jueves, 19 de mayo de 2011
Passarella aún no entiende lo que significa Grondona
Aquellos que creen que el presidente de River Plate, Daniel Passarella, exige la renuncia del eterno mandatario de la AFA, Julio Grondona, por un mal arbitraje en un superclásico, como el que argumenta de Patricio Loustau, no parecen estar dispuestos a comprender que desde hace ya mucho tiempo, el fútbol argentino es política pura, un hecho social trascendente en un país de una agenda teñida de balompié y, en muchísimas ocasiones, asunto de Estado.
Passarella, recientemente incorporado como dirigente a un fútbol mayormente compuesto por hombres de negocios o amigos de los que ocupan los cargos principales de la AFA, desembarcó hace ya varios meses con la ilusión de que, con sus magníficos antecedentes de gran capitán de la selección nacional y sus vínculos con el Primer Mundo futbolístico, con el tiempo podía parecerse a lo que en Europa sucede con otros ex jugadores de su talla: Michel Platini es nada menos que presidente de la UEFA, Karl Heinz Rummenigge, del Bayern Munich, como antes lo fue Franz Beckenbauer, y Dino Zoff lo fue de la Lazio.
Sin embargo, Europa no es la Argentina, y ni la política nacional es lo mismo que la del fútbol y mucho menos que la de la AFA.
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