domingo, 31 de agosto de 2014

Barcelona gana pero busca una identidad (Yahoo)



Si se trata de la efectividad, no hay mucho para decir para los aficionados culés. El Barcelona ha reunido, de momento, los seis puntos en juego en la Liga, y el comienzo entonces, desde la matemática, es el ideal.

También desde las estadísticas, Lionel Messi parece recuperado desde el final del Mundial, ha marcado dos goles en el debut y ha hecho marcar el de la victoria en El Madrigal, el pasado fin de semana, ante Villarreal, al juvenil Sandro.

Sin embargo, el nuevo entrenador, un hombre de la casa como el asturiano Luis Enrique, tiene muchísimo trabajo por delante.

Este Barcelona ya implica un gran recambio con respecto al de la temporada pasada y por primera vez, debido a la falta de títulos bajo la dirección de Gerardo “Tata” Martino, ha decidido un giro hacia un equipo más juvenil y con un vestuario con cambios fundamentales: ya sin Carles Puyol (retirado), ni Víctor Valdés, con Xavi Hernández en el banco, el protagonismo ahora pasa por una generación intermedia con Gerard Piqué, Andrés Iniesta, y una mayor influencia de Lionel Messi.

¿Esto redunda en el juego? No tanto por ahora. Es un Barcelona que aún no presiona mucho al ataque rival. Lo hace sin constancia, a veces sin la fuerza suficiente y en otras, se recluye y lo deja venir casi hasta la mitad de la cancha, como en El Madrigal.

También es cierto que Messi sigue sin tener la compañía suficiente en el ataque, algo parecido a la temporada pasada. El trío soñado (Messi, el uruguayo Luis Suárez y Neymar) sigue en espera hasta que uno cumpla la suspensión de la FIFA desde el Mundial y el otro se recupere de su lesión en forma definitiva.

Mientras tanto, Luis Enrique ha tirado de una joven promesa como Munir y ha debido recurrir a un Pedro que no es, ni de cerca, aquel que tuviera una época dorada hasta la temporada 2010-11.

Este es un Barcelona con un andar más lento, que administra los partidos pero que ya no tiene esa movilidad, ese ritmo y esa dinámica que había adquirido en los tiempos de Josep Guardiola (2008-12).

Sí es cierto que defensivamente, parece haber reducido parte de su problema, porque con el juego más lento y al pie, ya no tanto al espacio, las espaldas están más cubiertas, es más difícil llegarle de contragolpe, si bien ante Villarreal, los locales han tenido seis oportunidades de convertir, aunque todas en el área del Barcelona, por desinteligencias en la marca.

En este caso, habrá que calibrar cómo influyó la ausencia, por sanción, de Javier Mascherano, y qué sucederá en el futuro con el lateral derecho, ya sea por la llegada del brasileño Douglas como por la competencia entre Daniel Alves y Martín Montoya, así como la competencia entre los centrales, con la incorporación de Thomas Vermaelen, que se sumará a Jérémy Mathieu y a Gerard Piqué.

Queda mucho recorrido para el Barcelona y hay que tener en cuenta que tampoco ha podido contar, con continuidad, con un jugador clave como Andrés Iniesta, que tampoco tuvo la regularidad esperada en la temporada pasada.

Seguramente con Iniesta en buen estado físico, el manejo y el talento de Iván Rakitic, Suárez, Neymar y Messi, Luis Enrique deberá saber rotar a la plantilla como para encontrar un esquema fijo que sea el más útil, pero de momento, cuesta bastante entender exactamente cuál es la idea central.

El propio Messi navega entre posiciones distintas y promueve un sinfín de preguntas sobre cuál será su posición en este nuevo esquema táctico de Luis Enrique. Por momentos, parece moverse como enganche, por detrás de Pedro y Munir. En otros momentos, aparece como en los primeros tiempos de Frank Rikjaard, desde la derecha aunque con libertad absoluta (mucha más que en aquel tiempo) para volcarse hacia el medio del ataque, pero más allá de la posición en la que pueda rendir mejor, lo que queda por ver es cómo será respaldado desde el esquema, del juego de conjunto, más que en lo individual.

El Messi que más rindió hasta ahora en el Barcelona fue aquél de los tiempos de Guardiola, con un esquema de 1-2-3 del medio hacia arriba, con Sergio Busquets más retrasado, Xavi e Iniesta detrás de una línea de tres atacantes.

Eso lo colocaba a Messi muy cerca de la portería rival, con menos recorrido para hacer físicamente, y especialmente, con mucha compañía a la hora de la elaboración, algo que hoy parece muy lejano, al menos, hasta que el trío con Neymar y Suárez tenga la continuidad necesaria.

Otro elemento clave es el tiempo que pueda jugar Xavi en esta temporada, o en los meses en los que permanezca en el equipo, si no decide marcharse al exterior en diciembre.

Cuando Xavi ingresa, el Barcelona adquiere una mayor claridad en el traslado del balón, puede jugar algo más en largo o a los espacios y todos se acomodan de otra manera. Cuando el veterano volante no juega, el Barcelona se convierte en un equipo más previsible, que depende en exceso del genio de Messi.


Demasiadas incógnitas y demasiadas ausencias como para determinar qué ocurrirá con el Barcelona, que sigue buscando, más allá de los resultados, una nueva identidad en el juego.

sábado, 30 de agosto de 2014

La Bombonera tiene la palabra




Habrá que prestar atención, hoy, a la Bombonera. Seguramente será una caja de resonancia, y como pocas veces, de opiniones dispares y hasta expresiones interesadas, lo que dará como resultado una extraña mezcla que habrá que saber interpretarla.

Boca Juniors no vive una situación normal. Ni desde lo futbolístico, ni desde lo institucional. Desde lo futbolístico, no es común el despido de un director técnico de los quilates de Carlos Bianchi, el más ganador de su historia.

River Plate, campeón del torneo pasado, también se quedó sin uno de sus directores técnicos más exitosos, Ramón Díaz, pero su salida se debió a incompatibilidades con la comisión directiva, muy lejos de los malos resultados.

Lo de Boca es distinto. Viene de un golpe durísimo, y desde una comisión directiva que nunca pudo disponer del entrenador que quiso (porque a Julio Falcioni lo heredó y debió soportarlo al ganar un torneo y llegar a la final de la Copa Libertadores, aunque no era de su gusto, y con Bianchi libre luego, le fue imposible eludir esa opción, aunque lo que siempre pretendió fue algún jugador de la pasada etapa gloriosa con Bianchi, alguien de la generación de los 40 años, con los mellizos Barros Schelotto en primer lugar y Martín Palermo, en el segundo).

Desde ese lugar se entiende ahora la contratación de Rodolfo Arruabarrena, imposibilitados como están los dirigentes de contratar a uno de los dos máximos referentes de aquél tiempo de principios de siglo XXI.

Pero se trata de una comisión directiva debilitada no tanto por el ciclo Bianchi en lo futbolístico, porque es cierto que intentaron acercarle al DT todo o casi todo lo que pidió en cada ciclo, sino por su enfrentamiento con Juan Román Riquelme y haber permitido los roces permanentes con Falcioni sin tomar una medida concreta, a la espera de que las partes lo resolvieran a su modo, o porque luego siguieron soportando la interna del plantel, que la sobrepasaba por un pasado demasiado superior al propio ligado al club.

Y además, porque al terminar la pasada temporada, pudieron rescindir el contrato de Bianchi, pero no quisieron pagar el costo político de hacerlo. Por eso, también esperaban para después de Vélez Sársfield, en caso de derrota, un gesto del DT, que nunca llegó, porque seguramente apostaba al respaldo de la Bombonera en ese mismo partido, que alargaría la agonía.

Esta comisión directiva, además, viene bastardeada por otras cuestiones, como la patinada de la pasada fecha de entresemana del Torneo Transición, cuando si bien logró que Vélez jugara pese al paro, para no perder ventaja deportiva, sí fue desautorizada en el final del día, en la interna de la AFA, por River y San Lorenzo, dejando sin claridad, aunque con algunos indicios, sobre si fueron los dirigentes mismos, o el propio Bianchi, los que comenzaron la movida para postergar la fecha.
Y queda todavía bajo la alfombra el enfrentamiento concreto que Bianchi tuvo con el sector que representa un dirigentes que intenta tener peso en la AFA y ligado a la selección argentina, con el que se tienen una antipatía manifiesta.

Seguramente, un sector de la Bombonera se la tomará contra los dirigentes, y tendrá parte de razón. Habrá que ver si su reclamo tiene el tono exacto o si llega a todos los órdenes, algo muy usual, por cierto, en los estadios argentinos.

También es posible que otra parte grite por el entrenador que se fue, lo cual puede tomarse más como afecto y homenaje que por la campaña en este último ciclo.

Seguramente también la Bombonera separará a Arruabarrena de todo este conflicto, y puede que muchos jugadores paguen su parte también, si bien muchos de ellos, recién llegados, conocen poco del club y suena a injusto que les caigan demasiadas quejas porque, al menos desde nuestro punto de vista, más que “no poner” o “poner poco”, navegaron hasta ahora los campos de juego con la desorientación de quien nunca anduvo por la zona y ahora le piden que sea baqueano.

Y habrá quienes también, aprovechando que no falta demasiado para las elecciones del club, jueguen su propio partido.


Por todo eso, habrá que estar atentos a lo que diga la Bombonera, transformada en un Cabildo Abierto futbolero. Pero parece difícil que se pueda sacar alguna conclusión tajante de todo eso, y lo más probable es que no sólo haya que hilar muy fino, sino que como siempre, parte de la temperatura ambiente la marque el propio fútbol, que no es otra cosa, al fin de cuentas, que un estado de ánimo.

jueves, 28 de agosto de 2014

En Boca, la B es plan y problema al mismo tiempo


La comisión directiva de Boca Juniors, que encabeza Daniel Angelici, tiene en una mano un simbólico reloj de arena y del otro, una pesa de 500 kilos. Pocas veces en su historia, el club vivió una situación futbolística semejante, porque la anterior, en un nivel parecido, allá por 1983-1984, apareció en un contexto de crisis institucional, a punto de la real desaparición, con la Bombonera clausurada y las camisetas blancas pintadas de negro con marcador.

Pocos recuerdan ya que tras el dislate económico (que no deportivo, claro) de la compra del pase de Diego Maradona a Argentinos Juniors y la “Tablita” de la dictadura y aquél “Maradólar”, el entonces presidente Domingo Corigliano llegó a llorar, casi arrodillado, ante acreedores para que no ejercieran acciones penales contra Boca porque el club directamente desaparecía.

Hoy, aquello parece muy lejano porque dirigentes como Antonio Alegre y Carlos Heller, aún en tiempos sin títulos, levantaron al club hasta llegar con fuerza a los noventa y dar lugar al macrismo posterior, a partir de diciembre de 1995.

Comparar aquello con esto de ahora, entonces, es imposible. Este Boca es poderoso económicamente, si bien también produjo una transformación cultural por la cual un club muy popular, con una tremenda historia, pasó a ser el millonario de la Argentina (desplazando claramente a River Plate), pero con demasiados negocios más basados en esta idea que en el concepto deportivo cuando, no hay que olvidarlo, se trata de una asociación civil sin fines de lucro.

Un buen ejemplo puede llegar a ser el joven Tiago Casasola, transferido ahora al Fulham luego de provenir de Huracán y sin un solo partido en la Primera División, con la explicación de que eso deja dinero en las arcas, aunque el club nunca lo haya disfrutado.

El problema de Boca comenzó cuando a Julio Falcioni le tocó convivir con Juan Román Riquelme. Más de una vez, el entrenador quiso irse, hubo movimientos claros en ese sentido, y aunque no ocurrió, tras los sucesos de la final de la Copa Libertadores de 2012 ante Corinthians en San Pablo, el “diez” decidió apartarse.

El tema se hizo inmanejable para la comisión directiva de Angelici, con un plantel que en una parte le respondía a Riquelme y otra, al entrenador que ante los resultados negativos, acabó yéndose y con él, la mayoría de los jugadores que le respondían.

Allí se produjo el nudo gordiano que llega hasta hoy: para Boca, que Carlos Bianchi estuviera libre, con ganas de regresar a dirigir luego de la “larga siesta” (una década en el fútbol argentino, con un paso como manager y una negativa experiencia en el Atlético Madrid en 2005), era, en aquel momento, ineludible.

La presión de la gente lo hizo sentir, electoralmente era obvio, y aunque para Angelici (el radical-macrismo) no era demasiado potable, al punto de que un dirigente muy encumbrado directamente no tiene relación con el DT, todos los caminos conducían al Virrey.  En ese momento, era el Plan A y el Plan B. No había otra y tenía toda la lógica futbolera: el mejor entrenador de la historia del club.

Pero como se enumeró en otro artículo anterior en este blog, este Bianchi no era el mismo, nunca se miraron con total confianza con esta dirigencia, continuaba el problema Riquelme, que ahora decidía regresar con un entrenador que casi era “como un padre” y con el que había ganado todo en etapas anteriores, y el tipo de jugadores con el que se encontró, ya no respondía a los cánones del pasado: ahora les interesa menos el fútbol, se contactan con las redes sociales con facilidad y ante cualquier situación, y mantener la puerta cerrada del vestuario, una de sus basas para su carrera tan exitosa, no era posible.

Así es que ni con un Riquelme más veterano, intermitente y muchas veces lesionado, aunque intacta su calidad técnica, y con inversiones en distintos planteles (nunca la situación económica ha sido un problema), Boca nunca logró desarrollar, en esta etapa, un fútbol aceptable.

Los continuos cambios de plantel, la intermitencia de un jugador en el que se basó el juego, una idea conservadora en lo táctico, sin apostar al ataque cuando se disponía de una gran riqueza en todos los puestos (por ejemplo, aprovechando el uso de los extremos), y sin peso en ambas áreas, generaron una crisis mayor que se terminó de profundizar.

El equipo no levanta cabeza, pero lo que es peor, ni siquiera se trata sólo de que juegue mal o que pase por un estado de ánimo. Esto ha ocurrido tantas veces con tantos equipos a lo largo de la historia. Si se trata de una cuestión anímica, eso lo revierte algún buen primer resultado.

Este cronista recuerda cuando Diego Simeone llegó al Atlético Madrid, que navegaba insulsamente por la Liga Española con Gregorio Manzano de entrenador. Lo primero que hizo el nuevo DT fue “no perder”. Sacar un buen resultado en el inicio, en lo posible, sin goles en contra. Y así, el ánimo del equipo se fue fortaleciendo de a poco, hasta llegar al presente glorioso de un gran ciclo.

Pero no. El problema de Boca es inédito porque ni siquiera es anímico. Se trata de una situación en la que además de perder a su eje del juego, Riquelme, que decidió por fin irse del club (más allá de su producción o no en Argentinos Juniors en el Nacional B), fueron tantos los cambios de jugadores de una temporada a la otra, sumado al contexto de malos resultados, y de bajos rendimientos de los que ya estaban, salvo excepciones muy escasas, que todo parece dado vuelta y sin posibilidades concretas de remontarlo.

No se puede pretender, por buena calidad que tengan, que jugadores recién llegados, jóvenes, algunos incluso desde el exterior (como el chileno Fuenzalida), puedan capear el temporal en cinco partidos oficiales, sin conocer a fondo al club.

Son jugadores que los hinchas de Boca desconocen casi por completo, por ahora. El peso mayor recae, además del técnico, en los jugadores del club, en los Orión, Cata Díaz, Gago, Martínez, Gigliotti, en mayor medida que en los otros.

Ahora bien, ¿estos jugadores que ya estaban en Boca, tienen en este momento las respuestas que el entrenador, los dirigentes y la gente pretenden? No parece posible, en este contexto de incertidumbre, pero insistimos, el problema anímico es secundario. En todo caso, es consecuencia de la mala base para el juego, de la falta de un líder en la cancha, y de manejar con mayor experiencia el “mundo Boca”.

Para estar mal anímicamente, primero hay que estar consustanciado con lo que se pone en juego. Se “está mal” porque hay un sentimiento de impotencia vinculado a lo que se quiere, y aún no es del todo el caso de muchos de los recién llegados.

Bianchi hoy encuentra esto, que es “nuevo” para su concepción de entrenador. Los jugadores son más indiferentes, no se consustancian con las camisetas que visten. Toman, en muchos casos, su paso por Boca (como por River, Racing, Independiente, San Lorenzo) como un paso importante de su carrera, pero no el decisivo, que es saltar al exterior, especialmente a Europa.

Es lo que hay, lo que el fútbol argentino supo conseguir, y lo que los dirigentes como los actuales de Boca, desde 1995, aceptan como válido y fomentan: el negocio puro y duro. ¿Querían negocio? Bueno, hoy los jugadores (y lógicamente su entorno, sus representantes, familiares, etc) quieren involucrarse en ese negocio. Y cuanto más negocio, menos afecto. Y Boca, tradicionalmente, es un club afectivo, ligado a la pasión.

¿Es Bianchi un DT para este contexto y este momento?

Hoy, parecería que Bianchi es más problema que plan, acaso más allá de sí mismo. Es por él y sus circunstancias.

La Bombonera, acaso, se encargue de dar parte de su veredicto el domingo ante Vélez. Los dirigentes deberán tomar nota y tener la mente abierta en este momento tan extraño, que Boca no vivió acaso nunca antes.


lunes, 25 de agosto de 2014

Boca tocó fondo



La derrota de Boca, en la Bombonera, ante Atlético Rafaela, es una más, en el sentido de la cantidad de derrotas que viene teniendo, y no lo es, porque los tiempos se acortan, las posibilidades de ganar algún título en esta temporada comienzan a esfumarse, y en un año electoral, y porque no parece que el equipo consiga, en un lapso tan corto, remontar la situación cuando ya en tres fechas del Torneo Transición, Vélez Sársfield sacó una ventaja de seis puntos sobre nueve en juego, si bien en el próximo fin de semana, tienen que enfrentarse y los de Carlos Bianchi, como locales.

Aún con las enormes disidencias que este blog tiene con la dirigencia de Boca desde mediados de los años noventa, que fueron largamente enumeradas en muchas oportunidades, no puede negarse que en esta oportunidad, las ocho contrataciones para la nueva temporada con un gasto poco común, son la muestra cabal de que Bianchi contó con casi todo lo que pidió, y en el “casi” se incluye solamente la deserción de Juan Román Riquelme, acaso el mejor jugador si se toma en cuenta lo técnico, pero su presente en Argentinos Juniors, en el Nacional B, demuestra que no habría sido tan gravitante en estos días oscuros en el juego de Boca.

También quienes nos siguen habitualmente en el blog o por las redes sociales, o quien nos conoce desde hace largo tiempo, sabe de la predilección que tenemos por un entrenador de los quilates de Bianchi, el mejor de la historia de Boca y uno de los mejores que ha tenido jamás el fútbol argentino, y pese a todo lo que ganó de azul y oro, su trabajo en Vélez, entre 1993 y 1996 ha sido impresionante, desde llegar a ser campeón intercontinental y dejar, al irse, un equipo casi completo de juveniles surgidos en las divisiones inferiores.

Sólo en un país tan extraño y contradictorio como la Argentina, un entrenador como Bianchi no llega a dirigir a su selección nacional.

Aclarado este punto, creemos que el actual ciclo de Bianchi comienza a acortarse, y necesita urgentemente de cambios para no tener que ingresar en una crisis terminal, aunque este tiempo no es el suyo, y esto excede a Boca y abarca al fútbol argentino (y acaso más ampliamente), por tres razones fundamentales que pasaremos a enumerar.

1)    Contexto futbolístico: Bianchi no dirigió desde principios de 2006 hasta 2013 (y en el fútbol argentino, desde mediados de 2004), en lo que él mismo definió como una “larga siesta”. Muchas cosas cambiaron en ese lapso, y no para bien, precisamente. Se juega cada vez más a la mediocre “segunda pelota”, se fueron terminando los armadores (que no “enganches”, palabra que ahora se usa para los armadores pero que originalmente es para el delantero de la línea de ataque que más bajaba a tomar contacto con los volantes para volver a sumarse a la ofensiva), los defensores cada vez salen menos con la pelota al pie, se cabecea mucho peor que antes, se pega mucho más y la deslealtad entre colegas es mucho mayor, entre tantas cosas.

2)    Contexto social: Bianchi siempre se manejó con vestuarios con la puerta cerrada herméticamente. Cabe recordar lo que era el Boca del “Cabaret” en 1996, con Carlos Bilardo, algo mejorado con Héctor Veira en 1997, pero fue Bianchi el que terminó con todo aquello y dio lugar al equipo que ganó todos los títulos y fue protagonista mundial entre 1998 y 2004. En este tiempo, los jugadores twittean y suben por facebook fotos de lo que pasa a cada momento en el grupo, o informan cualquier situación conflictiva a los “periodistas amigos” y hasta les mandan mensajes de texto a sus teléfonos móviles durante programas de radio y TV. Imposible mantener esos vestuarios cerrados. También cambió la etiología del futbolista, cada vez menos interesado en el mundo que los rodea y mucho más en el glamour, el fashion. El futbolista, extrañamente y salvo raras excepciones, no es fanático del fútbol sino apenas alguien que juega bien, que tiene algunas (o muchas) destrezas con la pelota, pero que una vez que abandona su rol, prefiere ser visto como futbolista más que sentirse tal. Por eso mismo, tanto como en muchos otros vestuarios, en el de Boca, club siempre ligado a lo sentimental e identificación con la camiseta, la historia y una filosofía ganadora, no aparecen líderes de peso como sí hubo en los tiempos gloriosos del entrenador. En cambio, en esta etapa tuvo que enfrentarse a situaciones, como las de Orión-Ledesma, o Riquelme-Orión o tantas otras, que ocuparon las primeras planas de un periodismo que, Bianchi lo habrá notado, cada vez habla menos de fútbol y más de lo farandulero del ambiente.

3)    Contexto profesional: Por distintas razones, Bianchi no cuenta en esta etapa con los profesionales que conformaron exitosos cuerpos técnicos con él en el pasado. Si se recuerda a Osvaldo Piazza, Carlos Ischia, Carlos Veglio o Julio Santella, por citar algunos casos, hoy no parecen tener un correlato de ese nivel. Sea real o no, a Bianchi se lo ve más solo en las decisiones, como si no pudiera descansar en ningún otro parte de su poder, en tiempos, como se citó más arriba, en los que los vestuarios no pueden cerrar sus puertas como el entrenador quisiera.

Enumerados todos estos puntos, y volviendo a lo estrictamente futbolístico, Boca juega muy mal. Parece que Bianchi pretende blindarse ante la requisitoria periodística en las conferencias de prensa sosteniendo que por momentos “Boca juega bien” o argumentando que hubo muchas lesiones, o que el rival tuvo fortuna, pero los hechos son irrefutables.

Boca juega muy mal ahora, con los ocho refuerzos a disposición del entrenador, como jugaba bastante mal cuando contaba con menos refuerzos pero con Riquelme, cada tanto, en la cancha. Es decir que no es un tema que pase estrictamente por la falta de tiempo para trabajar con los nuevos.

Ni Fernando Gago ni Agustín Orión, dos recientes mundialistas y que ahora Boca pelea para que no sean convocados para el amistoso contra Alemania (como si en Boca fueran tan fundamentales en este momento), se potenciaron o mostraron su distancia con el resto de los jugadores del fútbol argentino (cómo sí en buena manera lo demostró Maxi Rodríguez en Newell’s Old Boys), ni el equipo genera situaciones de gol que no se efectivizan por la mala suerte o por fallas en la definición, sino que el andar es rústico, sin confianza, sin peso en ninguna de las dos áreas, superado por la mayoría de los equipos en el trayecto, aunque no siempre sea así en el resultado.

Boca sale a trabajar los partidos. Los sufre, no los juega, no los disfruta. Los choca, los acomete, los presiona, los fuerza, pero no los juega. No sale suelto a cada partido, sino que cierra los ojos y va. Y así, resulta muy difícil.

Es cierto que se ha ido Riquelme, pero Boca tiene al chico Acosta, y no juega. Y no sólo no juega sino que gasta fortunas en traer otros jugadores para otras posiciones, y así termina justificando un innecesario 4-4-2 porque la mayoría se ampara en la falta de wines, de punteros. Y si bien casi nadie hace el esfuerzo por volver a fabricarlos, Boca, que los tiene o los pudo tener (se desprendió de Sebastián Palacios, cedido a Arsenal y antes a Unión, tiene a Juan Manuel Martínez, nunca se interesó por la suerte de Ricardo Noir), en lugar de apostar al 4-3-3, o al 4-2-1-3 (¿si no es Boca, cuántos más, en la Argentina podrían animarse?), juega también a un rústico 4-4-2.

La gente de Boca quiere a Bianchi. No sería lógico que no fuera así. Representa parte de lo mejor de la historia del club, pero esta etapa parece muy difícil de remontar. A fin de año hay elecciones y esta comisión directiva ya no tiene más tiempo para ganar algún torneo.

Eliminado de la Copa Argentina en la primera fase por Huracán (hoy en el Nacional B),  tres puntos muy magros sobre nueve posibles en el Transición, parece jugarse casi todo a la eliminatoria ante Rosario Central, en pocos días, por la Copa Sudamericana.

Una derrota ante los rosarinos haría insoportable la situación y dejaría todo para remontar en el campeonato.


Boca tocó fondo.

domingo, 24 de agosto de 2014

El Atlético sigue haciendo historia (Yahoo)



¿Qué podría esperarse de un equipo desacostumbrado, en los últimos tiempos, a pelear por títulos importantes, y que de una temporada a la otra pierde jugadores como Thibaut Courtois, Filipe Luis, Diego Costa, David Villa, o Diego Ribas, y tiene lesionado a Arda Turán?

Seguramente, con la competencia de rivales como Real Madrid y Barcelona, que gastan fortunas en renovarse y que cuentan con jugadores de primer nivel, muchos podrían haber apostado a que para el Atlético, la primavera iba a llegar pronto a su final.

Sin embargo, no fue así, y hasta muchos otros intuyeron pronto que la historia podría continuar con una lucha de a tres, en España, por los grandes títulos en la temporada 2014/15 que acaba de comenzar.

¿A qué se debe esta apuesta por el más débil, en apariencia, de los tres? Mucho más que por los jugadores, por su cuerpo técnico y en especial, por su entrenador Diego Simeone, ídolo absoluto de la afición “colchonera”, parte del himno moderno del club, que canta el magistral poeta madrileño Joaquín Sabina, campeón en sus tiempos de jugador y generador principal de los éxitos en esta brillante primera etapa a cargo de la plantilla.

Si estuvo a segundos de ganar la Champions League pasada hasta el cabezazo de Sergio Ramos en Lisboa, el Atlético logró la Liga en el Camp Nou remontando ante un Barcelona que ganando en casa era campeón, la Supercopa europea, la Copa del Rey (también ante el Real Madrid) y la Europa League, a lo que ahora sumó, otra vez ante el Real Madrid, la Supercopa de España, empatando en el Santiago Bernabeu en la ida, para ganar 1-0 en la vuelta.

¿De quién es el mérito? Por supuesto que los entrenadores, preparadores físicos, médicos o entrenadores de porteros, no marcan goles ni pueden salir a los campos de juego. Sin embargo, hay una impronta, una marcada influencia de carácter en Simeone y sus colaboradores, que transmiten un carácter ganador y muy especial a sus jugadores y que pese a los cambios y las enormes sangrías en cada temporada (como antes cuando se fue Radamel Falcao y se pensaba que allí se terminaría todo) se mantuvo el espíritu ganador.

No es casual que, por ejemplo, Simeone haya tenido un problema con un línea y lo hayan expulsado. Por más que luego del partido reconozca su error o esté dispuesto a aceptarlo, esta forma de ser conforma un todo en su carácter, como su movimiento con sus manos provocando un mayor aliento al Vicente Calderón, o cuando ya en la vuelta olímpica filmaba a la hinchada, concediéndole todo el protagonismo, con su propio teléfono móvil desde el césped victorioso. Todo un símbolo.

Pese a algunos cambios, Simeone logró mantener la estructura del equipo que tuvo tanto éxito en la pasada temporada. Moyá reemplazó al excelente Courtois (también se espera por Oblak), pero se mantienen los dos centrales (Miranda y Godín), el lateral derecho (Juanfran), los volantes Gabi, Koke, Raúl García, Mario y Thiago, y como titulares, en el ataque, asoman Griezmann y Mandzukic, mientras que Siqueira o Ansaldi aparecen como novedad como posibles laterales izquierdos.

La sensación es que entre el dinero de los premios por los resultados de la temporada pasada, y algunas pocas salidas, el Atlético volvió a rebuscárselas para armar un nuevo equipo con el que pelear todo otra vez, con el mismo orden, una estructura sólida, un férreo marcaje pero un buen destino para cada uno de los balones en juego.

Además de maniatar a un Real Madrid que cada vez apuesta a mayor tiempo de posesión de balón con Carlo Ancelotti de entrenador y con los fuertes fichajes de tres figuras mundialistas como Toni Kroos, James Rodríguez y en menor medida el portero Keylor Navas, el Atlético jugó en el Vicente Calderón un partido soberbio en la administración del juego y los espacios, haciendo correr la pelota y el tiempo, desorientando y por momentos desesperando a su rival, hasta minimizarlo por completo, aún con jugadores no tan cotizados como los blancos.

Allí radica, una vez más, el mérito de un equipo que no se conforma con un par de buenas temporadas y apuesta a la mejor utilización de los recursos para los fichajes, manteniendo el espíritu ganador, un orden táctico cada vez más profundizado, y jugadores que entienden perfectamente las funciones que deben cumplir, con una afición completamente rendida a lo que genera la plantilla y a su cuerpo técnico.

Por todas estas razones, y con el éxito de la reciente Supercopa de España, al Atlético no le produce ningún temor ni este Real Madrid de grandes estrellas, ni este renovado Barcelona, que amenaza su hegemonía.

Cada vez es más claro que esta Liga será de tres, una vez más, y que el Atlético Madrid es también candidato en la Copa del Rey y en la Champions League y que nadie puede quitarlo entre los candidatos porque volverá a ser tan competitivo como en los últimos años.


La Supercopa de España fue el primer botón de la muestra.

domingo, 17 de agosto de 2014

Dudas y certezas de Martino, nuevo DT de la selección argentina (Yahoo)



Con el contrato firmado, Gerardo “Tata” Martino tendrá que postergar, otra vez, su deseo de tomarse un año sabático y descansar del stress de los últimos tiempos. Ya iba a intentarlo en julio de 2013 cuando le llegó la irresistible oferta del Barcelona, e iba a retomarlo ahora, cuando se enteró no sólo de que Alejandro Sabella iba a renunciar a continuar siendo el entrenador de la selección argentina, sino que lo había recomendado al recientemente fallecido presidente de la AFA, Julio Grondona, como su sucesor en el cargo.

Martino tuvo que encontrarse otra vez, además, con problemas institucionales que lo rodearon, como en la temporada pasada en el Barcelona con la renuncia de Sandro Rosell por el caso Neymar, la imputación al club por el caso de los jugadores juveniles, o el fallecimiento de su antecesor en el cargo, Tito Vilanova, sumado a las lesiones de varios jugadores claves del plantel.

Ahora, se encontró con que tras 35 años en el cargo, Grondona fallecía justo cuando iba a tratar con él la cuestión del contrato y los lineamientos de su trabajo, pero todo continuó con los sucesores, que no esperaban que las negociaciones se prolongaran tanto con el nuevo entrenador.

Martino no veía con buenos ojos trabajar junto al veterano Carlos Bilardo, hasta entonces manager de Selecciones Nacionales, pero que renunció a su puesto ni bien Grondona falleció, y tampoco le hace gracia coincidir con el hijo de Grondona, Humberto, en los equipos juveniles albicelestes, pero como ya en enero es el torneo sudamericano que clasifica para el Mundial sub-20 de Nueva Zelanda, prefirió esperar hasta que pasen estos campeonatos para instalar desde 2015 a Jorge Theiler, hombre de su confianza y ex ayudante de Hugo Tocalli cuando Argentina ganó el Mundial sub-20 de 2007 en Canadá.

Martino tiene varios desafíos. Uno de ellos es comprobar cuál es su relación futbolística con dos jugadores de mucho peso en el plantel argentino, como los dos jugadores del Barcelona Lionel Messi y Javier Mascherano, con quienes tiene un muy buen rapport personal, pero que vienen de una temporada desgastante que compartieron en Cataluña, sin buenos resultados, y que en la conferencia de prensa de esta semana en la que fue presentado como entrenador, aceptó que la experiencia y su propio trabajo no fueron buenos.

Una de las preguntas es si Mascherano será volante o defensor central con la selección argentina en esta etapa, cuando acaba de renovar su contrato con el Barcelona hasta 2018, y es evidente que tratará de jugar su cuarto Mundial, mientras que también habrá que ver cuál será la filosofía de juego del nuevo entrenador, que en principio gusta de un fútbol más técnico, menos férreo en el marcaje, con mayor grado de posesión de balón, si bien gusta de cierta amplitud táctica, como el uso de los pases largos, los contragolpes, si cabe, o cerrar los partidos, si esto es necesario.

Si bien la carrera futbolística de Martino, como jugador, es clara con respecto a un determinado gusto por la estética, él mismo suele repetir que sus equipos han jugado de manera completamente diferente, siempre de acuerdo a las características de los jugadores con los que ha contado en sus distintos planteles. Suele decir en este punto que la selección paraguaya (que casi elimina a España en los cuartos de final de Sudáfrica 2010) tenía un juego mucho más aplicado tácticamente y con un mayor uso del juego aéreo, que el Newell’s Old Boys campeón argentino, más parecido (con las distancias técnicas lógicas) al fútbol que practicaba el Barcelona y que llevó a sus dirigentes a pensar que el Tata tenía “el ADN Barça”, aunque luego no diera los resultados esperados.

En este punto,  Martino parece contento al señalar que con la selección argentina “mi universo es amplio porque cuento con muchos jugadores de renombre en todo el mundo”.

Otro tema clave pasa por la posibilidad o no de que Carlos Tévez, estrella en la Juventus, pueda regresar a las convocatorias, tras no haber formado parte del plantel en el ciclo 2011-2014, desde que Sabella asumió en el cargo, aunque tampoco había estado en el año anterior con Sergio Batista, que acabó convocándolo para la Copa América en la que no tuvo una buena actuación.

Martino dijo que su etapa será “de puertas abiertas para todos” pero habrá que ver cómo se resuelve la relación entre Tévez y el grupo de jugadores, luego de haber estado marginado en la etapa anterior sin que nadie alzara la voz para revertirlo y al contrario, más de una vez desde los vestuarios se escuchó la canción “Estamos todos, no hace falta convocar a nadie más”.

La selección argentina tiene previsto un partido amistoso ante Alemania en Dússeldorf, el próximo 3 de setiembre,  y dos partidos en octubre, ante Brasil en Pekín y ante Hong Kong, aunque su mayor objetivo en este tiempo pasa por la Copa América de Chile de 2015, donde intentará buscar, por fin, un título oficial que no consigue desde 1993.


Seguramente, tras la Copa América habrá un recambio generacional, con la posible salida de Martín Demichelis, Maxi Rodríguez, Hugo Campagnaro o Mariano Andújar, pero aparecen en el horizonte jóvenes como Angel Correa, Luciano Vietto, Rodrigo De Paul y tantos otros, en busca de nuevas esperanzas.

jueves, 14 de agosto de 2014

Argentina arma su rompecabezas para jugar ante Alemania (Kicker)



Apenas 20 días antes del amistoso que significará la revancha de la final del Mundial, Gerardo “Tata” Martino, que había dirigido al Barcelona en la pasada temporada, fue presentado como nuevo entrenador de la selección argentina, en reemplazo de Alejandro Sabella, en una muestra del caos institucional que vive el fútbol argentino inmediatamente después de Brasil 2014.

El presidente de la AFA, Julio Grondona, además vicepresidente primero de FIFA y uno de los dirigentes más poderosos del fútbol mundial, estaba dispuesto a tratar de convencer a Sabella para que siguiera en el cargo, tras el aceptable segundo puesto en el Mundial, pero se encontró con la negativa del entrenador, por estar “desgastado” lo obligó a pensar en un “Plan B”, aunque su intempestiva muerte dejó todo en el aire por varios días, ante el total desconcierto general de la dirigencia, acostumbrada a que todo fuera decidido por el veterano caudillo, quien había transmitido a las personas de su confianza que entonces había que recurrir a Martino.

En menos de un mes, desde que terminó el Mundial, el fútbol argentino se había quedado sin entrenador, sin presidente, pero no es todo: también, sin representación en la FIFA, en la Conmebol, y sin la candidatura al Mundial 2030 que en principio, iba a organizar junto al Uruguay, debido a que Eugenio Figueredo, uruguayo que reemplazó a Grondona en la vicepresidencia de la FIFA, inmediatamente afirmó que eso no es posible.

En estas condiciones es que los dirigentes que quedaron en la AFA, acostumbrados al mandato de Grondona desde 1979 (35 años en el poder con nueve períodos presidenciales consecutivos), trataron de arreglar el contrato de Martino como nuevo entrenador de la selección nacional, para lo cual hubo que buscar la manera de terminar también con el ex director técnico campeón mundial 1986 y subcampeón en 1990, Carlos Bilardo, que ocupaba el cargo de manager y que no era compatible con Martino, mientras se sigue buscando la solución al manejo de los juveniles, por ahora a cargo de Humberto Grondona, controvertido hijo del fallecido Julio.

Martino no tuvo un gran año en el Barcelona, en el que no obtuvo ningún título en la pasada temporada, y aunque en principio pensaba tomarse un descanso, los dirigentes de la AFA le transmitieron que no había otro candidato, aunque el entrenador pidió que primero quedara claro que contaba con la aceptación de Lionel Messi y Javier Mascherano, dos de los jugadores de mayor peso en el equipo, y a su vez, capitán y subcapitán, debido a que había existido cierto desgaste con ellos, aunque finalmente lo apoyaron para su llegada al equipo albiceleste.

El nuevo entrenador también tendrá que lidiar con algunos elementos con los que ya se había encontrado Sabella en el ciclo pasado, como el creciente poder de Messi en el equipo, los problemas para convocar a Carlos Tévez (Juventus) resistido por los jugadores en el ciclo anterior, o el recambio generacional que seguramente tendrá que ocurrir cuando pase el primer gran desafío, la Copa América de Chile de 2015.

Una vez finalizado este torneo, la Selección Argentina deberá afrontar una clasificación para el Mundial de Rusia 2018 en el que seguramente disminuirán las plazas para el continente sudamericano y con un peso mucho menor del fútbol albiceleste en el concierto internacional.

A su vez, Martino deberá estar muy atento a lo que ocurra tanto en el fútbol extranjero, donde se encuentra la gran mayoría de los jugadores argentinos de mayor cotización, debido a la inmensa ola emigratoria por la difícil situación económica de casi todos los clubes, obligados a exportar para obtener divisas.

Para no ir muy lejos, de la pasada temporada a la actual, el fútbol argentino exportó hasta tres equipos completos de sus principales figuras y a diferentes mercados, desde Franco Mussis (Dinamarca), hasta Luciano Vietto o Rodrigo De Paul y Angel Correa (España), hasta Lucas Orban (Francia), o Juan Sánchez Miño o Carlos Carbonero (Italia), teniendo que recurrir a jugadores surgidos de la cantera, cada vez más jóvenes, o veteranos que regresan al país a finalizar sus carreras, o sudamericanos que utilizan este torneo como trampolín para acceder al mercado europeo.

Desde el Estado, la AFA recibió desde 2009 5.000 millones de pesos (357 millones de euros), provenientes de los derechos de TV, que llega en abierto a todo el país y en forma gratuita, pero se desconoce buena parte del destino de esos fondos, que recibía la institución del fútbol sin rendiciones de cuentas por lo que días pasados, en medio de tanto caos, la sede de la AFA fue allanada por la jueza María Servini de Cubría, que investiga el caso gracias a la denuncia de una legisladora opositora, Graciela Ocaña.

El Estado tampoco informó sobre los fondos girados a la AFA durante estos cinco últimos años porque iban directamente a la Federación y ésta, a su vez, debía girar a los clubes de acuerdo con el convenio que había establecido con cada uno de ellos de acuerdo al rating, popularidad y venta de entradas, todo lo que era contenido por Grondona y no parece casualidad que el allanamiento de la Justicia se produjera tras su fallecimiento, debido a la estrecha relación entre el veterano dirigente y el gobierno de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, debido a que en 2009, el dirigente rompió el contrato que tenía con el grupo mediático Clarín (el más grande del país) para la emisión del fútbol por TV desde 1991.

Regresando a Martino, la idea de éste es convocar, para el partido ante Alemania del 3 de setiembre, y por falta de tiempo por un lado, y como retribución por la buena campaña durante el Mundial por otro, a los mismos 23 jugadores que participaron en Brasil 2014.

Recién después de este partido, Martino comenzará a convocar jugadores de acuerdo a su propio criterio, con vistas a los dos amistosos de octubre, en Pekín ante Brasil, y en Hong Kong ante el seleccionado local, con el objetivo de la Copa América de Chile de 2015.

La línea de fútbol de Martino (51 años) es bastante amplia. Si bien suele tener un discurso ligado más a un estilo técnico, siguiendo la misma línea de lo que él fue como jugador entre fines de los años setenta y principios de los noventa (un mediocentro muy técnico pero bastante lento en los desplazamientos), no reniega de la alta presión, de los pelotazos largos o los contragolpes cuando hace falta, o hasta de “cerrar los partidos”, colocando en la cancha jugadores de marca, cuando el partido así lo requiere, lo cual hizo que, como Sabella en el Mundial, tuviera más de un desencuentro con Messi, en el Barcelona.

Justo en los días previos a su arreglo de contrato con la AFA, el actual presidente del Barcelona, Josep María Bartomeu, sorprendió afirmando en una entrevista a una cadena global de la TV, que Martino “no respondía a la línea de juego del club”.

Algunos analistas del fútbol argentino, si bien se mostraron de acuerdo con la contratación de Martino para la selección argentina, también indicaron que tal vez no era el mejor momento para este entrenador, debido a su mal paso por un Barcelona en declive y con problemas institucionales, pero no parecía haber otra opción.

Sabella se negó a continuar, Edgardo Bauzá estuvo concentrado en la Copa Libertadores de América con San Lorenzo, Ramón Díaz, que se fue siendo campeón con River Plate, se postuló pero no era del agrado de Grondona, mientras que Diego Maradona dijo en los medios que el indicado era el veterano César Luis Menotti, campeón mundial en 1978 pero que hace años que no dirige.

Todo quedó en la nada y finalmente, el elegido fue Martino, al que apuntaba Grondona como Plan B. En su última aparición en los medios antes de fallecer, un cronista le consultaba a la salida del edificio de la AFA si tenía alguna idea en caso de que Sabella no aceptara seguir.

“Si no tuviera un plan, no podría ser presidente de la AFA, pero esto es como cuando buscas novia. No hay que irlo diciendo”, afirmó, subiendo a un coche que lo esperaba.
Como cuando asumió en el Barcelona, muchos confundieron a Martino como continuador de la línea de Marcelo Bielsa, ex seleccionador argentino entre 1998 y 2004, seguramente porque ambos aman a Newell’s Old Boys y forman parte del mismo entorno, pero no es así.

Martino no se identifica tanto con el fútbol de Bielsa. Es menos mecanizado, menos obsesivo, trabaja más en la técnica que en la táctica y tiene otra relación con la prensa y con los jugadores.

El fútbol argentino, desde agosto de 2014, deberá acostumbrarse a los nuevos tiempos: un nuevo entrenador, sin el dirigente que marcó su ritmo por treinta y cinco años, y con la última oportunidad para una generación de futbolistas que tiene a Messi, Mascherano, Angel Di María o Sergio Agüero como estandartes.

Alemania, en pocos días, será testigo del inicio de esta extraña nueva etapa.


miércoles, 13 de agosto de 2014

El gran desafío del Tata Martino (Jornada)


Por fin, cuando mañana  a las 13 horas sea presentado en el predio de la AFA en Ezeiza, Gerardo “Tata” Martino tendrá la ocasión de su vida como director técnico para demostrar sus intenciones de que la selección argentina juegue un fútbol que guste y que retorne definitivamente a un estilo que se fue perdiendo con el paso de los años.

Más allá de si es la persona indicada para el puesto, pocas veces en la historia de la selección argentina fue tan clara una candidatura, una vez que Alejandro Sabella le comunicara al entonces presidente de la AFA, Julio Grondona, justo antes del fallecimiento de éste, sus intenciones de no renovar el contrato debido al desgaste sufrido durante sus tres años al frente del plantel albiceleste, aunque especialmente por lo ocurrido en el Mundial de Brasil.

El segundo puesto en el torneo y un buen ciclo con más buenos momentos que malos, no pudieron dejar de lado situaciones de mucha tensión, en especial, el tener que eludir constantemente las explicaciones sobre las ausencias de Carlos Tévez en las convocatorias o las idas y vueltas con el esquema táctico durante el Mundial, primero, con el cuestionado sistema defensivo del partido debut ante Bosnia, con cinco defensores en el primer tiempo, o las dos férreas líneas de cuatro en las fases finales, que dejaron demasiado solo, aislado, y sin contacto con la pelota, del astro Lionel Messi.

Martino, entonces, apareció como la única opción posible para los dirigentes de la AFA, aunque todo se terminó de complicar con la muerte de Grondona justo en el cruce de los dos entrenadores, y en esos días turbulentos ante la falta del máximo dirigente, algunos trataron de colocar a sus candidatos, en especial Miguel Russo (Rosario Central) y Edgardo Bauza (San Lorenzo), ambos del riñón del bilardismo.

Pero chocaron contra la estructura general de la dirigencia, que quiso cumplir con los deseos de Grondona de convocar a Martino como “Plan B”, basados en su experiencia en el Barcelona, sus buenos pergaminos en Newell’s Old Boys, clubes paraguayos y la selección de ese país y que cuenta con un equipo de trabajo con larga trayectoria en el trabajo con juveniles.

Martino, como en el Barcelona en la temporada pasada, deberá trabajar en condiciones externas de cierta turbulencia institucional. Cuando llegó al club catalán, encontró un equipo en declive, con los veteranos como Carles Puyol y Xavi Hernández en baja, al propio Messi enfocado en el Mundial, y un equipo que pasó por muy malos momentos, desde la reciente muerte del anterior entrenador Tito Villanova, la renuncia del presidente del club, Sandro Rosell, el affaire del contrato de Neymar, que acabó en la justicia, y finalmente, la lesión del arquero Víctor Valdés.

La experiencia acabó mal y el Barcelona terminó, por primera vez en años, con el palmarés vacío, eliminado en cuartos de final de la Champions League, para colmo ganada por el Real Madrid, sin poder vencer al Atlético Madrid de Diego Simeone en seis partidos oficiales, perdiendo la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid y la Liga, como local, ante el Atlético.

Al propio Martino no se lo vio en buena forma, con algunas situaciones duras en lo personal, como el fallecimiento de su padre, y por haberse arrojado excesiva responsabilidad por la campaña del equipo, si bien hace pocos días, el actual presidente del Barcelona, Josep Bartomeu, llegó a afirmar que el técnico argentino “no respondía a la línea tradicional” del club.

Una de las grandes dudas, a partir de lo ocurrido en el Barcelona, era si Martino contaba con el apoyo de dos de los jugadores de mayor peso en la Selección, como Messi y Javier Mascherano, para lo cual hubo largas negociaciones y un llamado clave final con una persona fundamental del entorno del atacante, antes de la aceptación.

Otro de los temas fundamentales para Martino se subsanó enseguida, cuando el director general de selecciones Nacionales de la AFA, Carlos Bilardo (con quien Martino no comulga) decidió desvincularse debido a la muerte de Grondona.

El tercer punto estaba relacionado con el manejo de los juveniles, aunque para Martino, no significaba una traba en este momento sino a partir de 2015, a sabiendas de que Humberto Grondona viene trabajando con el seleccionado sub-20 para el Sudamericano de Uruguay clasificatorio para el Mundial de Nueva Zelanda y para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

La idea de Martino es que sus colaboradores Jorge Theiler y Sergio Giovagnoli se hagan cargo de los juveniles una vez que pase el Mundial 2015 y trabajar ya con miras a 2016, lo cual contaría con la anuencia del actual entrenador de esa categoría.

Y finalmente, Martino pidió que el actual presidente de Newell’s Old Boys, Guillermo Llorente, forme parte importante de la Comisión de Selecciones Nacionales de la AFA, algo que contaría con la aceptación de la dirigencia.

Martino firmaría contrato hasta 2017 y en el caso de obtener la clasificación para el Mundial de Rusia 2018, automáticamente se extenderá hasta que se juegue el torneo
Tiene 51 años y aunque tiene como prioridad en su estilo la conservación de la pelota y la alta presión, tampoco rechaza los pelotazos largos ni los contragolpes cuando es necesario. No deja de lado cierto pragmatismo cuando hace falta aunque prefiere el juego técnico.

Sus grandes desafíos, a partir de ahora, pasan por recuperar la capacidad ofensiva de la Selección, perdida en la fase final del Mundial, la posibilidad de compatibilizar a Carlos Tévez con el plantel, y el manejo de la transición entre los más veteranos que irán dejando de ser convocados, con los jugadores emergentes de las nuevas generaciones.


En este sentido, la Copa América de Chile en 2015 parece ser el hito para la nueva etapa. Por ahora, Alemania espera en Düsseldorf para el amistoso del 3 de setiembre, mientras que en octubre, Brasil y Hong Kong serán los rivales en una mini gira asiática.