jueves, 30 de septiembre de 2021

Las grandes estrellas del fútbol brasileño (Infobae)


 

El fútbol brasileño repetirá este año una final de Copa Libertadores con dos equipos propios –Palmeiras y Flamengo- al igual que en la Copa Sudamericana –Red Bull Bragantino y Atlético Paranaense- en una total demostración de poderío que le viene permitiendo contar con figuras de excelencia, muchas de ellas de regreso de Europa y otras, de las principales ligas de sus países vecinos.

Flamengo fue campeón de la Copa Libertadores de América en 2019, Palmeiras se consagró en 2020, y ahora ambos jugarán la final en el estadio Centenario de Montevideo el próximo 26 de noviembre. Según uno de los sitios ligados al marketing y al fútbol, Flamengo tiene el plantel más cotizado del país por valor de 147 millones de dólares, seguido por el Palmeiras con 143, y por Atlético Mineiro, con 98 millones. Los tres semifinalistas brasileños de la actual competencia continental fueron estos tres, a los que se sumó el Barcelona de Ecuador.

Si el valor total de los equipos brasileños ronda los 1100 millones de dólares –según estimaciones del sitio web “Transfermarkt”-, la totalidad del fútbol argentino tiene un valor estimado en 770 millones (River es el que más cotiza con 103), es decir que con seis equipos más en su torneo de Primera que el Brasileirao (26 contra 20), el fútbol nacional gana 330 millones de dólares menos y ni hablar de la liga colombiana, tasada en 243 millones para 20 clubes (Junior de Barranquilla es el más caro con 23 millones),  la chilena vale 164 para 17 equipos (la Universidad Católica vale 20 millones) y la ecuatoriana se cotiza en 158 para 16 clubes (Independiente del Valle es el más alto del país con 18).

Si por ganar la Copa Libertadores de 2016, Atlético Nacional de Medellín se llevó 7,75 millones de dólares en premios, cuatro años más tarde, el Palmeiras embolsó 22,5 millones, lo que sumado a otros ingresos, le permitió reforzar su plantel, y mientras que el fútbol argentino recibe poco menos de 45 millones de dólares anuales (tomando el valor del dólar oficial) por los derechos de TV (sumando nacionales e internacionales), el brasileño recibe 275 millones, casi siete veces más. Sólo Flamengo recibió este año 55 millones de dólares por su canal temático “Fla TV” y tiene un banco digital con 1,5 millones de clientes, que le permitieron gastar cerca de 200 millones de dólares con los que pudo traer a varios jugadores de pasado europeo.

Si bien es cierto que el PBI de Brasil, un país con 211 millones de habitantes, es de 1430 millones de dólares contra 388 millones de Argentina, también es cierto que en 2010, la liga argentina era la más cotizada en Sudamérica con un valor de 845 millones de dólares contra los 424 millones de Brasil, es decir que la liga argentina, que hoy se cotiza a 770 millones,  fue decayendo mientras la brasileña (hoy en 1100 millones) tuvo un enorme crecimiento. De hecho, en la última década, los clubes brasileños gastaron 800 millones de dólares en contrataciones y los argentinos, 400.

Entre los analistas hay una coincidencia casi total en que hay varios factores que influyeron en esta realidad: la estabilidad del gran torneo brasileño, el Brasileirao, de carácter federal y con equipos fuertes, que además abrieron su economía a capitales privados (lo que también en otro tiempo les ocasionó graves consecuencias, como los casos de Palmeiras con “Parmalat” o Corinthians con el grupo Berezovsky, que trajo como consecuencia el descenso de 2007),  el dinero de la TV, una situación económica de menos sobresaltos con la inflación, el círculo virtuoso de los premios ganados por los títulos continentales, y la gran posibilidad de transferencias al exterior por grandes sumas.

El fútbol brasileño se dio el lujo de que un club como el Flamengo llegara a pagar más de 20 millones de dólares por el pase de Gabriel Barbosa (Gabigol), porque también logra transferir, siendo muy jóvenes, a jugadores como Neymar (Barcelona) en 88 millones, Lucas Mouta (PSG) en 40, Lucas Paquetá (Milan) en 38, Gabriel Jesús (Manchester City) en 32, Oscar (Chelsea) en 32, Arthur (Barcelona) en 31 o Gabigol (Inter, desde el Santos) en 29,5.

De los 30 equipos sudamericanos que más futbolistas vendieron en la última década, 13 de ellos fueron brasileños y seis de ellos, entre los diez primeros y7 de los 10 planteles más caros de los equipos participantes en esta Copa Libertadores fueron de Brasil contra 3 de la Argentina (River, Boca y Vélez), lo que también marca el desnivel con el resto de las ligas sudamericanas.

Esto ayudó para que los clubes brasileños también se nutrieran de los mejores jugadores de Sudamérica. Palmeiras consiguió contratar al lateral uruguayo Joaquín Piqueres, de Peñarol, por 3.200.000 euros, pero antes había  transferido a otro uruguayo, Matías Viña, a la Roma y por 13 millones, y si pudo atraer al delantero Luiz Adriano (ex Shakthar Donetsk, Milan y Spartak de Moscú) es porque antes vendió al colombiano Miguel Borja a Gremio por 1.500.000 dólares, lo mismo que pagó por recuperar a Matheus Fernandes desde el Barcelona (estuvo a préstamo en el Valladolid), así como logró el retorno del delantero Deyverson tras su paso por Portugal, Alemania y España.  En la defensa, desde hace unos años uno de sus símbolos es el paraguayo Gustavo Gómez, capitán de la selección paraguaya, pero el líder natural es el experimentado volante Felipe Melo, que regresó en 2017 tras jugar en España, Italia y Turquía.

Flamengo, por su parte, consiguió atraer al experimentado arquero Diego Alves (de larga trayectoria en el Valencia), al marcador central David Luiz (libre del Arsenal, y que pasara por el Benfica y el Chelsea), al lateral izquierdo Felipe Luis (ex Atlético Madrid y Chelsea), A Andreas Pereira (a préstamo por un millón de euros desde el Manchester United), a Kennedy (a préstamo del Chelsea por 500.000 euros)  o a Diego Ribas (de largo recorrido por España y Alemania), y tiene en sus filas a “Gabigol”, Gabriel Barbosa, que es el jugador de más valor en el fútbol local, cotizado en 26 millones de euros.

Claro que para eso, el equipo más popular de Río de Janeiro, y con la hinchada más grande del mundo (unos 40 millones de hinchas), se desprendió del volante Gerson, que fue a jugar al Olympique de Marsella de Jorge Sampaoli, en 25 millones de euros, y que había regresado de Italia (jugó en la Fiorentina, a préstamo de la Roma) en 12 millones.  Antes también habías regresado de Europa el lateral Rafinha, tras muchos años en la Bundesliga, y en condición de libre, pero volvió a marcharse al Olimpiakos de Grecia.

 

 

Todo esto no hizo más que derivar en la actualidad, en la que por segundo año consecutivo, Brasil tendrá dos equipos en la final de la Copa Libertadores (en 2020 fueron Palmeiras y Santos), pero además, otros dos en la definición de la Copa Sudamericana, por lo que tendrá a los dos campeones de las competencias y se aseguró que también uno de sus clubes se llevará la Recopa sudamericana y por si fuera poco, nueve plazas en la próxima edición de la Copa Libertadores: las cinco plazas habituales para la fase de grupos, dos para la fase 2 preliminar, y dos para los campeones de las copas continentales de este año, en lo que será ya una presencia abrumadora, con casi la mitad de los equipos participantes en el Brasileirao.

Un doblete como el de que un  mismo país tenga a los dos campeones continentales no ocurría desde 2015, cuando San Lorenzo fue campeón de la Copa Libertadores y River, de la Sudamericana y los millonarios se quedaron con el trofeo.

El dominio de los equipos brasileños en la Copa Libertadores queda evidenciado con datos históricos. Hasta 1991, tras las primeras 32 ediciones, habían ganado apenas 5 títulos contra 15 de la Argentina y 8 de Uruguay. Desde 1992 hasta ahora, se llevaron 16 títulos contra 10 de Argentina y ninguno de Uruguay.

Para poder contratar jugadores, el Flamengo primero logró transferir por grandes sumas a jugadores como Vinicius Junior al Real Madrid en 45 millones de dólares, a Lucas Paquetá al Milan en 38, a Renier al Real Madrid (está a préstamo en el Borussia Dortmund) por 30, con lo que consiguió 113 millones de euros.

Todos esos factores hicieron que fuera posible terminar de generar un plantel repleto de estrellas en el que la mayoría de sus jugadores pasó por el fútbol europeo, aunque también cuenta con sudamericanos de peso como el lateral de la selección chilena Mauricio Isla o el armador uruguayo Georgian de Arrascaeta.

El Atlético Mineiro, eliminado ajustadamente en semifinales por el Palmeiras, es otro de los clubes que más invirtió en jugadores, generando el retorno desde Europa de figuras como Hulk o Diego Costa (que acaba de llegar por 350.000 dólares mensuales en condición de libre) pero también consiguió a los laterales Guilherme Arana (Sevilla) y Mariano (Galatasaray), y completan los argentinos Matías Zaracho e Ignacio Fernández, el paraguayo ex Boca Junior Alonso, el chileno Eduardo Vargas y el ecuatoriano Alan Franco.

Con este nivel de contrataciones, los demás equipos no se han quedado atrás y así es que por ejemplo Gremio de Porto Alegre contrató al delantero de Tolima Jaminton Campaz en 3.800.000 euros, al volante paraguayo Mathias Villasanti (cerro porteño) en 2.800.000, al delantero ex Bayern Munich y Juventus, Douglas Costa. Y al experimentado Rafinha, de largo paso por la Bundesliga, entre otros.

El Inter, su rival de ciudad, para no ser menos, se hizo de los pases de Taison (tras más de una década en Ucrania), el argentino Gabriel Mercado (libre de Al Sadd de Qatar), y ya contaba con los argentinos Leandro Fernández y Víctor Cuesta y con el delantero peruano Paolo Guerrero, aunque se desprendió de su atacante Thiago Galhardo, a préstamo al Celta de Vico, y del lateral Vinicius Tobías, al Shakthar Donetsk, en 6 millones de euros.

Mientras Corinthians consiguió el regreso de Willian, libre del Arsenal, Daniel Alves, el jugador con más títulos en el mundo y reciente ganador de la medalla dorada olímpica, se tomará unos meses para decidir dónde jugar en 2022 luego de quedar libre del San Pablo, que contrató a Jonathan Calleri y hace meses, al experimentado zaguero Miranda, ex Inter y Atlético Madrid.

En el actual Brasileirao participan 76 jugadores extranjeros que representan el 11,6 por ciento del total de 656 jugadores.

 

 

 


miércoles, 29 de septiembre de 2021

Enzo Ferrero, el gran “wing” de aquel Boca de los setenta que pudo jugar dos Mundiales, su sueño de jugar en la Juventus y su participación en una película que ganó un Oscar (Infobae)


 

- Usted era considerado uno de los mejores extremos en los años setenta…

- Sí, i historia en el fútbol es muy bonita. Mi debut en la Primera de Boca se produjo muy pronto, tuve mucha suerte. Yo fui un producto de “La Candela”, donde se formaban las divisiones inferiores. Llegué muy chico, a los once o doce años y después ascendí a la Primera en una especie de dupla con Osvaldo Potente y con mi gran amigo Roberto Mouzo. Solemos coincidir en un gripo de Facebook en el que rememoramos viejos tiempos y hablamos de los asuntos actuales de Boca.

- En una reciente entrevista, Carlos María García Cambón dijo que Potente fue el mejor jugador que vio en su vida. ¿Era tan así?

- Osvaldo fue un jugador de un talento tremendo, tenía ojos en la nuca. “El Cabezón” veía el fútbol de otra manera, tenía una tremenda facilidad para jugar. De García Cambón de acuerdo siempre su debut en un Superclásico en el que metió cuatro goles y en la Bombonera. Le ganamos a River 5-2 y yo metí el otro gol.

- Ese equipo jugaba un fútbol muy agradable pero nunca salió campeón. ¿Por qué cree que pasó?

- El fútbol que generamos fue espectacular, incluso tuvimos una racha de muchos partidos sin perder. A mí me tocó debutar en 1970 en un equipo que fue campeón del Nacional de ese año pero después, otros títulos no llegaron aunque estuvimos varias veces cerca. A mí me aconsejaban mucho grandes estrellas de Boca como Silvio Marzolini, Antonio Rattín, el peruano Julio Meléndez o Ángel Rojas. Creo que nos faltó suerte, Incluso tuvimos a un gran goleador como Hugo Curioni, Raóm Ponce y yo éramos los dos punteros,  Potente de diez, una gran defensa. Era un equipo muy completo.

- Se recuerda mucho un gol de taco que usted le hizo a Huracán en Mar del Plata. Una especie de escorpión…

- Sí fue en el torneo de verano y en el estadio San Martín, tirado hacia adelante y como llegué antes que la pelota, le di de taco entrando en diagonal, y la pelota se elevó y se le metió al arquero por arriba. Fue por simple recurso y terminó siendo uno de los goles más recordados y seguro que uno de los mejores que hice en mi vida.

- Era una época en la que abundaban los extremos.

- Así es, había grandes “wines” como Santiago Santamaría en Newell’s Old Boys, que podía jugar por los dos costados, estaba Ponca, compañero mío en Boca, o también Oscar Ortiz, que era un jugadorazo y fue campeón mundial en 1978.

- Usted formó parte de la primera selección argentina de César Luis Menotti en 1974, pero no pudo jugar ningún Mundial, ¿por qué?

- Sí, yo formé parte de aquella selección argentina que empató 1-1 contra España el 12 de octubre de 1974 en el Monumental y que fue el inicio de su ciclo, pero ya había estado en otros equipos anteriores, como por ejemplo en la Minicopa de 1972, que se organizó por los 150 años de la independencia de Brasil  y en la que salimos terceros. Aquel equipo brasileño, con Pelé y en México 1970, creo que fue el mejor de todos los tiempos. Tambén tuve a varios compañeros que luego fueron campeones del mundo en 1978 en el torneo de Cannes de 1972, que ganamos. No estuve en el Mundial 1978 aunque Menotti me quería, porque en aquellos tiempos sólo uno o dos jugadores podían venir desde afuera, no era como ahora. Los únicos que más o menos formábamos parte éramos Mario Kempes, que estaba en el Valencia, o yo, que jugaba en el Sporting de Gijón. Luego pude estar para España 1982, e incluso formé parte de algunos partidos de ese segundo ciclo, pero hubo un problema con una cláusula de mi contrato, que decía que el club podía no cederme a la Selección hasta que terminara la temporada en mayo si me necesitaba, y César quería concentrar a los jugadores desde mucho antes.

- Entonces que estuvo bien cerca de jugar el Mundial 1982.

- Así es, incluso Menotti fue uno de los mejores directores técnicos que tuve, pero fue un problema de tiempos y de necesidades. Hoy todo cambió y los clubes están obligados a ceder a los jugadores, pero antes no era así. Recuerdo que una vez Boca no le quiso ceder a los jugadores a la Selección porque los necesitaba para determinados compromisos.

- O sea que en esos años, usted coincidió con Diego Maradona.

- Claro, yo jugué con Diego. Venía a buscarme a mi casa para ir juntos a los entrenamientos de la Selección en esos años porque él venía de Devoto y yo, cuando venía a Buenos Aires, vivía en la zona de Avenida San Martín cerca de la General Paz. Incluso me llevó más de una vez a La Candela, donde se entrenaba Boca. Me generó mucho dolor su muerte.

- Siendo usted un ex “wing”, extrañará que ahora haya tan pocos…

- Sí, el fútbol mundial cambió mucho. Los wines se convirtieron en carrileros, en interiores, pero los wines siguen siendo muy importantes para desequilibrar en el uno contra uno.

- Le gusta la idea de la nueva forma de entrenarse en La Masía del Barcelona, desde ahora, buscando extremos que desarrollen el uno contra uno, entonces…

- Claro que sí, La Masía tuvo la suerte de haber tenido al mejor jugador de todos los tiempos, Lionel Messi, así como a Andrés Iniesta y a Xavi Hernández. Junto a “La Fábrica” del Real Madrid, son los grandes formadores de jugadores de España. Sacan jugadores de mucha calidad y hoy hay muchos clubes que se preocupan por el estado de las canchas. Antes jugábamos con canchas muy poceadas.

- ¿Le gusta el fútbol que se juega hoy?

- Hay equipos que practican un fútbol espectacular como el Bayern Munich, que es una máquina, o el Manchester City que conduce Pep Guardiola, un filósofo del fútbol que quiere jugar a un toque.

- ¿Sigue al fútbol argentino?

- Sí, especialmente a Boca. Veo los partidos importantes y me entero de cosas leyendo la prensa argentina por internet. Lo que noto es que hay un problema con la falta de continuidad de los jugadores. Boca anda con altibajos en estos tiempos. Pero como River, es un club ganador. Son los dos clubes más importantes de la Argentina, como Real Madrid y Barcelona aquí en España, aunque ahora se sumó el Atlético de Madrid. Yo veo muchos partidos por TV y aquí voy bastante a “El Molínón”, el estadio del Sporting de Gijón, que se encuentra en Segunda, una categoría muy difícil y competitiva porque hay nos diez a doce equipos que ya jugaron en Primera y todos quieren ascender y por temporada hay sólo tres ascensos.

- Usted es un auténtico ídolo del Sporting.

- Creo que sí, creo que me quiere todo el mundo aquí. Yo llegué desde Boca para la temporada 1975/76 con la idea de quedarme uno o dos años porque mis padres querían que yo fuera a la Juventus, por ser hijo de italianos.

- Pero no jugó allí…

- No, pese a que tanto mi padre como el presidente de Boca de entonces, Alberto J. Armando, quería que jugara en Italia, y estaba haciendo los papeles para ir, aunque mi pasión siempre fue Boca. En esos tiempos no era fácil ir a Italia porque sólo había dos cupos de extranjeros por equipo, los llamados “oriundos” pero tuve la desgracia de que yo llegué en agosto a España y el 27 de septiembre, un día antes de que mi padre iba a venir para acá y tenía todos lo contactos, falleció de un infarto. Entonces me quedé en Gijón, que me abrió las puertas de par en par, con una calidad humana impresionante tanto en sus dirigentes como en su afición y hoy me considero un hijo de esta ciudad y además, tengo la suerte de estar en el Once Ideal del equipo de todos los tiempos.

- Compartió equipo con varios argentinos.

- Así es. Los dos centrales eran Ricardo Rezza y Víctor Doria, y conmigo llegó Mario Killer, que también era jugador de la selección argentina. En la temporada 1975/76 estuvimos a punto de ganar la liga pero hubo manos negras que lo impidieron por ser un equipo chico y fuimos segundos, y por aquellos años también jugamos dos finales de Copa, que perdimos una ante el Barcelona en el Vicente Calderón y la otra ante el Real Madrid, en Valladolid, las dos veces por la mínima. También tuve de compañero a mi hermano Oscar, que después de dos años se fue al Levante, luego al Castellón y regresó a la Argentina, aunque luego se volvió a vivir a España.

- Raro que no lo hayan querido contratar desde los equipos grandes españoles con sus desempeños.

- No, sí que me querían,  se hablaba mucho del Real Madrid y también se habló del Barcelona, pero al ser de los socios, ellos se manifestaban siempre en contra de que me transfirieran y no había caso de salir. El único que salió, fue Enrique Castro, “Quini”, que se fue al Barcelona.

- Aquél centro delantero que fue secuestrado en 1981…

- Sí, aquello fue una conmoción, ya estaba jugando en el Barcelona cuando ocurrió. Fue un gran goleador, en una época en la que los había excepcionales, como (Carlos) Santillana, del Real Madrid. De los mejores de la historia. Tengo la suerte de haber sido el mayor asistente de goles de Quini, sólo que en aquellos tiempos eso no se contabilizaba. Hoy esas asistencias se contarían de otra manera.

- Su condición de ídolo llegó a tal punto que usted aparece en la película que ganó el primer Oscar para el cine español, “Volver a empezar”. Con Antonio Ferrandís y Encarna Paso y en la que el protagonista regresa del exilio y asiste a un partido del Sporting, donde había sido volante.

- Sí, es una película de José Luis Garci en la que se ve un partido del Sporting y salimos…

- Así es, pero a usted se lo menciona especialmente.

- Tuve esa suerte, sí.

- ¿Cómo fue si vida una vez que dejó el fútbol?

- Tenía unas tiendas de deportes y me dediqué por unos años a dirigir a juveniles. Saqué el carnet de entrenador, que luego se convirtió en un título superior. Siempre trabajé en Asturias aunque tuve la posibilidad de ir a Granada o Valencia pero no nos pusimos de acuerdo. También hago asesorías sobre fútbol para ojeadores de distintos clubes de Italia y el sur de España y escribo artículos para el diario “El Comercio” de Gijón, el más antiguo de la ciudad. Estoy jubilado desde hace más de una década porque tuve un infarto de miocardio.

- ¿Cómo está hoy el fútbol español?

- Se está reformando y en especial, la selección. Luis Enrique hizo un cambio to9tal por un recambio generacional porque muchos terminaron su ciclo por una cuestión de edad y los nuevos son muy jóvenes aunque muchos ya son titulares y les falta experiencia. Muchos equipos en Europa se están renovando. Lo más brutal fue lo de Italia, que dejó a los dos centrales, Bonucci y Chiellini, pero el resto es muy joven y ganó merecidamente la Eurocopa. A Francia también la veo como gran candidata por los jugadores extraordinarios que tiene, entre ellos Mbappé.

- Después de haber visto la Eurocopa, ¿qué lugar le asigna a la selección argentina en el próximo Mundial de Catar?

- Muy alto. Creo que también Argentina dio en la clave para la renovación de jugadores con un director técnico que supo hacer el cambio pese a la prensa, en la que todos son entrenadores. Este equipo no es “Messi y diez más” y aunque Lionel sea súper importante, se puede recostar en un conjunto en el que todos trabajan y él colabora, además de que en cualquier momento puede encender la lámpara. Después de conseguir la Copa América y nada menos que en el Maracaná ante Brasil, ahora sí se puede sentir más poderosa, sin sacar los pies del suelo, claro.

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domingo, 26 de septiembre de 2021

Messi y Guardiola, desde la gloria que los unió, el respeto y el cariño que perdura, y el enfrentamiento por la Champions sin el Barcelona de por medio (Infobae)


 

Se respetan profundamente y el cariño es mutuo, pero no mantienen una relación fluida. El brillante ciclo en el que coincidieron y en gran medida fueron artífices entre 2008 y 2012 terminó en un desgaste lógico y saben que difícilmente ambos vuelvan a repetir algo parecido a aquello,  que los potenció en sus carreras. En ese contexto, Josep Guardiola, como director técnico del Manchester City, y Lionel Messi como jugador del Paris Saint Germain (PSG) volverán a cruzarse, por la Liga de Campeones de Europa, esta vez sin el Fútbol Club Barcelona de por medio.

Entre 2008 y 2012, Guardiola y Messi ganaron juntos nada menos que catorce títulos con el Barcelona, y si el genio rosarino creció hasta ganar cuatro Balones de Oro (al final de cada una de esas temporadas) como mejor jugador del planeta, el gran entrenador catalán consiguió ser reconocido por la FIFA como el mejor del mundo en 2011, luego de ganar su segunda Liga de Campeones de la UEFA, y otra vez ante el Manchester United de sir Alex Ferguson.

En esos cuatro años, Messi marcó 211 goles en 219 partidos, con un promedio de 0,96 goles por partido, y tuvo 290 asistencias en los 638 partidos que disputó el equipo durante el ciclo.

“Del que más aprendí fue de Guardiola. No sólo por todo lo que sabía, sino porque  me agarró en mi etapa de crecimiento, donde más crecí y donde más aprendí”, admitió Messi en 2013, meses después de que la relación profesional entre ambos se terminara con un entrenador desgastado tras un largo ciclo, al punto de que decidió tomarse un año sabático en Nueva York antes de volver a trabajar en 2013/14.  “Lo siento por los que intentan ocupar su trono. Estamos ante el mejor en todos los sentidos. Es capaz de hacerlo todo y cada tres días”, devolvió Guardiola.

 

 

 

 

 “La gente compra entradas para verlo jugar y está dejando algo único. Encuentra a un jugador que durante cuatro años haya mantenido esta regularidad, que tenga esta capacidad física, que luche como lo hace él. Yo no lo he visto nunca, uno que sea tan constante…quizá soy demasiado joven, pero nunca he visto un compañero así y como técnico no he contado con un jugador de este tipo. Es superior a los demás, tiene un don especial”, dijo de él Guardiola en 2011, cuando todavía lo contaba en sus filas en el plantel del Barcelona.

Sin embargo, la relación entre ellos no fue fácil ni comenzó siendo tan tranquila. En más de una ocasión, Guardiola admitió que para entenderlo necesitó un tiempo y que en buena parte se debió a que tuvo la suerte de contar en su cuerpo técnico con su amigo Manel Estiarte, conocido como “el Maradona del Waterpolo”, un ex deportista notable que ayudó a comprender cuestiones que hacen a la mentalidad de los genios.

 “Si espera en el lugar que él cree que es el adecuado y no recibe la pelota, se enoja –describió Guardiola a Messi-. No le da tiempo para pensar si el destinatario de su disgusto acaba de salir de una lesión o es un chico. Para él, en ese momento, es alguien que ha resuelto mal la jugada, normalmente sus compañeros de la delantera o en los extremos, los encargados del último pase. Estiarte también veía la jugada y reprendía al que no seguía el camino que, claramente para él, era el adecuado, el mejor, Yo le decía muchas veces que gente como ellos dos se olvidan de que el resto de jugadores no son tan buenos como ellos”.

El inicio de la relación no fue con la tranquilidad que Guardiola, un entrenador joven y apenas con la experiencia de un año en el Barcelona B, en la Segunda B española, esperaba. En el verano de 2008 la tensión rondaba por la familia Messi porque Lionel estaba decidido a irse a participar en los Juegos Olímpicos de Pekín con la selección argentina de Sergio Batista pero el Barcelona le negaba esa posibilidad ante el miedo de no poder pasar los play off para entrar a la Champions porque debía jugar la clasificación debido a la mala temporada anterior, la última con Frank Rikjaard,  y el TAS le dio la razón al club en el litigio contra la AFA.

El entonces presidente del Barcelona, Joan Laporta –también tiene el cargo ahora- pretendía que Messi volviera para sumarse al equipo para una gira por los Estados Unidos y para que estuviera en el trascendental partido ante el Wisla Cracovia –ya habían ganado al Hibernian escocés con un 6-1, con un gol de Messi en un amistoso, y otro al Dundee United. En total el rosarino había marcado cuatro goles-.

Para Guardiola, Messi era fundamental porque con la salida de Ronaldinho él iba a ser el eje del equipo. El rosarino se sentía raro porque los dos brasileños formaban parte de su grupo de amigos en el plantel y ahora sólo quedaban Juan Manuel Pinto, Rafa Márquez y Sylvinho.

En los primeros días de pretemporada en Saint Andrews, Escocia, el periodista Jordi Quixano había escrito en el diario “El País” que Messi aparecía como “poco receptivo a las charlas de Pep Guardiola sobre posicionamiento táctico”, y que, entonces, “se le escaparon algunas muecas”.  En el gran libro “Messi”, Guillem Balagué señala que si el entrenador  estaba seguro de que el rosarino era el mejor jugador del mundo, no era lo mismo al revés por más buenas señales del DT que dieran sus compañeros Xavi e Iniesta. Guardiola tenía que demostrarle que era un gran entrenador. Quería despejarle el vestuario y convertirse en una especie de padre ahora que Ronaldinho no estaba y hasta quiso sacarle a Samuel Eto’o, pero éste apareció humilde y se lo fue comprando porque Messi sí quería jugar con él. Henry, en cambio, no era un problema porque no tenía la misma ascendencia en el vestuario.

Guardiola no veía bien a Messi y tras un entrenamiento lo quiso agarrar de los brazos para preguntarle qué le pasaba, pero no respondía. De a poco fueron hablando, aunque el argentino evadía su mirada y no le decía abiertamente lo que le pasaba, Taciturno, ni siquiera hablaba de esto con sus compañeros, aunque ellos sabían lo que lo atormentaba.

Y como el tema no se resolvía, los entrenamientos se tensaron. En una de las prácticas, Márquez le entró más duro que lo habitual, Messi se levantó, lo encaró y le dijo cosas fuertes y acabó en la ducha antes que todos. Apareció Estiarte para hablar con el padre, Jorge,  y preguntarle qué pasaba y luego quedó Tito Vilanova, el ayudante de campo, el interlocutor, el que le dijo que ellos estaban para cuidarlo y si incluso quería que Juanjo Brau lo acompañara a todos lados como su preparador personal, lo harían.

Messi, sin certeza de que podría jugar, estaba en Pekín con la selección cuando Guardiola lo llamó desde Nueva York, delante de Laporta, Rafa Yuste, vicepresidente deportivo, y Txiki Begiristain, al teléfono facilitado por Jorge Messi. “Yo sabía lo que significaban los Juegos Olímpicos – contó Guardiola, que ganó la medalla dorada con España en 1992-, lo que significaba ese evento. Pensé ‘tenemos que jugar la clasificación a la Champions sin el mejor jugador del mundo y siendo yo nuevo en el banco’ pero…¿de qué sirve tener a un jugador que no quiere estar aquí sino en los Juegos? ¿Es útil si su cabeza está allí?’Yo nunca creí en las imposiciones en el fútbol. Es decir, por mucho que digamos de jugar de esta manera, si yo no lo convenzo, no funcionará”.

“Ve a los Juegos Olímpicos y gana la medalla de oro”, le dijo, y en la conferencia de prensa, explicó su ausencia en la pre-Champions, que había notado en él “mucha tensión emocional. Vi que se encontraba muy incómodo con la situación y tampoco era buena idea traerlo si tenía la cabeza en Pekín”.

Lo cierto es que Guardiola aprovechó la ausencia de esos días de Messi para reflexionar sobre su relación con él –cuenta Balagué en su libro- y creyó descubrir cómo había que hablarle: no irle de frente porque el choque de trenes no era recomendable y entonces combinó las discusiones tácticas a solas con él en su despacho con las instrucciones indirectas: “Hoy los delanteros van a presionar arriba porque Leo lo va a hacer también y no podemos dejarle solo”. Y tratarle bien, con respeto, para que se sienta estimulado.

Messi ganó aquella medalla dorada olímpica en Pekín y efectivamente, a su regreso rindió de manera espectacular, coronando un gran año para el Barcelona con la segunda Champions de la historia del club ante el Manchester United en Roma. “Guardiola siempre me dice que yo no le tengo que dar las gracias por eso pero fue una decisión de él, creía que era lo mejor para mí”, dijo años más tarde.

Sin decirlo, aquella decisión de Guardiola de dejarlo ir a los Juegos Olímpicos había abierto una puerta a la confianza entre ambos. “Guardiola fue transmitiendo la gran ilusión que tenía al llegar, se fue ganando la confianza de todos. A medida que se iban sucediendo los partidos, que iban pasando las cosas, uno trabajaba más contento, con ganas. Veíamos que las cosas salían. Guardiola es una persona que sabe muchísimo de fútbol y nos dio su sabiduría para que a nosotros, dentro de la cancha, nos fuera todo más fácil”, contó Messi en el sitio web de la UEFA en 2009.

“De entrada se veía que el tipo sabía –agregó-. En la pretemporada hizo trabajos que después no hizo nunca en el año. Ya en la pretemporada nos preparó y ya sabíamos cómo quería jugar, cómo quería el movimiento de la defensa, de los centrales, de los delanteros. Después quedaban los detalles, pero ya nos había enseñado todo”.

Messi también descubre otra faceta de lo que aportó  Guardiola como entrenador del Barcelona, en 2013. “Su llegada se produjo en un momento en el que nosotros veníamos de dos años sin conseguir nada, veníamos mal anímicamente. Él encontró un vestuario roto y la manera de trabajar, de ser, de transmitir su mensaje, la confianza que daba, ayudó a que todo cambiara. Tiene una personalidad para enfrentarse a cualquiera cuando tiene sus ideas claras”.

Guardiola define a Messi con certeza: “Este tipo de jugadores te observan en el terreno a ver qué haces y qué dejar de hacer a ver si lo que haces les va bien…son tipos distintos. Tú te debes ajustar a este tipo de jugadores. Hay pocos en la historia y te debes ajustar a entenderlos y no al revés. Tontos no son, son más inteligentes que la media. Quizá inteligentes no es la palabra pero sí más intuitivos que la media. Notamos que  al principio estaba un poco triste pero intentaba entenderlo y hablar con él. Siempre buscamos que estuviera cómodo en el juego ya que si no lo conseguíamos con un jugador así, habría sido mejor que lo dirigiera otro. O me iba yo o se tenía que ir él y ante la duda, teniendo al más grande, la respuesta era sencilla porque su felicidad sólo la encontraría sintiéndose cómodo en el juego, y quizá había que darle todo eso, esa comodidad”.

Cuando se conocieron, Guardiola todavía no había comenzado su carrera como entrenador y Messi era un adolescente. “La primera vez que lo vi –cuenta “Pep”- yo estaba con Nike, donde trabajaba mi hermano Pere. A Leo también lo promocionaba la misma marca.. Coincidimos en una tienda. También estaba su padre y me lo presentaron. Lo vi tímido, Tiempo después, hablando con Tito Vilanova, me explicó que en la cantera tenía un jugador fantástico, que la iba a romper. Ahí supe de su calidad y empecé a seguirlo por televisión y lo clavó, Tito lo clavó”.

La relación entre ellos no le pudo haber dado mejores resultados al Barcelona. Fueron cuatro temporadas únicas no sólo por los logros sino por los récords batidos, los seis títulos en un mismo año, la expansión de la marca del club a niveles increíbles, a todo el planeta. El equipo del que todos se hicieron hinchas, los stocks agotados de todas las tiendas, la terna por el Balón de Oro de la FIFA con tres jugadores de las divisiones inferiores, la simpatía mundial, el juego a imitar, deslumbrante, los 92 goles de Messi en una sola temporada.

En esos años, el director técnico entendió las formas para tratar a un jugador tan especial: “Hay días que se le puede preguntar qué le pasa, depende del día. Él siempre lo dice: ‘cuando me cierro, me cierro. No hablo con nadie y me tengo que curar solo’ y se le debe respetar. Al principio me costaba entenderlo y con el tiempo, lo vas haciendo. Te vas dando cuenta de que es una persona diferente. Como cada uno, tiene sus cosas y durante esos días lo dejás y cuando percibís que quiere que le hables, vas y le hablás”.

Guardiola incidió como ningún entrenador en la carrera de Messi porque no se trató sólo de cuestiones futbolísticas, sino otras relacionadas con su modo de vida, con la forma de cuidar su salud, de mejorar su rendimiento. Le había impactado su llanto al romperse el bíceps femoral ante el Celtic de Glasgow, que significaba la octava lesión en dos años de élite, y más de la mitad, en el mismo lugar. Había estado 85 días parado en los tiempos de Rikjaard y se decidió un estudio holístico, global de su físico y se descubrieron carencias.

Laporta recuerda que todavía se alimentaba como un niño con panchos, papas fritas, bebidas gaseosas y hamburguesas. Lo detectaron e hicieron todo un trabajo con un nutricionista y casi no tuvo lesiones en los cuatro años de Guardiola, que los hacía comer a todos juntos en la ciudad deportiva: desayuno antes del entrenamiento, almuerzo antes de volver a casa, para controlar la alimentación. Del vestuario desaparecieron las máquinas expendedoras de chocolates y bebidas. También para Messi desaparecieron los asados, las pizzas y las milanesas del restaurante argentino “Las Cuartetas”, al que ya no pudo ser más asiduo concurrente. Descubrió el pescado, que no toleraba antes. Casi nada de grasas, mucha glucosa, muchas frutas y verduras, siempre bajo la táctica de la recomendación: “como yo te veo, te recomendaría que comieras esto y esto”. Messi aprendió a hidratarse y tonificarse, a descansar, más allá de los entrenamientos personales ahora con Juanjo Brau.

El estudio de morfología también generó cambios en el rendimiento en el césped. Muchas veces se criticaba a Messi por descansar en los partidos, por dejarse ir, pero descubrieron que eso tiene una explicación científica: tiene una tipología muscular con un consumo energético muy alto. Sus músculos se quedan rápidamente sin energía pero también se recuperan a gran velocidad. Pero el vacío, cuando se produce, es muy intenso y eso genera la necesidad de un descanso luego del esfuerzo y desde entonces se le pidió que dosificara los esfuerzos, que eligiera los momentos. Con Guardiola, se estabilizó en 1,69m y 69 kilos y aprendió el lenguaje de su cuerpo.

“Lo que aprendí de Leo –insiste Guardiola ante Balagué- es que se reivindica en el campo. Él habla allí y lo demuestra actuando, cuando salta al césped como si dijera ´ahora hablo yo´ metiendo cada día dos goles, tres goles, cada día…Ésta es su gran lección como deportista: en todo este ruido que hay en el fútbol, que todos hablamos más de lo normal, el lugar donde se expresa Leo es en el campo. Esa es su gran acción, su gran valor: demuestra que, además de futbolista, no tiene que ser nada más. Él sabe dónde tiene que hablar. Las cosas o cuentas pendientes que tiene te las cobra allá, en el campo. Me da la impresión de que los grandes son así, no buscan excusas, que si el entrenador lo ha hecho mejor o peor…Leo no juega para gustarte a ti. Leo, cuando va mal de verdad, no te dirá ‘es culpa tuya’. La percepción que he tenido siempre de Leo es que él piensa: ‘tú organízame el partido para que yo pueda toca r muchos balones, que del resto ya me encargo yo’. Otros piden ese lugar, el que Leo se ha ganado en el campo al ser trascendente en los momentos claves, decisivos; pero luego, a diferencia de Leo, llega el momento de la verdad y fallan. Y fallan una y otra vez. Leo, no. A Leo le das la pelota, se la juega y te gana el partido”.

A Guardiola le costó entender, y apenas cedió más en una última temporada en la que ya estaba más desgastado, que a Messi no le gusta salir en los partidos. En una oportunidad, iban ganando 4-0 contra el Valencia, lo sacó y se enojó. “Fue una boludez, después se me pasó –confesó el argentino-No me gusta salir, me gusta terminar los partidos, vayan como vayan. Prefiero entrar a salir Quiero jugar. No me gusta que puedan pasar cosas y yo me quede en el banco”. Pedro entró por él y al día siguiente, en el entrenamiento, no se cambió para ir a practicar.

Pero otra vez fue importante Estiarte, aquel ex jugador de waterpolo,  con sus consejos, y el mismo Guardiola, que supo desde que era jugador y fue compañero de Romario o Stoichkov, que no, se puede tratar a todos iguales y recordó una conversación con el entrenador de vóley argentino Julio Velasco y una vez, en una charla publicitaria para el Banco de Sabadell, contó lo que le dijo: “que siempre había escuchado a entrenadores decir que todos los jugadores son iguales y es la mentira más grande que existe en este deporte. Todos tienen que ser tratados con el mismo respeto pero no a todos se los puede tratar igual. A uno, para  tratarlo, tendrás que citarlo fuera del trabajo, a otros en tu despacho, a otros no les hables nada de táctica ni del rival, a otro, de lo que hace en su tiempo libre, hay que encontrarle la manera a cada uno y eso es lo fascinante de nuestro trabajo como para seducirlos y llevarlos a tu terreno y conseguir lo mejor de él. Parece que nosotros estamos encima de ellos. Así nos ven, cuando nosotros estamos por debajo, porque dependemos de ellos”.

Guardiola entendió que lo que tenía que gestionar eran sus silencios. Tomó el consejo de Velasco y en la primera Navidad dio más días a los sudamericanos para que permanecieran con sus familias, y Messi volvió antes de lo previsto porque estaba aburrido y extrañaba a la pelota y al grupo. También decidió que con el rosarino nunca irían a comer sino que charlarían en la ciudad deportiva.

Al director técnico catalán no le parece tampoco que llorar desconsoladamente en un vestuario sea un signo de debilidad. “Cuando Messi llora, hay que dejarlo. Lo ves, no pasa nada. Como entrenador, siempre es mejor tener a este tipo de personas, no a las contrarias, de las que están tristes y cuando suben al autobús empiezan a jugar al póker y ríen. Este tipo quizá también sube al autobús y juega al póker pero antes tuvo eso natural de poder expresar una cosa que no le gusta, como haber perdido o haber sido eliminado”. El amor que tiene a ganar, la pasión y lo competitivo que llega a ser, es un animal. Seguramente es como Tiger, Jordan, Nadal, como ese tipo de atletas que son únicos y lo que hay que hacer cuando se los encuentra es entenderlos”.

Desde lo táctico, las innovaciones de Guardiola tuvieron un éxito resonante, y todo surgió de su poder de observación, y en la primera temporada, cuando decidió pasarlo desde el extremo derecho a la posición de falso nueve. Notó que cometía a veces la distracción de no marcar al lateral de su lado (lo mismo le pasaba a Thierry Henry por la izquierda) y Guardiola los retó a su manera tras dos malos partidos ante el Olympique de Lyon y el Espanyol. Empezó a pensar en una variante y antes de enfrentar al Real Madrid en el Santiago Bernabeu citó a Messi a la ciudad deportiva. Los blancos, con Juande Ramos, habían encadenado siete victorias seguidas y el Barcelona tenía luego al Chelsea en semifinales de la Champions. Le mostró unos videos a Messi, que se reía porque lo veía claro frente a la PC: iba a jugar de falso nueve con Eto’o en el extremo, al revés que siempre. Se paró frente a los dos centrales, que no sabían qué hacer, si salir o no, y el Barcelona ganó 2-6, aunque luego Messi volvió al extremo y Eto’o al medio y sólo volvieron a aquel experimento en la final de la Champions de Roma ante el Manchester United, con otro gran partido.

Por darle el mayor espacio a su máxima estrella, Guardiola también tuvo que lidiar con otros problemas, como fue la contratación del sueco Zlatan Ibrahimovic, que sin embargo, no conseguía encajar en el esquema y mucho menos, con el argentino en la temporada 2009/10.

Si bien Messi nunca le dijo nada, el DT se dio cuenta de que eran incompatibles tácticamente y encontró el momento para charlarlo con el argentino, que le terminó confesando que no se sentía cómodo. El 4-2-3-1 con él detrás de Ibra no funcionó como quería y fue trasladado definitivamente al centro y desde allí, todo fue viento en popa, con el sueco al banco. Sin embargo, Guardiola reincidió ante el Inter en Milan por la semifinal de ida de la champions 2010 y cometió un gran error, que fue ir contra su propia intuición. Reemplazó al sueco a poco de comenzar el segundo tiempo pero no pudo evitar la derrota, y otra vez lo tuvo que cambiar a la hora de la revancha en el Camp Nou y con la eliminación, definitivamente se acabó ese plan.

En su libro autobiográfico “Yo soy Zlatan”, Ibrahimovic sostiene que “Pep me sacrificó porque Messi era la estrella y él quería jugar arriba y entonces me encerró y yo soy como un pájaro libre. Guardiola tenía que escucharlo a él y todas las pelotas pasaban por Messi. ¿Por qué diablos me compraron, entonces?”. Al año siguiente llegó Dasvid Villa, que pensó que iba a jugar de nueve,  pero le pidieron que se corriera a la punta, algo que terminó aceptando para que el argentino tuviera su espacio.

“El Barcelona, a partir de Guardiola, diseñó un vestuario a la medida de Leo y éste fue buscando aliados para poder jugar como le gusta hacerlo. Pero el último año de Pep y Tito Vilanova costó más mantener el equilibrio en un conjunto que en ocasiones pareció entregado a Leo en exceso”, llegó a describir Balagué en su libro.

Efectivamente, para la temporada 2011/12, la cuarta de Guardiola a cargo del equipo, el entrenador sintió que el genio lo escuchaba menos y tuvo varios desencuentros por sacarlo o mandarlo al banco para que descansara. La relación se desgastó por la lógica del paso del tiempo, con un Messi ya más crecido que en la última Navidad sí se quedó más tiempo en Rosario. El DT tenía que salir a tapar muchas cosas en las conferencias de prensa, hablando demasiado. Pero no se fue sólo por él sino por el cansancio de muchos años (consideraba que no más de tres era un ciclo para un entrenador y llevaba cuatro).

Algunos señalaron que el haber dicho “es el mejor jugador que tuve y tendré jamás” fue una concesión de la que ya no hubo regreso y esa declaración había sido en 2009. Pero cuando Messi se enteró de que se iba a ir, le envió mensajes de texto pidiéndole que se quedara (que el entrenador guarda hasta hoy). El argentino no apareció por la conferencia de prensa de despedida.

“Más que eso es la increíble cantidad de emociones y sentimientos, y las increíbles acciones que te hacen estar frente a la TV para ver lo que puede hacer con el balón y sus compañeros en un partido de fútbol –afirmó Guardiola en su despedida ante la prensa-. Día a día, partido a partido, cada tres días. Hizo algo único. Sólo puedo decirle que muchas gracias por llevar al Barcelona a otro nivel, a dominar al mundo durante una década, él y sus compañeros”.

Por su parte, Messi aclaró en su cuenta de Facebook que no estuvo “para que las cámaras no buscaran los rostros de pena de los jugadores y no quise demostrar”. En la fecha 37 de la liga, le marcó cuatro goles al Espanyol, le apuntó con el dedo en el primero como dedicatoria, pero ya corrió a abrazarlo al banco en el cuarto y le dijo “Gracias por todo” al oído. Luego, fue el autor del segundo gol en el 3-0 al Athletic de Bilbao de Marcelo Bielsa con el que terminó el ciclo.

Hoy, no mantienen un contacto fluido. Se vieron brevemente en la ceremonia del Balón de Oro de la FIFA en 2013 y el 7 de mayo de 2015 Guardiola pudo presenciar en vivo y como entrenador del Bayern Munich, el brillante partido de Messi cuando el Barcelona le ganó 3-0 en el Camp Nou y el argentino dejó sentado en el piso al defensor Jerome Boateng. En la conferencia de prensa del día anterior, el DT catalán ya había advertido sobre su ahora rival que “no se lo puede parar, es imposible”. La revancha de Munich había comenzado mejor para los alemanes pero dos jugadas de Messi y asistencias de Luis Suárez terminaron en un doblete de Neymar y aunque los locales pudieron dar vuelta el marcador, no les alcanzó para el pasaje a la final de Berlín.

Messi y Guardiola volvieron a enfrentarse por la Champions en 2016/17 cuando el DT catalán ya dirigía (como hasta ahora) al Manchester City y por la fase de grupos. En la primera cita en el Camp Nou, el argentino marcó un triplete en el rotundo 4-0 para el Barcelona y en la vuelta volvían a ganar los azulgranas 1-0 con otro gol del argentino pero los ingleses acabaron venciendo por 3-1.

Fue en aquella oportunidad cuando Messi le dijo a Ferrán Soriano, ex dirigente del Barcelona y ahora en el club inglés, que Guardiola “es macanudo, porque es duro, pero justo. Con él fue espectacular, más allá de lo que sabe como técnico y de que es un fenómeno por cómo analizaba los partidos y los preparaba. No creo que haya otro entrenador como él”.

El director técnico catalán parece tener muy claro lo que significa Messi: “A veces nos olvidamos de que lleva el peso de ser el mejor jugador del mundo, de todos los tiempos, que tiene un país detrás y un club que espera que gane el partido. Y eso cada día. Yo pienso que es el mejor de la historia por esta razón, por la continuidad de las cosas que ha hecho. Estoy convencido de que Cruyff cambió el fútbol, Pelé por supuesto, Maradona, pero los tiempos son otros. Este tipo tiene una capacidad de convertir, con los tiempos que corren, cincuenta, sesenta goles y aparecer en todos los partidos, cada día.. Más allá de los títulos que ha ganado, a mí no me cambiará la opinión gane o no gane un Mundial. Tengo una increíble gratitud con el jugador más extraordinario que he visto en mi vida. Más que por los títulos que nos ayudó a ganar con el Barcelona, por ayudarme a mí, personalmente, a ser mejor entrenador, y ayudarme a ir a Alemania, y luego, a Inglaterra”.

Acaso cuando se vean en el Parque de los Príncipes, uno jugando para el PSG y el otro dirigiendo al Manchester City, ahora ya sin el Barcelona de por medio, se den un abrazo tímido, pero ambos saben cuánto se respetan y se estiman y cuánto añoran aquellos tiempos de gloria, en los que se potenciaron mutuamente hasta llegar a la cima.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


viernes, 24 de septiembre de 2021

Sin Messi, el Barcelona vive una dura crisis de identidad (Infobae)


 

“Que n’aprenguin” –“que aprendan”, en castellano- es una reconocida frase que soltó el entonces presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta, en enero de 2004, y  que pudo escucharse en un documental posterior y se refería a la forma en que sus dirigentes consiguieron contratar desde la Juventus al gran volante neerlandés Edgard Davids.

Eran otros tiempos, en los que un exultante Laporta, sacaba pecho, muchas veces bañado en champagne sobre su traje y en interminables fiestas junto a sus amigos y compañeros de junta directiva, entre ellos Sandro Rosell y Ferrán Soriano, surgidos de la generación llamada JASP (Jóvenes Pero Suficientemente Preparados).

Todo aquello parece ya muy lejano, y si aquel 2004 fue el inicio de un adolescente argentino que debutaba en la Primera azulgrana llamado Lionel Messi en tiempos del director técnico holandés Frank Rikjaard y el reinado de Ronaldinho, hoy Laporta se encuentra otra vez a cargo de la presidencia del club, pero se terminó enfrentando duramente con Rosell (que fue preso por corrupción) y Soriano acabó ligado al Manchester City.

Este Laporta de hoy no podría jactarse de sus actos y ni siquiera de haber podido cumplir su mayor promesa, que fue la de conseguir mantener a un Messi ya hombre, con 34 años, padre de familia y más de 700 goles en el club, que batió todos los récords pero que se marchó al Paris Saint Germain (PSG) llorando porque los dirigentes le comunicaron que no podían hacer frente a su contrato ni aún aceptando renunciar a la mitad de sus ingresos.

“El Barcelona felicita a un jugador del PSG por ganar la Copa América”, ironizó días atrás el columnista del diario deportivo catalán “Sport”, Albert Masnou, para ilustrar el sinsentido actual de un club que se encuentra a la deriva y no tiene ideas cuál es el camino que debe transitar luego de haber matado a la gallina de los huevos de oro.

Muchos se preguntan por qué el Barcelona no pudo hacer frente a los 40 millones de euros anuales que aceptaba cobrar Messi (que debía regresar en condición de libre por lo que sólo había que arreglar con él en forma directa) y sí ahora planea gastar 75 millones por el muy buen delantero Dani Olmo, del Leipzig, en los próximos mercados de pases. El empresario mediático Jaume Roures, avalista de Laporta para que éste pudiera asumir su mandato, llegó a manifestar que no entendió qué pudo ocurrir en las últimas horas para que el Barcelona y el rosarino no acordaran “cuando hasta donde sé estaba todo acordado”.

Lo cierto es que aquel equipo azulgrana que fue modélico en el mundo, que agotaba la venta de merchandaising en cualquier parte del mundo –este periodista fue testigo de cómo no quedó ni una sola prenda en la tienda oficial de Yokohama antes de la final del Mundial de Clubes de 2011 ante el Santos de Neymar-, que tuvo en la terna de postulantes al Balón de Oro de la FIFA de 2010 a los tres jugadores de la cantera (Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta) y que deslumbró a todos con su juego por abajo, un marcado 4-3-3 que se basaba en la posesión de la pelota y ni siquiera creía en los contragolpes ni en el juego aéreo en los córners,  ante el Granada lanzó 54 centros para que en uno de los tantos zapallazos, el marcador central uruguayo Ronald Araujo empatara sobre el final de cabeza, y como local.

Ya nada es lo que era. Parece haber sido de otro tiempo cuando muy buena parte de la prensa catalana se quejó ante el “Tata” Gerardo Martino, en la temporada 2013/14, porque después de años el Barcelona perdió al final del partido el porcentaje de posesión de pelota ante el Rayo Vallecano por 52 a 48, aunque los de Messi ganaran 4-0. Había que respetar la filosofía de juego por encima del resultado.

Hoy, el mismo Laporta mantiene un pulso con su entrenador, otro legendario ex jugador del club, el neerlandés Ronald Koeman, autor del gol más emblemático de la historia, con el gol de tiro libre a la Sampdoria en Wembley en 1992 que le dio al Barcelona la primera Champions League.

Si bien trató de ser equilibrado en sus declaraciones (cosa que evidentemente le cuesta mucho), Laporta nunca quiso a Koeman en este mandato porque no le convence su juego ni el modo en que llevó adelante estos meses con el plantel y porque fue elegido por la dirigencia anterior y le aceptó eyectar al gran goleador uruguayo Luis Suárez en buena parte, para deshacerse de un contrato caro pero también p0ara dejar a Messi sin su mejor amigo en Barcelona.

Entonces, ahora, ante la seguidilla de tan malos resultados como insípido juego de un equipo vacío, desvencijado, envejecido y sin ideas claras, el presidente del Barcelona de la sonrisa eterna que antes se golpeaba el pecho, ahora sopesa tres ideas para reemplazar a su entrenador, que ya no habla en las conferencias de prensa sino que lee comunicados, en los que dice que los hinchas deben olvidarse de ganar la Champions y conformarse con llegar en la liga en el lote de los de arriba.

Así es que según los rumores de la prensa allegada, Laporta baraja los nombres de Roberto Martínez (catalán que dirige a la selección de Bélgica), Xavi Hernández (quien lleva varias temporadas en Catar) y el italiano Andrea Pirlo.

No parece fácil que Martínez vaya a emular lo que hizo Koeman de dejar la selección de Países Bajos para tomar el fierro caliente de un Barcelona que se encaminaba a las elecciones presidenciales y que gracias si arañó una Copa del Rey, por lo que no parece lógico que a un año del Mundial vaya a abandonar a los “Diablos Rojos” con Romelu Lukaku, Eden Hazard, Thibaut Courtois o Kevin De Buyne para venir a este Barcelona de ahora, como tampoco parece fácil que Xavi prefiera volver a su tierra para tomar la decisión de ir colocando en el banco de suplentes a sus amigos y ex compañeros Gerard Piqué o Sergio Busquets.

Si el que quedara fuera Pirlo, por el momento su único gran antecedente como director técnico es haber perdido el título de la Serie A italiana con la Juventus tras diez años consecutivos consiguiéndolo, lo que no es absoluta garantía de fracaso absoluto, pero tampoco parece ser sinónimo de éxito o de una experiencia requerida para hacerse cargo de un equipo con las exigencias del Barcelona.

Es cierto que aún no pudo debutar Sergio Agüero (inscripto in extremis porque no daban los números y aún lesionado), y que una de las grandes figuras del futuro, como Ansu Fati (quien heredará el número diez) recién ahora estarán en el campo luego largos meses de inactividad y aún falta que se readapten un resistido Philippe Coutinho y un irregular Ousmane Dembélé (por ambos se gastó todo el dinero que entró por Neymar en 2017), pero por el momento, este Barcelona no transmite casi nada, y fue perdiendo socios, abonos al estadio Camp Nou y lo que es peor: todo el movimiento turístico que generaba Messi en el pasado.

Este Barcelona que no encuentra todavía su camino, y en el que el neerlandés Memphis Depay trata de buscar algún acompañante con quien descargar su excelente juego de ataque, fue hiriendo de muerte a la gallina de los huevos de oro sin preparar un plan alternativo, aunque desde hace años que sabía que esto algún día podía pasar: que los Xavi, los Iniesta y los Messi se fueran o acabaran sus carreras, pero hizo poco y nada.

Entonces, aquel “Que n’aprenguin” ya quedó fuera de época. Acaso Laporta debería preguntarse qué aprendió él mismo en todos estos años, ahora que volvió a la presidencia del Barcelona.

 

 


martes, 21 de septiembre de 2021

Los recuerdos de Oscar Dertycia, su famoso gol al Barcelona con el Cádiz, su ausencia en los Mundiales de 1986 y 1990 y la alopecía por estrés luego de un choque con Maradona en el fútbol italiano (Infobae)


 

En España lo conocen como “Míster Proper”, por el personaje de las publicidades televisivas de productos de limpieza, y en Córdoba es una de las más destacadas figuras de su historia futbolera, luego de sus comienzos en Instituto (club con el que se identifica), su paso por Argentinos Juniors y clubes italianos y españoles,  y sus últimos tramos en Talleres y en General Paz Juniors.  Sin embargo, la característica más saliente de Oscar Alberto Dertycia es su reconocida pelada, producto del estrés de la lesión por un choque casual con Diego Maradona en un partido de la Serie A italiana a fines de los años ochenta.

El gran goleador cordobés, que hoy trabaja para la Agencia de Deportes provincial dando charla sobre cómo atravesar los distintos momentos de una carrera profesional, y clínicas a niños en el campo de juego, con orientación a los atacantes (como lo fue él), dialoga en exclusiva con Infobae sobre su vida y su extensa carrera, que incluye nada menos que 212 anotaciones.

- La suya es una carrera larga y rica, luego de iniciarse en Córdoba, pasar por Buenos Aires, para llegar a Europa y jugar en Italia y España, regresar a Córdoba, y terminar en Chile y Perú.

- Así es, fueron 550 partidos, 11 clubes, 212 goles. Estuve cerca de jugar dos Mundiales, no se dio (especialmente el de Italia 90), pude compartir grandes momentos, tuve excelentes compañeros, algunos de gran nivel, como Diego Maradona y Roberto Baggio.

-  ¿Qué me puede decir sobre Baggio?

- Un crack y un excelente compañero y además, le encanta la Argentina. Tiene campos en La Pampa y solía venir con su hermano a cazar y a pescar. En esa época sólo había tres extranjeros por equipo, no era como ahora que está lleno de extranjeros en cada equipo, así que era un total privilegio estar en ese fútbol italiano tan competitivo de la Serie A. En la Fiorentina éramos el checo Lubos Kubik, que era defensor, el brasileño Dunga y yo. Era la época en la que en el Nápoli estaban Maradona, Careca y Alemao, el Milan tenía a los tres holandeses, Frank Rikjaards, Ruud Gullit y Marco Van Basten y el Inter, a los tres alemanes, Andreas Brehme, Lothar Matthaus y Jürgen Klinsmann.

- Y lo que debe haber sido jugar con o contra Maradona. Debe tener muchas historias con él…

- Muchísimas. Un gran compañero, una persona excepcional. Compartimos momentos en la selección argentina, en las eliminatorias. Eran tiempos distintos a los actuales. Éramos todos futbolistas del torneo local y apenas había cuatro del exterior, que venían siempre que podían: Diego, Jorge Valdano, Jorge Burruchaga y Pedro Pasculli. Hoy parece mentira que ya no esté. Es lo máximo que dio el fútbol de nuestro país, por lo que significa y por lo que hizo por este deporte. Pero lo pude disfrutar. Lo vi gozar y sufrir, porque era doloroso que en cualquier viaje nosotros saliéramos a caminar, a recorrer, y él tenía que quedarse en el hotel porque siempre había treinta o cuarenta periodistas o fotógrafos esperándolo. En los entrenamientos era increíble ver lo que era capaz de hacer con la pelota y después, Fernando Signorini (su preparador físico personal) le daba una paliza. Me saco el sombrero por todo lo que hizo y porque no faltaba nunca, ni en los partidos a beneficio, y no quería perder ni en esos casos.

- Cuente algunas anécdotas de esos enfrentamientos contra Maradona.

- El primero no me lo olvido más, fue el 17 de septiembre de 1989

- Qué memoria…

- ¡Como para olvidarse! Un Nápoli-Fiorentina en el estadio San Paolo. Él volvía de la Argentina excedido de peso, una temporada que recién se iniciaba, la 1989/90, estaba barbudo, desaliñado, estaba peleado con el presidente del club (Corrado Ferlaino) y fue al banco, con la camiseta con el número 16. Los 45000 espectadores gritaban su nombre y salió al segundo tiempo. Nuestro arquero, Marco Landucci, le atajó un penal. Ganábamos 2-0 con dos goles de Roberto Baggio pero tres genialidades de él dieron vuelta el partido y lo terminamos perdiendo. Esa  camiseta con el 16 tenga la suerte de habérmela quedado y está hoy en el Museo Kempes, acá en Córdoba. Es que había cada número diez…a mí me tocó jugar con varios y también vi otros….Latorre, Beltrán, Mastrosimone, Meza…

- Es el mismo número que usó en la camiseta de Argentinos Juniors –donde usted también jugó-, en su debut ante Talleres de Córdoba en 1976…

- Así es. Tengo también otras camisetas de él, una blanca con el 10, y una moneda con su imagen, y cuando me operaron de rotura de ligamentos, a principios de 1990, me vino a ver al hospital y me regaló varias camisetas más pero se las di a los médicos y enfermeras.

- ¿Esa operación fue la de la lesión producto de un choque suyo con Maradona?

- Sí, en un partido jugado en Peruggia por la Copa Italia en enero de 1990. Yo me anticipé a la jugada y lo choqué, forcejeamos por la pelota y él se me cayó encima y por aguantarlo, giró la rodilla pero no los tapones. Justo a los pocos días iba a llegar a Italia Carlos Bilardo para observar a algunos jugadores, entre los que me encontraba, pensando en el Mundial. Necesité ocho meses para recuperarme, fue la única lesión grave que tuve en mi carrera y fue tanto el estrés que se me cayó todo el pelo, me generó la alopecia que tengo hasta hoy. Justo había nacido mi hija, me hijo tenía 4 años, y era mi mejor momento. Ese era mi Mundial, y no pude jugarlo. En mi lugar llegó el rumano (Marius) Lacatus, y a los pocos meses, Gabriel Batistuta. A mí me mandaron a Viareggio para la recuperación y fue allí que me mentalicé para que esto no me volviera a pasar y por suerte, jugué después hasta los 38 años, 14 años más.

- ¿Fue importante allí la presencia de un psicólogo?

- El mejor psicólogo es no mismo. Hay que tener mucha fortaleza mental. Yo no sabía qué me iba a deparar el futuro, pero apareció el Cádiz, que en ese momento dirigía el “Bambino” Veira y el profesor Lorenzo Buenaventura y tuve mucha suerte porque fueron seis meses inolvidables.  Ellos me abrieron las puertas. Me había lesionado el 19 de enero de 1990 y regresé a las canchas el 30 de diciembre de ese año ante el Castellón por la liga española. Entré como suplente y era una sensación de alegría indescriptible. Fue como una explosión. Ese año le ganamos 4-0 al Barcelona de Johan Cruyff, que empatando con nosotros ese día campeón y yo hice el tercer gol, fue algo histórico. Ellos terminaron ganando el título de liga a la semana siguiente, como locales en el Camp Nou.

- Justo ahora juegan el Cádiz y el Barcelona por la liga.

- Sí, y cómo será lo de aquel partido, que toda la prensa catalana me está llamando por eso para recordarlo. Fue una época excepcional. Con un equipo humilde pasamos varias instancias en la Copa del Rey, donde marqué dos goles al Athletic de Bilbao en la Catedral de San Mamés, nos salvamos del descenso. Lo único triste es que el Bambino Veira se fue en marzo a la Argentina porque contrajo hepatitis B.

- Allí fue que le pusieron como apodo “Míster Proper”.

- Sí (risas), es que mis buenos tiempos coincidieron allá con los carnavales, que son fiestas muy especiales y populares, con las chirigotas, las melodías que se cantan allí, las figuras, las murgas, y como yo era pelado y como un arito de oro en la oreja izquierda, decían que me parecía a un personaje de las publicidades, relacionado con un superhéroe de la limpieza. Y me quedó eso para siempre y ahora me conocen todos así.

- Después del Cadiz tuvo otra buena experiencia en el Tenerife.

- Sí, excelente, y allí dos veces seguidas le quitamos el título al Real Madrid y fue campeón el Barcelona del Deam Team. En uno de esos dos partidos, la definición fue increíble porque era la última fecha de la liga y el Real Madrid era campeón empatando y nos ganaba 2-0 con dos goles del rumano Gica Hagi y lo dimos vuelta y terminamos ganando 3-2 y como el Barcelona ganó, lo terminó pasando. Y al año siguiente les volvimos a ganar 2-0 (marqué un gol) y no sólo perdieron el título sino que nosotros nos clasificamos a la Copa UEFA, que fue la primera vez que el club lo conseguía. Fue una alegría tremenda.

- Ese equipo de Tenerife quedó en el recuerdo de la gente.

- Sí, tenía un estilo menottista, con Jorge Valdano como entrenador y Ángel Cappa como asistente, con los peruanos Percy Olivares y José “Chemo” Del Solar, y había una pila de argentinos, como Fernando Redondo, Diego Latorre, Juan Pizzi, Ezequiel Castillo. En la primera temporada, de los ocho partidos que ellos dirigieron ganamos seis y evitamos el descenso, y ya en la segunda temporada, conseguimos salir quintos, que fue lo que nos clasificó a la Copa UEFA. Y ya en la última temporada, llegamos a los octavos de final de la Copa UEFA y nos eliminó la Juventus, y estuvimos en la semifinal de la Copa del Rey, cuando nos eliminó el Celta. Ese equipo tenía un estilo muy marcado y consiguió resultados increíbles, como el 3-0 al Real Madrid en el Santiago Bernabeu en la Copa del Rey.

- También tuvieron duros cruces con aquel Sevilla de Carlos Bilardo…

- Sí! Eso fue en la temporada 1992/93, cuando en el Sevilla jugaban Diego Maradona y Diego Simeone. La semana previa a los partidos era un festival para la prensa con eso del enfrentamiento Bilardo-Menotti. Recuerdo que en uno de esos partidos, al empezar, redondo le metió una murra a Maradona. Había un clima muy caldeado, daba una motivación especial. Por suerte, la gente se sigue acordando al punto de que tengo una peña con mi nombre. Soy muy feliz de haber conseguido eso.

- Después pasó por el Albacete…

- Sí, tras el primer partido de pretemporada, para nuestra sorpresa, se fue el entrenador Luis Suárez y lo reemplazó Benito Floro, y jugué poco. No le gustaban los argentinos. Recuerdo que en el plantel había un uruguayo muy talentoso, José Zalazar, que le pegaba como los dioses., En esos meses le metí un gol al Barcelona a los 50 segundos de empezar el partido.

- También tuvo la experiencia de haber estado en uno de los ciclos más importantes de la selección argentina.

- Claro, yo estuve en los últimos tres meses del ciclo de César Luis Menotti y luego integré el equipo que consiguió la medalla de bronce en los Juegos de Indianápolis en 1987, ya con Carlos Bilardo y Carlos Pachamé, y el que llegó a la final del Mundial sub-20 de México en 1983, ante Brasil. Incluso estuve en el plantel que consiguió la clasificación al Mundial 1986 y por eso,  siento que también soy campeón del mundo aunque no haya estado entre los veintidós elegidos porque lo viví y estuve en ese grupo.

- ¿Por qué cree que Bilardo no lo convocó para el Mundial?

- Supongo que pensó que por mi edad, ya tendría dos o tres Mundiales más para jugarlos, pero lamentablemente, la lesión me impidió estar en Italia 1990 y ya para Estados Unidos 1994 estaban Gabriel Batistuta, Claudio Caniggia y Abel Balbo. Es mi cuenta pendiente pero yo siempre había querido jugar en el fútbol europeo y lo conseguí a base de mucho esfuerzo, porque Europa tiene otra dimensión para el futbolista.

- De todos modos, hay una fuerte imagen de usted saltando en el balcón de la Casa Rosada junto a los campeones del mundo.

- Es que me sentí parte. Por ejemplo, en los partidos, cuando iba al banco, Maradona me daba su “Cartier” de oro para que yo se lo tuviera.  Me decía “cordobés, vení” y me daba el reloj. Y yo siempre se lo devolvía.  Con él construimos una relación especial. Después del choque que me llevó a quedarme pelado, volvieron a jugar Fiorentina y Nápoles por segunda vez en la misma semana pero por la liga y él se quedó a dormir  allá para poder ir a visitarme al hospital al día siguiente, y trajo relojes de oro para mi esposa y para mí, y eso no se olvida. Yo fui a despedir a los jugadores a Ezeiza cuando salieron para la gira previa al Mundial y cuando me vio, a Julio Grondona se le piantó un lagrimón de la emoción. Después, cuando ganaron el Mundial, desde México me llamaban Ricardo Giusti, Nery Pumpido, Oscar Ruggeri, Ricardo Bochini, Sergio Almirón, y me decían “mañana venite con nosotros a festejar en Buenos Aires” así que me fui con ellos en el colectivo, subí al balcón de la Casa Rosada, fue impresionante.

- Luego de la experiencia europea vino el regreso al fútbol argentino.

- Sí. Esperaba el llamado del Hércules y mientras tanto, volví a entrenarme a Instituto, pero sabía que allí estaba Diego Klimowicz así que finalmente firmé para Talleres, pero no pudimos ascender a la A. Luego pasé a Deportes Temuco, en Chile, volví a general Paz Juniors de Córdoba, donde luego también fui director técnico y al final, me llamó Sergio Coleoni, que es el primo de Gustavo (ex entrenador de Central Córdoba de Santiago del Estero), y que estaba dirigiendo al Sport Coopsol de Trujillo, en Perú, a 600 kilómetros de Lima, y me fui por cuatro meses. Hice siete goles en ocho partidos y en total hice 17 goles, cuando ya tenía 38 años y fue mi última etapa antes de colgar los botines. Pude jugar muchos años, porque para mí estar en un vestuario o concentrado, era el hombre más feliz del mundo.

- Hoy sigue trabajando en el fútbol…

- Sí, en la Agencia Córdoba Deportes. Le piden a Héctor “Pichi” Campana, que está a cargo, que vayamos a dar charlas o clínicas tanto Donald Jones, como Santos “Falucho” Laciar o yo y entonces acudimos a colegios o clubes y hacemos entrenamientos con los chicos, generamos diálogos, o entrenamientos específicos con ellos, en mi caso, en el campo de juego, con trabajos de definición y trato de que luego rompamos el hielo y me hagan preguntas, para que se quiten la vergüenza. Porque cuando yo era chico, mi ídolo era Mario Kempes pero no había podido hablar con él hasta muchos años más tarde. Yo aprendo de los adolescentes o en el papi-fútbol. ¿Para qué me voy a guardar todo lo que aprendí en tantos años de carrera? A mí Europa me enseñó mucho: a declarar ante la prensa, a expresarme, a vestirme, a comer, dialogar con un banquero, con un abogado, con un contador.  Cuando en el final de la carrera me fui a jugar a Perú, mi hijo se hizo fanático del ceviche y yo lo acompaño, traté de rescatar cosas de todas las culturas.

- Decía que a Kempes lo pudo tratar de más grande. ¿Cómo es la relación con él?

- Jugamos juntos en un partido a beneficio en cancha de General paz Juniors. No me olvido de que estando en el Cádiz, una vez fuimos a jugar un partido a Mestalla contra el Valencia y me regalaron una foto suya que luego le hice firmar, y antes del Mundial de Sudáfrica 2010 le hice una entrevista filmada pero lamentablemente luego me robaron esa cámara y la perdí. Luego lo volví a ver cuando vino a la inauguración del estadio cuando se llamó “Mario Kempes”. Es una enorme satisfacción tener trato con él y que haya muchas cosas de mi carrera en el museo que lleva su nombre. Sé que se emocionó en uno de sus últimos cumpleaños cuando los chicos a los que les doy charlas le enviaron un video con felicitaciones.

- Tanto Kempes como usted son figuras históricas nacidas en Instituto. ¿Es verdad que allí quedó algún resquemor con usted por haber jugado unos meses en Talleres?

- Sí, el hincha quedó dolido por eso, pese a que soy el goleador histórico del club en AFA con 93 tantos, pero aún así, no hay una tribuna con mi nombre después de que se hizo una votación para bautizar las del estadio. Hay, eso sí, una foto mía de cuando tenía pelo en La Agustina, el predio de “La Gloria”. De todos modos, las relaciones están bien y llegué a estar en 2014 en el cuerpo técnico con “Miliki” Jiménez y quedamos cerca de ascender a la A.

- ¿Cómo ve al fútbol cordobés en la actualidad?

- tenemos la materia prima, que es lo más importante. En cualquier plaza o esquina de la provincia hay un talento, un diamante, y siempre Córdoba estará bien vista como lugar futbolero por excelencia. Hoy Talleres está primero en la tabla, tratando de acostumbrarse ganar, tratando de superarse ante una enorme exigencia, con un entrenador que sabe cómo hacerlo, como (Alexander) Medina, Belgrano se está consolidando con un entrenador ganador surgido del club, como Guillermo Farré. Instituto está a la deriva, con dos entrenadores que se fueron, y vamos a ver ahora cómo se las arregla “Miliki” Jiménez, que es el director deportivo. Racing, General Paz Junior…hay una impresionante cantidad de chicos que juegan al fútbol en tantos equipos y en tantas categorías. Hay mucho futuro, y en el presente, jugadores como Paulo Dybala o Cristian “Cuti” Romero, que tienen esa mezcla de técnica fina y el potrero, que siempre son bienvenidas en el mundo del fútbol.