A medida que van pasando las horas y que de a poco
el mundo del fútbol va poniendo los pies en la tierra tras la brutal caída de
la aeronave de LaMia que costó 71 vidas, muchas de ellas de jugadores del
Chapecoense brasileño y de veinte periodistas de ese país, que iban a viajar el
pasado martes 29 de noviembre a Medellín para la primera final de la Copa
Sudamericana, también van apareciendo muchos nuevos elementos para el asombro,
relacionados con aquel vuelo de la selección argentina a Belo Horizonte para
jugar ante Brasil por la clasificación al Mundial de Rusia 2018.
La selección argentina no sólo tomó también un vuelo
de la compañía de chárters boliviana LaMia, piloteada también por el boliviano
Miguel Alejandro Quiroga, a su vez también dueño y que utilizaba la única nave
en condiciones de las tres que posee la empresa (las otras dos se encuentran en
reparaciones), sino que en el caso del viaje de Buenos Aires a Belo Horizonte y
su regreso, genera dudas muy serias en cuanto a su legalidad.
Aquel vuelo CP 2933 del pasado 7 de noviembre,
tomado por el plantel de la selección, y en el que al inicio encontró a Quiroga
entre los pasajeros saludándolos y deseándoles “buen viaje”, se realizó con un
chárter boliviano cuando la Ley de Chárters de Brasil, según la ANAC
(Asociación Nacional de Aviación Civil), sólo permite que sean o brasileños o
del país de origen o destino, por lo que en este caso, los únicos chárters
permitidos habrían sido de Argentina o Brasil.
El diario OGlobo, en su edición del miércoles
pasado, 30 de noviembre, es explícito en la materia y cuenta cómo en los últimos
días, precisamente tres chárters de LaMia ingresaron al país pese a que la ANAC
no los permitió, entre octubre y noviembre, y sobrevolaron Minas Gerais
(casualmente, donde se encuentra Belo Horizonte), Natal y Brasilia, en horario
pico y sin permiso internacional. Demasiada casualidad.
En aquel vuelo del 7 de noviembre, de Buenos Aires
a Belo Horizonte, viajaron, además del
cuerpo técnico de la selección argentina, asistentes y siete futbolistas:
Marcos Acuña, Emmanuel Mas, Fernando Belluschi, Angel Correa, Nahuel Guzmán,
Guido Pizarro y Ezequiel Lavezzi.
Omar Souto, el gerente de Selecciones Nacionales,
aporta datos muy interesantes sobre este vuelo y otros de los equipos
argentinos en el pasado.
“Nosotros no pedimos ningún permiso a Brasil ni a
nadie para volar en el chárter ni a nadie, y tampoco la Conmebol intervino en
ninguna cotización de chárters ni nada. Tuvimos cinco a seis presupuestos, de
Aerolíneas Argentinas, una aerolínea chilena, otra española, la agencia
Rotamund (viejo proveedor de los tiempos de Julio Grondona en la presidencia de
la AFA) y decidimos al final más por confianza con el operador y con el vuelo”,
recuerda el funcionario.
Souto, al contrario de lo que se dice de las
posibles quejas de los jugadores tras el vuelo, sostiene que el de LaMia “fue
el mejor vuelo, incluso el que mejor nos dio de comer”.
También Souto recuerda que en 2001 “Nosotros volamos
con el sub-17 (en el que se encontraba entre otros Carlos Tévez) al Mundial de
Trinidad Tobago, desde Estados Unidos, el día anterior al atentado a las Torres
Gemelas de Nueva York y hasta tomamos el mismo vuelo que uno de los que al día
siguiente (11 de setiembre) se estrelló. Por suerte, fue un día antes”.
Souto ironiza con este cronista cuando es consultado
acerca de la responsabilidad dirigencial por haber viajado en el chárter de
LaMia y apunta: “¿Te fijaste si la rueda del remisse que cada día te lleva al
trabajo tenía bien los tornillos?” para rematar que los dirigentes “no sabemos
nada, confiamos en la gente que contratamos, para eso pagamos un servicio”.
“Además –insiste- ¿vos te creés que a alguien le
interesaba mirar el avión al regreso de perder 3-0 contra Brasil? Ese vuelo era
un velorio. Trascendió solamente por lo que le pasó al Chapecoense. Si no, no
pasaba nada”.
Souto insiste en que la Conmebol “no tiene nada que
ver con los vuelos de la selección argentina porque nosotros mismos nos
encargamos de toda la logística. Creo que la Conmebol y la empresa Offside (http://www.offsiderio.com.br), es
para los equipos, pero no para nosotros. Me imagino que si el avión partió a
destino, sería porque tenía permiso, pero no lo sé”.
Souto cuenta que para los partidos de clasificación
para el Mundial, la AFA tiene convenio con el resto de las federaciones
sudamericanas, excepto con la venezolana, que no quiso firmar: cada federación
local provee de hotel, policía de seguridad, ambulancia, coches, canchas de
entrenamiento, aceleración de trámites de migraciones, y cada una se hace cargo
de los gastos. Y unos días antes de cada partido como visitante, generalmente
los viernes a la noche, viaja al destino del partido un miembro de la oficina,
alguien de Seguridad, un integrante del cuerpo técnico y hasta de la cocina
para observar todo.
Souto también recuerda casos anteriores como el del
ex entrenador de la selección argentina Marcelo Bielsa, “que le tenía miedo a
los aviones. Una vez viajamos a Perú con los equipos, la absoluta y la sub-20 y
por un desperfecto, hubo que esperar y nos dijeron que lo arreglarían, pero ya
el DT no quiso seguir. Entonces vino el capitán, le mostró la foto de la esposa
y sus hijos pequeños y le dijo “¿usted cree que si yo no estuviera seguro, me
subiría a pilotear?”…pero hubo que esperar a seguir hasta el día siguiente y
Bielsa viajó otra vez”.
La gran pregunta es si este es el contexto para que
jugadores de èlite viajen a partidos importantes de clasificación para un
Mundial después de los hechos conocidos, no sólo por la tragedia del
Chapecoense sino por todo lo que ahora se sabe del propio vuelo de la selección
argentina.
¿Es posible que los clubes de élite permitan situaciones
de riesgo extremo que los jugadores que ceden atravesaron en este tiempo, más
allá de que muchos no han tomado consciencia de ello?
Pero no todo termina allí: aparece ahora la extraña
relación entre la empresa de logística Offside y la Conmebol, que deberá ser
explicada, como también, si efectivamente el chárter de la selección argentina
a Belo Horizonte fue legal o no.
Pero aún hay otro interrogante que se cierne sobre
el fútbol sudamericano. ¿El negocio real es el traslado de los jugadores o hay
algo aún mayor, que reditúa muchísimo más, y que hace que sean determinadas las
empresas elegidas para volar “por la confianza que nos brinda”?.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario