Sin dudas, además del Mundial de Sudáfrica, 2010 será el año del gran replanteo de la situación económica del fútbol porque el sistema no parece sostenerse con los actuales parámetros de gastos ilimitados en fichajes, hoteles y una vida a todo lujo, pero que no siempre recibe ingresos acordes por parte de la gran mayoría de los clubes.
El récord de 103 millones de euros en rojo como balance final en las arcas del Manchester City en el ejercicio 2008/09, únicamente salvado por el hecho de sea manejado por un multimillonario jeque árabe, es una prueba de lo que está ocurriendo con los clubes europeos, al punto tal de que esta misma persona, Sheikh Mansour bin Zayed Al Nahyan, perteneciente a la familia real de Abu Dhabi, llegó a ofrecer ala friolera de un billón de euros para quedarse con el Real Madrid, que desde su fundación ha sido una asociación civil con fines deportivos.
Más allá de que la oferta haya sido rechazada de plano por los dirigentes blancos y su presidente Florentino Pérez a la cabeza, el Real Madrid ha sido precisamente uno de los clubes, junto al City, que más ha gastado en este ejercicio en fichajes de jugadores, con más de trescientos millones de euros para conseguir los pases de Kaká, Cristiano Ronaldo o Benzema, lo que ha sido criticado duramente por el presidente de la UEFA, el ex futbolista francés Michel Platini, quien se encarga de recordar siempre que puede que el fútbol necesita imperiosamente bajar sus gastos.
Platini ha llegado a no recurrir siquiera a la diplomacia cuando a los pocos días de haber manifestado que el proceder del Real Madrid había sido “indecente”, y lo ratificó al micrófono pese a estar compartiendo el estrado con el propio Florentino Pérez, aunque la dirigencia blanca reitera que tal como ocurriera entre 2000 y 2004, irá recuperando la inversión con el paso de los meses agracias a un fino trabajo de marketing de sus productos basados en los éxitos deportivos y a la sinergia que generan los jugadores-estrella contratados, y cuando ya vislumbra la chance de contratar a otros como el al francés Frank Ribéry del Bayern Munich,
El récord absoluto de un rojo en un ejercicio de un balance anual para un club de fútbol sigue en manos del Chelsea, que en la temporada 2004/05 llegó a tener una pérdida de 156 millones de euros.
Sin embargo, aquello que parecía estrafalario con el Chelsea y su recién llegado magnate ruso Román Abramovich, ahora se ha trasladado a la mayoría de los clubes con aspiraciones de títulos y hasta a algunos intermedios, que se dan cuenta de que no pueden competir sin tratar de acercarse al más alto nivel de la Premier League.
El resultado no deja de sorprender con sus 3526 millones de libras esterlinas de rojo total en la suma de los balances de los clubes de la máxima competición inglesa (3900 millones de euros) y cuando la suma de activos da un total de 3384 millones de libras (3742 millones de euros) según el informe “Fútbol & Finanzas: la Economía de la Premier League 2007/08”, elaborado por el profesor titular de Economía Financiera de la Universidad de Barcelona, José María Gay de Liébana.
Según este informe, el endeudamiento de los veinte clubes ingleses aumentó el 24,1 por ciento en tan solo un año y cuando aún el 25,3 por ciento de los ingresos proviene de la venta de abonos y entradas y cuotas sociales, mientras que el marketing sigue aportando tan sólo el 16,8 por ciento de esos ingresos totales.
Muchos jugadores top de la Premier League y sus agentes aún más que ellos, ya se han hecho especialistas en ala lectura de los principales diarios económico-financieros del mundo para estudiar las suculentas deudas que los clubes ingleses tienen con los bancos, y en muchos casos, ya ven con buenos ojos la posibilidad de emigrar pese a que todo lo que se vende son rosas, pero, ¿a dónde ir?
Si la Premier League se sostiene por el aporte de los magnates rusos o estadounidenses o de los jeques árabes que reponen las pérdidas de sus abultadas chequeras, la Liga Española, la otra competición fuerte en el mundo, cerró la temporada con un rojo total de 3444 millones de euros, un 26,3 por ciento más que en la temporada anterior.
En España ya se debate a cielo abierto la posibilidad de aumentar el tributo impositivo al Estado para todo residente extranjero que cobre más de 600.000 euros anuales, lo que abarcaría prácticamente a la totalidad de las estrellas, que deberían a su vez buscar otros mercados, cuando ligas como la italiana reencuentran en abaja, o la alemana estudia un impuesto semejante al español y aún peor, franceses y holandeses.
Lejos de todo esto, Africa y Latinoamérica siguen planteándose un fútbol de consumo televisivo y marketinero del Primer Mundo, para seguirle vendiendo sus jugadores a precio vil ya cada vez más jóvenes, mientras los europeos nacionalizan a los extranjeros más experimentados apara hacer lugar a los recién llegados, debido al cupo, o se llevan a menores de edad gracias al ejercicio de la Patria Potestad, aunque luego los hacen pasar como surgidos de su propia cantera.
Ni aún así, al menos en Sudamérica, este esquema sirve. Cuando estos países deberían pasar por su mejor momento institucional gracias a la exportación y en moneda fuerte que rinde más a nivel local, los rojos son muy fuertes y sin magnates (salvo excepciones como la empresa asociada al Corinthians de Brasil) y los riesgos de bancarrota son aún mayores.
Todo indica que la puesta en marcha del proyecto FIFA de “6+5” (6 futbolistas locales y cinco extranjeros por equipo, como máximo) podría ir dando alguna solución al respecto, claro que siempre que no se recurra a la trampa habitual.
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