En el entorno del Real Madrid, por estas horas,
predominan las sonrisas. No es para menos, no sólo aumentó a dos puntos la
ventaja como líder de la Liga Española, y con un contundente 1-4 al Alavés,
sino que con esta victoria también alargó su invicto en todos los órdenes a
nada menos que 26 partidos, una cifra muy importante desde que cayó por última
vez ante el Wolfsburgo, por la Champions League, el ya lejano 6 de abril
pasado.
Aún lejos de los 39 partidos sin derrotas de hace
pocos meses del Barcelona de Luis Enrique, el segundo de la tabla de posiciones
en la Liga, el Real Madrid de esta temporada se acerca con su invicto al equipo
blanco de la temporada 1988/89 cuando el entrenador era el holandés leo
Beenhakker, que llegó a los 34, para establecer una marca histórica, aunque con
la enorme diferencia de que la plantilla actual pudo ganar la Champions en la
pasada temporada y la de tres décadas atrás, no pudo conseguirlo.
Pocos imaginaban que tras la polémica salida de Rafa
Benítez, y cuando aún hay quienes creen que varios jugadores blancos no lo
ayudaron para salir adelante y superar aquella crisis, su ayudante Zinedine
Zidane iba a salir tan pronto adelante, no sólo ganando la Champions en la
misma temporada pasada que había comenzado tan mal, sino que terminó
acercándose mucho y acechando al Barcelona, a la postre campeón.
Allí comenzó la racha que aún continua ahora con un
equipo que no siempre consigue desplegar un juego a gran nivel ni tampoco una
larga continuidad durante los 90 minutos de cada partido, y es más, atraviesa
por lagunas importantes o descuidos que le cuestan goles como este pasado
domingo en el inicio ante el Alavés.
Pero hay dos cuestiones básicas que están operando
desde hace ya mucho tiempo a favor del equipo: la confianza, que otorga una
gran tranquilidad, y el enorme poder de gol, que redunda en una particular
contundencia y un altísimo promedio de gol por cada avance hacia la portería
contraria.
Pese a que los averages entre los tres primeros
clasificados de la Liga española en las primeras diez jornadas (poco más de un
cuarto del trayecto total) es milagrosamente similar (Real Madrid tiene + 18,
Barcelona +18 y Atlético Madrid + 19), es evidente que al Real Madrid le cuesta
mucho menos esfuerzo la llegada al gol porque no necesita ataques persistentes
para conseguirlo.
Y sumado a este dato, los blancos cuentan con un
banquillo envidiable, más allá del terceto titular (la famosa BBC, Bale,
Benzema y Cristiano Ronaldo), con Marco Asensio, Alvaro Morata y Lucas Vázquez,
que suelen tener continuidad en sus ingresos durante los partidos, y que en la
mayoría de los casos, aprovechan sus momentos para marcar, como le ocurrió al
ex delantero de la Juventus ante el Alavés, pese a no contar con tantos minutos
y cuando fueron pocos los balones que recibió.
Si es por el juego desplegado durante los tiempos de
Zinedine Zidane en el banquillo, no parece posible señalar que los éxitos del
Real Madrid tengan demasiada relación con revoluciones tácticas, ni con la
estrategia en la planificación de cada partido, o por detalles de esos que
logran conseguir tres puntos en alguna maniobra particular.
Todo lo contrario, Real Madrid no ha tenido, en esta
temporada, ni siquiera la chance de conseguir una continuidad en su once
inicial debido a diferentes circunstancias pero en especial, algunas lesiones,
como ahora las de Sergio Ramos o Luka Modric, o al inicio de la temporada, las
de Keylor Navas o el propio Cristiano Ronaldo.
Así como desde que promedió la temporada pasada,
Zidane fue encontrando un equipo titular que se repetía de memoria (para muchos
entrenadores esto es lo ideal, porque se puede trabajar mejor con esta
continuidad), ahora el equipo parece moverse mejor en la soltura de la
tranquilidad de saberse casi imbatible y sin que detrás de la línea de cal, un
entrenador obsesivo vuelva locos a los jugadores con indicaciones constantes.
Si hasta el final de la temporada pasada, Zidane
había modificado sólo el mediocampo haciendo ingresar a Casemiro para adelantar
a Toni Kroos, sacrificando a James Rodríguez y a Isco, el hecho de que ambos se
hayan quedado y que vayan ingresando de acuerdo a la ocasión también ha sido
una ratificación de la confianza del entrenador, aunque claramente apueste por
otros jugadores.
Zidane ha conseguido que cada jugador que debe salir
por alguna razón de fuerza mayor, es reemplazado por otro que rinde en la misma
medida (como ahora sucede con Mateo Kovacevic, Pepe, Morata o Danilo, como
antes ocurriera con Kiko Casilla, Lucas Vazquez o Asensio).
Lo claro es que mucho más que futbolísticas, las
razones de la larga racha de partidos sin derrotas del Real Madrid (20
victorias y 6 empates) pasan mucho más por los aspectos psicológicos: que no
sólo los éxitos tranquilizan sino que el banquillo se encuentre ocupado por
alguien que transmite calma y que como jugador, no sólo lo ha ganado todo, sino
que buena parte de sus triunfos han sido con la camiseta blanca.
Ahora llegan partidos claves que determinarán si se
trata de una racha pasajera, o si hay algún sustento mayor.
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