en Manchester en la semana, apareció el genio de Messi para marcar.

Ya en la segunda parte, el Sevilla acusó el impacto no sólo del cansancio físico del despliegue de la primera parte sino el psicológico del empate casi en el último minuto antes del descanso, y a partir de ese instante, el Barcelona ya se apoderó de la pelota, encontró espacios ante una presión menor del rival, y acabó ganando bien y hasta con chances de ampliar la ventaja.

Lo que resulta cada vez más claro es que el Barcelona, salvo algunos pocos casos puntuales (como el del central Umtiti y para seguir observando a André Gomes, Denis Suárez, y a Arda Turán) no ha acertado, una vez más, con los fichajes.

Aleix Vidal y Arda Turán, llegados en diciembre, no han logrado continuidad, Digné, de momento, no parece estar al mismo nivel que Alba y Paco Alcácer aún no ha tenido ocasión de mostrar sus dotes goleadoras, como sí acostumbraba en el Valencia.

Tampoco parece, entonces, acertado, haber dejado ir a Daniel Alves a la Juventus, y antes a Martín Montoya, para quedarse con menos calidad en el lateral derecho y la prueba mayor es que no sólo Sergi Roberto terminó ocupando esa banda sino que a veces hasta debe jugar con tres centrales y Mascherano acaba volcándose para cubrir ese sector, ante la imposibilidad de encontrar otra variante.

Pero al margen de las fallas en los fichajes y en las ventas, es el equipo el que no aparece como tal en demasiados momentos. A veces da la sensación de que le cuesta resolver partidos hasta con rivales débiles como ocurriera en el último partido del Camp Nou ante el Granada, con sólo pararse con cierta solidez en la espera.

Este Barcelona ya no ofrece esos espectáculos que daban gusto, sino que hoy aparece como un equipo mucho más vertical, que depende mucho de lo que genere Iniesta (que ahora no puede jugar), o del despliegue de Rakitic, o, por supuesto, de la genialidad de un Messi que flota por distintos lugares de la cancha y ya no tiene puesto fijo, pero que en más de un partido tuvo que bajar hasta la mitad de la cancha a buscar la pelota, lo que hace recordar a los tiempos de incomprensión a su juego en la selección argentina.

Tampoco en la portería, el Barcelona puede sentirse absolutamente respaldado. El alemán Ter Steggen, una apuesta a futuro por pertenecer a la escuela de mucha proyección (junto con Neuer, Leno y tantos otros compatriotas) parece mejor jugando con los pies (un requisito para jugar en el equipo azulgrana), no se muestra tan seguro en las salidas en los centros o en determinados remates, y sin embargo, se ha dejado salir al chileno Claudio Bravo al Manchester City.

¿Puede el Barcelona ganar todo en esta temporada? Por supuesto. ¿cómo asegurar que no teniendo a un genio como Messi, o cracks como Iniesta y tantos de los citados en la plantilla?

Pero de lo que no se puede engañar es que muchos de los motivos del éxito pasan por sus enormes cracks, que ocupan buena parte de las posiciones en el campo en el equipo titular, pero pocas veces por el sistema y el mejor aprovechamiento de sus virtudes.


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