Angoleño de
nacimiento y congoleño de ascendencia, el volante francés Eduardo Camavinga
pasó de tener que vivir en un campo de refugiados con su familia y de tener que
lidiar con un incendio que quemó toda su casa, a ser jugador del Real Madrid
desde esta temporada, tras asomar como un crack de brillante futuro y batir ya
varios récords en su corta carrera.
Con apenas 18
años de edad, varias metas ya alcanzadas y una estatura de 1,82 metro para
apenas 68 kilos, lo que determina que cada movimiento en el césped parezca una
zancada, el fichaje de Camavinga es considerado como una apuesta del Real
Madrid para ingresar en una etapa de modernización del plantel, especialmente
para la renovación de un mediocampo que por muchos años es integrado por el
croata Luka Modric, el brasileño Casemiro y el alemán Toni Kroos, cuando la
generación anterior a la suya (Marco Asensio, Lucas Vázquez e Isco Alarcón) no
pudo terminar de hacer pie en el equipo titular.
En cambio,
Camavinga –quien llegó al conjunto blanco de la capital española el 31 de
agosto, último día del libro de pases en Europa, y según muchos analistas, como
devolución del golpe al PSG, que pretendía al jugador, por no venderle a
Kyllian Mbappé-, viene a sumarse en la conformación del Real Madrid del futuro
cercano junto al uruguayo Federico Valverde y a los brasileños Rodrygo Goes y
Vinicius Junior, con un fútbol de mayor despliegue pero al mismo tiempo con un
juego de ida y vuelta pero fino, con calidad.
Camavinga
irrumpió como un nuevo salto de calidad también en la selección francesa
campeona del mundo, siendo el segundo jugador más joven en debutar en los
“Bleus”, con apenas 17 años y 10 meses, el 8 de septiembre de 2020 ante Croacia
por la Liga de las Naciones de la UEFA (sólo lo superó Maurice Gastiger, en
1914) y ya convirtió un gol en los tres partidos que disputó en el equipo galo.
Eduardo Celmi Camavinga
nació en Miconge, en la provincia angoleña de Cabinda, el 10 de noviembre de
2002 en medio de un campo de refugiados, a donde fue alojada su familia (sus
padres y sus cinco hermanos, él es el tercero) que huía del Congo, y por eso él
tiene las dos nacionalidades.
En 2003, su
familia logró por fin irse a Francia. Se estableció primero en Lille y luego en
Fougéres, al norte de la Bretaña, a unos 40 kilómetros de Rennes, y allí
transcurrió toda su infancia, marcada por la pobreza, el intenso trabajo de sus
padres, y la lucha denodada por salir adelante. Apenas un día antes de cumplir
los 17 años, en 2019, todos obtuvieron la nacionalidad francesa y Eduardo pudo
conseguir terminar el bachillerato en Ciencias Económicas y Sociales de la
Academia de Rennes en julio de 2020. Cinco meses más tarde fue elegido quinto
mejor jugador de Europa sub-21, el famoso premio “Golden Boy”.
Su padre,
Celestino, solía levantarse muy temprano para desayunar y salir hacia Saint
Brice-en-Coglés, donde trabajaba en un matadero de cerdos. Su madre, Sofía,
había tenido que dejar su actividad laboral cuando nació su tercera hermana,
por lo que no le quedó otra que tomar algunas changas ocasionales. “Hubo
semanas enteras que no vi a mi padre cuando entré a la academia, pero por suerte
me las arreglé siempre bien solo para las tareas”, contó en una entrevista, en
la que también detalló que nunca en su vida pudo conocer a sus abuelos, que
permanecen en Angola. “Hablo por teléfono con ellos pero nunca tuve la
oportunidad de ir. Algún día regresaré al país, seguro”.
Si bien jugaba
al fútbol cuando era niño, lo hacía en su casa y en el patio de la escuela. Lo
que le interesaba más era el judo, que practicaba su hermano. Pero siguiendo el
consejo de los supervisores del colegio, su madre lo inscribió en el cercano
club “Drapeau-Fougéres” (desde 2011, “AGL-Drapeau”, tras una fusión), y en el
que jugaba su padre en el equipo senior, cuando apenas contaba con siete años.
Rápidamente comenzó a destacarse como defensor y como centrodelantero.
Quien recuerda
bien ese tiempo es Nicolás Martinais, uno de sus primeros entrenadores en el
club y quien se hizo amigo de la familia. “Su madre lo inscribió porque en la
casa rompía todo jugando a la pelota –contó entre risas-. “Teníamos un balcón y
con una pelota que era muy dura rompí una mesa de café. Realmente no sé cómo lo
hice, pero fui directamente a esconderme en mi habitación, por reflejo, y
estaba solo con mi madre en la casa y cuando se enteró, me regañó. Debo
reconocer que yo era un poco ruidoso”, confesó Camavinga, quien afirma que
desde muy pequeño era hincha del Stade de Rennes. “Hasta llegué a ir al estadio
a verlo, y estoy en fotos con la bandera, aunque no recuerdo en qué partido fue.
Me gustaban mucho Yann M’Vila y Jonathan Pitroipa” (jugadores de la época).
Hubo un hecho
que marcó la infancia de Camavinga y su familia. Un incendio que devastó la
casa que tras mucho trabajo su familia había construido en el pueblo de
Lécousse. Sólo tras un gran movimiento de solidaridad pudieron recuperarse muy
de a poco y la alcaldía los trasladó a otra vivienda.
“Cuando ya se
habían llevado los muebles- recuerda Martinais a “Ouest France”-, su padre
Celestino se acercó y le dijo ‘Eduardo, tú eres la esperanza de la familia.
Eres tú quien la levantará’, como si fuera una profecía”. “Es cierto que mi
padre me dijo eso-acepta Camavinga- pero cuando era pequeño, era despreocupado
y no necesariamente tomé esa frase en serio. Apenas tenía diez años y me hizo
reir, pero con el tiempo y a fuerza de oir a mi madre hablar de eso, comprendí
que la situación era grave, muy grave. En ese momento las cosas no iban bien
para mi familia y recuerdo como si fuera hoy aquel incendio. Estaba en la
escuela y por la ventana podía ver a los bomberos a todo trapo, pero no había
hecho la conexión de que se trataba de mi propia casa, pero al final del día,
vino la maestra a vernos a mi hermana y a mí y nos contó lo que sucedía y vino
mi padre a buscarnos. Mi habitación estaba en el piso de arriba y fue la que
peor lo pasó y perdí toda mi ropa, aunque por suerte se pudieron recuperar
cosas de la planta baja”.
Tras cinco años
en el “Drapeau-Fougéres” se incorporó a los juveniles del Stade de Rennes. Al
poco tiempo, ya era vox populi en el club rojinegro propiedad del
multimillonario Franꞔois Pinault, que había un chico de características
especiales, que era un proyecto de crack.
“Eduardo es un
ejemplo en todo el sentido de la palabra” -llegó a decir Landry Chauvin, su ex
entrenador en esta etapa-. Vio todo de antemano, entendió todo la primera vez y
siempre estuvo en una perspectiva de aprendizaje y progreso diario. Trabajar
con un niño así es simplemente felicidad”.
El veterano Jo
Bourel (75 años), otro entrenador que tuvo en las divisiones inferiores del
Rennes, fue mucho más allá en declaraciones a “Le Point”: “Cuando necesitábamos
mantener un resultado, lo pusimos en defensa. Al contrario, cuando teníamos que
ganar, lo colocábamos de centrodelantero. Y siempre obtuvimos buenos
resultados. Era superior a todos en
cualquier ámbito del juego. Tenía destreza, flexibilidad, pero también una
hermosa visión de juego y una gran madurez desde muy temprana edad. Al defender
era un felino real, que se convertía en gacela al atacar. Es un jugador
versátil”.
Su debut en la
Ligue 1 se produjo el 6 de abril de 2019 ante el Angers, cuando ingresó como
suplente para reemplazar a M’Baye Niang a un minuto del final (empataron 3-3)
convirtiéndose (a los 16 años, 4 meses y 27 días) en el jugador más joven de la
historia en vestir la camiseta del Rennes en primera división, superando a
Fréderic Guimard en 1987.
Ya para ese
entonces, su antiguo entrenador Chauvin sostuvo a “L’Equipe” que Camavinga
“tiene el calibre de Ousmane Dembélé (otro ex jugador del Rennes, que tiene una
buena tradición de divisiones inferiores, de donde han surgido Yoann Gurcuff,
Mikael Silvestre, y Sylvain Wiltord). Imagino una trayectoria idéntica”.
En esa temporada
2018/19 terminó jugando 7 partidos y otros 13 en el filial, en el que anotó 4
goles. Fue el jugador más joven en debutar en la liga francesa con 16 años y
poco más de 4 meses, superando el anterior récord de Kyllian Mbappé en el
Mónaco y ganó la Copa de Francia 2019 al
PSG (6-5 por penales tras el 2-2 en el tiempo regular), que fue la tercera copa
de la historia del club y Si bien su equipo perdió la Supercopa 2019/20, fue
nombrado jugador del mes de la Liga en una oportunidad (el jugador más joven en
conseguirlo) y debutó en la Champions ante el Celtic (1-1) y su primer gol
profesional lo consiguió ante el Olympique de Lyon a un minuto del final (0-1).
Terminó jugando 39 partidos, marcó un gol y su equipo terminó sexto e ingresó
en la nueva UEFA Conference League de 2021/22.
Para llegar a
primera, el mayor espaldarazo se lo había dado otro entrenador suyo en
divisiones inferiores, Julien Stephan, quien a los 15 años ya lo había llevado
a la Reserva del Rennes y desde allí lo lanzó como volante defensivo y que
ahora se había hecho cargo de la Primera y se había propuesto “permitirle
crecer en paz, en un contexto favorable”. Su ayudante de campo, Mathieu Le
Scornet, se mostraba entusiasmado: “Aún no ha demostrado todo su talento. Esto
promete”.
Al poco tiempo
de iniciarse la temporada 2019/20, el 18 de agosto, el PSG, campeón de la Liga
anterior, tropezó otra vez en el Roazon Park ante el Rennes por la segunda
fecha del torneo, al caer 2-1. Pero más allá de la gran victoria, Camavinga
redondeó un partido casi perfecto, con el 97,6 por ciento de pases acertados
pese a jugar rodeado de rivales como Marco Verrati, Julien Draxler o Ángel Di
María.
Ya era más un
interior derecho que un volante central, como jugaba en las divisiones
inferiores y comenzaban a aparecer todas sus virtudes: calidad tanto en el pase
como en la gambeta, velocidad y enorme capacidad para el quite. En ese sentido, su marcaje es
asfixiante, muy agresivo, y con mucha presión al rival y suele ganar los duelos
individuales (fue el jugador con más tackles -quites arrojándose al suelo- de
la pasada temporada en Francia).
Consolidado como
titular desde mayo de 2019, logró destacarse siempre en los partidos
trascendentes como contra el PSG, Mónaco, Olympique de Lyon y Olympique de
Marsella y para muchos no fue casual que la temporada 2019/20 haya sido la
mejor de la historia del Rennes. No resultó casual, entonces, que lo pretendieran
los mejores clubes de Europa como el PSG, el Borussia Dortmund, el Manchester
City o el Real Madrid. Al fin y al cabo, se trataba del jugador sub-19 con más
partidos de las cinco principales ligas de Europa (71).
Si bien se
descontaba que su próximo paso era llegar a sumarse a las estrellas del PSG, el
pasado 31 de agosto, al borde del cierre del libro de pases, fue transferido al
Real Madrid por 30 millones de euros más otros 15 en variables.
Más allá del
lógico interés del club de la capital española, se llegó a decir que esta
contratación estuvo relacionada con una “devolución de favores” al PSG por no
permitir la llegada de Mbappé a los blancos, al punto de que lo esperaron hasta
último momento, por lo que Camavinga, en principio, fue anotado en el Castilla,
el equipo filial, para no ocupar un lugar en el primer equipo, por si el
extremo campeón mundial arribaba en los últimos minutos.
Su debut se
produjo el pasado domingo en el Santiago Bernabeu, justo con la vuelta de
público después de más de un año y medio por la pandemia, cuando entró como
suplente por Eden Hazard y marcó su primer gol tras un rechazo. De esta manera
se convirtió en el cuarto goleador más joven de la historia del club detrás de
Alberto Rivera, Manolo Sanchís y Rodrygo Goes. Apenas tres días más tarde
debutó también en la Champions ante el Inter en el Giuseppe Meazza, cuando
entró por Modric y asistió a Rodrygo, para que éste marcara el gol del triunfo en el
último minuto.
En la selección
francesa comenzó a ser convocado a la sub-21 para jugar ante Georgia y Suiza
apenas consiguió el pasaporte, y en la mayor debutó el 8 de septiembre de 2020
ante Croacia por la Liga de las Naciones de la UEFA (4-2) y se convirtió así en
el jugador más joven en debutar con los Bleus desde 1945 (17 años, 9 meses y 21
días). Su primer gol lo marcó ante Ucrania en un amistoso el 7 octubre 2020 en
el Stade de France (7-1)
Entre juveniles
y mayores del Stade de Rennes, y el Real Madrid lleva jugados 103 partidos, con
7 goles y 6 asistencias. Y en las selecciones francesas, 9 partidos con 2 goles.
“Podría suceder
antes, pero tarde o temprano habría sido convocado –sostiene Didier Deschamps,
el entrenador de la selección francesa, campeón mundial en 2018-. En términos
de personalidad, se nota cuando está en el campo de juego. Influye pese a su
corta edad y es capaz de hacer grandes cosas y tiene potencial, lo que
significa que será parte integral de este equipo”.
“Eduardo nos
sorprende con su madurez tanto dentro como fuera de la cancha –sostiene Olivier
Giroud, delantero del Milan y también campeón mundial en 2018-. Ya había visto
partidos del Rennes y entonces no me sorprendió en la Selección. Es muy
sociable y siempre sonriente. Es un muy buen chico”.
Mathieu Le
Scornet, ayudante de campo del Rennes, considera que Camavinga “fue educado en
compartir, en la alegría, en el buen humor. Es alguien que libera energía para
los demás. El siempre da mucho a todos. A veces creo que él disfruta más
asistiendo para que marque el gol otro, que marcando él mismo”.
“Nunca les dije
a mis padres que mi sueño era ser futbolista profesional –confesó Camavinga a
‘Ouest-France’- eso vino naturalmente.. Ellos no pudieron tener en África una
buena educación, entonces lo pensaron para mí, para que pudiera desarrollarme.
El valor que más uso en el campo de juego es el del trabajo. Si no trabajara,
mi mamá me sacaría de las orejas, y mi papá también. Ellos tuvieron que
trabajar mucho para que yo esté donde estoy ahora aunque sé que sin trabajo, no
llegaría a ninguna parte. He dado algunos pasos para ayudar a mi familia, pero
todavía falta mucho para hacerla más feliz. La felicidad no está ligada sólo a
cosas materiales, sino que se trata de
un equilibrio global”.
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