lunes, 9 de noviembre de 2009

¿Llegó la alegría a Boca?

Podría decirse, apelando al lugar común, que "segundas partes nunca fueron buenas", en referencia al regreso de Alfio Basile a la dirección técnica de Boca Juniors, luego de una anterior en la que tuvo que dejar el equipo, a fines de 2006, tras ganar los cinco torneos que disputó, y nada menos que para ir a la selección argentina (a propósito, nadie salió a contradecir al presidente de la AFA, Julio Grondona, cuando días pasados manifestó que la institución no le quitará a Fernando Gamboa a Chacarita Juniors para ir al seleccionado porque no acostumbran a quitar técnicos a los clubes.....¿Y Basile en Boca en 2006 en pleno Apertura, que terminó perdiendo con Ricardo La Volpe?).
Sin embargo, la gestión actual de Basile en Boca es muchísimo peor que eso. Porque en este tiempo, dirigir a Boca, desde lo institucional, es tener a mano un Fórmula Uno, al menos en el contexto sudamericano. Más allá de las tremendas limitaciones técnicas y tácticas de Carlos Ischia, quien terminó ganando el Apertura 2008 de forma lastimosa en aquel último partido ante Tigre suspirando para que no ingresara la pelota y perder apenas por un gol, es innegable que al menos, el pelado ex entrenador xeneize apeló a muchos jugadores de divisiones inferiores, que iban ganándose su espacio en la Primera, aún cuando no se los administraba bien y se los apuró en demasía y en muchos casos, todos juntos en vez de ir generando una transición.
Al margen de eso, cuesta mucho entender la política de Boca en el 2009. Si es clarísimo que en el contexto actual, los clubes argentinos no venden sus jugadores destacados a otros equipos del mismo país debido a la enorme demanda desde mercados más fuertes (Europa. México, Rusia, fútbol árabe), es evidente que el negocio, ahora más que nunca, es el de vender para apostar a las divisiones inferiores propias. Es decir: recibir euros y gastar en pesos. Eso es lo que están llevando a cabo, desde hace un buen tiempo, equipos que ahora ya se encuentran en lo más alto de la tabla de posiciones, y que desde hace muchos meses que animan todos los campeonatos. Entonces, si Boca tiene mayor posibilidad por lo que vende como club, si además en los últimos años ha ingresado no menos de 80 millones de euros en transferencias, y viene apostando por sus divisiones inferiores desde hace una década, y obtuvo un campeonato local en diciembre pasado, y la Copa Libertadores en 2007, no parece haber una ansiedad tal que haya que dilapidar todo un trabajo en juveniles de tanto tiempo, y que dio notables resultados, acaso como no ocurre con la institución desde aquellos notables equipos de reserva de los 70 (Potente, Ferrero, Galetti, Carregado, Mouzo, Tarantini, Trobbiani, Vidallé, etc). Hoy Boca tiene, tan sólo en Europa, jugadores propios como Forlín, Roncaglia, Banega, Gago, estuvo Monzón en el Betis, está el chico Ibáñez en Croacia, y ha perdido, por trampas legales, a jugadores como Trejo, Nayar o Forrestieri, y ya el Real Madrid ha pedido prioridad por otros jugadores de divisiones inferiores entre los que se destaca el delantero Sergio Araujo, de muy buena actuación en su reciente participación en el Mundial sub-17 de Nigeria. Sumado a esto, ya han acumulado partidos en primera sus dos arqueros Josué Ayala y Javier García, sus marcadores centrales Ezequiel Muñoz (por el que la Fiorentina llegó a ofrecer 7 millones de euros por un porcentaje del pase) y Gastón Sauro, sus volantes Christian Chávez, Exequiel Benavídez y Nicolás Gaitán, y sus delanteros Ricardo Noir, Pablo Mouche y Lucas Viatri, y comenzaban a aparecer otros como Colazo (que se destaca cada domingo en reserva e integra cada tanto el banco de la primera), Fondacaro (cedido a Tigre por una temporada) y hasta Drocco está a préstamo en Atlético Tucumán. Sin citar a todos, el panorama es claro.
Entonces, siguiendo con este razonamiento, y en un tiempo que requiere como nunca exportar y en el que se impone el que más jugadores saque de su cantera, de mayor calidad y que esté en una posición económica más ventajosa, ¿por qué Boca navega en un mediocre lugar en la mitad de la tabla, fue eliminado en primera ronda en la Copa Sudamericana y apenas si llegó a octavos de final de la Copa Libertadores, y casi está eliminado de la próxima edición?
Muchos tratan de verlo en los planteos de Basile, que ciertamente son mediocres (¿se podía esperar algo distinto en cuanto al funcionamiento?), pero todo indica que hay cuestiones de fondo que no cierran: el más importante, sin dudas, no sólo pasa por haber renovado el contrato de jugadores a los que se les terminaba un ciclo exitoso (como Hugo Ibarra, cuya lentitud y diferencia con tiempos mejores es notable), sino lo aberrante de haber apelado a importar jugadores de avanzada edad, que tapan la posibilidad de crecimiento de los surgidos por el propio trabajo de las divisiones inferiores. En otras palabras, Boca apela a los veteranos (¡y casi trae a Schiavi!) y no deja crecer a los jóvenes. No parece muy entendible, y más bien parece el mundo al revés. Tampoco se entiende que en la situación en la que se encuentra el club, que hasta piensa en ampliar su estadio, y que hasta se da el lujo de contratar a un manager al mejor estilo europeo como Carlos Bianchi, no se tenga una política a futuro.
Por eso, creemos que el caso de Boca no es el de otros clubes. El desatino es mucho mayor, y no parece haber ninguna intención de rectificar. Y Boca, de momento, parte en el séptimo puesto en los promedios para la próxima temporada, luego de haber liderado esta tabla en los últimos años. Sin dudas, para seguir investigando, porque no tiene lógica alguna.

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