En la complicada historia del fútbol argentino, los
jugadores, más de una vez, fueron obligados a participar activamente de los
conflictos. Ocurrió en 1930, cuando se dio lugar al profesionalismo, cuando la
situación de crisis de lo que se daba en llamar “Cláusula Candado”, derivó
hasta en una marcha que tuvo repercusiones nacionales y que determinó la
participación del gobierno golpista de José Félix Uriburu.
Ahora, una nueva crisis, de ribetes mucho mayores,
va determinando, quieran o no, en la lenta pero cada vez más importante llegada
de los futbolistas a este conflicto, porque de a poco comienzan las
comunicaciones entre los referentes de los distintos equipos de Primera
División para ir analizando las chances de ni siquiera comenzar la pretemporada
en unos pocos días, porque muchas entidades no tienen ya fondos para solventar
los gastos mínimos (por caso, Newell’s Old Boys es una de ellas).
El rol del sindicato, Futbolistas Argentinos
Agremiados (FAA) hasta el momento, ha ido de un bajísimo perfil, tras haber
quedado involucrado en el caso de la Fundación “El Futbolista”, hasta la escasa
influencia en las decisiones, pero ha llegado el momento de que sean los
propios actores los que comiencen a pensar en medidas de fuerza, dada la
situación entrampada de los clubes, que ahora reclaman que siga el programa
“Fútbol Para Todos” pero ellos mismos firmaron hace medio año un documento por
el que piden rescindir el contrato con el Estado.
Más allá de un artículo aparecido en estos días en
el que se dice claramente que en aquel momento los clubes fueron extorsionados
por el actual Gobierno para firmar la rescisión como algo propio de ellos a
cambio de recibir dinero en esos meses hasta finales de año (¿Por qué si se
sabía este dato recién aparece ahora, tanto tiempo más tarde?, ¿Por qué ningún
club lo denuncia?), lo cierto es que ese documento existe y muestra una vez
más, no sólo la contradicción de los dirigentes futbolísticos argentinos, sino
cómo muchos de ellos vuelven a incurrir en la firma de elementos importantes
sin estudiarlos a fondo, sin analizarlos.
Ya ocurrió cuando se firmó el esclavizante contrato
con los Torneos Sin Competencia en los noventa, o meses antes, cuando otra vez
la mayoría firmó el advenimiento de la Superliga sin conocer bien de qué se
trataba, como confesó el presidente de la Liga Rosarina, Federico Gianmaría. De
hecho, Rosario Central sigue sin aceptar este nuevo torneo, que ahora algunos
(uno de ellos, el showman televisivo y vicepresidente de San Lorenzo, Marcelo
Tinelli) sostienen que les fue impuesto desde el Estado cuando fueron ellos
mismos los propulsores, propiciando un golpe de Estado en la AFA si habría sido
necesario.
La cuestión es que en un conflicto sin solución aparente
y con enfrentamientos cruzados en los que casi todas las partes tienen altísima
responsabilidad, en el que el Gobierno está tratando de ahogar a la AFA y a los
clubes para que por fin puedan meterse las SA que lo justifiquen todo (aquello
que no pudieron conseguir en los 90 desde el “llano” empresario), y en el que
los clubes grandes no aceptan que ni siquiera el nuevo estatuto elaborado por
la FIFA les da la mayoría de los votos en el nuevo Consejo (que reemplaza a la
vieja Asamblea), y en el que la jueza María Servini vuelve a desafiar a Zurich
como en junio, sin importarle consecuencias como una posible desafiliación
(salvada por la apelación de la Comisión Mormacrizadora, que patea la pelota
hasrta febrero por la feria judicial), la aparición en escena, de a poco, de
los jugadores, pasa a ser fundamental.
De todos modos, esta participación no implica una
solución, sino, acaso, darle otra visibilidad al conflicto y acaso acelerarlo.
Es evidente que tanto las empresas de derechos de TV como los clubes
extranjeros sacarán provecho de esta crisis para conseguir una rebaja en ambos
casos y es por eso que el fútbol argentino volverá a desangrarse en este
receso.
Si Sarmiento de Junín va a colocar en Ecuador a
Kevin Mercado y a Bruno Vides, o Témperley hará lo propio con Fabián Sambueza
al deportivo Cali, ni hablar de los medianos para grandes. Estudiantes de La
Plata debe jugar la Copa Libertadortes pero es probable que se desprenda de
Mariano Andújar (Boca), Carlos Auzqui (Mainz 05) y hasta de Saantiago Ascacíbar, San Lorenzo vendió a Emmanuel Mas a Turquía,
Boca hizo lo propio con Carlos Tévez como Racing con Oscar Romero, y Rosario
Central ya se desprendió de Giovanni Lo Celso.
Una vez más, el
recurrente fútbol argentino deriva su crisis en los protagonistas, que
hoy tienen también la pelota simbólica del conflicto, que no encuentra
soluciones por ningún lado. ¿Podrán hacer algo?
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