Con la semifinal
de hoy entre el Real Madrid y el Valencia, comenzará a disputarse la Supercopa
de España, con un nuevo formato de cuatro equipos (los otros dos, Barcelona y
Atlético Madrid, jugarán mañana por la otra llave con miras a la final del
domingo), y que se disputará en Yeda, la segunda ciudad de Arabia Saudita, en
medio de enormes polémicas por el trato que reciben las mujeres en este país, y
que la Real Federación Española, que recibió 120 millones de euros para que
este torneo se juegue en los próximos tres años, trata de apaciguar aduciendo
que el fútbol puede ayudar a cambiar las cosas y lo justifica desde que las
mujeres podrán asistir a los partidos de la misma forma que los varones.
A tono con otros
países árabes como Qatar o Emiratos Árabes, Arabia Saudita y sus petrodólares
se fue sumando a la posibilidad de albergar toda clase de competencias
deportivas, como el Dákar, el combate de boxeo entre los pesos pesados Anthony
Joshua y Andy Ruiz Jr, el amistoso de fútbol entre las selecciones de Argentina
y Brasil, la Supercopa de Italia entre la Juventus y el Lazio, el nuevo Saudí
Tour de ciclismo, organizado por ASO, el mismo del Tour de Francia, y la
Fórmula E (coches eléctricos), en la que la FIA dispuso colocar una fecha en el
organigrama de la competición y se llevó a cabo por primera vez el 15 de
diciembre de 2018 en Al Diriyah, una localidad vecina a Ryad, la capital del
país, y en 2019 abrió el Mundial en noviembre.
El ministro de
Deportes saudita, Abdulaziz Bin Turki, se defiende afimando que su país “no es
como hace diez años. Hemos cambiado muchas cosas. Hemos conservado nuestra
cultura privada pero queremos avanzar hacia un país más moderno”.
Sin embargo, se
critica al reino de Salman bin Abdulaziz desde las organizaciones de Derechos
Humanos porque creen que no pretende otra cosa que blanquear la oscura imagen de
su régimen, que estuvo en la miura mundial tras el descuartizamiento del
periodista Jamal Kashoggi en el consulado saudita de Estambul.
En marzo de este año,
por primera vez en su historia, el Consejo de Derechos de la ONU reprobó a
Arabia Saudí. Treinta y seis países, entre ellos los 28 miembros de la Unión
Europea, secundaron la condena del autoritarismo del régimen. Amnistía
Internacional, además de «la discriminación que
sufren las mujeres», condena el largo historial de
vulneraciones de derechos humanos en Arabia Saudí, «su participación en la guerra de Yemen, el
uso extendido de la pena de muerte o de la tortura y otros malos tratos a personas
detenidas».
“Poderoso Caballero es
Don Dinero”, como escribió Francisco de Quevedo hace poco más de cuatro siglos,
las críticas a la Real Federación Española de Fútbol de haber aceptado los 120
millones de euros para jugar en las próximas tres temporadas la Supercopa de
España en Arabia Saudita desde la prensa española, sumaron esta actividad a la
de otras empresas del país que ayudaron a la implementación del tren de alta
velocidad a La Meca, la construcción de líneas de metro en Ryad, la venta de
armas, o la construcción de oasis urbanos en medio del desierto, que suelen ser
llamados con cinismo “intereses estratégicos”, así como los estrechos lazos del
anterior rey Juan Carlos I con aquel país.
Pero la polémica
también pasa por la forma de decidir la clasificación de los equipos para
participar de esta Supercopa, porque si siempre la jugaron el campeón de la Liga
(en este caso, el Barcelona), y el campeón de la Copa del Rey (el Valencia), se
decidió que los otros dos participantes fueran el Atlético Madrid y el Real
Madrid, segundo y tercero de la Liga pasada, dejando afuera al Betis, que fue
semifinalista de la Copa con mejor diferencia de gol que el Real Madrid. Ya el
negocio se había impuesto a la deportividad cuando tras ganar el Barcelona la
Liga y la Copa en 2015, debió jugar contra el finalista de la Copa del Rey,
Athletic de Bilbao en vez de ganar la Supercopa de manera automática, y los
vascos se quedaron con el título.
No obstante, además de
la polémica por el modo de elección de los dos restantes participantes de los
cuatro finales en Arabia Saudita, se abrió otra por la forma de repartir el
dinero. De los 40 millones de euros para esta temporada, seis irán para Real
Madrid y Barcelona, tres para el Atlético Madrid y dos para el Valencia, que
fue el único de los cuatro que se quejó, porque se terminó privilegiando lo que
vende cada uno y no el mérito deportivo.
Sumado a todo ello,
entre los cuatro clubes no pudieron llegar a los mil aficionados que viajaron a
territorio árabe. Se calcula que para alentar a sus equipos, cada uno de los
hinchas debió pagar alrededor de tres mil euros, y en más de un caso, fueron
los propios clubes los que se terminaron haciendo cargo de comprarles las
entradas.
La Real Federación
Española infirmó al respecto que ya se vendieron las 62 mil entradas para la
segunda semifinal del jueves entre Barcelona y Atlético Madrid y que faltaban
10 mil para completar el aforo del Estadio de la Ciudad Deportiva Rey Abdullah,
en Yeda, sede del torneo.
“Estamos a favor del
nuevo formato, pero totalmente en contra de que se dispute fuera de España. A
nuestro entender, la fiesta del fútbol, donde compiten los cuatro mejores
equipos en las competiciones de la temporada anterior, no debe sustraerse a sus
aficiones”, afirmó la agrupación española Aficiones Unidas, que además, no
podrá ver en acción a jugadores como los barcelonistas Marc Ter Stegen, Ousmane
Dembélé y Arthur, los madridistas Karim Benzema, Gareth Bale y Eden Hazard, o
los valencianistas Gonzalo Guedes y Rodrigo Moreno, ausentes de la competición.
La Supercopa ya se jugó
en Marruecos en 2019, cuando salió por primera vez del territorio español, y en
la última década fue ganada seis veces por el Barcelona, dos por el Real
Madrid, y una por el Atlético Madrid y el Athletic de Bilbao.
Y por si faltaba alguna
polémica más, tampoco es gratuito que el presidente de la Federación Española, Luis
Rubiales, haya aceptado una oferta del exterior para jugar allí la Supercopa
Española cuando vino negando a rajatabla cualquier intento de la Liga de Fútbol
Profesional (LFP), a cargo de su gran adversario Javier Tebas, para disputar
partidos de Liga en Miami. Ya lo intentó sin éxito con el Girona-Barcelona en
la temporada pasada y en el Villarreal-Atlético Madrid en la actual, en partido
organizado por la empresa Relevant, y con la oposición no sólo de la RFEF sino
del Real Madrid y del Barcelona. Sostuvieron que debía ocuparse de todo el
Villarreal, local, y no una empresa privada.
Finalmente, el juzgado
en lo comercial número 12 de Madrid, a cargo de Moisés Guillamón, no hizo lugar
a la cautelar presentada por la LFP y no se pudo trasladar el partido a Miami,
aunque el argumento de los que se oponen es que tratándose de un partido de
liga, y con el abono de entradas de local para toda la temporada ya vendido, no
jugarse en la sede prevista podría tratarse de fraude.
Y otro nuevo
problema fue la emisión de los partidos por la TV porque desde Arabia Saudita
se avaló un pirateo masivo de la señal de los derechos de LaLiga TV, el canal
español, para todo Oriente próximo a
través de un canal saudí. La Televisión Española estatal TVE, que habitualmente
emitió las imágenes de este torneo, esta vez las rechazó por el motivo de
incumplimiento de los Derechos Humanos en el país asiático.
En cambio, en el caso
de la Supercopa de España, el presidente de la RFEF, Rubiales, trata de equilibrar las críticas hacia la
desigualdad en los derechos y el maltrato hacia la mujer en Arabia Saudita con
lo de su acceso “sin restricciones” a los partidos y que la RFEF y la
Federación Árabe anunciaron un acuerdo para la puesta en marcha de una
competición de fútbol femenino en Arabia. “El fútbol es fundamental para abrir
fronteras, mejorar las sociedades. Se puede utilizar como bloqueo o como
elemento de cambio, y la Federación ha optado por lo segundo”.
Recién en 2018
se levantó la prohibición a las mujeres de asistir a partidos y conciertos. Uno
de los que se quejó es Carlos de las Heras, vocero de Amistía Internacional en
España, con cuatro razones para que la Supercopa no se lleve a cabo en Arabia
Saudita: “Se jugará en un país que lidera la guerra contra Yemen, con más de cien
mil muertos, que permite las ejecuciones, muchas de ellas en plazas públicas,
que vulnera la libertad de expresión, y que mantiene a las mujeres desde
décadas sometidas a las leyes represivas”.
De las Heras
cuenta su estupor porque ahora las mujeres se van a poder mover libres por los
estadios cuando “hay mujeres en las cárceles por oponerse, aunque ahora ya se
les permite, a la negativa de conducir solas, aunque siguen necesitando la
tutela de un varón para realizar la mayoría de los trámites. Por ejemplo, no se
pueden casar o trabajar sin autorización masculina, y en términos deportivos,
entrenarse o practicar deportes”
Cabe recordar que todas
las mujeres del reino tienen un 'wali' o guardián hombre (generalmente padre,
hermano o marido) y necesitan su consentimiento para numerosas actividades de
su vida, incluido casarse o vivir solas. También en la calle son sometidas a la
policía religiosa, encargada de velar por el respeto a un código de
indumentaria.
Mar Más,
presidenta de la Asociación de Mujeres para el Deporte Profesional (AMDP) fue
todavía más allá y pidió una intervención urgente del Consejo Superior del
Deporte (CSD) para que cancele la propuesta de la RFEF. “No es serio que sólo
nos preocupemos en que ahora la mujer saudí pueda acudir a los estadios de
fútbol sin estar, como hasta ahora, en una zona restringida. Si fuera el CSD,
habría parado la iniciativa de forma inmediata y no habría dejado que
disputaran allí la Supercopa a cambio de 120 millones de euros”.
"Yo me pregunto,
por ejemplo, ¿qué pasaría si los partidos de la Supercopa en Arabia los pitasen
mujeres? Ellas no pueden ser ciudadanas de quinta. Y también, ¿qué va a pagar
el aficionado para ver esos partidos en directo con el dineral que ha costado
trasladar la competición?", insiste Mas, de la Asociación de Mujeres para el Deporte
Profesional.
Sin embargo, sí
se pronunció Unidas Podemos, socio del triunfante PSOE en las elecciones y que
acaba de ser ratificado en el Congreso para formar gobierno en España. “Los
intereses de la Federación por explotar otros mercados en ningún momento
deberían justificar trasladar un evento como la Supercopa a un país que vulnera
los Derechos Humanos, porque, además, se han abierto las puertas para que estos
países naturalicen sus regímenes a través del fútbol”, afirma Sofía
Castellanos, secretaria de Feminismo de Podemos y diputada por Asturias.
“Nosotros
impulsamos una propuesta del Parlament, que aprobó por mayoría instar al
gobierno del Estado a preocuparse por la vulneración de los derechos de la muer
en Arabia Saudita, por lo que ahora es sorprendente que se juegue allí
atendiendo sólo a motivos económicos”, sostiene Susanna Segovia, diputada del
partido “Barcelona en Común”, en el Parlamento catalán.
La Asociación
Deporte y Diversidad (DyD) también puso el grito en el cielo “porque Arabia
Saudita es uno de los seis países que hay en el mundo que condena con pena de
muerte a personas homosexuales. El señor
Rubiales se ha olvidado del colectivo LGTBI (lesbianas, gays, bisexuales,
transgéneros e intersexuales), porque un futbolista gay vería su vida en
peligro al participar de la Supercopa”, dice David Guerrero, presidente de la
entidad.
A propósito de
esto, mañana habrá una protesta de Amnistía Internacional ante la embajada de
Arabia Saudita en Madrid y los activistas posarán ante la puerta como si fuera
un equipo de fútbol para pedir la libertad de Loujaini al-Hatoul y otras
mujeres activistas que permanecen detenidas en territorio árabe desde marzo de
2018 y reunieron 10.000 firmas.
“El negocio del fútbol
es exprimido por personajes insaciables, capaces de estrechar lazos con países
con leyes retrógradas, premedievales, bañadas en petróleo, perfumadas en
pólvora. Cuando hayan pasado los fastos
supercoperos, el autoritario régimen del “kufiyya” seguirá pisoteando derechos.
Ven, Capitán Trueno”, escribió el columnista Iosu de la Torre en “El Periódico
de Barcelona”.
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