Tal como para el Mundial de Sudáfrica 2010, y otra
vez contando con Lionel Messi y otras estrellas buscadas por los mejores clubes
de todo el mundo, el fantasma de una posible eliminación de la selección
argentina para participar en Rusia 2018 empieza a tomar forma y ya para muchos
analistas, no sería una gran sorpresa que pudiera ocurrir.
La selección argentina, que sólo rescató un punto de
los últimos seis ante dos de los equipos más flojos del grupo sudamericano
clasificatorio para Rusia 2018 (empató 2-2 en Lima ante Perú y cayó 0-1 como
local ante Paraguay), apenas si se encuentra en el quinto puesto sobre diez
participantes, con lo cual hoy mismo, a ocho jornadas del final, sólo podría
jugar un partido de repesca en noviembre para poder llegar al próximo Mundial y
no sólo eso, sino que tiene ahora a Paraguay a un solo punto de distancia, y a
Chile a dos.
Todo indica que la lucha por la clasificación a
Rusia 2018 quedará desde ahora, en el grupo sudamericano, entre siete equipos
para cinco lugares, debido a que Perú, Bolivia y Venezuela ya parecen
excluídos, muy lejos del resto de los seleccionados, pero Brasil (21 puntos) y
Uruguay (20), aparecen en los dos primeros lugares con bastante comodidad y
sólidos rendimientos.
En verdad, Uruguay parece ser el conjunto más sólido
y desde el inicio del grupo estuvo siempre en posiciones de vanguardia, aún sin
jugar muy bien varios partidos, pero con una experimentada defensa y su gran dupla
de ataque compuesta por Edinson Cavani y Luis Suárez.
Brasil, en cambio, no había comenzado nada bien y
muchos dudaban de su performance en esta clasificación para Rusia 2018 cuando
Dunga volvió a hacerse cargo de la dirección técnica, pero paralelamente a la
selección argentina, hace cuatro partidos que cambió de entrenador y la llegada
del popular Tité, pedido por la gran mayoría de aficionados, dotó de confianza
y soltura en el juego, aprovechando la ola positiva que generó en el país la
obtención de la medalla dorada olímpica en los Juegos de Río de Janeiro, algo
que nunca antes había conseguido el fútbol de este país.
Desde ese momento aparecieron jugadores que se
convirtieron en figuras, liderados por Neymar: los volantes Renato Augusto y
Philippe Coutinho, y el joven delantero Gabriel Jesús.
En cambio, la selección argentina está pagando por
diferentes crisis: la institucional, la grupal, la direccional y la individual.
La institucional, la más grave de todas y la que
terminó generando un efecto dominó sobre el resto de las causas, se debe a que
prácticamente no hay ninguna contención por parte de la federación porque la
AFA se encuentra virtualmente intervenida por la FIFA a partir de una llamada
Comisión Normalizadora, compuesta por cuatro personas, pero que no ha tomado
las decisiones más adecuadas y ha generado una gran desorientación en los
propios jugadores.
Esta Comisión, por ejemplo, llamó a concurso de
antecedentes y proyectos para dirigir a los distintos equipos argentinos
juveniles, pero tardó demasiado y finalmente designó para el cargo del sub-20 a
Claudio Úbeda, que trabajaba en Racing Club, pero que no se había presentado,
es decir que no se optó por ninguno de los candidatos oficiales, y todo a menos
de tres meses del inicio del torneo sudamericano de la categoría,
clasificatorio para el Mundial.
Javier Mascherano, uno de los referentes de la
selección argentina, recordaba que en 2003, cuando integraba el equipo juvenil,
la preparación para el Sudamericano de ese momento duró dos años.
En ese caos institucional, en el que existe la
promesa de que la intervención llame a elecciones antes del próximo 30 de junio,
los jugadores no se sienten cómodos, ya twittearon contra la dirigencia de la
AFA en la pasada Copa América Extra de los Estados Unidos, y tampoco nunca se
explicó por qué se eligió a Edgardo Bauza para la selección absoluta y no a
otro entrenador.
Desde la dirección del equipo, crecen los
cuestionamientos a Bauza, porque aunque éste siempre se caracterizó por buscar
un cierto “equilibrio” en sus equipos, y así llegó a ganar dos Copas
Libertadores con clubes que nunca antes la habían conseguido, como Liga de
Ecuador (2008) y San Lorenzo (2014), esto es algo que no se percibe ahora y en
los cuatro partidos de clasificación, la selección argentina apareció cortada
en dos, con una línea de cuatro defensores y delante de ella, dos volantes de
marca, y dejó mucho espacio entre esta línea y los cuatro de ataque, con tres
jugadores detrás del único punta, Gonzalo Higuaín.
Si bien es cierto que Messi no jugó, por lesión,
tres de estos cuatro partidos, también lo es que hay otros jugadores que están
en un muy bajo momento de forma, como Angel Di María, que reconoce que tampoco
está funcionando en el PSG, y Sergio Agüero, quien sí estaba rindiendo en el
Manchester City pero que si para Alejandro Sabella, el entrenador en el Mundial
2014, podía ocupar la punta izquierda, para Gerardo Martino, en las pasadas dos
Copas América, era un “nueve” que competía con Higuaín, y ahora para Bauza debe
jugar detrás del “nueve” de la Juventus.
Si con Sabella, hasta 2014, el planteo era de 4-4-2
de contrataque, y con Martino era un 4-3-3 con tenencia de balón, ahora con
Bauza es un 4-2-3-1, con un equipo partido que defiende claramente con seis y
ataca con otros cuatro, sin mucha conexión entre las líneas, y así, los
jugadores tampoco parecen muy cómodos.
Pero si algo falta a todo esto es el aspecto
psicológico, lo grupal. Y en este sentido, esta selección argentina, aún con
grandes jugadores, parece muy golpeada, casi quebrada y sin respuestas, luego
de la enorme frustración que gran parte de la sociedad le trasladó luego de
haber perdido tres finales consecutivas entre 2014 y 2016, en el contexto de 23
años sin títulos oficiales desde la Copa América de Ecuador 1993.
Ahora en noviembre, tocan nada menos que Brasil como
visitante, y Colombia como local, dos compromisos que a priori parecen mucho
más duros que ante Perú y Paraguay, aunque con la buena noticia del regreso de
Messi.
¿Alcanzará para sacar más puntos o se profundizará
la crisis para los seis partidos que quedan y que se jugarán todos en 2017?
¿Tras esos dos partidos será tiempo de un recambio en la selección argentina o
Bauza seguirá respaldando a esta generación?
Son preguntas que comenzarán a tener respuesta
cuando 2016 comience a despedirse y llegue 2017, el año de las definiciones.
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