En estas últimas
horas se conoció un muy duro, así como extemporáneo y no del todo bien escrito comunicado de la AFA contra la Superliga por aquello de la superposición de las cuatro
fechas (17 a 21) del torneo oficial actual de Primera División del fútbol
argentino con el Torneo Preolímpico de Colombia, que genera un conflicto de
intereses entre los clubes y la selección nacional, como producto de la eterna
improvisación del balompié nacional.
La pregunta
sería por qué ahora, y no durante todos estos meses, desde que a principios de
agosto pasado los clubes consensuaran el calendario con la Superliga. ¿Por qué,
a pocos días de comenzar el Preolímpico, y con el pescado ya casi enteramente
vendido, y con la lista definitiva ya confirmada, los clubes protestan por las
fechas y piden un cambio y atrasar una semana el reinicio del campeonato oficial?
Por una sencilla
aunque molesta razón: porque recién el pasado 10 de diciembre se produjo un
cambio de poder en el país, con el triunfo del peronismo, y al mismo tiempo, en
el club más rico y poderoso, Boca Juniors, con la caída doble en desgracia de
quien fuera el “Hombre Fuerte” del macrismo en el fútbol (y no sólo en él, por
supuesto), Daniel Angelici.
La idea de la
conformación de la Superliga, ya lo dijimos en nuestro libro “AFA, el fútbol
pasa, los negocios quedan” (2016) nació contra natura, y como intento de los
grandes intereses (especialmente de los derechos de TV aunque no sólo) por
separarse y manejar los negocios a su antojo, tratando de copiar el esquema del
fútbol español, que como tantas veces insistimos, es inviable para estos lares.
Partimos de la
base de que el presidente de la Liga de Fútbol Profesional español (LFP), el
franquista y vendedor de peces de colores Javier Tebas Medrano, sólo pudo pisar
suelo futbolero argentino una vez que muriera Julio Grondona porque antes
estaba absolutamente vetado por haber estado enfrentado por años al “Don Julio”
transoceánico, Ángel María Villar, casi un hermano mellizo del ex cacique de
Sarandí.
Beneficiado
incluso por la propia caída de su acérrimo enemigo, que tuvo que pagar una
fianza para salir de la cárcel por corrupción y hacer lo propio con su hijo
Gorka (también abogado y gracias a los oficios de “Don Julio”, incrustado por
años en las finanzas de la Conmebol donde llegó a cobrar por año más que clubes
como Nacional o Peñarol), Tebas Medrano cruzó el Atlántico, y llegó a nuestras
costas a vendernos que el fútbol argentino podía emular al rentable balompié
español si conformaba una estructura aparte y dejaba a la AFA con la selección
nacional y las categorías menores de ascenso, cosa que ocurrió.
Muchos
dirigentes, entonces, miraron la idea de reojo. Porque la mayoría de los clubes
argentinos, sociedades anónimas sin fines de lucro, cumplen funciones sociales
que los españoles ni imaginan, y eso, en gran parte, se sostiene gracias a lo
que reditúa el fútbol, pero sólo Mario Gianmaría, presidente de la Asociación
Rosarina, pudo advertir que el documento que los clubes firmaron no había sido
siquiera leído y que muchos estamparon su rúbrica sin saber de qué se trataba,
tanto como en los años noventa firmaron otro a los Torneos sin Competencia de
la misma forma.
Si al
conformarse la Superliga por fuera de la AFA, para Claudio Tapia, el nuevo
presidente desde 2017 tras la intervención de FIFA-Conmebol, resultó un alivio,
porque eso le implicaba desligarse de los asuntos domésticos de primer orden,
eximirse de las críticas y poder viajar para ampliar su radio de contactos y
tratar de insertarse en la política internacional del fútbol con los asuntos de
la Selección, todo cambió desde el pasado 10 de diciembre.
Los clubes, en
el fondo, y la AFA, aunque con más dudas, nunca tragaron la idea de mudarse a
Puerto Madero y dejar el viejo edificio de Viamonte, por más vaciado que
hubiera sido con el Grondonato. Es como con los intermediarios en los pases.
¿Dos clubes necesitan de un tercero para concretar la compra o venta del pase
de un jugador? Lo mismo podría preguntarse de la Superliga. ¿En serio que la
AFA necesita un organismo intermedio en su relación con los clubes? Desde ya
que no, y lo saben todos.
Es por eso que
recién desde el 10 de diciembre, el nuevo presidente (y ex vicepresidente) de
San Lorenzo, Marcelo Tinelli, osó quejarse del calendario en un tweet, cuando
su club es protagonista de la Superliga, y su nuevo mandatario, que llegó a
burlarse de la acción de Jorge Capitanich cuando rompíó en público un diario “Clarín”
y apareció riéndose en una visita al entonces presidente Mauricio Macri, ahora
forma parte de la comisión de lucha contra el hambre, más cerca del presidente
Alberto Fernández. ¿No cambió nada en el medio para este súbito cambio de
opinión del conductor televisivo?
Ni hablar del
nuevo presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, más cerca de Fernández que de Macri
(no tanto por él sino por otros dirigentes que lo rodean y que tuvieron
históricamente peso político interno), quien dijo con claridad que no puede
haber una conducción con dos cabezas, lo que traducido al castellano futbolero,
implica que debe haber una sola, o sea…la AFA.
Y tampoco hace
falta reparar en el cambio de discurso de otro dirigente con peso en la
Superliga y como San Lorenzo, nulo en la AFA, el presidente de River, Rodolfo D’Onofrio,
que pasó de ser opositor a la comisión directiva de Tapia, a callarse respecto
de esta tensión entre Viamonte y Puerto Madero, cuando se sabe que está más
cerca de Fernández que de Macri. ¿Casualidad? De ninguna manera. Como tampoco
que Independiente (Hugo Moyano) se alinee con el movimiento de retorno a
Viamonte.
Lo que sucede,
entonces, es que desde los clubes y la AFA leen la realidad y entienden que con
los cambios políticos nacionales y la caída de Angelici y de Macri, llegó el
momento de “volver a la normalidad” y terminar con un invento del sistema, el
negocio y los poderosos medios de comunicación para regresar al redil del que
nunca debieron irse y es más, aprovechar para revisar los contratos de derechos
de TV, que siguen siendo bajos y mal explotados por los mismos de siempre
(porque por más que se vista de seda con el nombre de ciertos medios nuevos que
parece que juegan distinto, los que mueven los hijos son los de siempre, los
involucrados en los sobornos del FIFA-Gate).
Esto recién
comienza y se conoce bien a la mayoría de los dirigentes del fútbol argentino,
capaces de decir una cosa hoy y hacer otra esta misma noche o mañana a la
mañana. Por eso Tinelli primero dijo que no cedería a sus jugadores al equipo
olímpico, luego sí, para pasar enseguida a pedir un cambio de fechas de reinicio
del torneo. O por eso se pautó cuatro descensos para cambiar en el camino a
tres.
Esto recién
comienza, pero la virulenta carta de la AFA contra la Superliga, no casualmente
escrita por Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la presidencia de la AFA,
se parece mucho a aquella del año pasado en el final de la Copa América de
Brasil contra la Comisión de Arbitraje de la Conmebol, que tantos problemas
regionales le trajo a Tapia, al punto de perder la representatividad de la
entidad ante la FIFA, y que obligó a redoblar esfuerzos diplomáticos por
revertir tamaño desastre.
Nada es casual,
entonces. Como siempre, el fútbol en la Argentina se sigue moviendo al compás
del poder político nacional. Otra vez sopa. Y esto recién comienza.
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