Anya Taylor-Joy,
la actriz nacida en Miami pero criada en la Argentina, a la que viaja en cada
fin de año para las fiestas, y que brilla en la serie de Nétflix “Gambito de
Dama”, es la hija de un argentino-escocés campeón mundial y sudamericano de
motonáutica de los años Ochenta, Dennis Taylor, en tiempos en los que se
destacaba en la actividad el embajador en Brasil y ex vicepresidente y
gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Taylor-Joy, de
24 años, dice ser “de lugares
diferentes” cuando le consultan de qué nacionalidad es, pero vivió en sus
primeros años en la Argentina junto a sus cinco hermanos, cursó en el
tradicional colegio Nothlands, habla a la perfección el castellano con acento
argentino y suele decir que sus comidas favoritas son las empanadas y los
churros de dulce de leche.
Es una de las actrices
protagónicas de “Gambito de Dama”, de Scott Frank y Allan Scott, basada en el
libro homónimo del legendario novelista Walter Tevis, publicado en 1983, donde
interpreta a Berth Harmon, una niña huérfana que termina siendo una prodigio
del ajedrez, aunque la serie de Nétflix abarca
otros temas como la superación constante o las adicciones.
Si la madre de
Anya Taylor-Joy es hija de Jennifer Marina, una anglo-española que se crió en
Zaragoza (de donde es originaria su abuela), y cuando conoció a su marido, el
motonauta y banquero argentino-escocés Dennis Taylor, ambos decidieron irse a
vivir a Buenos Aires. La actriz contó en varias entrevistas que aprendió a
hablar inglés a sus ocho años y que debido a su experiencia en varios países,
se define como dueña de un acento “raro”.
Más tarde se
mudó a Londres, donde estudió en el colegio elitista “Hill House” y uno de los
rastreadores de la agencia “Storm Model Management” la descubrió y convenció
para que se iniciara en el mundo de la moda y luego de varios años en
diferentes campañas, un actor la escuchó recitar un poema y le aconsejó que
fuera actriz. Tras algunos castings, finalmente se estrenó con un papel
secundario en la serie de TV “Vampires Academy” hasta que llegó su gran debut
en el cine en la película de terror “La Bruja”, dirigida por Robert Eggers, en
2015.
A partir de
allí, llegó a filmar en dos años hasta siete películas de distinto género y con
personajes muy diferentes como en la nueva versión de “Emma” de Jean Austen,
que se estrenó a fines de octubre en España, o ahora, relevando a Charlize
Theron para interpretar a “Imperator Furiosa”, el personaje de ciencia ficción,
como protagonista de “Mad Max: Fury Road”.
Lo cierto es que
mientras Taylor-Joy desarrollaba su niñez en Buenos Aires, su padre Dennis y su
tío Juan, competían en el más alto nivel de la motonáutica argentina, en Off
Shore, y Dennis llegó a ser campeón mundial en 1987 y 1988, así como campeón
sudamericano en 1982, 1986 y 1988, en distintas categorías, en tanto Juan Taylor
fue campeón mundial en 1978.
Sin embargo,
algunos éxitos de Dennis Taylor de esos años se vieron opacados por otros de
Daniel Scioli, cuyas competencias se transmitían por Canal 9 (el padre de
Scioli era socio de Alejandro Romay en esa emisora) y era habitual escuchar
relatos del periodista Enrique Moltoni, en el programa “Nuevediario” gritando
“¡Pasó, pasó a la punta el catamarán “Frigidaire Turbo” de Alba.! Ganó Daniel
Scioli, espectacular, esto ya supera lo que hizo (Carlos) Reutemann”. El
acompañante de Scioli en el Campeonato Argentino fue un joven de 16 años, Leandro
Larrosa, hijo de Horacio Larrosa, productor del noticiero del canal.
“Tengo un gran
afecto y mucho respeto ´pr Dennis Taylor, un fuera de serie. Gracias a su
generosidad, pude integrar, una vez que él se retiró, el equipo Malboro”,
afirmó Scioli, actual embajador argentino en Brasil, en diálogo con Infobae.
“Taylor es una persona de excelencia y de una gran calidad humana. Lo recuerdo
meticuloso, organizado. Cuando dejó de correr, me ayudó con mi lancha “La
Argentina” y hasta competimos juntos en la Venecia-Montecarlo. Fue una semana
inolvidable. Es un señor”.
El ex
vicepresidente, por ese tiempo, escribía una columna en “Clarín” y “La Nación”
y “El Gráfico” le otorgaban un importante espacio a la competencia, y si una relación entre motonáutica y ajedrez
es la de Any Taylor-Joy y su padre Dennis, otra es la de éste y otro de los
protagonistas de la época, Scioli, cuyo jefe de prensa era un ajedrecista,
Miguel Ángel “El negro” Quinteros. “Yo
soy un fanático del ajedrez, tengo pasión por este juego y lo promociono todo
lo que puedo como valor educativo, táctica, estrategia y administración del
tiempo, y por eso, es una doble alegría saber que la hija de Dennis se destaca
mundialmente en una serie que se refiere a esta temática”, resaltó, al tiempo
que sostuvo que “no me extraña este éxito de la hija porque tanto él como su
mujer eran de un excelente nivel cultural”.
Si Scioli fue
campeón mundial en 1992 y 1997, también lo fueron otros argentinos de esa misma
época como Héctor Boniface (1991), Armando Perales (1990), Franco Sant Elía
(1990), Santelia Bridas (1989), mientras que Taylor lo consiguió en 1987 junto
con Oscar Rodríguez en Off Shore Clase III 4 litros y en 1988 junto a Juan
Eduardo Ferreyra en Clase III 6 litros, Clase 3S), y también fue campeón
sudamericano en 1986 en Clase III 4 litros y en 1982 y 1988 en Clase III 6
litros.
En 1988. Cuando
ganó por segunda vez el título del mundo, Taylor competía con una nueva
embarcación, un Cougar Marine construido por José Cordó, de 8,40 metros de
eslora y 2,40 metros de manga, aunque con los mismos motores EFI de inyección
electrónica de 240 HP cada uno. Contaba con el auspicio de “Marlboro”, que fue
la empresa de distribuir imágenes de su triunfo, y ya acumulaba una decena de
récords mundiales de velocidad en quince años de trayectoria. Este logro le permitió ganar a fines de año el
“Olimpia de Plata”, superando a Daniel Scioli, frecuente ganador del galardón
en ese tiempo.
Un año antes,
cuando ganó el campeonato mundial de 1987, su compañero de equipo, el también
argentino Oscar Rodríguez, asumió hasta dónde podían llegar sus posibilidades
económicas y dijo que “si en la Clase III surgiera el profesionalismo no
tendríamos nada que hacer porque nos faltaría hasta para empezar. En la Clase I
de hasta 16 litros, el dinero es ilimitado y ya empezó a poner sus leyes, como
el caso de Stefano Casiraghi, el marido de Carolina de Mónaco, que a pesar del
respaldo de los bancos del principado no alcanza a terminar una carrera porque
siempre rompe el motor”.
“No había pica
entre nosotros cuando competíamos- aclara Scioli, quien dice estar ahora “en
otra carrera, aquella fue una hermosa etapa de mi vida que ya pasó”- porque
Dennis era un competidor formidable. Y eso que corríamos a 200 kilómetros en el
agua, pero él era de una profesionalidad y de una prolijidad absoluta. Fue uno
de los pioneros de la motonáutica en la Argentina”.
Para ese
entonces, la revista “El Gráfico” describía al ambiente del Off Shore como
“Príncipes hastiados, mujeres hermosas, millonarios aventureros, sponsors
atrevidos, pilotos ambiciosos, guerras secretas y públicas, nombres célebres
que están dejando de serlo, desconocidos capaces de matarse por ser célebres”.
Al año
siguiente, en 1988, Taylor volvió a consagrarse campeón mundial en una
competencia de tres días de regatas y compitiendo contra otras trece
embarcaciones en una categoría cuya paridad estaba fijada por la cilindrada
máxima establecida en los 6 litros y la exigencia de que los motores utilizados
fueran de serie, con una producción mínima de mil unidades.
Taylor se
consagró en Messina, Italia, junto a su copiloto Juan Eduardo Ferreyra al sumar
927 puntos al cabo de tres jornadas de competencia a bordo de la “Marlboro 5”,
una embarcación construida con material de terciado marino, con os triunfos
espectaculares en las dos primeras jornadas, sumando 800 puntos y asegurándose
prácticamente el campeonato, al que accederían con el solo hecho de cumplir el
recorrido en el tercer día y además, era necesario que su inmediato
perseguidor, el italiano Atilio Cavallieri, resultara ganador de la prueba. Sin
embargo, el domingo, en la jornada final, hubo una tempestad y ya el objetivo
no parecía tan seguro, especialmente cuando la embarcación de los argentinos
pinchó una gigantesca ola, se hundió un metro, y al salir, se encontró con la
novedad de que el copiloto Ferreyra no tenía el casco y además, en un estado de
conmoción que le llevó unos cinco minutos de recuperación y la reglamentación
indicaba que la falta de casco ya era motivo para la descalificación y por esta
razón, perdieron unos veinticinco minutos buscando el casco, mientras Taylor
apareció con un hematoma cerca del ojo derecho. Pero terminaron venciendo.
Taylor, además,
llegó a ser el titular de la Cámara de Comercio Argentino-Británica.
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