Muchos sostienen que el presente del Club Atlético River Plate se parece mucho al de la Argentina misma, un país que en principio tiene todo para constituirse en una potencia (variedad de climas, extensión de su territorio, poca cantidad de habitantes, suelos ricos) pero que no puede evitar su continua decadencia.
Con River, el equipo que ha brillado por más tiempo en Sudamérica por lo prolífico de sus jugadores, que luego han pertenecido a los mejores conjuntos europeos, sucede exactamente lo mismo.
De hecho, si mañana comenzara la temporada 2009/10, River partiría por primera vez en su historia en la última posición en la tabla de los promedios para el descenso de categoría al Torneo Nacional B (segunda división del fútbol argentino) entre los dieciocho equipos que permanecerían en la máxima división y sólo estarían por debajo los dos clubes que hayan ascendido a fines de la presente temporada.
River partiría, por el momento, a nueve puntos de su equipo inmediato antecesor, es decir, a tres partidos, debido a que para la tabla de promedios, desde hace veintseis años que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), toma para computar el promedio final, los puntos obtenidos en las últimas tres temporadas completas, es decir, los últimos seis torneos disputados (dos por temporada, el Apertura y el Clausura).
Esto indica, por otra parte, que la situación de River no proviene de los últimos meses, sino que se trata de un largo proceso por el que sus dirigentes fueron dilapidando los muy importantes fondos conseguidos por ventas de jugadores a los mejores equipos del mundo por altísimos valores y en euros, que tienen una gran fortaleza al cambio en la Argentina.
En estos últimos años, podemos citar que River ha vendido, por ejemplo, a Luis González, Javier Mascherano, Esteban Cambiasso, Juan Pablo Sorín, Diego Placente, Germán Burgos, Franco Costanzo, Germán Lux, Juan Pablo Carrizo, Pablo Aimar, Aiel Ortega, Javier Saviola, Hernán Crespo, Juan Pablo Angel, Marcelo Salas, Marcelo Gallardo, Ariel Ortega, Fernando Belluschi, Fernando Cavenaghi, Santiago Solari y tantos otros, pero no sólo no ha obtenido beneficios, sino que se fue empobreciendo, hasta no tener dinero para fichar a nuevos jugadores, ni tampoco ha sacado nuevas estrellas de sus siempre renombradas divisiones inferiores.
El altísimo grado de corrupción de sus dirigentes, representados por su presidente José María Aguilar, ya próximo a abandonar el cargo por las elecciones del próximo 5 de diciembre, explican en muy buena parte lo ocurrido con una institución que siempre fue modelo de gestión deportiva en el pasado y no por casualidad se trata del club con más títulos argentinos desde la instauración del profesionalismo (1931),. Con 33 conquistas y a diez de Boca Juniors, que lo supera en galardones internacionales.
El hecho de que en los comicios del 5 de diciembre se presenten cinco listas cuando inclusive originalmente se contabilizó a cerca de veinte candidatos a presidente, que fueron acorando posiciones, entre ellos el ex jugador y entrenador Daniel Passarella, quien pretende otorgarle un matiz europeo a la entidad, demuestra el caos que vive hoy River, cuyos hinchas ya parecen resignados luego de haber estado dos años insultando a los jugadores, entrenadores y dirigentes, y sólo esperan un milagro para la segunda parte de la temporada, el primer semestre de 2010, cuando ya haya asumido un presidente nuevo..
También el ex crack uruguayo Enzo Francéscoli aparece apoyando a uno de los candidatos, en su nueva función de manager, que ya ejercen Carlos Bianchi en Boca Juniors, Christian Bassedas en Vélez Sársfield o César Luis Menotti en Independiente, aunque muchos creen ue se trata de un trabajo todavía poco comprendido en el país, debido a que está más asociado con fichajes y Argentina es un país exportador de futbolistas, no importador, y por lo tanto, no es un modelo que genere seguridad a futuro.
Otro tema que deberá solucionar River en los próximos meses, y que va atado a todo lo citado anteriomente, tiene relación con la violencia que rodea al club a partir de problemas entre facciones de su barra brava, que incluyen hasta un sonado asesinato en 2008, el de Gonzalo Acro, ajusticiado en un día ue ni siquiera había `partido en el estadio.
La hinchada de River conocida como “Los borrachos del tablón”, ha formado parte de hechos gravísimos de violencia, aunque los dos más duros fueron el llamado como “La batalla de los quinchos”, por la que violentos de dos facciones se pelearon un domingo en una zona social del club, entre las mesas de los comensales, para disputarse el dinero correspondiente a lo que River recibió por la venta de Gonzalo Higuaín al Real Madrid, en enero de 2007, y otra batalla en ocasión del clásico entre River e Independiente, debido a que el presidente Aguilar sostenía que ésta había tenido lugar fuera de las instalaciones del club, pero algunos hinchas filmaron imágenes con sus teléfonos celulares dentro del club, que rápidamente ganaron difusión en los canales de TV.
Hoy River vive una situación dramática desde la primera gran amenaza de descenso de su equipo sin estrellas y con jugadores veteranos como Gallardo u Ortega, aunque el caso más insólito es el del ex mundialista (1998) Matías Almeida, que hacía cinco años que se había retirado, lo convencieron para regresar, y hoy es un jugador imprescindible en la estructura del conjunto que dirige otro histórico de los años noventa, Leonardo Astrada.
Pero también River necesita cambiar su tremendo panorama económico y solucionar su problema con los violentos, que gozan de una absoluta impunidad, mientras los dirigentes siguen vendiendo paquetes baratos de jugadores a oscuros empresarios para obtener dinero fresco. El caso más curioso, en este sentido, es el del delantero de San Lorenzo Menseguez. Surgió de las divisiones inferiores de River, pero fue transferido al Wolfsburgo alemán sin haber jugado un solo partido en primera y cuando regresó al país, lo hizo con otra camiseta y tuvo gran destaque.
Paradojas de este irreconocible River de este tiempo.
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