Joan Laporta, el saliente presidente del Barcelona, acaba de anunciar que el club renovará por un año el contrato de su entrenador, Josep Guardiola, para otra temporada más, hasta junio de 2011, aunque el nuevo contrato se firmará al finalizar el presente ejercicio, en junio próximo.
Decíamos, sin conoceresta información, que el Barcelona mantuvo en riguroso secreto, que el accionar de Guardiola, que con 39 años es la primera experiencia que tiene como profesional, tras dirigir apenas antres al Barcelona B, ha sido sobresaliente en todas sus facetas, desde el notable rendimiento del equipo, hasta convertirse en el mejor del mundo, lejos, por su excelencia en el juego y por los resultados obtenidos (es, estadísticamente, el actual campeón mundial), y también por su comportamiento caballeresco y por su humildad a la hora de la gloria.
Guardiola ya era diferente como jugador, destacado como pieza clave no sólo en el equipo español campeón olímpico en 1992, sino en el recordado "Dream Team" de Johan Cruyff, cuando asomaba como furuto crack hasta que lentamente fue reemplazado por uno de sus actuales dirigidos y consolidado entre los cinco mejores jugadores del mundo, Xavi Hernández, cuando se acababa el siglo XX.
Guardiola siempre fue distinto, desde el hecho de leer poesía en las concentraciones, hasta perseguir a un entrenador rival, cuando jugador, para que le explicara alguna estrategia que le interesara. Pero este Guardiola superó con creces todo aquello que prometía, y no sólo por el juego y los resultados, sino por mantener inalterable su filosofía de vida y plasmarla en un campo de juego, al punto deredoblar la apuesta por la canteradel club, o por jugarse a un cambio que consideró necesario en el pico del éxito, cuando decidió reemplazar a su máximo goleador, Samuel Eto'o, para colocar en su lugar al sueco Ibrahimovic.
Pero no queremos quedarnos allí. También para la firma de su contrato (algo que caía de maduro en vista de su rendimiento y de ser un hombre de "Can Barça"), y cuando parecía que no tenía la respuesta con la celeridad que los tiempos parecían requerir por parte del club (aunque no terminó siendo así), Guardiola mantuvo un exquisito silencio, afirmando que tras la eliminación ante el Sevilla por la Copa del Rey (algo más fortuito que merecido), no era momento para hablar de estos temas, relevando a los dirigentes de todo apuro. Y no sólo eso: echándose culpas por la derrota ante el Sevilla que desde ya que no tiene bajo ningún punto de vista. Solamente la grandeza de un entrenador que debería ser ejemplo a seguir por sus colegas, hizo que tomara una responsabilidadde la que hay que quitarle de plano. Guardiola es responsable, sí, pero de la gloria deeste Barcelobna que se encumbra entre los mejores equipos de la historia. No precisamente de una derrota que pudo ser victoria y que el azar torció su destino.
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