Pocas veces una derrota del Barcelona ante el Real
Madrid en esta década fue tan inexorable, tan justa, tan amplia. La pérdida de
la Supercopa de España ante un Real Madrid inmensamente superior, que por
momentos se floreó en el Santiago Bernabeu, va mucho más allá de un trofeo de
verano que podría ser una miga de pan en el espacio de una larga temporada.
El andar de este Barcelona de inicios de la
temporada 2017/18, aunque recién comience, es la consecuencia de años de
desidia, de falta de proyecto, de malas decisiones dirigenciales, de
envejecimiento de la plantilla y desde el punto de vista psicológico. Por la
salida de Neymar al PSG, que aún nadie terminó de digerir porque es una herida
aún abierta, demasiado cercana en el tiempo.
Los dirigentes, que dejaron pasar los mejores años
de varios de los jugadores de la plantilla y en especial de un genio
irrepetible como Lionel Messi, ahora quieren tapar lo que ocurre con fichajes a
la apurada a partir de quemarles en la caja los 222 millones de euros que ingresaron
por Neymar, pero que los evidencia en el sinsentido de no saber cómo
utilizarlos.
Hay que recordar que en el inicio del receso, allá
por mayo, el Barcelona apuntaba a Marco Verratti pero se quedó en el camino por
falta de ideas y de convencimiento, y arrastraba ya un equipo descompensado
entre una buena cantidad de titulares de mucho valor (aunque en algunos casos,
en baja por cuestiones del inexorable paso del tiempo) y un banquillo que no
estuvo nunca a la altura de lo que el club necesita.
Lo hemos escrito reiteradas veces: excepto Cillessen,
Javier Mascherano y Arda Turan, el resto de los componentes del banquilo (con
Aleñá como única opción entre los canteranos) tranquilamente podría ser
reemplazado porque las cotizaciones de estos suplentes es demasiado elevada
para lo que efectivamente pueden rendir.
En el Barcelona se vendió mucho humo en muy poco
redituables fichajes como los de André Gomes, Paco Alcácer, Digné, Denis Suárez
y tantos otros que ya emigraron, como también en hacernos creer que algunos de
sus canteranos estaba para grandes cosas, como Rafinha, que compró hasta una
cierta parte de la prensa catalana.
Lo cierto es que como siempre ocurre en el fútbol,
sin el verso (que nunca nos hemos tragado) de los entrenadores, todo depende de
los jugadores. Si Josep Guardiola tuvo un mérito principal, éste no es otro que
el de haberse decidido a apostar por la cantera y respetar el estilo de toque y
posesión del Barcelona, porque nos preguntamos cuánto podría modificar el de
Santpedor la situación en baja actual, más allá de cierta capacidad de
motivación y algunos movimientos tácticos.
Seguramente poco, porque ya no está Xavi, porque
Andrés Iniesta ronda los 34 años y ya no es el mismo ni tiene la misma participación
ni mucho menos despliegue, porque al Tridente se le perdió una pieza y porque
no encontró nunca un reemplazo para Daniel Alves para que se sume como lo hacía
por la punta derecha.
A Xavi lo pudo reemplazar Thiago Alcántara, pero la
dirigencia lo dejó ir al Bayern Munich. A Alves, tal vez Montoya, pero acabaron
yéndose los dos, y de la cantera no salió nunca un jugador de los quilates de
los que compusieron el mediocampo de los años dorados, que generaron que en una
temporada, tres jugadores del club integraran la terna por el Balón de Oro.
Este Barcelona ya no tiene esos jugadores, salvo los
que aún persisten por edad, como Messi, Busquets o Piqué, más un gran goleador
como Luis Suárez, ahora más solo en el ataque, y un buen lateral como Alba así
como un aceptable comodín en Sergi Roberto y hasta un arquero que puede
responder como Ter Stegen aunque no sea ni Buffon ni De Gea ni siquiera
Courtois.
Entonces, ¿puede afirmarse que dos o tres fichajes,
que lleguen espasmódicamente a menos de una semana de comenzar la Luiga, puedan
cambiar años de decadencia? ¿Puede Paulinho, que viene del fútbol chino, y cuyo
pase fue desaconsejado por la propia CBF al Barça, mejorar el sistema de
elaboración de juego? ¿Puede Philippe Coutinho aportar lo de Neymar o su juego
en todo caso es distinto? ¿Alcanzará con el aporte de Dembelé, si es que llega?
El problema del Barcelona es muchísimo más grande, y
es que su dirigencia tardó demasiado tiempo en darse cuenta de que el plantel
que tuvo momentos gloriosos no sólo para el club sino para el fútbol mundial y
para la gran historia de este deporte, también necesitaba una renovación, como
cualquier grupo humano relacionado a la actividad deportiva por el lógico paso
del tiempo.
Pero además, lo importante era conseguir esa
renovación desde la misma cantera que dio tantos cracks, manteniendo ese estilo
que hizo que el Barça hiciera fanáticos en todo el planeta.
Hoy, ni los fichajes ofrecen certezas. Hay
demasiadas dudas, demasiados problemas, demasiados cuestionamientos, demasiadas
preguntas sin responder por parte de la dirigencia.
Y mientras tanto, las agujas del reloj siguen
corriendo, pero con la sensación de que se tratara de un reloj de arena, que se
va vaciando hasta acabarse.
Y al mismo tiempo, como en todo ciclo inexorable.,
el Real Madrid, tan antipático en tiempos que hoy parecen lejanos pero que no
lo son, cuando José Mourinho dirigía al equipo, de a poco va encontrando su
mejor rendimiento, va ganando en confianza a partir de los títulos conseguidos
y de un entrenador como Zinedine Zidane, de bajo perfil, pero que ya lleva
siete títulos y varios de ellos, de mucha importancia.
Los fichajes que puedan venir, no deberían tapar el
bosque de las ideas en el Barcelona, aunque parece que no abundan.
Y los ciclos, como en cualquier manifestación, como
todo en la vida, un día se terminan. Y este tan brillante del Barcelona, va
tocando lentamente su fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario