lunes, 3 de octubre de 2016

Las dificultades tácticas de los poderosos en la Liga (Yahoo)



Más allá de la nueva derrota del Fútbol Club Barcelona en Balaídos ante el Celta de Vigo, en un partido de cifras abultadas en el que pudo haber empatado como también pudo haber perdido por mayor amplitud, y del sorpresivo empate del Real Madrid ante el Eibar en el Santiago Bernabeu, hay un elemento que une a los dos equipos más poderosos de la Liga española: el hecho de que siguen sin encontrar un funcionamiento aceitado y parecen depender cada vez más de sus individualidades.

La pregunta que surge, y que puede aplicarse tanto al Barcelona como al Real Madrid en estos tiempos es si hay algún elemento que determine que los clubes poderosos en España no consigan un funcionamiento colectivo que pueda dar respuesta en determinados momentos de los partidos cuando las individualidades no pasan por su mejor momento o cuando no encuentran el eje de los partidos.

Especialmente el Barcelona, acostumbrado en otros tiempos a un sistema aceitado y basado en un clásico 4-3-3 desde hace una década, retomando el gusto por el fútbol estético, va quedando evidenciado en una cierta falta de funcionamiento colectivo que en otros tiempos lo respaldaba más allá de sus estrellas, que al revés que en este momento, eran potenciadas por el propio sistema.

Hasta en tiempos en los que Lionel Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta integraron la terna para el Balón de oro FIFA World Player representando al Barcelona, no cabía dudas de que el equipo, durante los tiempos de Josep Guardiola y Tito Vilanova, e incluso antes, cuando era dirigido por Frank Rikjaard, que colocó los cimientos, era claro que los jugadores formaban parte de un sistema admirado en el mundo y del que hoy va quedando cada vez menos.

Ante el Celta, y más allá aún de errores como el de su portero alemán Ter Steggen en el cuarto y decisivo gol de los gallegos, hubo mucho de personalidad en Gerard Piqué en lanzarse al ataque (autor de dos goles que bien pudieron ser tres) y hubo una mejora en la segunda etapa con el tardío pero efectivo ingreso de Iniesta, pero quedó claro que la ausencia del lesionado Messi altera el funcionamiento del equipo, especialmente ante rivales más fuertes.

Al contrario del Barcelona, el Celta es mucho más un equipo que sus jugadores, por muy buenos que muchos de ellos sean y puedan resolver algunas situaciones durante los partidos.

El Celta del argentino Eduardo Berizzo no cuenta con súper estrellas como el Barcelona o el Real Madrid, y ni siquiera los excelentes jugadores de que dispone el Atlético Madrid, pero su funcionamiento es claro, y la presión alta que ejerció en el primer tiempo, se hizo insoportable hasta para los de Luis Enrique.

Del Real Madrid también puede decirse, a favor de su entrenador Zinedine Zidane, su buen manejo del vestuario con “mano izquierda”, su psicología para aplicarla en determinados momentos, la forma en que revirtió la pasada temporada tras un muy mal inicio con Rafa Benítez, la libertad que le otorga a sus jugadores, su visión para realizar los cambios justos en el esquema, pero tampoco puede decirse que el equipo blanco tenga un sistema aceitado, que pueda solventar problemas en situaciones como las que tuvo el Barcelona en el fin de semana o ante rivales fuertes con sistemas muy trabajados, como le ocurrió ante el Borusia Dortmund por la Champions League, que suele complicarle siempre con jugadores no tan cotizados, en general, como los suyos.

Por lo general, y no sólo en la Liga Española aunque muy claramente en ella, se nota que los clubes grandes del mundo, con algunas excepciones puntuales como bien pudo ser el Barcelona de Guardiola entre 2008 y 2012, o el Bayern Munich del propio entrenador catalán, entre 2013 y 2016, tienen dificultades en armar esquemas aceitados como sí han logrado, en este tiempo, el Atlético Madrid de Diego Simeone, el Celta de Berizzo,  el Tottenham Hotspur de Mauricio Pochettino o el Borussia Dortmund de Thomas Tuchel.

Todo indica que tanta prensa alrededor, tantos intereses, compromisos y publicidad, van quitando tiempo y van agregando ansiedad y una presión demasiado grande sobre los equipos más fuertes, de los que más se espera, y esa presión opera en contra del tiempo de trabajo y de poder llevarlo a cabo en el momento decisivo, durante los partidos.

Así es que el Atlético Madrid, con cinco años de continuidad en el trabajo de Simeone, ha conseguido equipararse a dos potencias como Real Madrid y Barcelona, hasta quedar instalado entre ellos cada vez con mayor naturalidad.

La gran pregunta a formularse es si los equipos sin tantas estrellas pueden lograr tan buenos funcionamientos colectivos, ¿por qué no lo pueden conseguir de igual modo los que cuentan con los mejores jugadores, que supuestamente tienen más facilidad para aplicar lo preparado en la semana?


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