Hace un año, el mismo clásico que se disputa este domingo en el Camp Nou entre el Barcelona y el Real Madrid, no admitía mayores diferencias en el pronóstico. La coincidencia general era tal acerca del enorme favoritismo de los catalanes, que hasta le terminó costando el puesto al entrenador madridista Bernd Schuster, quien dijo que “perder por poco es un buen resultado”, motivo por el que el entonces presidente Ramón Calderón, decidió prescindir de sus servicios la misma semana previa y contratar a Juande Ramos.
Entonces, contrariamente a su riquísima historia, el Real Madrid desplegó una estrategia ultra defensiva en el Camp Nou, aguantó más de la cuenta los embates locales, y hasta tuvo una sonada oportunidad de convertir en los pies del juvenil holandés Royson Drenthe, que éste desperdició ante el arquero Víctor Valdez y eso le costó duras críticas de su propia parcialidad y es cuestionado hasta el día de hoy.
Finalmente, la apretada victoria del Barcelona por 2-0 puso las cosas en su lugar, aunque luego el Real Madrid intentó en vano una larga persecución hasta sucumbir en el recordado 2-6 en el estadio Santiago Bernabeu, en tiempos en los que Ramos llegó a admitir que su equipo no tenía la suficiente categoría como para pelear una Champions League, luego de la paliza recibida ante el Liverpool de Rafa Benítez en los octavos de final.
Mucho tiempo ha pasado desde aquellos días del Camp Nou, y es la prueba de que en este fútbol, en esta máquina de generar pasiones, dinero y noticias, un año puede ser también un siglo. Hoy, el Barcelona es el campeón del triplete (Copa, Liga y Champions) y este Real Madrid ha cambiado desde su presidente (con la intempestiva salida de Calderón y la elección de Florentino Pérez) hasta su plantel, habiendo gastado una fortuna en jugadores y hasta en el entrenador chileno Manuel Pellegrini, de gran y extensa campaña en el Villarreal, pero que no ha conseguido por el momento los mismos resultados en el juego.
Parece raro que con un juego tan aceitado, con jugadores que se destacan en lo individual en cada posición y con la seguridad y la tranquilidad de los títulos recientes, el Barcelona no acabe de cerrar liderazgos ni en la Liga ni en la Champions, aunque en todas, claro, mantiene el tipo y se encuentra en posiciones expectantes. Pero cuesta creer que, por ejemplo, el Real Madrid llegue a este clásico como puntero, y un punto por encima de su rival, muy superior en todas las facetas, tácticas y estéticas.
El Barcelona juega, sin dudas, mucho mejor que el Real Madrid, y esto lo admiten todos. Pero en los resultados, todo está demasiado parejo, y los blancos han conseguido acercarse en posibilidades si es por sus componentes más que por su dinámica colectiva.
Si bien Pellegrini ha ido consiguiendo resultados en la Liga, puede decirse que el equipo ha ido de más a menos, aunque con la excusa, que no creemos del todo válida, de la larga lesión de su gran estrella y jugador más costoso, el portugués Cristiano Ronaldo, aún cuando tiene suficientes recursos en su plantel como para reemplazarlo.
Es evidente que Pellegrini sigue sin encontrar un esquema para que el equipo no sólo gane, sino que intente lucir, una exigencia presente pero a la vez histórica, que proviene desde su máxima cúpula, con el presidente Pérez a la cabeza, pero también con sus directivos Jorge Valdano y Miguel Pardeza.
La dura derrota ante el modesto Alcorcón por la Copa del Rey, y algunas discusiones como con Guti o el hecho de que Raúl comience a ver con más frecuencia el banco de suplentes, la aparente melancolía de Benzema y el pedido de Fernando Gago por ser cedido a otro equipo para poder tener minutos en el campo de juego, son una muestra cabal de que este Real Madrid no está jugando como se pretendía cuando se utilizó la chequera para gastarse cerca de 300 millones de euros (calificado por el presidente de la UEFA, Michel Platini como “indecente”) en contrataciones para buscar cortar camino a un Barcelona que se le estaba yendo de las manos.
Por su parte, el Barcelona, que mantiene intacta su filosofía de juego, y que ha profundizado su apuesta con la contratación del sueco Ibrahimovic en lugar del camerunés Eto’o, tampoco está tan fino como en la temporada pasada. Genera muchas situaciones de gol pero no tiene la misma efectividad que en la temporada pasada, ha tenido fuera de las canchas por bastante tiempo al propio Ibrahimovic, pero en especial, cuenta con un Lionel Messi, que pese a que en estos días será coronado como mejor jugador del planeta, no se encuentra en su mejor momento anímico, al no ser bien tratado en su país, Argentina, y en su selección nacional, y eso se nota en el andamiaje del equipo, que tuvo que luchar en su grupo de Champions para no quedarse afuera en la primera ronda, lo que hubiera generado una gran sorpresa.
Justamente a mediados de la semana, el Barcelona jugó ante el Inter su mejor partido en lo que va de la temporada, y eso podría significar un gran envión anímico para vencer al Real Madrid y pasar al liderato de la Liga. Pero su rival también cuenta con la motivación de tener en sus filas en forma casi total de recuperación a Cristiano Ronaldo, luego de una larga ausencia, aunque deberá mejorar mucho su juego para poder hacerse de la pelota ante un rival tan poderoso con ella.
Por todo esto, se trata de un clásico sin un pronóstico tan claro como el de la temporada pasada. Habrá que comprobar si pesará más lo colectivo, en lo que el Barcelona tiene clara ventaja funcional y de tiempos, o lo individual, en lo que están más parejos y hasta el momento, es lo que le funciona mejor al Real Madrid, que da siempre la sensación de que pese a todo, sus jugadores siempre pueden convertir.
En todo caso, se trata de uno de los partidos más apasionantes de los últimos tiempos, y con los tres mejores jugadores del mundo, según la FIFA (Messi, Cristiano Ronaldo, y Xavi) en la misma cancha. La mesa está servida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario