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Puede ser que se saque algo positivo, como que Clemente Rodríguez puede cubrir uno de los lugares como lateral que puede desempeñarse tanto por izquierda como por derecha, por experiencia, velocidad y excelente estado físico, lo mismo que José Sosa acaso pueda ser un importante recambio sabiendo que no parece posible contar con Juan Román Riquelme, aunque habrá que verlo en un mejor estado físico. Pero lo más importante sigue siendo que no está claro a qué quiere jugar (ya no a qué juega solamente) este seleccionado argentino que a cinco meses del Mundial, sigue sin ser, ni de cerca, "la selección".
Y en gran parte no es "la selección" porque no termina de conformarse aunque ahora el cuerpo técnico y los dirigentes de la AFA se empeñen en querer mostrar que de buenas a primeras, de 96 jugadores convocados, ya hay 13 definitivos y sólo queda lugar para los restantes diez para el Mundial. Todo parece demasiado mediático: en el partido ante Uruguay, por la clasificación al Mundial, Maradona daba indicaciones al mismo tiempo que Carlos Bilardo, el manager, decía lo contrario a los mismos jugadores. Luego, aunque enfrentados, Bilardo somete a Maradona a un abrazo para la TV, y poco tiempo después, se hacen las paces sólo para los medios aunque todo siga igual en la desconfianza entre las partes y Maradona sigue reclamando a Oscar Ruggeri como ayudante mientras Julio Grondona dice que ese asunto "ya se terminó". A su vez, el "diez" se va a Sudáfrica para terminar de cerrar la concentración en la Universidad de Pretoria para el Mundial pero a nadie se le ocurre viajar otros pocos kilómetros hasta Angola para observar in situ el desempeño del seleccionado nigeriano, rival de grupo en el Mundial, o de otros serios candidatos a seguir en la fase final de la competición, como Egipto o Ghana. ¿Sinceramente es lo que quisiera Bilardo o lo que se ve obligado a callar para no pelearse otra vez con el DT? no parece ser importante. Ahora, de 23 incógnitas para la lista, sobre más de 90 convocados, se pasa repentinamente a 13 decididos. Todo vale, mientras seguimos preguntándonos si seguiremos apelando a las cábalas y a lo parecido que era todo en enero de 1986, como dice la reiterativa publicidad de TyC Sports. Tampoco se explica demasiado por qué se siguen dilapidando fechas FIFA para cotejar contra equipos competitivos y sin embargo, por qué se persigue jugar como sea ante Israel, sólo porque fue rival previo a México 1986.
Es cierto que todo puede esperarse en la conferencia de prensa post-final si el equipo argentino llega a ganar el título mundial en Sudáfrica, pero sería interesante saber si realmente, cuando los integrantes de este cuerpo técnico queden solos con la almohada o ante el espejo, puedan sostener con una mínima convicción que aquello fue producto de un trabajo coherente. ya no lo será, al menos como ciclo de cuatro años y se gane, empate o pierda, el problema sigue siendo de fondo.-
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