martes, 4 de octubre de 2016

En la Conmebol, el Pacífico se aprovecha de la AFA




La decisión de la Conmebol de nombrar como representante del Consejo de la FIFA al colombiano Ramón Jesurún en vez de designar a un argentino para ese cargo, termina con 36 años ininterrumpidos, mal que mal, de represerntación nacional en Zurich, lo cual pinta el momento que vive el fútbol albiceleste en lo institucional, y por otra parte termina de cerrar el poder por asalto que por fin va tomando la alianza del Pacífico en el balompié sudamericano.

Ya en 2015, en nuestro blog (http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.ar/search?q=conmebol), comentamos lo que era evidente desde que se produjo la redada de Zurich en mayo de 2015: el avance del poder del Pacífico en la Conmebol, no sólo harto de las prebendas del Atlántico (las federaciones de Argentina, Brasil, y Uruguay, que dominaban la entidad en la que su presidente paraguayo Nicolás Leoz era apenas un títere de estos intereses) sino que ahora, con el FIFA-Gate y la caída de toda la dirigencia anterior, aprovechó el momento para instalarse y asentarse en los sillones de Asunción.

Es más, si no hubiera sido designado Jesurún, de la Federación Colombiana, habría sido Laureano González, de la Venezolana, pero éste iba por detrás por el hecho de pertenecer a un fútbol aún en ciernes y en un contexto político complicado de país, contrariamente a lo que nos dijo en Mendoza días pasados en una charla que tuvo como testigo al director del diario Jornada, Roberto Suárez, el presidente de la Asociación Uruguaya Wilmar Valdez, uno de los hombres más allegados de Sudamérica al presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

Allí en Mendoza, Valdez nos comentaba que no veía factible que el representante argentino, el actual presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio, pudiera perder ese lugar en el Consejo de la FIFA siendo que la AFA mantenía a su selección nacional como primera en el escalafón mundial de la entidad internacional, y con una figura como la de Lionel Messi, cinco veces ganador del Balón de Oro.

Pero Valdez se equivocó en este análisis, acaso demasiado confiado en que el poder del Atlántico pudiera restituirse con sangre nueva. No era la primera vez. Ya se había intentado postular para la presidencia de la Conmebol, con la idea de cambiar, por fin, los derechos de TV que sigue ostentando Fox Sports, con producciones de Torneos, empresa involucrada en el FIFA Gate de las coimas por 110 millones de dólares pero que parece no importar a la mayoría de los dirigentes actuales de la entidad sudamericana.

Cuando parecía que las cosas podían cambiar en la Conmebol con una candidatura de un dirigente como Valdez, -muy cercano a Infantino al punto de que cuando el ítalo-suizo fue electo presidente de la FIFA saltó y gritó “Uruguay, Uruguay” en agradecimiento por el reencauzamiento de los votos, que en varios casos iban desde federaciones sudamericanas hacia el jeque de Bahrein, Salman Bin Ibrahim Al Khalifa-, nuevamente el statu quo se impuso a último momento, y dejó todo como estaba.

En efecto, Alejandro Domínguez, aún con aspecto renovador y dando muestras de un lavado de cara de la Conmebol, siguió manteniendo los mismos derechos y apenas si realizó algunos retoques a la organización de los torneos sudamericanos desde 2017, agregando ahora otros equipos para pasar a 44 en la Copa Libertadores y llevándola a un formato anual con la excusa de que los equipos ganadores llegarán al Mundial de Clubes de diciembre con mayor competitividad ante los europeos.

Lo real es que poco les importa a los dirigentes cómo lleguen esos clubes campeones de la Copa Libertadores al Mundial de Clubes.  Tanto es así que si el formato pasa a ser anual, en el medio del torneo habrá un importante éxodo a Europa cuando a mediados de año se abra el mercado de la UEFA y los equipos importantes de Sudamérica se acabarán vaciando.

Los dos hechos que más importan pasan por la extensión de equipos para televisar más partidos y cobrar entonces más derechos, y al mismo tiempo generar más huecos para que no moleste la nueva Liga Sudamericana de Clubes que preside el todopoderoso Daniel Angelici, titular de Boca Juniors y de muy clara llegada al actual mandatario argentino Mauricio Macri, al punto de estar en la mira, por su grado de influencia en el ámbito judicial, de la legisladora Elisa Carrió.

Y es justamente por el poder de la Liga Sudamericana de Clubes de Angelici (votado por todos menos por River Plate, que se opuso, y por San Lorenzo e Independiente, que no asistieron, es decir, D’Onofrio, Marcelo Tinelli y Hugo Moyano, los tres enfrentados políticamente a Boca) que D’Onofrio quiso lanzarse (aunque finalmente en vano) al Consejo de la FIFA, ahora en manos del Pacífico.

Así es que como sucede en otros órdenes en cualquier actividad mundial, la Argentina sigue perdiendo representatividad, en este caso deportiva, por una pésima dirigencia que no está a la altura y que prefiere seguir debatiendo temas internos de segundo orden, como ahora le instaló la propia Conmebol con la elección del sistema para introducir al sexto equipo en la próxima edición de la Copa Libertadores 2017 para que se sume a Lanús, San Lorenzo, Estudiantes, Godoy Cruz y el campeón de la Copa Argentina 2016.

Mientras Alejandro Domínguez titubea con que habrá invitados, para luego decir que nunca lo dijo, y luego afirma que la final de 2017 se jugará como en la Champions League en una sola sede para luego desmentirlo y decir que se seguirá jugando partidos de ida y vuelta, el fútbol argentino ya observa con nostalgia aquellos tiempos en los que era escuchado en el concierto internacional.-

Es que desde 1980 que aunque en dictadura cívico-militar, el contraalmirante Carlos Lacoste ocupó la vicepresidencia de la FIFA y fue reemplazado por Julio Grondona ya en el regreso de la democracia, el fútbol argentino tuvo ocupado su sillón durante 36 años, porque tras la muerte de Grondona, su lugar lo ocupó interinamente Luis Segura.

Si gran parte de la dirigencia del ascenso de la AFA le llegó a enviar una carta a Infantino quejándose del interventor Armando Pérez (puesto en consenso entre FIFA y Macri), y si la propia FIFA alentó al escribano Fernando Mitjans, vicepresidente del Tribunal de Apelaciones, para que en la AFA remueva a quien haya que remover si siguen las irregularidades, y cuando Infantino prefirió no mover ficha cuando la jueza María Servini dijo en junio que nadie pasaría por sobre su magistratura (esto iba dirigido a Zurich como misil aire-tierra), no parecía fácil que el presidente de la FIFA se inclinara por un dirigente argentino para el Consejo en Suiza.

Y por si faltaba algo, Infantino sabe bien que el voto de la AFA hacia su candidatura es más que dudoso, y que si no fuera por Valdez, muchas cosas habrían tenido otro destino final. Tanto es así, que el propio presidente de la FIFA fue quien respaldó la llegada de Jesurún al Consejo.


Mientras la AFA sigue con sus pequeñeces, el Pacífico ocupa los lugares perdidos por tantos años. Y esto recién comienza.

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