Para los hinchas argentinos, comienza el respiro.
Anoche, en Riazor, en el estadio del ahora descendido Deportivo La Coruña, el
Barcelona se consagró campeón de la Liga Española con otra soberbia actuación
de Lionel Messi, quien entonces una vez acabado el Clásico ante Real Madrid del
fin de semana que viene en el Camp Nou comenzará a mentalizarse en el Mundial
de Rusia.
Messi no llega al Mundial de cualquier manera, sino
en una muy buena situación futbolística aunque los rumores –y una versión
periodística que este diario ya dio a conocer- indiquen que en lo físico estará
en un noventa por ciento durante la máxima cita, lo cual, en un caso tan
particular como el de este monstruo del fútbol, hasta podría alcanzarle.
Para tener una idea de la magnitud de la producción
de Messi durante esta temporada, hay que citar que además de ser por lejos el
máximo goleador de la Liga con 32 en 33 partidos jugados, hoy es, por
diferencia de un gol sobre Mohammed Salah, la sensación de Europa, el Botín de
Oro del continente, para totalizar 43 tantos en 51 partidos y un promedio de
0.84 (4 en 6 partidos de Copa del Rey, 1 en 2 de Supercopa de España, y 6 en 10
de Champions League).
Pero lo de Messi no son sólo números. Ha sido el
gran referente del Barcelona tal vez como nunca, más allá de la influencia que
siempre tuvo. Probablemente por la ausencia cada vez más prolongada de Andrés
Iniesta, cuya enorme carrera llegaba al ocaso, el súper crack rosarino tuvo que
hacerse cargo de la creación de su equipo, tomando en cuenta la intempestiva
salida de Neymar al PSG, la lesión inesperada de Ousmane Dembélé, un fichaje
carísimo, y que Philipe Coutinho no podía jugar la Champios porque ya lo había
hecho en esta temporada con la camiseta del Liverpool.
Si bien muchos medios locales alabaron en demasía al
entrenador Ernesto Valverde, no creemos que haya sido del todo así, al punto de
que ha sido el principal responsable, con un planteo fallido en el Olímpico de
Roma, de una de las más escandalosas (siempre desde lo futbolístico)
eliminaciones del Barcelona de una Champions al llegar a la revancha con una
ventaja de 4-1 y siendo un plantel muy superior al de la capital italiana.
Al contrario, Valverde no supo encontrar un esquema
más ofensivo desde los problemas con que se encontró, que desde ya que fueron
ajenos a él, pero por momentos el Barcelona llegó a jugar muchos partidos con
un solo punta, el uruguayo Luis Suárez (también de gran temporada, aunque no la
había iniciado bien), y con Messi, Iniesta y el resto de los volantes llegando
desde atrás y con el lateral Jordi Alba oficiando de puntero izquierdo ante la
falta de un delantero en ese lugar.
Pero fue la Liga de Messi porque el mejor jugador
del mundo apareció siempre que se lo buscó para salvar al equipo, como aquel
día del Sánchez Pizjuán, cuando el Barcelona perdía inexorablemente su invicto,
quedaban pocos minutos y Messi ingresó como suplente para generar el “milagro”
del empate 2-2 cuando la diferencia era de 2-0.
Un Messi más maduro, bien rodeado del medio hacia
atrás aunque sin tanta compañía arriba se las arregló perfectamente para darle
el título invicto al Barcelona, el séptimo de las últimas diez ligas y el
doblete, al ganar también la Copa del Rey en una nítida definición ante el
Sevilla (5-0) en el Wanda metropolitano de Madrid.
La gran noticia, entonces, es que este Messi, el de
los 1023 goles en 1130 partidos entre oficiales y no oficiales en su carrera,
con un promedio de 0.91, casi inhumano, es el que dentro de pocos días encarará
uno de sus grandes retos, acaso el único importante que le queda en su
increíble carrera de 32 títulos con el Barcelona: el de ganar un Mundial.
A Messi le queda un solo partido de cierto valor
antes de cerrar la persiana de esta etapa barcelonista y comenzar la de la
selección argentina: el Clásico contra Real Madrid por la Liga del 6 de mayo
próximo. Ya no hay nada de importancia en juego salvo el honor de defender el
invicto en el torneo y como contexto de los festejos del doblete y el homenaje
a Iniesta en el último partido ante los blancos de su vida jugando para el
Barcelona.
Por lo demás, en pocos días se inicia esta nueva
ilusión para Messi y para tantos argentinos. La pregunta es si este Messi
pletórico puede ganar el Mundial con el equipo que actualmente tiene la
selección argentina. Si el genio de Rosario será capaz, tal vez, de que partido
a partido haga lo que aquel día en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla y
desenfunde la varita mágica. ¿Alcanzará con eso?
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