martes, 24 de abril de 2018

No hubo partido y el Barcelona es otra vez campeón (Jornada)





                              Desde Madrid 


No hubo partido. Todo lo que se habló antes, todo lo que se especuló sobre la relación entre los hinchas del equipo catalán y el monarca Felipe VI, o que el Sevilla siempre estuvo a punto de ganarle tantas veces en los últimos tiempos quedó sumergido en la nada cuando la pelota comenzó a rodar en el reluciente estadio Wanda Metropolitano.

El 5-0 es elocuente, pero vale la pena decir que al margen de la exhibición brindada por gran parte de los jugadores del Barcelona, campeón de la Copa del Rey por cuarto año consecutivo y el que más la ganó en la historia, el equipo de Ernesto Valverde ha jugado uno de los tres o cuatro mejores partidos de la temporada, muy lejos del que hace un mes lo tuvo sufriendo en el estadio Sánchez Pizjuán de los andaluces y si no aparecía ese día la magia de Lionel Messi, con dos goles sobre la hora, habría perdido el invicto.

El Barcelona viene de un duro golpe como fue la sorpresiva eliminación de la Champions League en cuartos de final a manos de la Roma con una ventaja de 4-1 en la ida, pero en cuanto a la dimensión local, está a punto de alcanzar un respetable doblete, invicto en la Liga, campeón con goleada en la Copa.

El partido del Wanda Metropolitano ante un digno Sevilla, que dio la cara hasta el 2-0 que lo hundió y con un 3-0 en contra ya en el descanso (números duros para una realidad que durante los últimos años fue distinta y no tan amplia) pone muchas cosas en su lugar: espanta las versiones de alguna dolencia de Messi porque si algo le duele, con que juegue así el Mundial no es inconveniente, deja lugar a la ovación final a Andrés Iniesta, con gol incluido, reemplazado para los aplausos y reverencias de todo el estadio porque se va al fútbol chino, y por si fuera poco, deja en claro el nivelo de Gerard Piqué, Sergio Busquets y la tremenda vigencia goleadora del uruguayo Luis Suárez.

Luego, sí, viene el folklore, que cómo saludaron los jugadores del Barcelona al Rey en el palco (con la mala suerte del monarca de que desde que asumió, siempre justo los azulgranas fueron campeones), que si se silbó el himno (cosa que fue verdad, y de manera estruendosa) desde la tribuna catalana o un operativo policial muy inflado.

Lo concreto es que si el Barcelona juega así, como esta noche en el Wanda Metropolitano, poco queda para los demás. Messi, con su gol y sus dos asistencias, se dio el lujo de llegar a los 31 tantos al Sevilla en su carrera, e Iniesta cierra su carrera levantando una nueva Copa como capitán, que corresponde a su título 31 (4 Champions, 8 ligas, 6 Copas, 3 Mundiales de Clubes y 3 Supercopas de Europa) con el Barcelona.

No habrá sido el año del Triplete, pero Doblete tampoco está nada mal, claro que si el Real Madrid llega a ganar la Champions, estos títulos pueden llegar a quedar en un segundo plano.


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