Si ya la AFA atravesaba por distintos frentes, que
derivaron en la extraña intervención compuesta por un 70 por ciento del
Gobierno Nacional y un 30 por ciento de la FIFA (lo que ya va contra el propio
estatuto de la casa madre del fútbol mundial que no acepta ninguna injerencia
estatal), es ahora esta conformada Comisión Normacrizadora la que soporta como
puede (y no parece mucho) el asedio de los distintos grupos de presión para que
entregue lo antes posible el poder y llame a elecciones.
La gran pregunta es si esta Comisión Normacrizadora,
presidida por el titular de Belgrano de Córdoba, Armando Pérez, ha logrado
cambiar algo de la situación previa a su asunción o si en cambio, sólo administró
casi de la misma forma que antes lo hicieron los dirigentes que no pudieron
siquiera organizar unos comicios con 75 votos, en uno de los más grandes
bochornos de la historia de la AFA.
La Comisión Normacrizadora nació mal porque como se
dijo en el primer párrafo, estuvo conformada por un mix inaceptable y
contradictorio, que por un lado quiere satisfacer un frente, el de la FIFA, que
exige un cambio de estatuto al que considera vetusto, machista, unitario y anti
democrático desde el primer informe del jurista Primo Corvaro (el primer
enviado desde Zurich), pero por otro es manejada desde el poder político desde
los más allegados al presidente Mauricio Macri, como el titular de Fútbol Para
Todos, Fernando Marín, y otros que se mueven en las sombras y que han sido
desde siempre operadores del PRO.
Desde la dirigencia del fútbol, aunque con intereses
cruzados que siguen siendo, de fondo, los mismos que derivaron en el bochornoso
38-38 de diciembre pasado, lo que se pretende es que se mantenga el statu quo
con respecto a la FIFA, es decir, que el estatuto no permita cambios profundos
y si los permite, ignorarlo desde que se produzca la vuelta al poder cuando se
llame a elecciones, y de fondo, y sabiendo que el Gobierno, ahora ya
oficialmente, terminará con el Fútbol Para Todos, quiere quedarse con el manejo
de la gran masa de dinero que llegaría desde el aporte de los derechos de TV en
la nueva etapa, cuando se habla de una oferta de Turner por 3000 millones de
pesos anuales.
La dirigencia del fútbol sabe bien que la pretensión
mayor del Gobierno es recrear lo que no pudo conseguir desde el “llano” en los
años noventa: que se le abra la puerta a las sociedades anónimas, para lo cual
hubo dos pasos muy estudiados: 1) vaciar las arcas de la AFA para mostrar que
las malas administraciones necesitan un cambio de sistema, 2) avalar la
implementación de la llamada “Superliga” para que en su estatuto se acepten las
SA y de paso, separar a los ricos de los pobres, esto es, Primera A y Nacional
B en Puerto Madero, y desde la B Metropolitana hacia abajo, que se queden solos
en el viejo edificio de la calle Viamonte y se arreglen como puedan.
El punto 1) consistió en retacear el dinero que ya
estaba comprometido desde el Estado para los clubes con descuentos, demoras en
los depósitos y todo lo que estuviera al alcance sin importar la reacción de
los clubes con menos recursos, porque de fondo nunca interesaron, mientras los
grandes fueron cobrando normalmente hasta que las amenazas de paros de los
torneos de ascenso determinaron que una parte del dinero de los ricos fuera a
parar a los pobres y ahora el descontento parece total, pero los grandes,
impulsados por el máximo aliado de Macri, Boca Juniors, saben que el objetivo es a corto plazo y pasa
por la Superliga, es decir que tiene solución. Si River Plate se opone es
simplemente por el folklore de tratarse de Boca y porque su presidente, Rodolfo
D’Onofrio, aún no superó el hecho de no haber conseguido la representación
argentina en la Comisión de la FIFA, cuando su archirrival preside la
Asociación de Clubes Sudamericanos, el émulo de la ECA europea.
Si los ricos y los pobres ahora están de acuerdo en
presionar para que Pérez llame a elecciones cuanto antes, pasa por haber
horadado la piedra durante estos últimos meses ante el propio Gobierno Nacional
porque el presidente de la Comisión Normacrizadora tampoco resultó apto para la
función y sus patinadas fueron constantes, desde la falta de recursos para
mejorar el fútbol argentino, los constantes problemas de calendario en los
torneos, y las inexplicables decisiones para contratar a los directores
técnicos de la selección mayor (Edgardo Bauza), de la sub-20 (Claudio Ubeda) y
del resto de los juveniles (Miguel Micó).
En cuanto a la Superliga, basta recordar la frase
del presidente de la Asociación Rosarina, Mario Gianmaría cuando se votó por su
implementación al señalar que se trató de “un día de luto para el fútbol
argentino. Se creó una nueva figura jurídica, la del suicidio en defensa propia”
y explicó que muchos dirigentes que levantaron sus manos, no conocían el texto
que aprobaron.
La necesidad de recuperar el poder que los
dirigentes perdieron en manos de la Comisión Normacrizadora está llevando
entonces a un intento de golpe de Estado muy parecido a cuando los clubes
grandes (a excepción de Independiente) estaban dispuestos a abandonar la AFA
porque simplemente no les daban los votos para imponer la Superliga en la
Asamblea.
Esto no es distinto y cuando la situación apremia,
otra vez los dirigentes demuestran que no tienen ningún prurito, desde el deseo
de asistir a las reuniones en Conmebol o FIFA cuando hoy mismo no tienen
ninguna representación de AFA por estar ésta intervenida, o cuando le envían
una carta al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quejándose de Pérez, o
cuando lo hacen con el de la Conmebol, Alejandro Domínguez, por más amigo de
Daniel Angelici que éste sea, o cuando recurren al escribano Fernando Mitjans,
del Tribunal de Etica de la FIFA y con poder para remover a la Comisión.
Todo parece válido en pos de recuperar el poder
perdido por sus propios desastres, porque no hay que olvidar que son los mismos
del 38-38, los mismos que no supieron administrar el monstruoso dinero que el
Estado les dio en estos siete años, y los mismos que no se ponen de acuerdo en
organizar normalmente un calendario.
Mientras Macri y los suyos se frotan las manos
pensando en la llegada de las SA al fútbol y buscan no dejar afuera del negocio
futuro al Grupo Clarín, su máximo valedor, en lo que viene para 2017, la AFA se
debate entre esta Comisión que no da pie con bola, y los dirigentes que supo
albergar.
El fútbol argentino, entre Guatemala y Guatepeor.
¿Cómo elegir en este esperpento?
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