La situación de la AFA debe medirse cada día,
incluso, depende del día, cada tantas horas. La entidad madre del fútbol
argentino parece a punto de explotar y eso ha generado incluso que no lo
pudiera soportar ni siquiera el actual presidente de la Comisión
Normacrizadora, Armando Pérez, internado con un delicado estado de salud que
según sus familiares es parte atribuible a su carácter de fumador empedernido
pero también en parte por el enorme estrés que genera todo lo que ocurre
alrededor de la institución de la pelota.
Si el Comité de Regularización (así llamado
oficialmente aunque se trata de una intervención mix entre el Estado y la FIFA,
que le da un carácter más extraño que en cualquier otra anterior en la historia
de la entidad) se encontraba con la dificultad de que ahora debe asumir su
número dos, el jurista deportivo Javier Medín (con ligazón a Boca Juniors), lo
que debe enfrentar de aquí al 31 de diciembre es demasiado complicado.
Porque tal como ocurrió el 24 de junio de 2016,
especialmente aquel día de furor en el que la jueza María Servini desafió a la
FIFA y Damián Dupuillet asumió interinamente por unas horas y se redactó un
informe enviado a la FIFA por el que se rechazaba la conformación del actual
Comité de Regularización (http://sergiol-nimasnimenos.blogspot.com.ar/2016_06_01_archive.html),
avalado todo por la magistrada, todo parece volver a fojas cero y la situación
tiene un parecido notable.
De fondo, y como anoche advirtió el secretario
general adjunto de la FIFA, el ex jugador croata Zvonimir Boban, otra vez la
AFA jugó con fuego, y nuevamente la jueza Servini se animó a desafiar a Zurich
resolviendo convocar a una Asamblea Extraordinaria antes del 31 de diciembre
para que ésta elija presidente de la entidad argentina, es decir, con la
obligatoriedad de hacerlo antes de aprobarse el nuevo estatuto.
Se sabe que la FIFA dispuso un calendario al revés:
primero el estatuto y recién luego, la Asamblea y las elecciones, porque
además, la Asamblea deberá tener ya los miembros que dispondría el nuevo
estatuto, que aún no ha sido finalizado de redactar en Zurich y que se supone
que estaría listo para febrero de 2017, cuando de todos modos, la intervención
tiene como fecha límite el 30 de junio próximo, es decir que debería haber
tiempo de sobra.
Por eso es que la FIFA, a través de la carta de
Bobban que llegó a la AFA anoche y que se refiere al recurso interpuesto por
Argentino de Quilmes ante la jueza Servini, aclara taxativamente que de acuerdo
a los artículos 14,15 y 19 del estatuto de la entidad internacional, no acepta “injerencia
de terceros” en los asuntos internos de cada miembro y que según el artículo 5
no puede someter sus asuntos ante la Justicia ordinaria y en cambio debe
hacerlo en el ámbito de su federación, la Conmebol o la FIFA.
Esto coloca a la AFA al borde de la desafiliación
(es decir, la imposibilidad de participar en cualquier competencia
internacional tanto de equipos como de selecciones nacionales) si se llega a
una situación límite y cuando casualmente la selección argentina finalizó
primera en el escalafón mundial.
Mientras se esperan los resultados de la apelación
del Comité de Regularización, Medín, al mismo tiempo, tiene febriles reuniones
con los clubes y con el Gobierno para conseguir parte del resarcimiento
prometido por la rescisión del programa estatal Fútbol para Todos a partir del
1 de enero, aunque el presidente Mauricio Macri haya prometido que continuaría
durante toda su gestión, hasta diciembre de 2019.
Es decir que los clubes y la propia AFA, no están
hoy, en víspera de fiestas, y con el ambiente caldeado por el vaciamiento que
vive hoy el fútbol argentino, que ni siquiera ha recibido buena parte de las
partidas de FPT de los meses anteriores, para celebrar elecciones con un
estatuto viejo y muy cuestionado desde Zurich, luego de aquel esperpéntico
38-38 y con la espada de Damocles pendiendo desde Zurich a la calle Viamonte.
Esta jugada de Argentino de Quilmes, al igual que la
de aquel 24 de junio pasado, tiene el nombre y el color de los clubes chicos,
que resisten como pueden el embate gubernamental y saben que de votarse con el
viejo estatuto ganarían el poder y podrían recrear varias de las cuestiones del
grondonato.
Pero los problemas graves no terminan allí. A día de
hoy, no hay TV para completar la temporada 2016/17 en la primera división. Por
un lado, ninguna de las empresas que podrían comprar esos derechos ven con
buenos ojos la exigencia de 3500 millones de pesos por año, porque sus gerentes
no son tontos y conocen los enormes problemas que atraviesa un fútbol argentino
absolutamente desquiciado y con varios frentes de tormenta.
Si la comisión de dirigentes presidida por Marcelo
Tinelli no aceptó la oferta de la UTE compuesta por Fox y Turner de 2200
millones, ahora se fueron sumando otras como ESPN (de la mano de Claudio “Chiqui”
Tapia, presidente de Barracas Central y yerno de Hugo Moyano) y hay otras
agazapadas esperando su turno para negociar.
De todos modos, mientras se mantiene una aparente
intransigencia de los clubes, y mientras sigue estacionada la idea de la
Superliga (nunca suspendida, como se quiere hacer ver, y tampoco rechazada por
Macri, como alguna vez se dijo), los mismos actores mediáticos de los años 90
se van articulando para armar un entramado tal que ninguno se quede afuera, a
partir de aquellos lazos que supieron conseguir.
No sería de extrañar entonces que más allá de quien
acabe siendo la cara visible del acuerdo con el fútbol argentino, terminen
siendo todos ganadores en algún aspecto del negocio, incluso aquellos que
quedaron absolutamente pegados al FIFA-Gate.
Bastó una paga de fianza o de una suma importante de
dinero para que algunos medios consideren terminado el asunto, como si la ética
no existiera.
Al fin de cuentas, si en diciembre de 2015 hubo ya
un 38-38 en 75 votos, ¿qué le hace una mancha más al tigre?
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