viernes, 23 de diciembre de 2016

La AFA, ante frentes cada vez más delicados





La situación de la AFA debe medirse cada día, incluso, depende del día, cada tantas horas. La entidad madre del fútbol argentino parece a punto de explotar y eso ha generado incluso que no lo pudiera soportar ni siquiera el actual presidente de la Comisión Normacrizadora, Armando Pérez, internado con un delicado estado de salud que según sus familiares es parte atribuible a su carácter de fumador empedernido pero también en parte por el enorme estrés que genera todo lo que ocurre alrededor de la institución de la pelota.

Si el Comité de Regularización (así llamado oficialmente aunque se trata de una intervención mix entre el Estado y la FIFA, que le da un carácter más extraño que en cualquier otra anterior en la historia de la entidad) se encontraba con la dificultad de que ahora debe asumir su número dos, el jurista deportivo Javier Medín (con ligazón a Boca Juniors), lo que debe enfrentar de aquí al 31 de diciembre es demasiado complicado.

Porque tal como ocurrió el 24 de junio de 2016, especialmente aquel día de furor en el que la jueza María Servini desafió a la FIFA y Damián Dupuillet asumió interinamente por unas horas y se redactó un informe enviado a la FIFA por el que se rechazaba la conformación del actual Comité de Regularización (http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.ar/2016_06_01_archive.html), avalado todo por la magistrada, todo parece volver a fojas cero y la situación tiene un parecido notable.

De fondo, y como anoche advirtió el secretario general adjunto de la FIFA, el ex jugador croata Zvonimir Boban, otra vez la AFA jugó con fuego, y nuevamente la jueza Servini se animó a desafiar a Zurich resolviendo convocar a una Asamblea Extraordinaria antes del 31 de diciembre para que ésta elija presidente de la entidad argentina, es decir, con la obligatoriedad de hacerlo antes de aprobarse el nuevo estatuto.

Se sabe que la FIFA dispuso un calendario al revés: primero el estatuto y recién luego, la Asamblea y las elecciones, porque además, la Asamblea deberá tener ya los miembros que dispondría el nuevo estatuto, que aún no ha sido finalizado de redactar en Zurich y que se supone que estaría listo para febrero de 2017, cuando de todos modos, la intervención tiene como fecha límite el 30 de junio próximo, es decir que debería haber tiempo de sobra.

Por eso es que la FIFA, a través de la carta de Bobban que llegó a la AFA anoche y que se refiere al recurso interpuesto por Argentino de Quilmes ante la jueza Servini, aclara taxativamente que de acuerdo a los artículos 14,15 y 19 del estatuto de la entidad internacional, no acepta “injerencia de terceros” en los asuntos internos de cada miembro y que según el artículo 5 no puede someter sus asuntos ante la Justicia ordinaria y en cambio debe hacerlo en el ámbito de su federación, la Conmebol o la FIFA.

Esto coloca a la AFA al borde de la desafiliación (es decir, la imposibilidad de participar en cualquier competencia internacional tanto de equipos como de selecciones nacionales) si se llega a una situación límite y cuando casualmente la selección argentina finalizó primera en el escalafón mundial.

Mientras se esperan los resultados de la apelación del Comité de Regularización, Medín, al mismo tiempo, tiene febriles reuniones con los clubes y con el Gobierno para conseguir parte del resarcimiento prometido por la rescisión del programa estatal Fútbol para Todos a partir del 1 de enero, aunque el presidente Mauricio Macri haya prometido que continuaría durante toda su gestión, hasta diciembre de 2019.

Es decir que los clubes y la propia AFA, no están hoy, en víspera de fiestas, y con el ambiente caldeado por el vaciamiento que vive hoy el fútbol argentino, que ni siquiera ha recibido buena parte de las partidas de FPT de los meses anteriores, para celebrar elecciones con un estatuto viejo y muy cuestionado desde Zurich, luego de aquel esperpéntico 38-38 y con la espada de Damocles pendiendo desde Zurich a la calle Viamonte.

Esta jugada de Argentino de Quilmes, al igual que la de aquel 24 de junio pasado, tiene el nombre y el color de los clubes chicos, que resisten como pueden el embate gubernamental y saben que de votarse con el viejo estatuto ganarían el poder y podrían recrear varias de las cuestiones del grondonato.

Pero los problemas graves no terminan allí. A día de hoy, no hay TV para completar la temporada 2016/17 en la primera división. Por un lado, ninguna de las empresas que podrían comprar esos derechos ven con buenos ojos la exigencia de 3500 millones de pesos por año, porque sus gerentes no son tontos y conocen los enormes problemas que atraviesa un fútbol argentino absolutamente desquiciado y con varios frentes de tormenta.

Si la comisión de dirigentes presidida por Marcelo Tinelli no aceptó la oferta de la UTE compuesta por Fox y Turner de 2200 millones, ahora se fueron sumando otras como ESPN (de la mano de Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de Barracas Central y yerno de Hugo Moyano) y hay otras agazapadas esperando su turno para negociar.

De todos modos, mientras se mantiene una aparente intransigencia de los clubes, y mientras sigue estacionada la idea de la Superliga (nunca suspendida, como se quiere hacer ver, y tampoco rechazada por Macri, como alguna vez se dijo), los mismos actores mediáticos de los años 90 se van articulando para armar un entramado tal que ninguno se quede afuera, a partir de aquellos lazos que supieron conseguir.

No sería de extrañar entonces que más allá de quien acabe siendo la cara visible del acuerdo con el fútbol argentino, terminen siendo todos ganadores en algún aspecto del negocio, incluso aquellos que quedaron absolutamente pegados al FIFA-Gate.
Bastó una paga de fianza o de una suma importante de dinero para que algunos medios consideren terminado el asunto, como si la ética no existiera.


Al fin de cuentas, si en diciembre de 2015 hubo ya un 38-38 en 75 votos, ¿qué le hace una mancha más al tigre?

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