Cada vez más, los futbolistas ocupan un lugar distinguido en la prensa rosa, la ligada a asuntos de la vida privada y especialmente, del “corazón”, debido al lugar que van ocupando en la escala social, pero últimamente, se han repetido casos en los que debieron enfrentarse a problemas relacionados con su estrellato, que no son precisamente para envidiar por el ciudadano “de a pie”.
Así como vemos de qué manera los David Beckham o Cristiano Ronaldo, deben utilizar guardaespaldas para desplazarse por cualquier ciudad del mundo gracias a la difusión mediática de sus actos, en estos últimos días han trascendido al menos tres casos de futbolistas para tener muy en cuenta a la hora de juzgarlos.
Uno de ellos es el del gran delantero paraguayo Salvador Cabañas, quien se debate entre la vida y la muerte en un hospital de la ciudad de México, en la capital del país, luego de ser baleado en el cráneo por un simpatizante de su equipo, el América, seguramente alcoholizado, quien le reclamó por más goles y le colocó un revolver en la sien ante la resistencia del jugador a continuar el diálogo.
Por estas horas, Cabañas recibía una conmovedora carta de un ex jugador argentino, el ex defensor de Boca Juniors, River Plate y varios equipos españoles como Celta, Zaragoza y Valencia, Fernando Cáceres, quien luego de una gran lucha, internado en un hospital en Buenos Aires, pudo recuperarse luego de estar gravemente herido de otro balazo, aunque en un aparente asalto por parte de quienes sabían de su holgada situación económica.
Cáceres va recuperando su movilidad y ahora aspira a ser entrenador (ya era ayudante de campo en Independiente), y ha perdido la vista de un ojo por el impacto de la bala en su cráneo, y ha enviado una carta de aliento a Cabañas, que podría perderse el Mundial, luego de una gran eliminatoria con Paraguay. Peor aún, su carrera y hasta la vida.
Otro caso para tener en cuenta en cuanto a lo que puede derivar el sufrimiento de un futbolista famoso lo ha atravesado el delantero italiano del Inter, Mario Ballotelli, hijo de padres ghaneses que lo abandonaron, y criado por italianos, es negro y debido a esto, debe soportar insultos de los “tifosi” rivales en cada partido, hasta que hace pocos meses, en una oportunidad, estuvo a punto de irse del campo de juego, cansado de los gritos descomedidos en su contra, y sin la protección del árbitro.
Balotelli, una muy buena figura del Inter, debe escuchar gritos racistas en los estadios y hasta consideraciones como que por ser negro no debe jugar en la selección de su país, en un contexto en el que el propio primer ministro, Silvio Berlusconi, también fuertemente ligado al Milan, insiste en sostener que la presencia creciente de inmigrantes es causa de mayor cantidad de delitos.
Uno de los más fuertes debates en torno al fútbol italiano, tanto en este país como en el resto de Europa, se ha producido a partir de la reacción de Balotelli de no quedarse quieto y reaccionar en un partido del Inter en Verona diciendo, tras ochenta y ocho minutos de insultos y ruidos simiescos cada vez que tocaba el balón, que ese público “me da asco”.
Las reacciones fueron hacia él en vez del público y la propia Federacalcio le impuso una multa de siete mil euros y el presidente del Chievo Verona llegó a manifestar que los insultos llegaron “por sus actitudes que provocan la reacción de la gente”.
¿Qué debe hacer el jugador que es insultado por motivos raciales? El gran escritor español Javier Marías, en su habitual columna semanal en la revista del diario “El País” de Madrid, sale en defensa de Balotelli al citar que la única forma de enfrentar a los violentos es enfrentándolos y cita como ejemplo lo que no hizo Alemania con el crecimiento de Adolf Hitler en los años treinta,. Por mantener las formas.
Polémico como siempre, Marías sostiene en su columna que está de acuerdo con aquella reacción del francés Eric Cantoná, cuando devolvió insultos de los aficionados en Inglaterra, cuando jugaba para el Manchester United, con una histórica patada voladora a un hincha, para lo que tuvo que acercarse especialmente a esa zona de la tribuna.
Marías dice que ninguno de todos esos hinchas que insultaban a Cantona, lo enfrentaría si estuviera solo y sin el amparo de la masa, donde se hace imperceptible, y que por eso, la reacción del francés es justa y necesaria.
No tuvo la misma suerte en 1994 el defensor de la selección colombiana Alex Escobar, asesinado a su regreso del Mundial de los Estados Unidos por un aficionado, por el mero hecho de tener la desgracia de concretar un gol en su propio arco, y que su equipo no avanzara a los octavos de final, como se esperaba de acuerdo a cierta lógica.
El futbolista de hoy se ha convertido en un modelo aspiracional como pocos en una sociedad con grandes injusticias y en la que apenas pocas manifestaciones como la de este deporte permiten escalar socialmente, pero también se enfrenta con tremendos riesgos por esa popularidad, como bien pueden decirlo Cáceres, Cabañas o Balotelli.
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2 comentarios:
Y ni hablar de África, ahí esta el caso de Togo, el que no solo le asesinaros dos miembros de su delegación en una emboscada, sino que encima ahora lo suspenden por las dos próximas copas por haberse ido (con mucho criterio) del torneo.
El Acrobata
Y ni hablar de África, ahí esta el caso de Togo, el que no solo le asesinaros dos miembros de su delegación en una emboscada, sino que encima ahora lo suspenden por las dos próximas copas por haberse ido (con mucho criterio) del torneo.
El Acrobata
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