En las últimas
horas, el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, manifestó en una
entrevista que aún no parece ser el momento para que los hinchas visitantes
regresen a los estadios argentinos luego de cinco años de prohibición (con
excepción de la Copa Argentina, torneos de verano y copas sudamericanas).
No es para
menos. Lo extraño es que la dirigencia del fútbol siquiera haya creído, hace
escasos meses, que algo de la situación general pudo haber cambiado. Ni cerca
de eso.
Tan solo en
estas horas se produjo el primer fallecimiento de 2018 por violencia en el
fútbol, cuando el barra brava Martín “Chino” Ojeda, recibió un impacto de bala
en la cabeza en un enfrentamiento entre facciones de All Boys, tras un partido
ante Sarmiento de Junín por el Nacional B.
El caso del
asesinato de Ojeda, miembro de la barra brava llamada “La Peste Blanca”, que
formó parte de la ONG “Hinchadas Unidas Argentinas” que viajó al Mundial de
Sudáfrica en 2010, es llevado por la Fiscalía Criminal 45 a cargo de Marcelo
Solimine.
Como el Estado
argentino no tiene datos seguros, recurrimos a la ONG Salvemos Al Fútbol (www.salvemosalfutbol.org) que indica
que desde la primera muerte por violencia, registrada el 30 de julio de 1922 en
un enfrentamiento entre un combinado vasco de visita al país, y otro de las
ligas del Interior, ya son 323 las ocurridas en el país contando la última de
Ojeda.
Si ésta es la primera
de 2018, hubo 6 en 2017, 5 en 2016, 7 en 2015, 18 en 2014 y 15 en 2013.
Pero ésta no es
la única noticia violenta. El pasado sábado, el árbitro Néstor Merlos debió
suspender el partido Colón-Vélez Sársfield a los 21 minutos del primer tiempo,
cuando iban 0-0, a causa de tres bombas que, todo indica, fueron arrojadas por
barras bravas locales a partir del portón 1 de la Tribuna Norte, por donde
ingresan quienes suelen tener 500 entradas de protocolo y se hacen llamar “Los
de Siempre”.
El subsecretario
de Seguridad en Espectáculos Deportivos de Santa Fe, sostiene que ya han sido
identificados cinco individuos que formaron parte de este hecho violento y que
uno de ellos es hijo de uno de los líderes de la barra brava de Colón pero
admite que fue difícil resolver el problema porque las bombas fueron alcanzadas
en bolsas una vez que el partido ya había comenzado y se intentó el “diálogo”
para persuadir, y no resultó…
Lo llamativo es
que la AFA siga sin un plan, más allá de decidir si deben ingresar o no los hinchas
visitantes. Distintos estudios sociológicos al respecto vienen advirtiendo que
esta medida es a todas luces inútil. Si desde 2013 (año de la prohibición de
hinchas visitantes), hubo hasta ahora 52 muertos, significa que hay algo que no
funciona y eso es que hoy, la violencia en el fútbol proviene mucho más de
enfrentamientos internos entre barras bravas por el botín del negocio del club
antes que la excusa del ritual por los colores ajenos.
Pero no sólo
eso: ayer en Paraguay falleció el joven Víctor Rafael Caballero Ferreira, de 21
años, por violencia en el fútbol en el partido entre “18 de Enero” y El
Porvenir de la Liga Luqueña, mientras que en Brasil, finalizó en escándalo el
campeonato paulista ganado por el Corinthians en el nuevo estadio de Palmeiras,
su clásico rival, en Versao.
Corinthians no
pudo festejar con su público, impedido de ocupar las tribunas visitantes por
los hechos de violencia reiterados (es decir, una medida igual a la argentina),
y descontentos con el arbitraje, hinchas violentos del Palmeiras saquearon la
sede de la Federación Paulista de Fútbol tras el partido.
Lo ocurrido en
Paraguay y Brasil no sólo no debería sorprendernos sino que deberíamos tomar
nota de la muy mala influencia del fútbol argentino, desde hace tres décadas,
en el resto del continente, y la fecha de inicio no es casual, sino que
coincide con la llegada de la TV por cable y la necesidad de torneos
continentales más largos y con más equipos para vender más, y con el efecto
masivo de la comunicación, no sólo se exportaron DT que mueven fichitas y
hablan con autoridad aunque luego en muchos casos decepcionen y los dirigentes
locales se den cuenta del efecto del marketing, sino que hasta las barras
bravas y la violencia fueron ganando terrenos en los países vecinos.
El problema no
es la hinchada visitante, sino la voluntad política.
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