Apenas habían
pasado cuatro días del escándalo de la suspensión del partido entre las
selecciones de Brasil y Argentina a los cinco minutos del primer tiempo por la
clasificación al Mundial de Catar 2022, y ya se produjo la primera gran
consecuencia, con la sorpresiva salida de la Conmebol de una de las dos
personas de máxima confianza de su presidente, Alejandro Domínguez, nada menos
que el argentino Gonzalo Belloso, secretario general adjunto y director del
área de Desarrollo de la institución.
Belloso había
ingresado en la Conmebol en enero de 2016 y fue reemplazado como secretario
general adjunto por su compatriota y ex arquero de la selección campeona del
mundo en México 1986, Nery Pumpido, lo que no es un movimiento más, sino que
encierra toda una cuestión política.
Hay una
coincidencia general en que nadie que ocupa lugares tan altos en una
institución como la Conmebol, que mueve fortunas (y más el área de Desarrollo,
que recibe los altos fondos de la FIFA desde Zurich para proyectos de
construcción de estadios, de planes para países en desarrollo, torneos
juveniles, congresos y cursos), y que
cobra suculentos salarios y viáticos en dólares, renuncia y se va dejando dos
cargos tan apetecibles, salvo razones de fuerza mayor.
Y más allá de
que a las pocas horas de que se anunciara formalmente la salida de Belloso
maquillándola con los habituales deseos de suerte en sus nuevas actividades o
los agradecimientos del dirigente por “todos estos años”, ya era recibido en
las redes sociales por la agrupación política “Raza Canalla”, que disputará la
presidencia de Rosario Central en 2022, lo cierto es que, según afirmó el
notable ex arquero paraguayo y en juicio con Alejandro Domínguez, José Luis
Félix Chilavert, el argentino fue cesado por la Conmebol el miércoles pasado y
ya el jueves no tenía posibilidades de ingresar por la puerta de la entidad en
la sede de Luque.
Según fuentes
muy cercanas a la Conmebol, la salida de Belloso está lejos de ser lo que
formalmente se dice, acerca de que él ya lo tenía planificado para dedicarse a
la política interna de Rosario Central (club en el que jugó como delantero en
tres ciclos distintos) sino que se debe a una durísima discusión con el
director del área de Competiciones de la entidad continental, el brasileño
Frederico Nantes, que no es otro que el que se puede observar en cada sorteo de
las copas Libertadores o Sudamericana, encargado de mostrar los papelitos con
los equipos.
Esta discusión
en duros términos, por la que Belloso pidió la renuncia del brasileño, tampoco
tuvo nada de casual a tres días de un escándalo como el del partido
Brasil-Argentina, cuando el caso ya está en la FIFA a punto de que terminen los
seis días hábiles de vista a cada federación (CBF y AFA) antes de que se pase a
la instancia jurídica siguiente y cuando el argumento de los locales acerca de
lo ocurrido el domingo en San Pablo pretende relacionar la suspensión con que
la selección argentina vulneró la reglamentación sanitaria vigente porque sin
el permiso de excepción de la agencia estatal ANVISA, cuatro jugadores
argentinos de la Premier League participaron del inicio del partido cuando al
provenir de Inglaterra (país considerado problemático por la pandemia del
coronavirus) debieron quedarse en el hotel haciendo cuarentena, además de
sostener que la delegación mintió al no comunicar en el formulario que en los
últimos catorce días habían estado en ese país del Reino Unido.
Uno de los temas
más calientes que aparecieron en el pulso entre Belloso y Nantes es que el
primero fue quien estuvo en comunicación permanente, y asesorando en cada punto
al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, acerca del proceder de la
delegación argentina en San Pablo, quien consiguió que la FIFA y la Conmebol
respaldaran que los cuatro jugadores (Cristian Romero y Giovani Lo Celso del
Tottenham Hotspur, y Emiliano Martínez y Emiliano Buendía, del Aston Villa)
fueran habilitados para jugar, y quien luego aconsejó que el equipo se retirara
al vestuario cuando se produjo la inmediata suspensión luego de que ingresara
al césped un representante de Anvisa y que motivó que el veedor del partido, el
colombiano Juan Alejandro Hernández, colocara en su informe para Zurich que se
trató alguien “ajeno” al mundo del fútbol, lo cual podría perjudicar a la CBF,
debido a que Brasil oficiaba como local.
A las pocas
horas de su salida de la Conmebol, ya se hablaba del brasileño Nantes como
probable sucesor, aunque el argentino habría pedido, conocedor de esta situación, antes de su
salida, que al menos se nombrara a un ex
futbolista, y aunque en principio se
barajaron los nombres del chileno Clarence Acuña (de buena imagen en la
institución y con habitual participación en cursos de capacitación y en el
otorgamiento de licencia de clubes y de licencias PRO para entrenadores), del
paraguayo Diego Gavilán (quien acaba de ingresar a las divisiones inferiores de
Cerro Porteño pero del que se desconocen sus dotes diplomáticas) y hasta del
uruguayo Diego Lugano (quien va creciendo en el organigrama dirigencial
sudamericano con el poder que tiene en el fútbol de su país y por su cercanía
con el fútbol brasileño al ser símbolo del San Pablo), finalmente el elegido
fue Nery Pumpido.
Si quien fue
eyectado de la Conmebol fue Belloso y no Nantes se debe, según las mismas
fuentes, a la influencia que ejerció sobre Alejandro Domínguez su otra persona
de confianza, la abogada también paraguaya Montserrat Jiménez, quien le habría
hecho ver el problema de enfrentarse a la CBF, con la que el presidente de la
entidad sudamericana tiene estrechos vínculos, y más aún , cuando la relación
con la AFA no atraviesa su mejor momento desde hace varios años, de allí el
enojo de Nantes con Belloso, por haberla intentado ayudar en todo momento el
pasado domingo.
Belloso había
pedido la renuncia de Nantes porque éste -considerado hombre del defenestrado
ex presidente de la CBF, Marco Polo del Nero (un Marco Polo que no viaja porque
si sale del país puede ser interceptado por Interpol debido al FIFA-Gate),
quien sigue conservando el poder en las sombras en el fútbol de Brasil- había
presionado para que el partido del domingo se reanude, tal como indica entre
las posibilidades el reglamento de la FIFA, y a tono con las exigencias de las
empresas dueñas de los derechos televisivos.
Sin embargo,
para la AFA no es tan claro que el reemplazo de Belloso por Pumpido sea un
alivio. Si el primero siempre fue muy cercano a Domínguez, al menos
representaba un salvavidas para Tapia al ocuparse de las cuestiones logísticas
y burocráticas como en los hechos de San Pablo del domingo cuando el mandamás
del fútbol argentino tiene desde hace tiempo una relación fría y distante con
el de la Conmebol.
Tras el
fallecimiento de Julio Grondona a fines de julio de 2014, el fútbol argentino
se quedó sin representación formal de importancia en la Conmebol, especialmente
cuando en 2016 la AFA fue intervenida por la entidad sudamericana y la FIFA,
hasta que Tapia asumió tras el llamado a elecciones, en marzo de 2017.
Desde entonces,
el nuevo presidente de la AFA intentó acercarse a Domínguez por todas las vías
posibles para recuperar algunas posiciones en el mundo del fútbol, sabiendo de
antemano que resultaría imposible, por años, llegar a donde Grondona, que
alcanzó a ser el vicepresidente senior de la FIFA, como número dos del suizo
Joseph Blatter.
La suerte hizo
que Tapia consiguiera ser el representante de la Conmebol ante el Consejo
Ejecutivo de la FIFA cuando un asunto interno derivó en la renuncia a ese cargo
(rentado y en dólares) por parte del ex presidente de la Asociación Uruguaya
(AUF), Wilmar Valdez. Pero le duró muy poco. Durante la disputa de la Copa
América de Brasil en 2019, el presidente de la AFA llevó a los niveles más
altos la indignación del arbitraje del ecuatoriano Roddy Zambrano en la noche
en que la selección argentina fue eliminada por la brasileña en el estadio
Mineirao, en la semifinal, cuando dos claros penales ni siquiera fueron al VAR.
Tapia presentó una
incendiaria carta a la Conmebol, dirigida a Domínguez, con duras quejas y el
pedido de renuncia de la presidencia del Comité arbitral del brasileño Wilson
Seneme (quien también es apoyado por la FIFA) y no sólo eso: el día de la final
entre Brasil y Perú en el Maracaná de Río de Janeiro, el presidente de la AFA
hizo circular entre la prensa amiga una versión de que su entidad podría
abandonar la Conmebol para irse como invitada a la UEFA, haciendo creer que la
selección argentina había sido invitada a jugar la Eurocopa, aunque desde la
entidad europea desmintieron rotundamente esta especie a este periodista, al
citar con extrañeza que acaso la confusión pudo deberse a que la invitación fue
a la dirigencia a presenciar partidos en el palco.
De regreso de la
Copa América, Tapia fue citado a la sede de la Conmebol en Luque, donde se le
comunicó que había perdido su cargo recientemente otorgado en Zurich.
Acaso por todo
esto, Belloso era fundamental para Tapia porque se trataba del único puente con
la Conmebol al más alto nivel, algo que ya no es tan claro con Pumpido, al
menos, si se toman en cuenta las diatribas que parten desde su amigo y ex
compañero en México 1986, y ahora panelista de ESPN, Oscar Ruggeri, acerca de
que la AFA no está interesada en proteger a los jugadores que ganaron los dos
títulos del mundo (el de ellos y el de 1978). “No puede ser que haya jugadores
que ganaron títulos del mundo y no lleguen a fin de mes. Es ahora cuando la AFA
debería pagarles”, afirmó.
Pumpido ya era
asesor de Domínguez en la Conmebol, y daba cursos y charlas y la entidad lo
convocaba en los últimos años para todo tipo de eventos. Su relación con el
presidente de la entidad sudamericana comenzó cuando fue el director técnico de
Olimpia en 2002 y ganó su tercera Copa Libertadores, en momentos en que el
titular del club de Asunción era Osvaldo Domínguez Dibb, el padre de Alejandro.
El cargo de
secretario general adjunto de la Conmebol, entonces, pasa de argentino a
argentino y de olimpista a olimpista, porque Belloso, el saliente, también supo
construir un vínculo con los “franjeados” de Asunción después de su paso como jugador entre 2004 y 2005.
Gonzalo
“Pejerrey” Belloso (nacido en la ciudad de Santa Fe el 30 de marzo de 1974),
fue un aceptable delantero que debitó en Rosario Central en 1993, aunque
regresó entre 2003 y 2004 y otra vez en 2006, y pasó por otros equipos como
Colón, Lanús (donde ganó la Copa Conmebol en 1996), Racing, Racing de
Estrasburgo (donde obtuvo la Copa de Francia en 2001), Cruz Azul de México y Zamora
de España, y se retiró en 2008.
Su casamiento
con la abogada Carolina Cristinziano, de muy estrecho vínculo con la barra
brava de Rosario Central, terminó siendo estratégico porque le fue permitiendo
escalar en los niveles dirigenciales, cosechando apoyos políticos y deportivos
hasta crear la agrupación interna “Raza Canalla”, con la que ahora pretende
presentarse a elecciones como candidato a presidente en 2022, llevando a Miguel
Russo, ex entrenador del club y recientemente de Boca /y con un hijo en el
plantel de primera división) como manager,
Por eso, no
resultó extraño que a las pocas horas de dejar la Conmebol fuera recibido por hinchas
de Rosario Central en las redes sociales, al incorporarse rápidamente a la
política interna como opositor al actual presidente Rodolfo Di Pollina. Incluso
hay quienes sostienen que sus aspiraciones mayores son a la presidencia de la
AFA.
https://twitter.com/SoyUnBando/status/1436035117374390274
Carolina
Cristinziano llegó a ser uno de los cuatro miembros de la comisión interventora
que Conmebol y FIFA colocaron en la AFA en 2016 y no hubo nada de casualidad.
Ese apoyo de la entidad sudamericana estuvo basada en la amistad que hizo su
marido con Cristian “Grillo” Domínguez, el hermano de Alejandro (ahora a cargo
del departamento de fútbol del club), e hijo de Osvaldo, cuando fue futbolista
de Olimpia entre 2004 y 2005, lo que generó que al poco tiempo de colgar los
botines fuera convocado en 2009 como gerente deportivo, durante la presidencia
de Eduardo Delmas.
En 2010, Belloso
dejó su cargo en Olimpia para ser manager de Rosario central hasta 2012, que
coincidió con el ascenso del equipo a la Primera División, pero otra vez
regresó a Asunción en 2014 cuando fue contratado como asesor deportivo de la
Asociación Paraguaya (APF), y luego, ascendido a secretario técnico, hasta que
en 2016 se incorporó a la Conmebol y fue secretario general adjunto desde 2019
y mantuvo también la dirección del área de Desarrollo.
Más allá de ser
el creador del programa “Evolución” durante su gestión, Belloso era considerado
una de las personas de más estrecha confianza de Domínguez y uno de los pocos
que conoce al dedillo los pormenores de escándalos como los del VAR, la burbuja
durante la pandemia, los dineros del FIFA-Gate “recuperados” o el accidente que
costó la vida a casi la totalidad del plantel de Atlético Chapecoense.
Su actual
vínculo con la barra brava de Rosario central es indudable. Si ya en Rosario se
decía que tenía negocios conjuntos con el jefe de los ultras, “Pillín” Bracamonte
–estuvo preso por lavado de activos-, el 19 de enero pasado, los hijos de
ambos, que pasaban juntos sus vacaciones en Mar del Plata, fueron protagonistas
de un incidente en una discoteca, cuando huyeron en su coche tras agredir a un
joven de 20 años.
En efecto,
Matías Belloso, actual jugador de Arsenal de Sarandí de Primera División
argentina, e hijo de Gonzalo, y Andrés
Guillermo Bracamonte, hijo de “Pillpin”, atacaron al joven Matías Montín con un
botellazo en la cabeza en la discoteca ”Ananá”, de Mar del Plata, y huyeron en
un BMW junto con una chica (que no fue imputada) y otro muchacho, Gabriel
Galvano.
Para el fiscal
Pablo Cubas existen suficientes pruebas para acusar a los tres, pero en
especial Belloso y Galvano, de 23 años, y que conducía cuando el coche fue
interceptado por la Policía en el peaje de una autopista.
Montín recibió
al menos un golpe en la cabeza que le produjo una contusión y un coágulo, y
tras ser asistido por una enfermera del lugar, fue derivado en una ambulancia
al Hospital privado de la Comunidad (HPC). Al día siguiente, acaso consciente
de su cargo en la Conmebol, Gonzalo Belloso acompañó a su hijo a entregarse a
la Policía.
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