Auto definido
como “un ser humano perfectamente imperfecto”, el colombiano René Higuita fue
considerado oficialmente como el mejor arquero sudamericano del siglo XX, dejó
su marca registrada con el “Escorpión”, votado como la mejor jugada de la
historia del fútbol y fue amigo del narco Pablo Escobar, lo que terminó en su
encarcelamiento por nueve meses, además de haber sido fundamental en la
obtención de la Copa Libertadores 1989 por Atlético Nacional de Medellín y
llegó a ser culpado cuando un grave error suyo posibilitó la eliminación de su
selección en el Mundial de Italia 1990.
El Instituto de
Historia y Estadísticas de Fútbol (IFFHS) lo consideró como el mejor arquero
sudamericano del siglo XX en 2004, y si hubo una marca que dejó Higuita para la
posteridad fue la jugada llamada “El Escorpión”, en ocasión de un partido
amistoso en Wembley entre Inglaterra y Colombia el 6 de septiembre de 1995, que
según el portal Footy-Boots, se trata de la mejor jugada de la historia del
fútbol tras imponerse con el 20 por ciento de los votos en una encuesta entre
el público para cotejar momentos recordados de cracks como Diego Maradona,
Pelé, Jihan Cruyff, Ronaldinho, Zinedine Zidane o Ronaldo Nazario.
“Me dieron ese premio por encima de Ronaldinho y
Ronaldo. Fue allá en Francia, en aquella premiación, donde me hice amigo de
Ronaldinho. Allá hay como un camino de las estrellas donde hay que colocar los
pies. Un periodista me dio la idea de que además pusiera una mano y así quedó”,
contó Higuita sobre la ceremonia sobre aquella jugada para la historia que se
produjo a los 21 minutos de ese partido, y que eclipsó por completo el 0-0
final.
Pero Higuita
dejó otras marcas en el fútbol mundial. Tras su participación en el Mundial
de Italia 1990, una jugada suya inspiró
a la FIFA a cambiar la norma del pase atrás al arquero para que juegue con los
pies sin usar las manos, al punto
que después de la modificación, a esa regla
se la llama “Ley Higuita”. “Con todo el respeto y el cariño, esos grandes
jugadores tipo Maradona, Pelé y Messi no han hecho cambiar los estatutos de la
FIFA, y llega un colombiano y lo logra”, destacó. Sus actuaciones tratando
siempre de salir jugando con la pelota en sus pies derivaron en que en uno de
los tradicionales congresos de directores técnicos en Coverciano, Italia, en
1990, se empezara a hablar del “arquero-líbero” y se llegó a la conclusión de
que era necesario impulsar el uso de los pies en los arqueros y eso derivó en los
cambios reglamentados desde la International Board (IB).
También Higuita
es reconocido como parte fundamental de una generación de futbolistas que
cambió la historia de Colombia junto a Carlos “El Pibe” Valderrama, Freddy Rincón,
Adolfo “Tren” Valencia, Faustino Asprilla y Leonel Álvarez, entre otros, y
ocupa el quinto lugar entre los arqueros más goleadores de la historia con 44
tantos oficiales, sólo por detrás de Rogerio Ceni, José Luis Chilavert, Dimitar
Ivankov y Jorge Campos.
Si lo apodan
“Loco” no es sólo por el fútbol y su intento de jugar más que atajar, sino
también por su amistad con el líder narco Pablo Escobar y su paso por la cárcel
durante nueve meses, que matizaron su gran carrera en las canchas. El 30 de
junio de 1991 visitó a su amigo en la prisión de La Catedral, lo que provocó un
enorme escándalo mediático y casi dos años más tarde, el 5 de junio de 1993,
fue detenido tras una investigación de la Fiscalía por ser mediados en la
liberación de la hija de Luis Carlos Molina Yepes –uno de los más grandes
lavadores de dinero del Cartel de Medellín-, que había sido secuestrada el 30 de
abril de ese año.
José René
Higuita Zapata nació en Medellín el 28 de agosto de 1966. Hijo de madre
soltera, María Dioselina Higuita, la perdió siendo un niño, aunque llegó a
preguntarle si jugar al fútbol como profesión era lo correcto. “Ella quería que
yo estudiara medicina porque los padres, lo único que quieren dejarles a los
hijos es la educación y mi madre no se imaginaba que yo tenía un potencial para
el fútbol así que con lágrimas en los ojos me dijo ‘tome usted la decisión’”.
Al morir la
madre, fue criado por su abuela. “Ella se negaba a que yo jugara por la muy
difícil situación que vivíamos porque desde niño estuve prácticamente obligado
a trabajar y ella me decía ‘Mejor, vaya a vender El Colombiano’ y yo vendía
diarios, globos o gorras. Lo hice entre mis 9 y 10 años. Me iba desde el barrio
Castilla hasta el 12 de Octubre y aunque a veces los vendía todos, yo volvía
con la ropa sucia de jugar al fútbol y a ella no le gustaba y me decía ‘deje de
jugar y agarre algún oficio’ pero seguí y de a poco no sólo me fui metiendo
sino que ella comenzó a verme en periódicos, en la TV regional y en la
selección de Antioquía”, le dijo al periodista Mauricio Silva Guzmán de la
revista “Bocas” en 2019. Le decían “Chino” “seguramente porque siempre tuve los
ojos un poco rasgados”, explicó.
Hincha de
Atlético Nacional, aunque en la Argentina simpatizaba por River (solía usar
camisetas blancas con una cinta roja cruzada en el pecho), y por Chacarita,
Higuita era delantero pero una vez faltó el arquero y lo enviaron a
reemplazarlo. “Era goleador –tengo de chilena, volea, media vuelta, más de 50- y
me iba muy bien, como nueve o como puntero izquierdo. Era rapidito y tenía
dominio. Eso ocurrió en el equipo Estampados Modatex de la Liga Antioqueña. Nos
invitaron al estadio de basquetbol Iván de Bedout para un torneo que organizaba
el Deportivo Independiente de Medellín para elegir los mejores jugadores para
su escuela y fuimos como Eldorado, y ahí sucedió todo eso. Lo decidimos con el
DT porque yo ya había sido arquero en “La Liborio”, en mi colegio, conocía el
puesto y me fue muy bien. Jugué todos los partidos en el arco y fuimos
campeones y me llevaron a Medellín de arquero. Pero yo seguía pirateando de
nueve y hasta arriesgaba que me suspendieran por eso. Jugaba así en Castilla y
la Esperanza”, detalló.
Si con 1,75
metro de estatura –lo cual no se considera mucho para el puesto- Higuita podía
tener continuidad en aquellos años, en gran parte fue por el director técnico Luis Alfonso Marroquín.
“Cuando murió mi mamá él me acompañó y fue como mi papá. Dirigía la selección
de Antioquía sub-16 y fuimos campeones de Colombia y alguna vez le dije que no
iba más a jugar cuando no tenía el puesto asegurado y recuerdo que me habló muy
fuerte: ‘Deje de ser bobo y me hace el favor y mañana me aparece al
entrenamiento. Deje de ser infantil, deje de ser niño’. Y al otro día. Yo
estaba allá. Hasta que debuté en Bogotá contra las Fuerzas Armadas y como
capitán”. Recordó.
Pese a que su
ídolo desde muy joven era Ubaldo Fillol (“nos enfrentamos una vez y no me quiso
dar sus guantes, pero sigue siendo el mejor arquero que vi”, le dijo al
programa “Líbero” de TyC Sports), Higuita sostiene que eso de salir jugando
“siempre lo hice. Una vez el profesor Castaño me dijo que no lo hiciera en un
partido y Marroquín le dijo ´déjelo que esa es su función, eso es lo que él
sabe hacer. No le rompan la inspiración al muchacho’ y es que yo, de verdad,
sentía el fútbol de esa manera”. Y cuenta que Marroquín “me me conseguía
entradas para ir a ver a Nacional y me decía ‘Usted va a ver a (Raúl) Navarro (argentino)’,
que era un arquerazo dentro de los tres palos, pero me preguntaba ‘por qué no
sale’ ‘¿y por qué cuando sale y la recibe, la tira a un costado?’ Entonces,
todos esos por qués comencé a resolverlos y empecé a jugar así”.
Una de sus
primeras figuraciones fue en el Sudamericano sub-20 de 1985. En un equipo que
contaba con jugadores como John Edison Castaño, John Jairo Tréllez. Jairo
Ampudia y Edison Álvarez. “Era un buen equipo pero nos faltaba experiencia
porque mientras nosotros salíamos de selecciones del interior, uno veía a los
brasileños con no sé cuántos partidos profesionales en sus clubes. Eso fue lo
que pesó, sin duda, para que no ganáramos el título” y aunque consiguió la
clasificación para el Mundial de la Unión Soviética y viajó, no pudo atajar al
lesionarse el metacarpiano. “Me llevaron como premio pero atajó Eduardo Niño.
En un momento le dije al DT que me metiera aunque sea como lateral pero no me
hizo caso”.
A su regreso a
Bogotá, Millonarios se interesó por su pase. Se había lesionado el arquero
titular, el argentino Alberto Pedro Vivalda y su suplente, Mario Jiménez,
también tuvo problemas. “El presidente del club era Edmer Tamayo, que me dijo
‘usted nos puede dar una manito’ y como yo tenía una mano lesionada, recuerdo
que le dije ‘una mano sí le puedo dar’. Volví a Medellín y le comenté a
Marroquín lo que me habían ofrecido y me dijo ‘pídale el doble, transporte y
vivienda’, pero yo pedí cinco veces más y el dirigente me dijo ‘Bueno, de una
véngase’. Al otro día era contra Nacional, vamos a la charla técnica y yo,
calladito. Entonces vino el DT, que era Eduardo Luján Manera, y me dijo
‘Higuita, vas tú’. A mí se me quería salir el corazón, tenía 17 años. Recuerdo
que salí con un buzo rojo que todavía estoy esperando que me lo devuelvan
porque se lo presté al “Chicho” Serna para un museo y no lo recuperé. A los
seis meses me enteré de la muerte de don Tamayo y me fui”.
Pese a que
Higuita sostiene que salir jugando fue su característica de siempre. Jorge
Mario Neira Niño, autor de “Las 1001 Anécdotas de Millonarios” considera que
ese estilo lo tomó de su ex compañero argentino Vivalda, según le contó a Diego
Borinsky en “Soho”.
“Vivalda arribó
a Millonarios tras el Mundial de España 1982. Era un tipo carismático que tenía
fuerza de piernas, era líbero, salía jugando, cortaba con una mano. No llegó a
ser campeón por esas cosas del fútbol pero dejó una huella grande. Jugó casi
200 partidos y se volvió legendario por la calidad y porque murió joven. Era un
Beatle por su genialidad, su estilo innovador, su estética y cuando llegó
Higuita, él era un arquero atajador. No se movía demasiado de los palos. Llegó
a tener seis partidos en Millonarios y yo digo que él vio a Vivalda y aprendió
las salidas y gambetas, la rapidez de piernas, todo lo que traía el Loco y lo
fue desarrollando y aplicando. Después él declaró que esa cualidad era innata
pero a mí me duele porque no fue así. Su maestro fue Vivalda –quien para el
prestigioso historiador del fútbol colombiano Guillermo Ruiz Bonilla fue uno de
los mejores arqueros “azules” de la historia, cerca de Amadeo Carrizo y Julio
Cozzi-. René tenía 19 años y lo miraba con ojos bien abiertos”.
En 1986 pasó por
fin a Atlético Nacional, donde el titular en el puesto era Lorenzo Carrabs. “Yo
estaba en el banco. Llegó el segundo tiempo y cuando iba a sentarme vi que al
fondo de un pasillo, por afuera, vendían una fritanga y una bandeja con
chicharrón. ¡Una delicia! El caso es que volé y me fui a comer la bandeja, pero
a los diez minutos expulsaron a Carrabs y oí el parlante del estadio que decía
‘él señor José René Higuita es solicitado en el banco del Atlético Nacional’.
Salí corriendo y se me apareció el “Maño” (Aníbal) Ruiz, que era el DT: ‘Oye.
Higuita, la concha que te parió. ¿Qué te pasa? Anda al campo!’ Lo peor es que
yo salí figura en esos treinta y pico de minutos que jugué y Carrabs después se
fue al Junior de Barranquilla y quedé como titular y después, en 1988, casi le
hago un gol gambeteando de arco a arco. Llegué hasta el área de ellos y ahí me
cruzó Alexis Mendoza. Fue un penal que no me cobraron, una injusticia
histórica”.
En 1987 formó
parte de la selección colombiana sub-23 que participó en el Preolímpico de
Bolivia que entregaba dos cupos para los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 y
finalizaron cuartos aunque ya aparecía una renovación en el fútbol de su país,
especialmente con el triunfo de 2-0 sobre Brasil. En ese partido, Higuita le
contuvo un penal a Bebeto, futuro campeón mundial en 1994. El DT era Francisco
“Pacho” Maturana.
Ese mismo año
fue convocado por primera vez a la selección mayor, también dirigida por
Maturana, para afrontar la Copa América de Argentina, en la que terminó tercera
ganándole el último partido a los locales que tenían en su equipo a Diego
Maradona y Claudio Caniggia y que además eran los vigentes campeones del
mundo. Y dos años después volvió a jugar
otra Copa América en Brasil aunque no pudieron pasar la fase de grupos, aunque
sí lograron la clasificación al Mundial de Italia, regresando 28 años después a
la máxima cita futbolística.
De todos modos,
1989 sería un gran año para Higuita, transformado en héroe de otro gran logro
para el fútbol colombiano, como fue ganar por primera vez una Copa Libertadores
para su país, con el Atlético Nacional en una recordada final ante Olimpia de
Paraguay, cuando llegaron a la definición por penales y no sólo convirtió el
suyo sino que atajó los cuatro disparos de sus rivales. Después perdieron en el
último minuto del alargue ante el poderoso Milan de Arrigo Sacchi, campeón de
Europa, en la Copa Intercontinental en Japón, dejando una muy buena imagen.
Llegaba el
Mundial de Italia 90 y además de la enorme expectativa desatada en Colombia, se
trataba de una gran vidriera. Atajó un penal contra Yugoslavia y realizó un muy
buen partido contra Alemania –futura campeona del mundo- y tras clasificarse a
los octavos de final, debían enfrentar a Camerún. Pero allí cometió un grave
error cuando una vez más quiso salir jugando, Roger Milla le quitó la pelota y
convirtió el gol. Perdieron 2-1 y fueron
eliminados.
“Me
crucificaron en vida, me querían sacar de la Selección” -recuerda Higuita con
amargura a la revista “Bocas”- Maturana me dijo ‘Vamos, René, a la conferencia
de prensa, y hablamos de esa cagada’ ¿Y cómo le iba a decir que no? Porque si perdíamos
2-0. 3-0. 4-0 no había problemas pero estábamos 2-0, (Bernardo) Redín hace el
2-1 y ahí es cuando se dice ‘si Higuita no se hubiese equivocado. nosotros
habríamos empatado’, lo que es una lógica absurda. Además, muchos estaban
esperando mi equivocación porque estaban acostumbrados a ver un arquero dentro
de los tres palos y no jugando con los pies. A mí me pusieron ‘Loco’ que era lo
más querido que me sucedió, pero desde ahí me trataron de payaso, irresponsable
y más cosas. Y algunos siguen con eso. Yo creo que uno tiene un cierto grado de
locura para hacer lo que otros no hacen. Tú eres un loco porque eres genio del
arte o del periodismo y es porque no todos tienen ese talento. Eso es un ser
loco. Pero sé que lo dicen en un muy buen sentido. Yo fui más loco que (Hugo)
Gatti o (Jorge) Campos”.
“Desde
ahí viví siempre amenazado, pero nunca le di bola a eso. Algunas veces, Luis
Perea dice que el responsable fue él por el pase hacia mí y otras veces yo digo
que fui yo por querer eludir a Roger Milla, pero mi error es doble porque
además le di la pelota a Perea sabiendo que no es un jugador técnico. Fue una
de mis mayores equivocaciones. Se la podía haber dado a Andrés Escobar, que sí
sabía más con la pelota”, reflexionó con
crudeza.
Al año siguiente, en 1991. Maturana lo llevó al
Valladolid junto con Carlos Valderrama y Leonel Álvarez, otras dos estrellas de
la selección colombiana, pero la experiencia no fue buena. “No dimos con el
club que pensábamos. No nos apoyó, al menos no en lo que esperábamos para poder
progresar. Era un club chico y todavía lo sigue siendo. Y en medio de eso, uno
trataba de dar lo mejor. No pagaban y prácticamente se acabó la plata de mi
bolsillo y yo les dije que no había ido para pedir limosna, y regresé a mi
país”. Ese año pudo participar de la Copa América de Chile, en la que la
selección colombiana finalizó cuarta. Pero no pudo disputar la de Ecuador en
1993 ni la clasificación para el Mundial de Estados Unidos 1994 por un serio
conflicto originado por su apoyo al narco Pablo Escobar, de quien dice ser “un
poco amigo”.
“Yo fui poco amigo, pero en ese ‘poco amigo’ todos
quisieran tenerme a mí de amigo –insiste Higuita-. De hecho, el que me quedó de
amigo fue don Roberto Escobar, el hermano, pero precisamente como por ese
agradecimiento. Pablo Escobar era conocido, llegó hasta el Congreso y después,
cuando ya sale de allá, va a la clandestinidad y va a la cárcel, resulta que
nadie lo conocía. Ya no era político. Ya solamente era narcotraficante y nadie
tenía que ver con él. Entonces yo, que en ese momento era como una de esas
figuras de Colombia, me dije ‘¡Hombre! ¿A una amistad se le puede pagar de esa
manera?’. Entonces yo me llené como de la parte más humana y pensé cómo la
cárcel lo deja solo a uno”. Uno no puede cambiar los principios de amistad. Yo
tuve muchos amigos narcotraficantes y no puedo cambiar, mi corazón no cambia eso.
Conocí los paramilitares, también la guerrilla y de corazón, lo que ellos me
contaron me da para respetarlos así como ellos me respetan. Entonces vivo en
paz y soy amigo de todos”.
El 4 de junio de 1993, Higuita fue arrestado por
haber sido mediador en la liberación de la hija de Luis Carlos Molina –banquero
cercano a Pablo Escobar conocido por ser lavador de dineros del Cartel de
Medellín y uno de los posibles autores intelectuales del asesinato del
reconocido periodista Guillermo Cano-, que había sido secuestrada. “Cuando me
detienen. Yo estaba enyesado del pie, en fisioterapia, y Juan Guillermo
Montoya, de Relaciones Públicas de Atlético Nacional, me advirtió que habían
venido hombres armados a preguntar por mí y ese era un tiempo violento, la
guerra del narcotráfico. Le dije que iría a hablar con la Policía. Me vestí
bien y pensé ‘tal vez me vienen a invitar para un almuercito’. Me acerqué y un
mayor de la Policía me dio la notificación y me dijo que me estaban solicitando
de la Fiscalía en Bogotá. ‘Agarre la ropita y nosotros lo llevamos’ y me
llevaron a la cárcel de Carlos Holguín, en Castilla y me empezaron a decir
‘Usted entrega a Pablo Escobar y no tiene delito. Usted es una persona
conocida, querida, y lo que usted hizo le da para siete años’ y me preguntaron
si yo sabía lo que era la Ley 40 y lo único que les dije fue que me juzgaran
por la Ley 40, que es por la que me habían llevado hasta allí pero no por sapo.
‘Yo soy un tipo que no tengo problemas, que tampoco sé y aún sabiendo, tampoco
se los digo’, así, de frente. Y ese tipo se enojó conmigo y dijo ‘esposen a
esta gonorrea’. Fue la primera vez que me sentí maltratado, humillado, y me vi
como chiquito”.
Higuita cuenta también que lo llevaron entonces a
Bogotá “con dos helicópteros, esposado y con una pierna enyesada como si fuera
el peor delincuente y los titulares eran que yo era el secuestrador. Llegamos
allá y hubo una caravana. Coches negros y todo un dispositivo. Me quedé dos
días en la Fiscalía y de ahí me mandaron a la cárcel de La Modelo”.
La mediación de Higuita fue considerada prohibida
por la ley colombiana y en consecuencia, estuvo nueve meses recluido en la
cárcel “La Modelo” de Bogotá –donde llegó a estar en huelga de hambre- y eso le
costó su participación tanto en la clasificación para el Mundial de estados
Unidos, en 1993, como en el mismo torneo de 1994 aunque era el favorito del DT
Maturana, quien incluso llegó a declarar que el equipo colombiano era “muy
distinto con o sin Higuita”. Fue reemplazado entonces por Oscar Córdoba.
En la cárcel estuvo prácticamente incomunicado pero
allí se festejó con euforia el 5-0 de la selección colombiana a la argentina en
el Monumental el recordado 5 de septiembre de 1993. Cuando terminó ese partido,
todos los presos empezaron a gritar “Libertad. René, Libertad” y los jugadores
“cafeteros” le dedicaron el triunfo. “Eso lo empezó en el vestuario Leonel Álvarez
y ayudó a que la gente se diera cuenta de que yo era un chivo expiatorio y los
amigos que me hice en la cárcel, del sindicato de Telecom, comenzaron a decirme
que había que hacer esto o lo otro, ir al estadio, hacer esta pancarta.
Volantes. Ellos fueron mis pilares, mis llaves. Y gracias a todo eso, el país
se dio cuenta de que era una injusticia. Y salí”.
De todos modos, Higuita sostuvo hace poco tiempo, en
una entrevista, que no sólo no se arrepiente de haber visitado en la cárcel a
Pablo Escobar sino que lo haría “hoy, mañana y siempre” y que “si me lo
permitieran, ojalá me dieran un carnet porque me mantendría allí visitándolo”.
En 1994, tras quedar en libertad, se produjo su
publicitado regreso a Atlético Nacional y fue campeón y eso lo proyectó a la
Copa Libertadores, en la que el equipo realizó una gran campaña en 1995, cuando
llegó a la final y fue derrotado por Gremio de Porto Alegre, pero para llegar a
la máxima instancia, primero eliminó a River en semifinales a doble partido. En
Medellín, los colombianos se impusieron 1-0 con un gol de Higuita, de tiro
libre, a Germán Burgos. “Fue el mejor gol de mi vida”, suele decir. En la
revancha del Monumental, al terminar con el mismo resultado, tuvieron que ir a
penales y allí volvió a aparecer el arquero colombiano, conteniendo el remate
de Matías Almeyda. “Les hice un golazo en Medellín y allá les tapé un penal y
les hice el que me tocó patear. Y les saqué varias pelotas en los 180 minutos.
El balance no pudo ser mejor aunque en Buenos Aires pasamos momentos
complicados porque entendieron que quise sobrar cuando piqué mi penal en la
definición, pero yo soy así”, comentó, y desveló que antes de comenzar la
serie, el DT Maturana le dijo “sólo te pido que le tapes el penal a Almeyda”,
pero aclara que “antes era todo intuición, no como ahora que te muestran la
tablet y cómo patea cada uno”.
1995 fue un año muy especial para Higuita porque
sumado a la llegada de Atlético Nacional a la final de la Copa Libertadores,
tuvo otra actuación polémica en su selección en la Copa América de Uruguay. En
el partido ante Brasil, intentó rechazar la pelota desde un córner de Juninho
pero se introdujo en su arco. Un gol insólito pero que no modificó la
clasificación colombiana a los cuartos de final, en la que eliminó a Paraguay
por penales y allí no sólo marcó el suyo sino que tapó el decisivo, aunque
luego cayó en semifinales ante el equipo local, Uruguay. Tuvo que jugar
entonces por el tercer puesto ante Estados Unidos, ganando 4-1. Uno de los
goles llegó producto de un tiro libre de Higuita que terminó con un rebote de
la pelota en el palo, que remató Faustino Asprilla.
Más adelante, Higuita fue convocado para jugar la
clasificación al Mundial de Francia 1998 pero renunció a participa, afirmando
encontrarse en “baja forma futbolística”. En total jugó para Colombia 68
partidos, con tres goles convertidos y 54 recibidos. Terminó su carrera en el
equipo nacional en la Copa América de Paraguay 1999, con Javier Álvarez de DT y
como suplente de Miguel Ángel Calero.
1995 también fue el año del “Escorpión, considerada
por muchos como la mejor jugada de la historia del fútbol. Fue en un amistoso
jugado en Wembley entre Inglaterra y Colombia el 6 de septiembre cuando Higuita
rechazó un disparo de Jamie Redknapp con un estiramiento acrobático lanzando su
cuerpo hacia adelante, y ya en el aire, golpeando la pelota con la suela
elevando los pies por encima de la espalda. En ese momento, los 20.038
espectadores se pusieron de pie para aplaudir y e Higuita levantó los brazos
para saludar.
Lo extraño de esa jugada es que nunca quedó del todo
claro si fue válida o no. “Lo que pasa es que todo conspira a mi favor porque
en el video del partido se ve que el juez de línea levanta la bandera como
anulando la acción. Yo me concentré en la pelota y me dije ‘ésta es la que yo
estaba esperando’ y ya como por joder, lo hice. Y cuando le di a la pelota, vi
que el juez de línea bajó el banderín e hizo la señal de ‘juegue’. Me quedé
entonces pensando qué me diría después el “Bolillo”’ (por el DT Hernán Gómez) y
sí, algo me dijo en el vestuario pero al rato pidió un aplauso para mí y dijo
que si lo hubiera hecho un argentino, ya le estaría dando la vuelta al mundo,
pero no sabía que, de hecho, es lo que ya estaba pasando”.
Higuita reconoció que esa jugada la venía
practicando mucho en el Atlético Nacional. “Cuando entraba a la cancha, todos
mis compañeros colocaban la pelota fuera del área para que yo hiciera “el
Escorpión” y claro, el estadio, feliz. Entonces, lo fui repartiendo a todos los
estadios de Colombia y después me dije “voy a hacerla en un partido”. Y ese
partido fue el de Wembley”.
“El Escorpión” nació en la grabación de una
publicidad, la de “Frutiño”, un refresco para los niños. “Teníamos un día para
hacer esa filmación. Nos fuimos a la cancha y me dijeron ‘juegue con los
niños’. Me fui al arco, saqué la pelota y un niño la bajó de pecho y de pronto
hizo una chilena y entonces ahí reaccioné mentalmente: ‘si él hizo eso, yo debo
responderle con algo mejor’. Yo creo que eso fue una inspiración de Dios porque
es que fue así, de una. Me lancé y miré todo lo que eso ha representado.
Recuerdo que en ese momento dijeron ‘Perfecto, perfecto, ya quedó, corten, con
eso ya tenemos’. Ojalá la gente que me contrató se acuerde de la oportunidad
que me dio para hacer esa jugada en una publicidad. Es una jugada que sirve
para el espectáculo y tal vez, para motivar al equipo. Sólo quiero decirle
gracias a los que siempre confiaron en mí”, dijo al terminar el partido de
Wembley.
Luego, repitió la jugada ante Alemania, también en
la despedida de Diego Maradona en la Bombonera en 2001, en la de José Luis
Chilavert en 2004 y en las de sus compatriotas Mauricio Serna y Víctor Hugo
Aristizábal, y hasta en un partido oficial, cuando el 21 de septiembre de 2008,
atajando para Deportivo Pereira contra Once Caldas, respondió con su clásico
movimiento a un cabezazo de Ricardo Ciciliano y la pelota se elevó a la misma
altura que en Wembley, lo que motivó el delirio del estadio Hernán Ramírez
Villegas.
Antes de su paso por Deportivo Pereira, Higuita
atajó en los Tiburones Rojos de Veracruz en México y posteriormente regresó a
Colombia para jugar en el Junior de Barranquilla y después se fue a Ecuador
para ocupar el arco de Aucas, donde el 23 de noviembre de 2004 dio positivo por
cocaína según el control del partido contra Olmedo y fue suspendido por seis
meses.
El 21 de julio de 2007 regresó oficialmente al
fútbol para jugar en Guaros FC de la Primera División venezolana y en enero de
2008 regresó a Colombia para atajar en Deportivo Rionegro, con el que logró el
ascenso a la máxima categoría y fue tal su actuación que con casi 42 años fue
contratado para volver a los primeros planos por el Deportivo Pereira, donde se
retiró.
A mediados de 2009, fue sometido a un tratamiento para
controlar una toxoplasmosis y por fin, el 24 de enero de 2010 pudo concretar su
partido de despedida en el estadio Atanasio Girardot de Medellín ante cerca de
treinta mil espectadores. En el total de su carrera marcó 44 goles, 37 de penal
y 7 de tiro libre.
En el ambiente del fútbol colombiano muchos destacan
su solidaridad, como cuando bajó del bus que transportaba a los jugadores de
Atlético Nacional para disputar un partido en Bogotá para socorrer a una señora
que estaba siendo asaltada. “Yo creo que cualquiera lo haría. Son cosas que uno
aprendió en el barrio y a veces uno se monta la película. No sé cómo, pero vi
por la ventana que uno tenía un cuchillo y bajé y fue al primero al que le metí
una patada y pude correr a otro porque yo era muy rápido y lo alcancé y le metí
una zancadilla y entonces le grité ‘devuélvame lo de la señora’ y lo recuperé”.
Una de sus cábalas más conocidas es usar
calzoncillos azules. “Eso comenzó por 1988 ó 1989 porque con Nacional no le
podíamos ganar a Millonarios y entonces, la mujer de uno de mis compañeros,
Luis Perea, dijo que había una señora que nos arreglaría ese asunto, así que
fuimos con él y con Alexis García y ella prendió un círculo de fuego y me metió
adentro y me pidió que llevara un calzoncillos azul y una correa. Lo hice y
santo remedio. Empezamos una rachita muy buena. Millonarios no nos volvió a
ganar y decidí no volvérmelos a quitar. Recurrimos a la brujería para ganarle a
Millonarios. Luego mi abuelita me dijo ‘pero los debes usar al revés’ y así los
uso desde entonces. Sólo me pongo calzoncillos azules. Es el mejor regalo que
me pueden hacer”.
En el primer semestre de 2005, participó en el
reality show “La Isla de los Famosos, una aventura pirata” y luego, en otro
llamado “La Gran Apuesta”, ambas adaptaciones del formato “Survivor” por el
canal de TV RCN y en compañía de los también futbolistas Leonel Álvarez y
Ricardo “Gato” Pérez. El arquero llevó un toldo como objeto personal y quedó
entre los cinco finalistas en el primero de los juegos y fue segundo en el siguiente,
y dejó frases célebres como “si esta es la guerra, que no llegue la paz” y los
demás participantes lo llamaban, cariñosamente, “Renato”.
En el segundo semestre de 2005 volvió a ser
convocado para otro reality show, “Cambio Extremo” y allí modificó
drásticamente su apariencia por otra más estilizada, creando un gran impacto.
Se sometió a procedimientos de liposucción, aumento de mentón, y de estética
dental.
Sobre él hay distintas producciones artísticas. En
1996 apareció una producción de “Tevecine” llamada “Higuita, sangre, sudor y
lágrimas”, dirigida por Darío Vargas y escrita por Manuel Arias. El actor Juan
Pablo Franco personificó al arquero y Patricia Ércole, a su esposa Magnolia -con
quien tiene dos hijos, más otra hija de un matrimonio anterior, en el que
enviudó-. También aparece en la película japonesa “Saigo no Yakusoku” de 2009,
en la que se utiliza su nombre como
apodo de un arquero que fallece y a causa de esto se decide secuestrar un
edificio. En la telenovela “La Selección”, uno de los protagonistas está
inspirado en él y en otros futbolistas de su época. Entre las melodías
dedicadas a él, una de las más conocidas es “Dame una alegría” de “Tres
Corazones”, y “El Loco Higuita” de John
Jairo Pérez: “René Higuita es un personaje increíble/que nació destinado
a sobresalir/es el portero más terrible/más loco e impredecible/un arquero muy
difícil de batir”.
Para la Copa América de Brasil 2019, Higuita apostó
cortarse su famosa melena si la selección de su país no ganaba el torneo, como
imagen de Wplay.co, una empresa de apuestas online. Tuvo que cumplir al quedar
eliminada ante Chile por penales en los cuartos de final.
Tras dejar el fútbol, entre 2011 y 2016 fue ayudante
de Maturana y de otros DT como los uruguayos Daniel Carreño y Jorge Da Silva y
del italiano Favio Cannavaro en el Al Nassr de Arabia Saudita, hasta quedar a
cargo del equipo, para incorporarse luego al cuerpo técnico de Atlético Nacional
de Medellín en 2017 como asistente de entrenadores como Juanma Lillo, Jorge
Almirón y el brasileño Paulo Autuori
No hay comentarios:
Publicar un comentario